Realismo PolÍtico En Las TeorÍas De Las Relaciones Internacionales 

 “Sabemos que nadie se apodera del mundo con la intención de dejarlo. El poder no es un medio, sino un fin en sí mismo. No se establece una dictadura para salvaguardar una revolución; se hace la revolución para establecer una dictadura. El objetivo de la persecución no es más que la persecución misma. La tortura sólo tiene como finalidad la misma tortura. Y el objeto del poder no es más que el poder”.

George Orwell

Todos los días se escucha en los medios de comunicación discutir acerca de conflictos internos en los Estados y las tensiones entre ellos; con frecuencia se habla de los Tratados de Libre Comercio, de la Unión Europea, la Organización de Estados Americanos, la Organización de Unidad Africana, las Naciones Unidas y las cruentas guerras en Siria, Irán, Irak, y Afganistán, las intervenciones de la OTAN en Kosovo; sobre el imperialismo yanqui, y la potente Rusia, la crisis venezolana y las contradicciones de Colombia frente al flagelo del narcotráfico y las dinámicas de paz en su proceso de postconflicto.

Estos grandes temas políticos están mediados por la forma como se relacionan los Estados entre sí, a partir de allí nace las teorías de las relaciones internacionales desde múltiples enfoques teóricos, algunos de ellos desde perspectivas clásicas y que en su momento se instituyeron como líneas hegemónicas para entender las relaciones internaciones, el idealismo y el realismo político.

El estudio de la Relaciones Internacionales como disciplina autónoma es reciente –aunque tenga una larga tradición- y concreta, en marcada en las grandes guerras mundiales del siglo XX, esta intenta explicar y describir como es la interacción entre los Estados. Lerma en un texto de 1991 señala:

La teoría de las relaciones internacionales tiene una corta trayectoria científica. En sus cuatro décadas de existencia se han sucedido diversas escuelas, tendencias o corrientes, dando lugar a una serie de debates. Los debates, esencialmente tres, constituyen los jalones de esta disciplina. El debate entre idealistas y realistas se origina con el nacimiento de la materia, en el preámbulo de la guerra fría. A continuación, la década de los sesenta aporta el hasta ahora calificado de gran debate que tuvo lugar entre tradicionalistas y cientifistas o behavioristas. Finalmente, la década de los ochenta ha comportado la aparición del tercer y actual debate en la disciplina. Parafraseando el título de un libro que aborda esta temática lo podemos calificar de debate entre globalistas y realistas.

El realismo político posee una tradición filosófica, histórica y política que se define y delimita claramente bajo las propuestas de algunos autores clásicos: Tucídides, Maquiavelo, Hamilton, E. H Carr, Morgenthau y L. J Herz, entre otros. Luis Oro quiere acercarnos al contexto en el que surge el realismo político en los siguientes términos:

La expresión Realpolitik comenzó a usarse en Alemania a mediados del siglo XIX. Ella se empleó, originalmente, para denotar el matiz analítico y conjetural (en desmedro del meramente normativo) que tenían las reflexiones sobre el comportamiento efectivo –es decir, histórico y concreto– de los actores políticos. La aproximación analítica tenía por finalidad extraer del objeto de estudio mismo reglas prácticas que sirviesen para guiar la acción. Tal énfasis y tal finalidad explican el hecho de que sus cultores han sido y son consejeros áulicos, politólogos alérgicos al normativismo, historiadores y diplomáticos.

La pregunta que surge es ¿qué debemos entender por realismo político en las relaciones internacionales? Para comprender el problema, es pertinente la precisión y aclaración que intenta del asunto la académica Pauselli en su libro Teorías de relaciones internacionales y la explicación de la ayuda externa, en el cual recoge tópicos fundamentales de los autores tradicionales de esta corriente y que expresa así:

El realismo explica la realidad internacional a partir del interés primario de los Estados de maximizar su supervivencia, seguridad o poder (como instrumento para los otros dos primeros objetivos), tanto a partir del objetivo final de la dominación de otras naciones (Morgenthau 1986), o de las características de la estructura en la cual están insertos. En este sentido, es necesario diferenciar entre los postulados del realismo clásico y el neorrealismo o realismo estructural.

El poder y la guerra se erigen como categorías analíticas fundamentales para el realismo político, con las cuales, pretende entender cómo funcionan las relaciones entre los actores del ámbito internacional, pero, esta tendencia tiene un modelo de investigación positivista y axiomática. Desde el origen de las relaciones internacionales ha existido una relación antagónica entre el realismo y el idealismo. Ahora bien, Mónica Salomón advierte que se han dado unos debates importantes, que se deben discernir para entender histórica e ideológicamente las relaciones internacionales, la autora en mención los divide en cinco debates: el primero, crítica realista del idealismo; la segunda, perspectivas globalistas y estatistas; la tercera, neorrealismo y neoliberalismo –debate propiamente dicho, también se llama el debate neo-neo -; el cuarto, tendencias reflectivistas o disidentes –teorías críticas, posmodernismo y feminismo-; y la quinta, el constructivismo y la sociedad internacional. Centrándonos en ese primer debate antes referido, es necesario un breve acercamiento sobre en qué consistió este:

El debate entre el realismo y el idealismo tiene sus orígenes en la posguerra de la Segunda Guerra Mundial, específicamente, cuando Hans Morgenthau en 1948 en su libro Politics Among Nations: The Struggle for Power and Peace, critica al idealismo como perspectiva adecuada para analizar las relaciones internacionales en la medida en que no pudo prever ni evitar las condiciones que dieron pie a una segunda guerra de alcance global.

Desde aquel entonces, y hasta hoy día, el realismo político ha sido una de las formas más recurrentes para entender el mundo de las relaciones internacionales  así como para justificar ciertas decisiones políticas de impacto internacional que se toman en determinadas coyunturas; sin embargo, antes que un principio universal, hay que entender al realismo político como “modelo analítico, elaborado a partir del estudio de la realidad factual, que tiene por finalidad establecer cuál es la racionalidad que rige el campo de la política”.  

Las dos grandes líneas de pensamiento que tradicionalmente han dominado la consideración de las relaciones internacionales, la realista y la idealista, han girado siempre en torno al fenómeno del poder. Si la primera ha entronizado el poder y su acrecentamiento como motor y explicación de las relaciones internacionales, la segunda ha sido simplemente, en la mayor parte de los casos, una reacción de condena del poder, en base a la idea de que el poder, como motor de la vida internacional, puede y debe ser eliminado y reemplazado a través de la puesta en práctica de instituciones internacionales. Ambas corrientes han llegado hasta nuestros días, de forma que el poder continúa siendo el eje sobre el que gira la consideración dominante de las relaciones internacionales.

En la actualidad se encuentra vigente el pensamiento del realismo político en las relaciones internacionales o más bien el neorrealismo en el ámbito internacional, no es posible pensar esta corriente en términos reduccionistas, el desarrollo de esta tendencia a superado grandes embates, y muchos diálogos tanto con corrientes hegemónicas como con las disidencias (teorías críticas, feminismos y postmodernismo).

Es importante advertir que gran parte de lo dicho por el realismo político tiene su fundamento en los seis principios del realismo político de Morgenthau expuesto en su libro Escritos sobre política internacional, los que sucintamente son: 

  1. La política está gobernado por leyes objetivas que se encuentran sus raíces en la naturaleza humana. 
  2. Concepto de interés definido en términos de poder. 
  3. El concepto de interés definido como poder es una categoría objetiva con validez universal, pero no la dota de un significado establecido de una vez para siempre. 
  4. Consciente de la tensión entre imperativo moral y las exigencias de la acción política. 
  5. Se niega a identificar las aspiraciones morales de una nación concentra con leyes morales que gobiernan el universo. 
  6. Diferente realismo político y las otras escuelas de pensamiento real y profundo. 

 

Sin embargo, la teoría clásica de realismo político ha permitido en la actualidad el neorrealismo con múltiples matices:

“El realismo no es una teoría monolítica, sino que se clasifica en el realismo clásico y en el neorrealismo estructural, en realismo ofensivo y defensivo. El realismo ofensivo es denominado oportunismo E tecnológico por Lieber (2005), desde cuya perspectiva la tecnología es que los Estados emplean para perseguir sus políticas. En el oportunismo tecnológico, los Estados rara vez ven los desarrollos de la nueva tecnología como medios para preservar el status quo o señalar intensiones benignas, sino como oportunidad”.

Conclusiones

El realismo político se articula con muchos otros asuntos de gran aliento, como lo es el multipolarismo del siglo XXI, como bien lo reseña Vidal de la Rosa en su artículo del 2010 que se titula: ¿ser o no ser) El realismo político y el multipolarismo del siglo XXI:

El realismo se asocia a una tradición milenaria de entender las relaciones entre los Estados. Vale decir que el realismo o neorrealismo no es una teoría que explique la violencia social en general, sino sólo en cuanto concierne a las relaciones internacionales. El Estado es el actor decisivo. Como es sabido, desde el siglo XIX se llamó Realpolitik a esta posición. La Realpolitik surgió a la par que la geopolítica y ambas de la falacia de que el Estado, a priori, se puede considerar como un individuo. Este error es muy común y ha sido demolido por la ciencia política contemporánea. El Estado no es un actor consciente. No existe razón de Estado como no existe Estado racional (como quería Hegel) y como no existe algo así como una ‘modernidad reflexiva’. Son simples errores retóricos. Lo que sí existe son clases políticas que deben gobernar complejos institucionales y maniobrar en un agitado mundo donde existen otras clases gobernantes que promocionan intereses de los Estados que comandan. Como estas relaciones pueden ser cooperativas y/o conflictivas y siempre una mezcla de ambos motivos, el realismo es fácilmente definible como la capacidad de esa clase, o mejor, de sus miembros, de entender dónde están sentados, qué es lo que esperan de los otros, de qué recursos disponen y con qué habilidad o eficiencia pueden utilizarlos.

El realismo político en las teorías de las relaciones internacionales es de suma irrelevancia, a pesar de sus declives y momentos de esplendor, no ha podido relegarse como teoría obsoletas en la interpretación de las relaciones entre los actores del ámbito internacional, sino que, cada vez se reafirma alguno de sus presupuestos, sobre todo en la dela imposibilidad de eliminar por completo las dinámicas de guerra entre los Estados, en parte esta teoría ha puesto en jaque la utopía del liberalismo democrático al creer que avanzamos en la perfectibilidad humana y en erradicación de los grandes conflictos entre los Estados y que viviremos en un mundo armónico, de paz y seguridad mundial. Sin embargo, esta teoría cobra mayor importancia en la medida que dialogo y discute con las teorías reflectivistas o disidentes –teorías críticas, feminismos y postmodernismos-.      

17 August 2021
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