Reflexionando Sobre Las Obras De Arte Y El Progreso
La obra de arte tiene un significado encarnado, un pensamiento que se expresa, de un modo no verbal, a través de cada uno de los símbolos que la complementan. Por eso es necesario ver cómo está organizada. No quedarse solo con lo superficial que se presenta, al contrario hay que abrir el mundo que encierra, todas las particularidades que la complementa para transmitir su significado. Aunque para estar mejor situados y comprender mejor la obra se debe tener noción de la historia para situar la obra y poderla comprender.
La obra como su nombre lo indica es una de las playas del Pacífico de la ciudad de Guatemala. Representa la vida cotidiana en ese lugar aunque de un modo metafórico. Detrás de esta escena de aparente tranquilidad, subyace una visión crítica sobre aspectos intrínsecos de la idiosincrasia guatemalteca. En este sentido, los meta-discursos posibles son tan variados como compleja es su interrelación.
La presencia de grandes poderes y potencias colonistas en ese territorio formó a generaciones enteras con el deseo latente de “ser otro”, o cuando menos de ser “un poco más” como el Otro. Y esa es una de las significaciones que contiene la obra de arte. Al mostrar una silla de ruedas, representa a un colectivo que tiene dificultades para avanzar, para seguir adelante, para alcanzar sus ideales y sueños que se le presentan como el horizonte del mar. Una libertad de poder ser y actuar que se encuentra muy limitada para poder alcanzarla.
Como contrapunto, se muestra el Pacífico que da cuenta de algo más. A cien kilómetros de la Capital, la gente asimiló la presencia del Otro, lo hizo parte de su cotidianidad hasta absorberlo y diluirlo en el imaginario inconcluso de un mestizaje accidentado. A diferencia de la Ciudad CAPITAL, en donde publicaciones de promesas de la construcción de un puerto proclamaban por un progreso que no habría de llegar y la gente aspiraba a vivir como en Europa (o en la pequeña París), en la Costa la gente sencillamente vivía, “era lo que era” y ya. En la Costa Sur de Guatemala, ese mundo de redes y desarrollo es tanto un sueño lejano, como una agridulce realidad.
La iluminación del Pacífico representa la realidad afectada por el progreso; un progreso a medias. La apuesta por el progreso del Pacífico es retratada con una nostalgia inquietante. Los restos del (falso) desarrollo se mezclan con la cruda realidad de la Costa y la paradoja ciertamente hermosa de su paisaje: precariedad de la infraestructura, ausencia de servicios. En suma, una situación de atraso material, que se olvida y reaparece cada día en melancólicas escenas del pueblo tomando un baño en las aguas que arrastran con toda posibilidad de bienestar.
A través de ese horizonte que se plasma al fondo del mar manifiesta la promesa de un porvenir perpetuamente postergado. No ha habido ningún cambio. Solo se les hizo la promesa de un desarrollo que nunca llegó.