Salud Mental: Un Tema Incómodo Para Las Universidades
La salud mental ha sido un tema del cuál se habla poco en nuestra sociedad, ya sea porque es un tema incomodo o porque es un término “relativamente nuevo”. De cualquier modo, no es un ámbito de la salud que estemos acostumbrados a cuidar, es por eso que cuando alguien lo hace, es visto o tachado como “loco”. Esta situación podemos verla ejemplificada en las instituciones de educación superior: las cifras de la deplorable salud mental que tienen los jóvenes universitarios son alarmantes y, aun así, las facultades prefieren dar la espalda a esta situación y quieren resarcir el daño hecho con medidas mínimas.
El problema está latente y las universidades, aún con el rol de procurar la salud de sus alumnos, de alguna manera han dado la espalda a esta situación por variadas razones. El reto está en asumir la responsabilidad institucional en este tema.
En 2018, Expansión publicó los resultados arrojados de la investigación sobre Deserción escolar en los Universitarios, el estudio se realizó en una muestra de estudiantes de nuevo ingreso de la Universidad Nacional Metropolitana (UAM) Cuajimalpa y las cifras arrojadas fueron las siguientes:
- 13. 3% de los estudiantes refirió algún episodio de depresión en los últimos 12 meses.
- A 14.7% se le identificó con trastorno de déficit de atención.
- 5% refiere abuso o dependencia de drogas.
- 4.2% dependencia al alcohol.
- 3.7% tuvo episodios de manía.
- 2.8% dice experimentar ansiedad generalizada.
- 16% ha ideado terminar con su vida
- 10% llevó esta intención a tener un ‘plan’
- 1% intentó suicidarse.
A pesar de la existencia del problema, el estudio refirió que el 25% de los estudiantes han preferido no alertar sobre su situación por miedo a que eso los pueda afectar profesionalmente. Esto confirma la hipótesis que se planteó inicialmente, el cuidado de la salud mental aún está mal visto por la sociedad y por lo mismo es un tema “incómodo”.
Entre los estudiantes universitarios comúnmente se presentan cuadros de burnout académico (en el siguiente párrafo definiremos lo que el burnout académico es). Estos cuadros son una consecuencia y respuesta al estrés crónico vinculado al rol, la actividad y el contexto académico, de carácter maligno que puede afectar el desarrollo y compromiso de los estudiantes, además de su salud psicosocial.
El burnout académico, tal y como lo define el MBISS (Maslach Burnout Inventory-Student Survey), es un síndrome emocional que consta de tres dimensiones (como lo refieren Caballero, Breso Y González en el artículo Burnout en estudiantes universitarios), las cuales son las siguientes: Agotamiento, Despersonalización y Baja eficacia profesional. El agotamiento se refiere a la sensación de no poder más de sí en el ámbito emocional. La despersonalización se puede notar en una actitud distante hacia los demás (por ejemplo, compañeros de trabajo). La baja eficacia profesional es la sensación de ser incompetente, de no poder hacer las tareas de una manera adecuada.
Varios expertos señalan que la tensión lleva al burnout, a la depresión y al abuso de sustancias nocivas. Se ha propuesto que el burnout se constituya como un factor de riesgo para el desarrollo de condiciones mayores de trastorno mental (especialmente de ansiedad clínicamente significativa). El burnout puede presentar síntomas comunes, como la preocupación, baja concentración, insomnio, agitación psicomotora, llanto y una alta presencia de afectos negativos (irritabilidad, sentimientos de inferioridad, culpa y baja autoestima).
La sobrecarga de materias y altas exigencias académicas son causa de un burnout académico, adicionalmente también los son la:
- Falta de orientación e información para realizar las actividades académicas que exigen mucha concentración o que son de temas difíciles.
- Profesores (inadecuadamente) exigentes.
- Falta de control del estudiante sobre su labor.
- Una mala distribución del horario del alumno.
- Realización de prácticas formativas al mismo tiempo que se cursan las materias.
El Tecnológico de Monterrey siempre se ha caracterizado por el alto rendimiento académico que sus estudiantes presentan. Sin embargo, la bomba de presión que dejan caer sobre nosotros es la fórmula perfecta para provocar un burnout. Muy recientemente, la institución se ha preocupado por la salud mental de sus estudiantes y ha presentado iniciativas como la semana “TQueremos” o la Semana del Bienestar. Estas iniciativas son un pequeño tapón a una enorme fuga que se ha propiciado por años. Entonces ¿qué sería lo necesario para evitar estos burnouts? Se debe concientizar a los maestros e instructores sobre lo que la salud mental es y las dimensiones de la misma, reducir razonablemente las presiones académicas. Además, se debe analizar, en la comunidad Tec, cuántos alumnos sienten una presión tan fuerte que han considerado el suicidio como una opción, cuántos alumnos recurren a sustancias nocivas para liberar su estrés, cuántos se sienten incapaces e inferiores. Muchas veces, los mismos formadores son los que te inculcan esta ansiedad y estrés. También se debe reforzar el departamento de psicología y acompañamiento de la universidad, ya que cuando acudes, ya desbordado, no se te da la atención ni el seguimiento necesario para mejorar el deterioro en la salud mental que presentas.
Si bien, actualmente la salud mental es un tema que ha abierto mesas de dialogo y, por lo tanto, generado información al respecto, pocos relacionan la fatiga intensa, el poco descanso y las altas jornadas de trabajo con su salud mental. Hemos creado una cultura de estrés en la comunidad. En periodos de evaluación es, incluso, mal visto que no estés desbordando de estrés porque eso se toma como sinónimo de que no te estás esforzando. Entonces la pregunta es ¿debemos llevar nuestra salud mental al límite para alcanzar la excelencia académica? ¿Eso es lo que implica ser alumno Tec?
Creo que, en vez de que la institución siga propiciando que sus alumnos se encuentren en un burnout académico, deberían cambiar la estrategia y enforcarla a generar el deseo y el efecto de un engagement académico. “El engagement se define como un estado mental positivo relacionado con los estudios y caracterizado por el vigor en las tareas como estudiante, los altos niveles de dedicación a los estudios” (Caballero et.al, 2015), sin generar un impacto negativo en la salud mental de los estudiantes.
La salud mental en universitarios no queda solo en el plano individual, tiene alcances comunitarios. Como señala Fernando Lolas en su artículo Salud mental global como bien público, al hablar de salud mental hablamos también de un “bien público”, y es algo a lo que todas las personas deberían tener acceso y tener también los medios para cuidar y propiciar su propia salud mental.
“Una verdadera salud mental global debiera partir del principio de una comunidad de orígenes, derechos, intereses y metas de todos los seres humanos” (Lolas, 2013). Es importante destacar que salud mental global no es reducir la cantidad de pacientes diagnosticados en el ámbito psiquiátrico o el uso de recursos terapéuticos o preventivos, sino generar el sentimiento de satisfacción y plenitud (vital) de las poblaciones.
Por ello, como comunidad y como institución deberíamos fomentar una cultura del cuidado de un bienestar integral: estar sano tanto físicamente como mentalmente. El sentimiento de comunidad se puede resumir en – como Alfred Adler señala – “ver con los ojos de otro, oír con los oídos de otro y sentir con el corazón de otro”. Para propiciar una buena salud mental en el entorno es importante crear redes de apoyo para quién lo necesita. Como comunidad Tec, carecemos de empatía para la creación de las redes de apoyo, y es bien sabido que la solidaridad y reciprocidad son aspectos esenciales en la salud mental.
Como mencioné previamente, las medidas no pueden solo ser superficiales. La salud mental es algo de lo que los alumnos se sienten intimidados a alzar la voz y prefieren callar hasta llegar al punto en el que no pueden más. ¿La universidad debe ser sufrimiento? ¿La universidad debe ser agobiante? Personalmente creo que, esta etapa de nuestras vidas (la juventud) debe ser uno de los mejores momentos en tu vida; eres joven, estás aprendiendo un universo de cosas de nuevas, estás rodeado de personas con objetivos similares a los tuyos y, sin embargo, no lo es para muchos. Para muchos – y gracias al sistema y a los profesores– la universidad son algunos de los años más tormentosos de su juventud.
No podemos esperar formar profesionistas, académicos, emprendedores, en fin, lideres integrales para que puedan trabajar en pro de su comunidad y buscar un beneficio para la sociedad, si estos líderes están vacíos y rotos por dentro. No pueden ellos ayudar hasta que se encuentren en un estado óptimo de salud. Es por eso que se debe promover el cuidado de la salud mental en la comunidad universitaria, se debe sensibilizar a la misma y se debe concientizar a los profesores sobre el impacto que pueden llegar a tener sus actitudes en la vida y desarrollo de los alumnos.
La salud mental debe cuidarse en todos los alumnos, es decir, tanto alumnos de nuevo ingreso como en candidatos a graduarse. El Tec está incursionando en la innovación educativa, vía el Modelo Tec21, y es en estos momentos cuando la institución debería reforzar ampliamente el cuidado de la salud mental. Los alumnos de nuevo ingreso se están enfrentando a un gran cambio, se les escucha agobiados y muy preocupados, un cambio tan importante debe llevarse de la manera más adecuada en todos los aspectos, y deben de cuidar muy de cerca que los alumnos sí se desarrollen de manera integral.
No solo son los estudiantes de nuevo ingreso los que necesitan esta supervisión, la institución debería ser más cuidadosa con la narrativa que se maneja durante toda la carrera de los alumnos, cuidar lo que se les dice para que sean considerados “exitosos”, dejar de normalizar y equiparar el llevarse al límite con un “CV completo”.
Como comunidad, aún nos quedan muchas barreras y muchos estigmas que derribar sobre la salud mental, pero es importante seguir concientizando a nuestro entorno sobre la importancia de la salud mental. Es importante que generemos mesas de dialogo, que abramos discusión para que algún día el tabú que representa ir al psicólogo o al psiquiatra sea derribado y que sea tan normalizado como ir al médico cuando no te sientes bien. También es importante que las universidades presten atención a la salud mental de sus estudiantes, no pueden egresar profesionistas que sean “agentes de cambio” en la sociedad si ellos mismos se encuentran desbordados, deben moverse sobre la misma línea ética tanto para la educación como para el desarrollo integral de los estudiantes.