Sistema Nervioso Central Y El Abuso De Medicamentos Adictivos
El uso de medicamentos de prescripción controlada y el abuso de drogas, por auto administración de los psicofármacos, conduce a la farmacodependencia. Este tipo de consumo produce sufrimiento físico y psíquico a la persona y alteraciones multidimensionales que son proyectadas hacia la familia, sociedad y el trabajo.
El problema que causa el abuso de drogas es considerado de suma importancia y merece la preocupación de diversas entidades con la sociedad en conjunto2. Las sustancias causantes de farmacodependencia, se han convertido en un problema multidimensional, no solo limitado a la relación entre la persona y la droga, sino es importante además considerar la interacción que hay entre ellos en un contexto especifico, atendiendo a los valores y creencias, sus características sociales, económicas y políticas, incluido el trabajo.
No debe ser ignorada la importante dimensión humana del trabajo, tanto en consecuencias del uso y abuso, que puede afectar tanto las relaciones como las acciones propias de los factores de organización y desarrollo del trabajo, y los factores capaces de intervenir en el complejo examen de la farmacodependencia. Profesiones en riesgo para este abuso, son aquellas que desarrollan sus actividades en ambientes estresantes, trabajos nocturnos y que requieren de una atención constante, además de profesionales que se encuentran en constante contacto con estas drogas o la facilidad que poseen de acceder a ellas, por lo que su uso es cada vez más asiduo en el ambiente laboral, alterando las relaciones laborales, familiares, interpersonales y de la salud.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) establece que el uso adecuado de medicamentos indica que los pacientes reciban drogas apropiadas para sus necesidades clínicas, a dosis ajustadas a su situación particular, durante un periodo de tiempo específico y al mínimo costo posible. El inapropiado uso clínicamente de los fármacos representa un grave problema a nivel mundial, se estima que más de la mitad de todos los fármacos se prescriben, dispensan o venden de forma inapropiada; si a esta situación se suma el potencial adictivo de algunos de ellos, el problema se complica y puede empeorar.
El abuso de medicamentos de prescripción controlada, se entiende como el uso del mismo, sin la indicación médica correspondiente, de una manera distinta a la prescrita, o para lograr la experiencia o los sentimientos que provoca. El abuso de los medicamentos de prescripción, como los utilizados para tratar el dolor, los trastornos de déficit de atención y la ansiedad, constituyen un grave problema social y de salud pública, el cual impacta de manera negativa en la salud física y psicológica de quienes las consumen afectando su vida familiar, escolar, laboral y social. Entre las drogas susceptibles de crear dependencia se encuentran los medicamentos de prescripción controlada, los cuales deben ser formulados por un médico bajo estricto control, a dosis precisas y durante un tiempo determinado.
Aunque muchos medicamentos pueden ser objeto de abuso, entre los que se observa abuso con más frecuencia se encuentran: los opioides, generalmente prescriptos para el tratar dolor; los depresores del sistema nervioso central (SNC), indicados en el tratamiento de la ansiedad y trastornos del sueño; y los estimulantes, recetados con más frecuencia para el tratamiento del trastorno de déficit de atención con hiperactividad.
Los opioides son substancias que calman el dolor. Reducen la intensidad de las señales dolorosas que llegan al cerebro y afectan las áreas cerebrales que controlan las emociones, lo que disminuye los efectos de un estímulo doloroso. Su mecanismo de acción es por adherencia a los receptores de opioides, ubicados en el cerebro, la médula espinal, el tracto gastrointestinal y otros órganos en el cuerpo. Al adherirse estas drogas a sus receptores, reducen la percepción del dolor. Además, pueden producir somnolencia, confusión mental, náusea, estreñimiento y, dependiendo de la cantidad de la droga consumida, pueden deprimir la respiración. Algunas personas pueden experimentar una respuesta eufórica, ya que estos fármacos también afectan a las regiones del cerebro implicadas en la gratificación. Los individuos que abusan del uso de opioides pueden intentar intensificar su experiencia al tomar la droga en maneras diferentes a las prescritas. Su abuso o incluso una sola dosis grande, puede causar una depresión respiratoria grave y la muerte. El uso habitual o el abuso de los opioides por tiempo prolongado puede dar lugar a la dependencia física y, en algunos casos, a la adicción.
Los depresores del SNC, sedantes o tranquilizantes, son fármacos que pueden disminuir la actividad cerebral, lo que los hace útiles para el manejo de trastornos de ansiedad y del sueño. Entre estos medicamentos se citan: las benzodiacepinas, utilizados para tratar la ansiedad, reacciones agudas de estrés y los ataques de pánico, son tranquilizantes y tratan a corto plazo los trastornos del sueño. Por lo general, no son indicados para su consumo por largo tiempo, por el riesgo de desarrollar tolerancia, dependencia o adicción. Además, están los medicamentos para dormir no benzodiacepínicos, químicamente diferentes, pero actúan sobre los mismos receptores cerebrales de las benzodiacepinas y con menos efectos secundarios y riesgo de dependencia. También se citan a los barbitúricos, usados con menos frecuencia para reducir la ansiedad o ayudar con los problemas del sueño debido a mayor riesgo de sobredosis. Sin embargo, todavía se usan para tratar trastornos convulsivos. La mayoría de los depresores del SNC actúan sobre el cerebro afectando al neurotransmisor ácido gamma-aminobutírico (GABA) que facilita la comunicación entre las células del cerebro. A pesar de que las diferentes clases de depresores del SNC trabajan en manera única, es a través de su capacidad para aumentar el GABA, y así inhibir la actividad cerebral, que producen un efecto de somnolencia o calma que es beneficioso para los que sufren trastornos de ansiedad o del sueño. El uso continuado puede producir dependencia física y síndrome de abstinencia cuando el uso se reduce o se detiene bruscamente.
Los estimulantes en cambio incrementan el estado de alerta, la energía y la atención, así como también aumentan la presión arterial, la frecuencia cardiaca y la respiratoria. Históricamente, eran usados para tratar problemas respiratorios, obesidad, trastornos neurológicos y otras dolencias. Actualmente, se prescriben para tratar trastornos de atención, narcolepsia y en ocasiones, depresión. Actúan de manera similar a las monoaminas, neurotransmisores cerebrales que incluyen la norepinefrina y dopamina. Aumentan los efectos de la dopamina que inducen sensación de euforia cuando los estimulantes se toman por razones no médicas. El uso repetido de algunos estimulantes puede llevar a sentimientos de hostilidad o de paranoia, incluso de psicosis.
Todos estos fármacos citados, al estar al alcance del profesional de salud que se desempeña en urgencias, quirófano, o internados, facilita y favorece el consumo. El abuso de estos medicamentos tiene consecuencias graves, primero en lo personal y social; la persona empieza a experimentar grandes cambios y alteraciones en el sueño, en el comportamiento y la personalidad. Posteriormente, las repercusiones en la salud se vuelven más significativas; produciéndose dependencia. Es así, cómo puede afectar a la salud el ingerir diversos medicamentos sin supervisión médica o indicación de uso y el hecho de ser parte del plantel médico no quita la probabilidad de llegar a depender de estos medicamentos y caer en adicción. Por este motivo, la automedicación no se constituye en el tratamiento de las situaciones de estrés laboral, ni mucho menos para el mantenimiento de la salud, sino que podría causar dependencia y adicción, junto con las diferentes consecuencias de consumirlo por un periodo largo de tiempo y sin control de dosis. La automedicación, tiene grandes repercusiones en la salud generando dependencia y adicción.
Todos los medicamentos psicoactivos, sin excepción, producen efectos secundarios. Es peligroso ingerir una dosis mayor a la prescrita o utilizar el medicamento durante un periodo mayor al recomendado.
Por supuesto, éste es un problema de salud pública que afecta a personal de salud y pacientes. Y es que las condiciones en las que trabajan médicos y enfermeras parecen un perfecto caldo de cultivo para las adicciones: pocas horas de sueño, grandes cargas de estrés y además tienen libre acceso a medicamentos altamente adictivos.