Sobre Ética Personal en la Obra Ética para Amador
INTRODUCCIÓN
Ética para Amador, Una «reflexión moral», «unas primeras consideraciones generales sobre el sentido de la libertad», dirigidas a un joven de quince años: con estas palabras el autor expresa lo que intenta ser esta obra.
«A veces, Amador, tengo ganas de contarte muchas cosas» . «Se me ha ocurrido escribirte algunas de esas cosas que a ratos quise contarte y no supe o no me atreví». ¿Sobre qué?: «sobre esa cosa rara, la ética, de la que me sigo ocupando» . Así pues, este libro es un conjunto de reflexiones sobre la ética, o mejor, una ética, escrita al modo de una carta que un padre dirige a su hijo de quince años.
Durante los nueve capítulos el autor expone una ética de la buena vida, cuyo eje es el tema de la libertad. Apuntemos ahora las otras dos características que a mi juicio presenta: se trata de una ética inmanente y basada sobre el carácter relacional de la persona. Así pues, buena vida, libertad, inmanencia y relacionalidad serían las señas de identidad con las que podemos hacer una primera presentación de esta obra.
Al final de cada capítulo se escogen para la lectura unos pocos y breves textos: desde el Génesis a Erich Fromm (el más citado), pasando por la Ilíada, Aristóteles, Séneca, Santo Tomás Moro, Shakespeare, Hume, Spinoza, Montesquieu, Rousseau, Martin Buber, Hanna Arendt y Bertrand Russell.
SÍNTESIS DEL TEXTO
En la primera parte de este informe compendio el contenido de la obra, siguiendo uno a uno los nueve capítulos que la componen. La segunda y tercera parte se enfocarán en una una valoración de la compostura formal y del contenido.
La ética es una rama de la filosofía que abarca el estudio de la moral, la virtud, el deber, la felicidad y el buen vivir. Qué es lo moral, cómo se justifica racionalmente un sistema moral, y cómo se ha de aplicar posteriormente a los distintos ámbitos de la vida personal y social, es lo que estudia la ética, y es ahí donde relaciono eso que cita este autor español con la pregunta “¿Cuál es mi compromiso social y cívico de cara a las elecciones presidenciales de República Dominicana en 2020?”
En este soberbio ensayo del escritor y filósofo español Fernando Savater, se nos manifiesta lo que va realmente con lo que es la ética, lo cual es el arte de elegir lo que más nos conviene y vivir lo mejor posible; asimismo nos explica el objetivo de la política lo cual es el de organizar lo más eficiente posible la convivencia social de modo que cada cual pueda elegir aquello que le conviene.
El autor Savater manifiesta que algunas cosas uno puede aprenderlas o no, porque todo depende de la voluntad, y como ningún ser humano es capaz de saberlo todo, opta por elegir o votar aquello que ignora, es decir, que aquellas cosas que nos favorecen solemos llamarlo “algo bueno” mientras que las que no como “algo malo”, y es partiendo de allí donde arraiga mi compromiso social y cívico con respecto a las elecciones presidenciales de la República Dominicana en el año 2020, en que vivimos en una sociedad en donde confundimos la libertad en elegir algo dentro de lo posible con conseguir siempre lo que queremos aunque nos parezca imposible.
La compra de los votos a cambio de algo que nos beneficia en el “momento”, las decepciones de gobiernos anteriores en donde se reflejó el resultado del poder y no de la visión me hace comprometerme con cumplir primeramente con mi derecho de ejercer mi voto, comparando mis objetivos con la misión y visión que cada representante político ofrece en mejoría de, en donde se vea el trato humano, la libertad dentro del margen de la democracia , etc. , sin importar que sea minoría plantearlo así, que es una de las razones de porque muchos jóvenes no ejercen ese derecho. Sería en tomarme las cosas con seriedad y parcialidad al momento de tener mi decisión, para que no se vea ni afectada o distanciadas por las emociones y el pequeño avance momentáneo (la venta de los votos), porque por falta de conocimientos muchos pierden el enfoque de lo que es conveniente para todos.
CONSISTENCIA INTERNA DEL TEXTO
El capítulo primero, «De qué va la ética», no necesitamos decir de qué se ocupa. La ética es el arte de vivir, el saber vivir, por lo tanto el arte de discernir lo que nos conviene lo bueno y lo que no nos conviene lo malo ; así concluye el capítulo. A tal conclusión se llega por un camino que vemos a continuación. Se comienza constatando que muchas veces es difícil saber lo que nos conviene.
El siguiente capítulo antes de resumirlo es necesario adelantar una observación general. Como veremos, Savater renuncia a una fundamentación antropológica de la ética. Casi se diría que la repudia. Por esto, gran parte del libro son cuestiones que podríamos llamar «formales», no «de contenido.
El tercer capítulo, «Haz lo que quieras», profundiza en la argumentación de que ni órdenes ni costumbres ni caprichos son las fuentes válidas de las decisiones morales; después, se ocupa de señalar la fuente válida.
Dos son los elementos que se destacan al respecto. El primero, que estamos «condenados a la libertad»: incluso si alguno quisiera renunciar a su libertad, lo haría en uso de su libertad. El segundo es el de la libertad vacía: para saber qué uso tenemos que hacer de nuestra libertad, hemos de interrogar «a la libertad misma» . Así como la ética no tiene una referencia antropológica, la libertad no tiene más referencia que ella misma, no puede buscar una verdad sobre sí misma a la que atenerse.
El capítulo quinto se titula «¡Despierta, Baby!». Los ejemplos de Esaú y de Kane demuestran que la vida es compleja, y que al tomar decisiones no se puede simplificar esa complejidad: es preciso prestar atención, es decir, reflexionar en serio. Tres elementos de esa complejidad: el presente no se puede vivir aislado, sino teniendo en cuenta que forma una unidad con el pasado y con el futuro (caso de Esaú, que es el paradigma del instantaneísmo); las cosas pueden «esclavizar», según cómo las poseamos, y privarnos de lo más importante, el afecto sincero de los demás (caso de Kane. Al respecto, se sirve también del ejemplo de aquel sabio que tenía un discípulo avaricioso: le pidió que cogiera bien cogidas las dos cosas que más deseara, y luego le hizo caer en la cuenta de que con las manos así ocupadas no podía ni siquiera rascarse); pero estas dos primeras «complejidades» son secundarias: la principal es que las personas y el trato entre ellas es el tema de la ética son mucho más complejas, ricas y misteriosas que las cosas. «La mayor complejidad de la vida es precisamente ésta, que las personas no son cosas». A juzgar por lo que dice la página 88, este capítulo trata de responder a la pregunta «¿por qué está mal lo que está mal?».
El capítulo séptimo, «Ponte en su lugar», comienza con el descubrimiento de la huella de Viernes por Robinson Crusoe. Según Savater, en ese momento se abre para él un nuevo mundo de cuestiones, «empiezan sus problemas éticos» (a este propósito recuerda que la ética se ocupa de cómo vivir la vida entre humanos). ¿Qué es lo que tienen de común todos los humanos, más allá de sus diferencias sobre todo culturales ?, es decir, los símbolos. Savater no precisa más, pero resulta evidente que está aludiendo a la capacidad de relación, con toda su complejidad y sus múltiples vehículos, cuyo emblema son precisamente los símbolos y, más concretamente el lenguaje
El octavo capítulo se titula «Tanto gusto» y se ocupa de la sexualidad. La tesis central es la afirmación neta de que todo lo que da gusto a dos y no daña a ninguno está bien. Pero, ojo, a veces nos puede dañar sin que nos demos cuenta, o podemos engañarnos. ¿Cuál es el criterio para saber si nos daña o nos hace bien? La alegría, entendida aquí vitalísticamente, como un sí espontáneo a la vida que surge de nuestro interior.
El noveno y último capítulo, «elecciones generales», trata sobre la relación entre ética y política. Savater comienza rechazando la descalificación general de los políticos, para pasar después al tema central. Ética y política se relacionan, puesto que ambas se ocupan de la buena vida. «El objetivo de la política es el de organizar lo mejor posible la convivencia social, de modo que cada cual pueda elegir lo que le conviene» . De modo que una de las exigencias éticas es no desentenderse de la política.
RELACIÓN DEL CONTENIDO CON LOS CONOCIMIENTOS PREVIOS DE LOS/AS LECTORES/AS
El disentimiento elemental entre ética y política es que mientras que a ésta le interesan sólo los resultados externos, independientemente de la «rectitud interior» (Savater no utiliza esta expresión), a la ética le interesa más ésta segunda. Savater concluye certeramente en que no debemos esperar de la política un directo mejoramiento moral de las personas. A este propósito, desenmascara la tentación de renunciar al esfuerzo ético en espera de un cambio de las estructuras, así como la ilusión utópica, falta de realismo, que lleva a una actitud de exilio.
La sensata propuesta de Savater la búsqueda de la buena vida parece correcta. En definitiva, es la tradición de las morales eudemonistas. La obra está atestada de muchas consideraciones válidas, algunas de las cuales han sido puestas de relieve en el resumen. Otras necesitan ser matizadas: me refiero a, leídas en un contexto cristiano de interpretación se pueden entender correctamente. Algunas, ciertamente, resultan rechazables. Lo último no puede ser una «normativa» impersonal, una especie de absoluto del deber; detrás de cada exigencia moral debe alentar una persona. Creo que esto está muy bien captado y expuesto en esta obra. Sin embargo, tanto en una materia como en otra es decir, tanto en el principio de la buena vida como en el tema de la relacionalidad y del trato a la persona parece que el autor busca continuamente un plano lo más genérico y formal posible, y sobre todo, un plano inmanente. Esto último lo veremos más adelante.
PENSAMIENTO, TEXTO Y CONTEXTO
A mi parecer, la crítica más austera que merece en su conjunto la obra de Savater hace referencia a una grave cuestión «metodológica»; este error metodológico explica muchas de las desviaciones concretas de la obra. A saber: el autor prescinde completamente de una fundamentación antropológica de la ética.
Otro efecto: una moral de la buena vida cerrada a la trascendencia (es decir, inmanente en el sentido de que sólo interesa esta vida) no puede dar respuesta al problema de la muerte noble. El hombre de Maratón, que cayó muerto tras comunicar su mensaje, realizó una acción noble. Héctor realizó una acción noble. Quien muere luchando por la justicia, o tratando de salvar a otras personas en peligro, realiza una acción noble. Creo que esto son intuiciones éticas universales. Pero una ética de la buena vida que sea al mismo tiempo inmanente es incapaz de fundamentar intelectualmente estas intuiciones.
El contenido completo va a la deriva entre dos vacíos que lo enmarcan, entre dos peticiones de principio. Uno al principio y otro al final. Resulta evidente la base refinada de toda la obra y, en particular del desprecio por el tema de la muerte: la muerte no me preocupa porque mientras yo vivo no hay muerte para mí, y cuando estoy muerto yo ya no existo. Aunque no soy unamuniano, prefiero la honradez y seriedad con que este filósofo afrontaba la cuestión. Un amigo le instaba a que se sacudiera el «orgulloso e individualista» deseo de alcanzar vida después de la muerte.
CONCLUSIÓN
Fernando Savater no sabe qué hacer con la muerte, porque le parece que, si se tiene demasiado en cuenta, desvitaliza en todo caso. Acogiendo la crítica del vitalismo nietzscheano, Savater supone que la visión cristiana de la inmortalidad y de las relaciones entre esa vida y la otra, entre historia y escatología, conduce a un nihilismo en esta vida: como lo importante es la vida futura, no merece la pena aprovechar la de aquí. Pero parece que Savater tampoco quiere rechazar de plano la inmortalidad, porque podríamos concluir que la muerte priva de sentido a todo, y que por lo tanto, más vale atenernos al instante fugaz. Parece que, digamos lo que digamos sobre la otra vida digamos que existe o que no existe , el resultado es siempre quitar valor a esta vida. Por lo tanto, nuestra única solución es no decir nada, no preocuparnos por eso, no pensar mucho sobre la muerte. Así pues, a la muerte no hay que tenerla en cuenta: un poco de antipatía y nada más.