Soneto 70 Sor Juana Inés De La Cruz

Introducción

Soneto 70 Sor Juana Inés de la Cruz es una de las figuras más trascendentes de América Latina, no solo en las artes de la literatura, sino también como maestra de la sabiduría y el conocimiento; una autodidacta y estudiante de pensamiento científico y filosófico, Sor Juana luchó contra las barreras culturales y patriarcales que intentaban inhibir su capacidad para lograr lo que más deseaba: aprender. 

Desde muy joven, estaba obsesionada con la noción de aprender. No solo fue su trabajo poético una representación de su defensa de las mujeres, sino una reacción moral, incluso visceral, a [sus] experiencias vividas, que iban ligadas a su búsqueda del conocimiento. Esta lucha se representa magistralmente en su soneto 70 a través de una variedad de instrumentos poéticos, inherentes a la época barroca hispanoamericana, que dan una sensación de ecos y reflejos, paralelismos, pero aún más importante, una yuxtaposición filosófica-retórica que fortalece su voz poética; la misma voz que le respondió a Sor Filotea. 

¿Para dar una introducción al análisis del poema, sería importante preguntarnos, qué está diciendo? Después de una primera lectura, observamos que la voz poética, a través de una personificación del mundo, se pregunta por qué debería encontrarse perseguida por perseguir una causa noble en ir detrás del conocimiento, especialmente cuando la decisión resultó en el rechazo de ciertas vanidades como la riqueza y la belleza. 

Además, el uso de un soneto, en este caso, resulta muy apropiado dada la estructura que posee; además de ser un tipo de estrofa muy popular en el período Barroco, el límite en sus versos y la necesidad de una estructura rítmica motivan al poeta a concentrarse en cada palabra, dando un fortalecimiento adicional en cada herramienta poética incorporada; la decisión de Sor Juana de mantener su estructura es indicativa de un propósito intencional detrás de su escritura.

En cuanto a la organización del poema, se puede dividir en dos partes; el primero, que incluye el primer cuarteto, retrata la tensión de la trama, ya que la voz poética se muestra consternada ante la ofensa que resultó de su comportamiento, mientras que la segunda, que incluye el resto del poema, gira en torno al razonamiento filosófico que la voz poética emplea para establecer su posición en su búsqueda continua del conocimiento y su continuo rechazo de banalidades como la riqueza.

¿Cómo logra Sor Juana darnos a entender esto? Continuando con un análisis de las herramientas poéticas empleadas en el soneto, vemos el uso del hipérbaton, el quiasmo, el retruécano y la anáfora, los cuales dan el sentido de ecos y reflejos, paralelismos. En el primer verso, presenciamos el uso escrupuloso del hipérbaton, cuyo mayor grado de dificultad para forzar una sintaxis diferente no solo puede usarse como recurso para lograr un esquema rítmico, sino que también destaca el significado subyacente del elemento desplazado, en este caso, la palabra perseguir. Igualmente, el uso de preguntas retóricas a lo largo de los primeros cuatro versículos ilumina una expresión de preocupación, así como el uso de una anáfora en los versículos uno y dos, donde a través de la repetición del comienzo del verso en, permite la continuidad del argumento. 

En los dos últimos versos, a través de un quiasma, Sor Juana combina los términos belleza y comprensión creando así un juego de palabras donde rechaza la opción de poner su entendimiento en bellezas o, en otras palabras, poner su inteligencia al servicio de la belleza y banalidades efímeras. Yo no estimo tesoros ni riquezas (quinto verso), declarando una vez más en el séptimo verso, y mediante un paralelismo con el verso tercero que le permite usar de esta forma la misma estructura ya antes utilizada, que su afán es el de enriquecer su sabiduría. 

Igualmente, también repite el quiasmo ya antes utilizado en los versos tercero y cuarto, esta vez en los versos octavo y noveno y utilizando los términos riquezas y entendimiento. La repetición de esta estructura, enlazada con el constante juego de palabras, es utilizada por la autora para ensalzar la búsqueda de ese conocimiento, mientras que continúa su rechazo por temáticas de índole terrenal, efímera y banal.

Se muestra su afán por asegurar la defensa de su búsqueda de sabiduría al colocar los términos que a esta se refieren en primera posición, recalcando así su importancia. La anáfora (entrada del primer terceto), como podemos ver, es fundamental en los sonetos, ya que su presencia permite al autor delimitar y diseñar el poema, al mismo tiempo que refuerza el mensaje y realiza una repetición del sonido, que, en muchos casos, responde a un interés estético. 

También se podría hablar de la presencia del tópico del carpe diem en estos dos versos, al tratar la belleza como algo pasajero y efímero. Por último, en el terceto que cierra el soneto, encontramos de nuevo la utilización de un quiasmo para, con ese juego de palabras, negar la búsqueda de tales vanidades a las que acusa de fementidas o faltas de fe. De esta manera, cierra el soneto donde, con una serie de magistrales retruécanos, se han comparado diversos términos, buscando la defensa de su vocación hacia las letras, la cual coloca siempre en primer lugar en el juego de palabras, y cuya alteración en el orden da lugar a los vicios y conceptos materiales que pretende criticar. 

Conclusión

En conclusión, Sor Juana Inés con  este soneto, en la misma línea que la Respuesta, pretende realizar una defensa de sus pretensiones intelectuales, alegando repetida y encarecidamente que rechaza cualquier tesoro, riqueza o belleza, puesto que su máxima es la consecución de la sabiduría.