Historia de los Templario, Peregrino y la Encomienda Europea

Introducción.

Aunque en un principio se instituyen para escoltar por los caminos a los peregrinos que venían a rezar, luego, además vinieron con los reyes para ir a la guerra contra los turcos.Poseían fortalezas y ellos mismos fortificaron plazas fuertes en todos los países dominados por los cristianos.

Se multiplicaron sus riquezas en oro y en todo tipo de cosas, en armas de todas las clases, en rebaño de ovejas, en bueyes, camellos, caballos, más que los reyes. Y, pese a esto, todos ellos eran pobres y despegados de todas las cosas. Son acogedores y caritativos con todos aquellos que adoran la Cruz. en todos los países, y especialmente extraño que enfermero puede encontrar sitio; los hermanos le sirven y lo cuidan hasta que se restablece, luego le administran el sacramento y puede irse en paz, o bien, si muere, se encargan de sus funerales…

Desde el momento de su fundación, esta nueva Orden de monjes-soldados concitó las simpatías de príncipes y magnates, que no tardaron en advertir en forma de limosna y toda suerte de donaciones, en beneficio de los todavía escasísimos monasterios regionales de la Europa Occidental, encargados del reclutamiento de nuevos Hermanos y de las provisiones de fondos.

Aparentemente, el Temple era en Oriente una organización guerrera recuerda Eslava y Galán y en Occidente una organización casi exclusivamente monacal (exceptuando la Península Ibérica, donde también se combatía contra el Islam).La célula base de la organización templaria era la encomienda, posesión territorial de diversa índole, finca, castillo o villa, por los general procedente de la donación de algún rico señor. Las encomiendas o prioratos se agrupaban en bailías, que a su vez se reunían en casas regionales y estaban en provincias.

Desarrollo.

A mediados del siglo XII, la Orden ya se había extendido tanto por el Próximo Oriente como por occidente, donde poseía fortalezas y numerosas encomiendas. La organización se hizo más compleja, y fue preciso dividir los territorios en que se habían establecido en Provincias: las Orientales de Jerusalén, Trípoli, Antioquia, Chipre, y Rumanía; las Occidentales de Sicilia-Apulia, Lombardía, Castilla-Portugal, aragón-Cataluña, Alemania Superior, Alemania Inferior, Bohemia-Austria, Inglaterra-Escocia, Irlanda, Francia, Normandía, Aquitania y Provenza.

Para su mejor administración las posesiones del Temple fueron divididas en Prioratos, Bailías y Encomiendas (como ya se ha indicado). Regía en ellas un Maestre, pero el poder era elegido y detentado por el Capítulo General, ya descrito. Por su parte, debido a su voto de castidad, entregaban a la misma todos sus bienes.

Los Maestres provinciales estaban sometidos estatutariamente al Gran Maestre de Jerusalén. Inicialmente había una especie de supervisor, encargado de ejercer su cargo sobre todas las provincias Occidentales, pero, con el tiempo, fueron precisos dos de estos inspectores, que recibían el nombre de Visitadores; por debajo de éstos, y para asistirlos en sus funciones, existían toda una serie de Preceptores Regionales.

Los efectivos humanos fueron creciendo rápidamente y determinaron una jerarquización de categoría y una especialización en los cargos y oficios, asombrosamente moderna para la época. En realidad, los Caballeros profesores constituían una selecta minoría. El resto de estos estaba compuesto por capellanes, hermanos de oficio, sargentos de armas artesanos, funcionarios, visitadores e incluso asociados temporales. A la cabeza, como ya se ha expuesto repetidamente, estaba la autoridad superior del Gran Maestre, que únicamente se someía al Papa, asistido por un sinfín de secretarios y burócratas, que acabaron convirtiendo a la Orden en una especie de multinacional de nuestros días.

La Institución, protegida desde un principio por la Santa Sede (bulas “Omne Datum Optimum” 1139, que la ponía bajo la protección papal: “Milites Templi” 1143, que concede abundantes indulgencias a sus benefactores y Militia Dei ”1145, que permitía a ésta la posesión de capillas y cementerios propios) y favorecida por los monarcas caso del reino de Aragón. con múltiples beneficios territoriales y económicos, escapaban a las jurisdicciones civil y eclesiástica ordinarias.

Las Encomiendas europeas no tenía otra función que la red de acumular y canalizar los excedentes precisos para hacer frente a los cuantiosos gastos de fortalezas en Tierra Santa: construccion y mantenimiento de fortalezas, residencias y hospitales y el pago de sus soldadas a las tropas auxiliares o mercenarias, ya que la escasez de efectivos cristianos hacía necesario suplirlos con el alistamiento de guerreros turcos profesionales. que permitía a ésta la posesión de capillas y cementerios propios) y favorecida por los monarcas caso del reino de Aragón. con múltiples beneficios territoriales y económicos, escapaban a las jurisdicciones civil y eclesiástica ordinarias.

Las Encomiendas europeas no tenía otra función que la red de acumular y canalizar los excedentes precisos para hacer frente a los cuantiosos gastos de fortalezas en Tierra Santa: construccion y mantenimiento de fortalezas, residencias y hospitales y el pago de sus soldadas a las tropas auxiliares o mercenarias, ya que la escasez de efectivos cristianos hacía necesario suplirlos con el alistamiento de guerreros turcos profesionales. que permitía a ésta la posesión de capillas y cementerios propios) y favorecida por los monarcas caso del reino de Aragón.

con múltiples beneficios territoriales y económicos, escapaban a las jurisdicciones civil y eclesiástica ordinarias. Las Encomiendas europeas no tenía otra función que la red de acumular y canalizar los excedentes precisos para hacer frente a los cuantiosos gastos de fortalezas en Tierra Santa: construccion y mantenimiento de fortalezas, residencias y hospitales y el pago de sus soldadas a las tropas auxiliares o mercenarias, ya que la escasez de efectivos cristianos hacía necesario suplirlos con el alistamiento de guerreros turcos profesionales. escapaban a las jurisdicciones civil y eclesiástica ordinarias.

Las Encomiendas europeas no tenía otra función que la red de acumular y canalizar los excedentes precisos para hacer frente a los cuantiosos gastos de fortalezas en Tierra Santa: construccion y mantenimiento de fortalezas, residencias y hospitales y el pago de sus soldadas a las tropas auxiliares o mercenarias, ya que la escasez de efectivos cristianos hacía necesario suplirlos con el alistamiento de guerreros turcos profesionales. escapaban a las jurisdicciones civil y eclesiástica ordinarias.

Las Encomiendas europeas no tenía otra función que la red de acumular y canalizar los excedentes precisos para hacer frente a los cuantiosos gastos de fortalezas en Tierra Santa: construccion y mantenimiento de fortalezas, residencias y hospitales y el pago de sus soldadas a las tropas auxiliares o mercenarias, ya que la escasez de efectivos cristianos hacía necesario suplirlos con el alistamiento de guerreros turcos profesionales.

San Bernardo, principal fundador del Cister, se entregó por el rey de Aragón don Alfonso, que se llamó emperador de España, a los Caballeros Templarios la nueva ciudad de Monreal con un convento que en ella se fundó, habiendoseles señalado, además, las rentas y la quinta parte de los despojos que en la guerra de los moros se cogiese.

Lo cierto es que había habido varios destacados caballeros peninsulares ya desde los primeros momentos de la creación de la Orden en la Tierra Santa. Ahora, vueltos a sus lugares de origen, podían cumplir de la forma más adecuada su juramento de luchar contra el infiel. La empresa se la reconquista recibirá a partir de estos momentos muy destacados impulsos, que acabarían por decidir el definitivo vuelco en la situación de las fuerzas enfrentadas.

Al igual que en el resto de la Europa cristiana, los Templarios hispanos conocieron un rápido proceso de aceptación y enriquecimiento, tanto en política como en bienes materiales, procedente del favor de los monarcas.

Debe tenerse muy en cuenta que los Templarios sólo pudieron combatir contra el Islam en Tierra Santa y en España y en Portugal; en cierto modo, desde cualquier punto de vista, la situación en los reinos peninsulares era similar a la de una Cruzada, e incluso no faltaron precedentes, que años después habrían de inspirar a la Santa Sede a convocar tan famosas expediciones; tal fue el caso de una pequeña fuerza internacional que en 1604 partió de la ciudad de Toulouse (Departamento del Alto Garona, Francia) para emprender la conquista de Barcelona.

Sin embargo, en los reinos peninsulares, tales contingentes eran mirados no sin motivos con bastante desconfianza ya que unas veces acababan por desertar, otras se entregaban al saqueo (de moros, judíos o cristianos, por lo que no podrían ser acusados ​​de racistas), y en ocasiones, su presencia se hacía ingrata, por su vida disoluta y su escasísimo o nulo valor como combatientes. Nada de particular tenía, pues, que los monarcas prefieran proteger a las Órdenes Militares, tanto españolas como foráneas.

Cuando los Templarios llegan a España, la guerra de incursiones aisladas ha dado paso a una guerra de conquista formal, y Alfonso I de Aragón y Navarra ha logrado ya arrebatar a los sarracenos gran parte de valle central de Ebro, así como la ciudad de Zaragoza

Conclusióones.

Lo que se esperaba de los Templarios en Aragón, en Cataluña, en Portugal, era la inmediata ayuda militar contra los moros. Un hecho concreto reafirma esta hipótesis: cuando el Conde de Barcelona (Ramón Berenguer III) otorga al Temple el castillo de Grañena (Lérida), situado sobre la frontera misma de las tierras recuperadas, el acta de cesión específica que esto se hace para la defensa de la Cristiandad y de acuerdo con el propósito para el que ha sido fundada la Orden.

Esta es exactamente la misma fórmula que volvemos a encontrar cuando Armengol IV, conde de Urgel, entrega a los Templarios Roberto de Senescal y Hugo Rigaud el castillo fronterizo de Barberá (Tarragona), porque han venido y se han mantenido con la fuerza de las armas en Grayana o Grañena para la defensa de los cristianos.

Alfonso I el batallador, rey de Aragón y de Navarra (1104-1134), realiza el salto de la Montaña al valle en el pequeño reino aragonés, que adquiere su grandeza con la conquista y repoblación del Valle de Ebro (Zaragoza, Tudela, Taragoza, Calatayud, Daroca, etc.), además de avanzar por los ríos Jalon-Jiloca y zonas de Teruel-

26 April 2021
close
Tu email

Haciendo clic en “Enviar”, estás de acuerdo con nuestros Términos de Servicio y  Estatutos de Privacidad. Te enviaremos ocasionalmente emails relacionados con tu cuenta.

close thanks-icon
¡Gracias!

Su muestra de ensayo ha sido enviada.

Ordenar ahora

Utilizamos cookies para brindarte la mejor experiencia posible. Al continuar, asumiremos que estás de acuerdo con nuestra política de cookies.