Tipos De Agresores Que Causan El Acoso Escolar

El acoso escolar es un fenómeno que se da en ambientes educativos en el que un niño ejerce, de forma continuada, algún tipo de violencia sobre otro. Las estadísticas apuntan a la necesidad de trabajar conjuntamente, escuela y familia, con la intención de prevenir dichas situaciones en las que subyace un componente psicosocial que, por ello, deben ser tratadas desde ese punto de vista.

El acoso escolar, también conocido como fenómeno ​bullying, ​se define, según Mendoza y Maldonado (2016), como un tipo de agresión que genera un desequilibrio de poder entre agresores y víctimas. Cepeda y Caicedo (2012) añaden que se caracteriza por presentarse repetitivamente entre los alumnos, siempre en un entorno escolar. Un estudio epidemiológico de ámbito estatal, llevado a cabo por el Defensor del Pueblo en el año 2007, apunta a que un 23,3% de media de los alumnos españoles sufren algún tipo de violencia escolar, y algunas comunidades autónomas, como Andalucía (27,7%) y Navarra y País Vasco (25,6%), se sitúan por encima de la media (Garaigordobil & Oñederra, 2017). Asimismo, según datos publicados por el Instituto de Estadística de la UNESCO (IEU), casi un tercio de los adolescentes del mundo sufren o han sufrido acoso escolar en los últimos años (Unesco, 2018).

Este fenómeno integra tres tipos de roles: el agresor, la víctima y los espectadores. Comúnmente, al agresor se le atribuye un perfil poco empático, impulsivo y con falta de control sobre las emociones (Mendoza & Maldonado, 2016). Collell y Escudé (2006) explican que, en estos alumnos, es frecuente la personalidad antisocial, la ansiedad y la baja autoestima. En relación con el rol de víctima, no hay un consenso por parte de los expertos en catalogar un único perfil, ya que suele asociarse a personas vistas como diferentes por parte del grupo. Aun así, varios autores coinciden en que suelen ser niños tímidos, reservados, poco populares y que carecen de estrategias para solucionar conflictos (Olweus, 2014; Collell & Escudé, 2006). Los espectadores suelen ser compañeros que no actúan ni a favor ni en contra de las agresiones, aunque en algunos casos si intervienen a favor del agresor por miedo a sufrir las mismas consecuencias (Collell y Escudé, 2006). Por otra parte, Cepeda y Caicedo (2012) aseguran que es frecuente encontrar casos de niños que aun siendo víctimas de acoso escolar también desempeñan el rol de acosadores.

Existen muchas clasificaciones para diferenciar los tipos de agresiones que se pueden dar en el acoso escolar, pero los expertos coinciden en tres categorías principales: la agresión verbal, con gritos, insultos, motes o rumores; la agresión psicológica, con aislamiento o sentimiento de culpa; y la agresión física, con robos o daño físico (Dueñas & Senra, 2009; Ramírez & Rodríguez, 2013). Cepeda y Caicedo (2012), a su vez, añaden otra categoría: el acoso cibernético, una forma de acoso que se produce a través de dispositivos electrónicos.

En cualquier caso, sea cual sea el tipo de violencia, todos los niños que se ven envueltos en una situación de maltrato tienen más probabilidades de sufrir problemas psicológicos, problemas de mala conducta o trastornos psiquiátricos con el paso del tiempo. Además, el alumno que desempeña el rol de agresor suele tener consecuencias psicológicas más graves que los otros alumnos implicados. Aun así, varios estudios advierten que el tiempo que dure la situación es un factor clave para determinar la gravedad de las consecuencias (Collell & Escudé, 2006).

Es por eso, y con el fin de minimizar el impacto psicológico para cualquiera de los alumnos, que desde el centro, junto con las familias, se debe trabajar para identificar estos problemas y organizar una actuación lo antes posible. Ramírez y Arcila (2013) explican que los estudiantes suelen pedir ayuda a los docentes para tratar conflictos que puedan haber surgido en el ámbito escolar, normalmente a través del diálogo directo. Asimismo, Cepeda y Caicedo (2012) afirman que desde el centro escolar se debe prestar mucha atención a la identificación de situaciones de ​bullying​, por ejemplo, a través de la observación en actividades de clase o actividades de ocio.

En este sentido, la prevención del acoso escolar es clave para evitar consecuencias graves en los alumnos. Autores como Dueñas y Senra (2009) atribuyen a los padres y a los centros escolares la responsabilidad de educar a los alumnos para que adquieran competencias sociales que les permitan relacionarse correctamente. De esta manera, los agresores pueden sustituir comportamientos violentos por otras formas de actuar, y se puede dotar a las víctimas y los espectadores de una buena gestión emocional. Por ejemplo, Leganés (2012) propone un programa para llevar a cabo desde el centro escolar, en el que a través de diferentes actividades sencillas, incluidas en el currículo de clase, se promueve la conducta pro social a través de la empatía.

En definitiva, para poder llevar a cabo una buena intervención en casos de acoso escolar hay que tener muy en cuenta que cada caso es diferente y, por tanto, se debe abordar de forma individual. Además, resulta imprescindible que desde el centro se trabaje conjuntamente con las familias para abordar la problemática desde un punto de vista socioemocional, a través del manejo emocional de cada niño y, a la vez, de todo el grupo (Collell & Escudé, 2006).

Bibliografía

• Cepeda, E. y Caicedo, G. (2013). Acoso escolar: caracterización, consecuencias y prevención. Revista iberoamericana de Educación, 61​(3), 1-7.
• Collell, J. y Escudé, C. (2006). El acoso escolar: un enfoque psicopatológico. ​Anuario de psicología clínica y de la salud​, 2, 9-14.
• Dueñas, M. L. y Senra, M. (2009). Habilidades sociales y acoso escolar: Un estudio en centros de enseñanza secundaria de Madrid.​ Asociación Española de Orientación y Psicopedagogía, 20​(1), 39-49.
• Garaigordobil, M. y Oñederra, J.A. (2017). Estudios epidemiológicos sobre la incidencia del acoso escolar e implicaciones educativas. ​Informació psicològica, 94​, 14-35.
• Leganés, E. N. (2012). Una propuesta de intervención para prevenir el acoso escolar desde una perspectiva sociogrupal. ​Psychology, Society, & Education, 5​(1), 21-40.
• Mendoza, B. y Maldonado, V. (2016). Acoso escolar y habilidades sociales en alumnado de educación básica. Ciencia ergo-sum, 24​(2), 109-116.
• Muñoz, V. y Vergara, K. (2014). ​Acoso Escolar: caracterización y manifestaciones del espectador ​(Tesis de Pregrado)​.​ Universidad de Cuenca, Facultad de Psicología.
• Olweus, D. (2014). Acoso escolar, “bullying”, en las escuelas: hechos e intervenciones. Centro de investigación para la Promoción de la Salud, Universidad de Bergen, Noruega. Recuperado de http://convivejoven.semsys.itesi.edu.mx/cargas/Articulos/ACOSO%20ESCOLAR%20BULLYING%2C%20EN%20LAS%20ESCUELAS-HECHOS%20E%20INTERVENCIONES.pdf
• Ramírez-López, C. y Arcila-Rodríguez, W. (2013). Violencia, conflicto y agresividad en el escenario escolar. Educación y Educadores, 16​(3), 411-429.
• UNESCO, (2018, 01 de octubre). Nuevos datos revelan que en el mundo uno de cada tres adolescentes sufre acoso escolar​. Instituto de Estadística de la UNESCO. ​Recuperado de https://es.unesco.org/news/nuevos-datos-revelan-que-mundo-cada-tres-adolescentes-sufre-acoso-escolar
• http://convivejoven.semsys.itesi.edu.mx/cargas/Articulos/ACOSO%20ESCOLAR%20BULLYING%2C%20EN%20LAS%20ESCUELAS-HECHOS%20E%20INTERVENCIONES.pdf
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• https://es.unesco.org/news/nuevos-datos-revelan-que-mundo-cada-tres-adolescentes-sufre-acoso-escolar
• https://es.unesco.org/news/nuevos-datos-revelan-que-mundo-cada-tres-adolescentes-sufre-acoso-escolar