Trastornos Alimenticios A Causa De La Depresión
Introducción
La depresión, junto con otros trastornos mentales, es un grave problema de salud pública. La tasa de prevalencia es alta, aumentando el riesgo de suicidio y disminuyendo la calidad de vida. Esta anhedonia y sentimiento de abatimiento afecta a 350 millones de personas en el mundo, siendo la más común en América Latina y el Caribe, seguida por la ansiedad, la distimia, comportamientos obsesivos compulsivos, crisis de pánico, trastorno bipolar y demás. Alteraciones psicológicas como estas afectan a individuos en cualquier momento.
Desarrollo
En Panamá, el 21% de los menores de edad son depresivos, existiendo el mayor porcentaje entre las edades de 15-29 años y no son tratados adecuadamente, afectando de forma drástica su desempeño laboral, personal o escolar. Muchos creen que los niños y los adolescentes no pueden presentar desarreglos emocionales, pero los jóvenes sufren de angustia y agotamiento a tasas alarmantes.
A diferencia de lo que normalmente se cree, no todos se encuentran felices y libres de dificultades emotivas. Son ellos quienes absorben con agilidad las situaciones problemáticas que hay en su entorno y muchas veces por temor no hablan, iniciando de este modo un deterioro en cuanto a su bienestar mental. De no tratarse a tiempo, se corre el peligro de empeorar los problemas.
Los trastornos alimentarios rara vez son solo lo que vemos superficialmente y, en la mayoría de los casos, coexisten con uno o más problemas; comúnmente depresión, ansiedad y trastorno obsesivo compulsivo. Estos diagnósticos concurrentes y los desórdenes de conducta alimentaria comparten una relación intrincada y desconcertante, en la cual uno puede causar, alimentar o provocar al otro.
La depresión suele conducir a trastornos alimentarios, pero también hay evidencia de que estos pueden provocar dicho estado psicológico. Estar severamente bajo de peso y desnutrido, lo cual es común en la anorexia, causa cambios fisiológicos que afectan negativamente los estados de ánimo. Las personas que desarrollan desórdenes alimenticios sienten como que no son lo suficientemente buenas. Se obsesionan con el perfeccionismo. Dicha creencia comienza a centrarse en lo que comen, ocultándose en sentimiento de desánimo, la ansiedad y otros tras esto. A menudo, dichos pacientes han sufrido muchos traumas emocionales.
Según expertos, diagnosticar depresión es relativamente fácil. Pero, encontrar una cura efectiva para esta combinada a las alteraciones alimentarias puede ser un desafío. Actualmente, las mejores prácticas en cuanto al tratamiento incluye la psicoterapia e intervenciones psicofarmacológicas. Sin embargo, la conexión mente-cuerpo es un área creciente de investigación e interés en los profesionales de la salud, ya que se relaciona con la sintomatología de estos trastornos. Con mayor atención, las investigaciones están comenzando a sugerir que una dieta adecuada e intervención nutricional podrían reducir significativamente los efectos personales y sociales asociados a la enfermedad que logra afectar de manera física y mental.
Dado el alto aumento en el uso de la tecnología (teléfonos inteligentes y redes sociales), tal vez utilizando estas herramientas como una forma de mejorar la dieta e incentivar una ingesta de frutas y verduras puede ser efectivo. Existe un alza en la cantidad de individuos con mayor curiosidad en cuanto a planificar y preparar sus comidas; a pesar de ello aún persiste un rechazo de la ayuda y ocultamiento por lo que es conveniente abordar con cuidado desde el inicio.
Este estudio se orienta a brindar información general respecto a los trastornos en la conducta alimentaria a los jóvenes, apoyándose en la idea de que datos acerca de las consecuencias podría detener potenciales comportamientos de riesgo. Es fundamental enfocarse en aspectos como la presión que ejerce la sociedad sobre la imagen corporal, ya que deriva en adolescentes comprometiéndose a dietas restrictivas y a conductas peligrosas para lograr conseguir lo que ellos consideran un cuerpo ideal.
Conclusión
Con esta investigación no solo se quiere dar a conocer la existencia y gravedad de los trastornos antes mencionados, sino que se espera la participación voluntaria de jóvenes en situaciones de alto riesgo de padecer estos problemas o que ya los presentan para corregir o ayudar a aliviar dichas circunstancias. Cambiar la dieta de un individuo e incluir opciones más saludables y nutritivos puede ser desafiante. Alentar, celebrar y formar comportamientos salutíferos de cocina y alimentación podría ser beneficioso especialmente cuando los adolescentes hacen la transición a ser adultos.