Trastornos Mentales: Importancia de la Salud Mental

Durante mi juventud siempre tuve cierta aversión hacia la gente, dado que sus comportamientos siempre me parecieron en exceso desagradables, pero dada la curiosidad natural de un niño, me fascinaba también el porqué de estas formas de comportarse, el porqué todos y todas tenían ciertas actitudes, el porqué del contacto físico, saludos “dando la mano”, abrazos, besos en la mejilla y mucho más, besos regulares en la boca me causaban sentimientos tan asquerosos como increíbles, durante no poco tiempo creí que ellas y ellos estaban “locos y locas”, años después, cuando ya tenía algo de sesos, pude descubrir que las palabras “trastornos mentales” eran mucho más potentes, profundas e inquietantes de lo que mi ignorante ser había supuesto, obviamente, dada mi calidad como estudiante universitario de una carrera que no tiene absolutamente nada que ver con dicha temática, me encuentro un poco en aguas turbias al respecto, no puedo ver a donde voy, a menos que tenga puntos de referencias externos al agua, algunos de mis puntos de referencia serán los estudios que leí.

Para poder abordar un tema cualquiera, una de las formas más eficaces de realizar esta tarea, es la de definir dicho tema, y pues según la página web de la organización mundial de la salud: “Hay una gran variedad de trastornos mentales, cada uno de ellos con manifestaciones distintas. En general, se caracterizan por una combinación de alteraciones del pensamiento, la percepción, las emociones, la conducta y las relaciones con los demás.

Entre ellos se incluyen la depresión, el trastorno afectivo bipolar, la esquizofrenia y otras psicosis, la demencia, las discapacidades intelectuales y los trastornos del desarrollo, como el autismo.” Y como se puede apreciar en esta cita, existen una cantidad no menor de condiciones a las que podemos denominar con el ya a esta altura, cacofónico término de “trastornos mentales”.

Siendo yo, una persona que se ve directamente afectado por dos de estos (que ironía, tomando en cuenta como inicié este texto) me resulta un poco chocante que, a pesar de existir tal variedad de posibles problemas para las personas en su día a día, yo no estuviese al tanto de las mismas, quizás seguir hablando más sobre mí me ayude a conectar todo de forma más orgánica.

Crecí en el seno de una familia recién formada solamente por mi padre (un hombre que acaba de terminar sus estudios superiores en un instituto, pero que no pudo encontrar un trabajo donde lucir sus conocimientos) y mi madre (una mujer que para ese entonces solo tenía su escolaridad completa) la primera residencia que recuerdo ni siquiera venía con un baño real, sino que con algo armado por mi propio padre gracias a su no menor ingenio, aunque su ignorancia en temas de “gasfitería” le frustraba, cuando ya tenía edad para recordar, mi madre viajaba regularmente para poder estudiar y obtener un puesto como cajera en algún banco, cosa que no le costó mucho, al igual que mi padre, era ella una mujer capaz, para ese entonces, yo con apenas unos años, no más de 5 o 6, ya mostraba ciertas actitudes poco usuales en gente de mi edad, gusto por los animales, pero no por jugar con ellos, sino que por entenderlos y estudiar sus comportamientos, el ya mencionado rechazo al contacto físico, una prosodia muy particular, tan poco variable que pareciera que se hablaba con una máquina, y así una lista de cosas más, que no son tan divertidas de contar, sin saberlo hasta ya muchos años después, era yo asperger.

La situación económica fue mejorando con el tiempo, mi madre obtuvo buenos puestos de trabajo y mi padre, si bien no tenía algo fijo, los “pitutos” que obtenía esporádicamente eran más que fructíferos, se obtuvo la casa propia de la familia y todo parecía viento en popa para la familia en general, excepto claro para el menor integrante, cuyo enorme falto de tacto se hacía cada vez más exagerado, recuerdo que me fue difícil hacer amigos y que los profesores me maltrataron más de una vez, por mis poco ortodoxas formas de corregirlos en caso de que cometieran un error, alrededor de los 9 años de edad, ya estaba listo para ser expulsado de dicho colegio, por suerte el rector, después de conocerme solo dijo “es especial, déjenlo ser, ya aprenderá a ser normal”, por supuesto nadie de dicha comunidad pobremente urbanizada sabía lidiar con una persona con mi condición, pasaron los años, la familia creció, dos hermanos llegaron al que aún es nuestro hogar y la situación había mejorado tanto que ya incluso se hablaba de estudios superiores para mí, lo cual claramente me emocionaba, siempre había tenido intereses que en el colegio no eran “impartidos” y como venganza poética, decidí estudiar pedagogía en física, para poder dedicarme a las ciencias mientras además daba una lección a quienes me enseñaron de niño, tal vez no fue lo más brillante. 

Después de un año de estudios superiores, en la región de Valparaíso, mi salud física se había deteriorado enormemente, me enfermaba a diario, apenas podía comer y en cosa de meses había adelgazado 12 kilos, mis profesores me pidieron por favor que visitara especialistas de la salud mental, y eso hice, fui a psicólogos y psiquiatras que me diagnosticaron bipolaridad, un trastorno que aparentemente había cargado a mis espaldas durante años y que solo ahora podía notar, además de esto, por primera vez se me dijo “oficialmente” que era una persona con trastorno del espectro autista, lo que me llevó a la siguiente pregunta ¿Si siempre estuve bajo dichas condiciones, por qué nunca lo noté? ¿Por qué solo ahora, en un entorno tan distinto al campo en el que me crié, afloraron al fin estas conclusiones? pues la respuesta pareciera ser bastante simple, mi situación socioeconómica, pareciera que conforme iba mejorando, tenía acceso a nuevas esferas sociales, las cuales trataban distinto a las personas como yo, pero ¿Es esto igual para las demás personas afectadas por trastornos mentales?, la respuesta pareciera ser que sí. Según un estudio de la revista médica de Chile “La mayoría de los niños y adolescentes con diagnóstico no reciben atención y hay una brecha asistencial de 66,6% para cualquier tipo de trastorno que sube al 85% cuando se considera sólo el sistema sanitario formal.” (Red. Med. Chile, vol 140, 447-457) tema que nos hace concluir que en Chile, hasta el año 2012, dos de cada tres menores de edad diagnosticados con un trastorno mental no era atendido, pero es más, otro estudio de la Revista Panamericana de Salud Pública nos reza que:

“Algunos países, dependiendo de sus recursos y de su forma habitual de llevar a cabo la planificación, limitan lo programas de salud mental al tratamiento exclusivo de los trastornos mentales más graves. Una visión tan estrecha de lo que constituye la salud mental podría ser insuficiente hoy en día. Del campo de la salud mental se espera que desempeñe un papel cada vez más importante en la prevención y el tratamiento de las enfermedades crónicas y emergentes en las cuales hay un componente conductual.” (Revista Panam Salud Púublica. 2005;18(4/5):22940.).(no se cumple en totalidad con el formato solicitado).

Lo cual nos hace pensar, que uno de los grandes problemas de los trastornos mentales, no son dados por la mera existencia de estos, sino porque debido a la falta de recursos para tratarnos, nos hemos visto en la obligación de actuar como si ellos no existieran. 

07 July 2022
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