Utopía: Parecidos O Iguales A Nosotros

Introducción

Más adelante (¿quién sabe cuándo?) otros, parecidos o iguales a nosotros, sin duda aparecerán y actuarán con mayor libertad. Esta ciudad, siempre inacabada, será distinta: habrá amplios bulevares entrecruzados, parques en todos sus barrios, plazas sin peligros donde los amantes se besen y celebren su existencia, y los poetas se acuesten sobre la hierba y contemplen y sean menos vanidosos.

Desarrollo

Tú te asomarás al balcón (de un apartamento amplio de un edificio de pocos pisos) y mientras riegas las azaleas y los helechos me saludarás con una mirada vivífica y yo, contento por ese presente festivo, te tiraré un beso. Ya no estarás agobiada por el trabajo, por las colas y el humo de los automóviles. No tendrás que madrugar para atravesar, fatigada, la ciudad entera, ni desfallecerás en la oficina donde siempre has hecho lo mismo y tu vida se desgasta como un tronco muerto en una playa prohibida. 

No padecerás las humillaciones de las calumnias y los rumores maliciosos: a nadie le importará ningún juicio ajeno a la ética elemental que, sin cultivadas mezquindades, será como respirar o tener corazón. El dinero volverá a ser un mero valor de cambio y para ganarlo no estarás obligada a perder el alma. ¿Y la riqueza? Ni siquiera sospechamos lo que ella será: siempre hemos sido miserables.

El tiempo dejará de ser guardián que obliga a la urgencia. Viviremos acorde a la puntualidad de nuestro ritmo interior. También seremos ánforas sagradas e inteligencias desinteresadas en aniquilaciones. Como quiso Roberto Arlt, jugaremos a los piratas y construiremos insólitas moradas y nos preguntaremos mutuamente: ¿estás viviendo, verdad, estás viviendo?

La tristeza perderá su sombra de castigo, porque sabremos que también somos ella. Tú serás impetuosa y cuando sea necesario tu rabia fluirá como un río desbordado. Querrás estar sola con tus pensamientos y tus recuerdos y sabrás que la vida es la noche del condenado a muerte al amanecer. Tal vez yo escriba para ti, pero preferirás que nos abracemos y nos amemos junto a un ventanal por donde entrarán la brisa y los sonidos familiares del vecindario. 

Despertaremos en un valle remozado y se habrán abolido tantas leyes y tantas costumbres. Las banderas no serán símbolos divisorios, las canciones patrióticas quedarán como vestigios de pretéritas disputas por fronteras absurdas. Entonces nos habrán abandonado las cíclicas noches del cavilar laberíntico y no padeceremos más los molestos signos de la convulsa realidad de desenfrenos bélicos.

Conclusión

También de la muerte, que va a nuestro lado, serán tus ojos y los míos; pero el tiempo que estemos aquí estarán abiertos al mundo diverso y a los sueños. Del brazo tuyo bajaré por lo menos un millón de escaleras y no nos importarán las trampas y los oprobios de quienes creen que lo que vemos es la realidad. Por ahora nuestro viaje es largo (habrá tiempo, habrá tiempo), pero hagámoslo más llevadero olvidando nuestro desierto de nieve en este tiempo de asesinos.

Ya lo dijeron Rimbaud y Vinicius de Moraes: hay que inventar el amor otra vez.     

22 October 2021
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