Variables Significativas Del Abuso Sexual Infantil
Los resultados del estudio arrojaron variables significativas, mostrando, por ejemplo, que el grado de vulnerabilidad y riesgo ante el Abuso sexual infantil en el año 2015 se encontraba alto riesgo con un porcentaje del 81.3% frente a los resultados obtenidos después luego de la realización de talleres, charlas a la población, logrando una disminución representativa en 2015 y para el 2018 del 100% libre de riesgo. De la misma manera Berlinerblau (2017) menciona que el comenzar a hablar a los menores de temáticas sobre la sexualidad a edades tempranas tiene una apreciación positiva y se obtendrán mayores resultados favorables donde se va a ver disminuido notablemente riesgo ante el abuso sexual infantil, lo que se puedo evidenciar en los resultados de esta investigación.
Por otra parte principalmente se obtuvieron resultados alarmantes donde en su primera aplicación los niños se encontraban en un riesgo alto de 81,1% lo que para su segunda y tercera aplicación en el 2018 ya los evaluados se encontraban en riesgos bajos y medios, para Barredo (2015) en su investigación hallo que el 72% de los niños ente los 1 y 15 años han sufrido de abuso sexual infantil y dice que el 64% conocen al agresor porque es perteneciente a la familia o es algún conocido y que el otro 8% desconoce rotundamente al agresor, además que los niños y niñas abusados pertenecen a un grupo de familias que se encuentran en pobreza extrema y hacinamiento familiar.
Mediante las evaluaciones que realizamos durante el 2015 y el 2018 se encontró que existen múltiples entornos en los cuales se ponen en riesgo los niños como lo es el contexto familia, social y educativo, hallando como resultados que en el contexto familiar en el 2015 antes de los talleres el 59,5% estaban en riesgo alto, en el contexto social 62,2% y en el contexto educativo 73,0%, Apraez (2015) dice que existe un cantidad compleja de eventos o situaciones entre esos, el lugar o contexto donde se encuentre el niño como lo es el entorno social, familiar y ambiental que ponen el peligro a niños y niñas a la perpetuación de dicho flagelo, asi mismo de igual forma Gómez, Cifuentes y Sieverson (2010) en su investigación de caracterización de niños y niñas atendidos sobre abuso sexual infantil, a través de 100 fichas o historias clínicas hallaron que 76 niñas y 24 niños entre los 8 y 12 años fueron abusados en el entorno familiar por una figura masculina que estaba cerca al menor quien además de eso agredía física y emocionalmente a los abusados, de igual forma Bravo y Meléndez (2014) quienes realizan una caracterización de abuso sexual infantil entre los 6 y 14 años a través de historias clínicas, donde encontraron que es mas propenso en las niñas que en los niños, presentándose mayormente en el contexto familiar mediante el contacto físico y se da en zonas Urbanas arrojando el 54% de 6 a 9 años, 54% de 10 a 14 años, donde el 51% son niñas y el 49% son niños, presentando mayor riesgo entre los 10 y 12 años aunque no se diferencia mucho de los de 6 y 9.
De la misma forma Cortes y Silva (2013) hallaron que el 17,9% de sus evaluados fueron víctimas de abuso sexual, donde el 22,3% eran mujeres y el 6,1% eran hombres y que además de eso el 75% presenta traumas psicológicos, en nuestra investigación se encontró que para una primera aplicación en el 2015 antes de los talleres educativos sobre la sexualidad las niñas se encontraban en un 48,6% de riesgo alto y lo niños en un 51,4%, lo que para su segunda y tercera aplicación después de los talleres mostraron un riesgo bajo ante el abuso sexual, además que Batista, Vega y Camaño (2013) afirman que la prevalencia del abuso sexual entre las edades de 14 y 16 años era del 32% y que el 53% eran mujeres y el 26% hombres demostrando que la mayor parte de los evaluados durante el momento de los hechos se encontraban en riego o desventaja de ser abusado sexualmente.
Teniendo en cuenta a Martinez, Rivero, villa y Bravo (2016) quienes con una población de 220 niños y niñas encontraron que existe un mayor riesgo de vulnerabilidad ante el abuso sexual en niños y niñas pertenecientes a estratos 1 y 2 equivaliendo al (15,6%), que en los niños y niñas de status 4 y 5 (5,6%). Donde las niños y niñas de status bajo presentan mayor grado de vulnerabilidad, De igual forma se enmarca una mayor vulnerabilidad ante el abuso sexual en los status 1 y 2 en niños y niñas correspondientes a edad de 6 a 9 años tanto niños como niñas.. Los resultados de ambas investigaciones evidencian claramente que se pudieron encontrar rasgos ante la vulnerabilidad infantil frente al abuso sexual como se halló en la investigación presente siendo el 48,6% para el sexo femenino y el 51,4% para el sexo masculino y en las edades estipuladas, demostrando que se encuentran bajo riesgo en múltiples contextos ya sea familiar, escolar y social y que tanto niños como niñas presentan el mismo riesgo de ser abusados sexualmente sin importar las circunstancias presentes. Ademas de eso Gonzaga (2015) afirma una prevalencia de ASI de 5,6%, es decir que 1 de cada 6 niños se encuentra en riesgo de ser abusados sexualmente lo que equivale a que 12 niñas por cada niño es abusada sexualmente, en comparación a nuestra investigación se demostró que el sexo masculino para el 2015 antes de los talleres arrojo un 51,4% en riesgo a diferencia del sexo femenino con un hallazgo de 48,6% lo que da a entender que los niños fueron mas propensos a estar en riesgo de ser abusados sexualmente.
Los resultados del estudio arrojaron que en cada uno de los contextos ya mencionados los niños y niñas se encontraban en un riesgo de vulnerabilidad el cual después de aplicar los talleres de intervención los niños mostraron un nivel de mejoría satisfactorio, sin embargo para aclarar en el contexto familiar en el 2015 en la primera aplicación los niños se encontraban en un riesgo alto del 59,5%, mientras que para el 2015 en su segunda aplicación después de talleres y en el 2018, los evaluados mostraron un nivel bajo ante el riesgo de abuso sexual, en la misma línea Romero Et La. (2008) en sus resultados hallaron que el 20,5% de los evaluados fueron agredidos sexualmente por alguien cercano a la familia y un 64,29% por un familiar, lo que llevo a estos niños a irse de sus hogares y en muchos casos iniciaron su vida sexual entre los 8 y 11 años además que tuvieron ideas suicidas, de igual forma Orjuela y Rodríguez (2012) mediante la Save The Children dio como resultado que en España hay un 44,17% de infantes abusados en el ámbito familiar y que presentan delitos relacionados con la pornografía infantil y su distribución arrestando a más de 1200 personas, además un 27,96% de agresiones hacia los niños y niñas, siguiendo con Cerón, Roa, Salcedo (2017) se obtuvo como resultado que las victimas el 77% fueron mujeres y el 23% hombres, que van en edades desde los 2 años, hasta los16 años, calculando que el 100% de los abusados eran estudiantes y los actos fueron cometidos por agresores donde el 93,0% fue realizado por conocidos, de los cuales 42,9% eran familiares.
Encontramos a Lopez, Kerman, Pavia (2009) quienes encontraron que de 52 evaluados 36 presentan abuso sexual, donde el 84,6% son del sexo femenino y el 25,4% del sexo masculino en edades entre 1 y 20 años, presentando un 47% en un entorno fuera de la familia y un 52,8% intrafamiliar
De acuerdo a Bravo, Herazo, Et La. (2020) evidenciaron que presentan un alto riesgo de abuso en el contexto familiar del 18,2%, en el contexto escolar el 25% y en el contexto social el 18,2%, en comparación a la presente investigación cuyos primeros resultados en el 2015 fueron alarmantes, en el contexto familiar se hallo un 59,5% en riesgo alto, en el contexto Escolar un 73,0% y en el contexto social un 62,2% lo que cambio luego de la aplicación de los talleres educativos sobre sexualidad arrojando para el 2015 en su segunda aplicación y en el 2018 en un riesgo bajo, por lo que se puede decir que se obtuvo los resultados deseados luego de ser intervenidos.
10. CONCLUSIÓN.
A partir de los resultados obtenidos, se puede concluir que luego de la implementación de los talleres de prevención de riesgo de abuso sexual, este disminuyó en un 84,8% en lo que concierne a la población en general. Detallando las variables que se tuvieron en cuenta para la evaluación y eficacia de los talleres de prevención en la reducción de riesgo de abuso sexual, se encontró que en lo correspondiente al contexto familiar de los participantes, se evidencia que el riesgo de ASI descendió considerablemente en un 64,4%, pasando así de tener un riesgo medio-alto del 81% a obtener un riesgo del 16,7%.
Por otra parte, de acuerdo al riesgo de ASI evaluado por sexo se muestra que para el 2018, se incrementó en un 15,3% el riesgo bajo de vulnerabilidad ante un evento de abuso sexual infantil en el sexo femenino pasando de tener un riesgo bajo del 33% en el año 2015, a un 48% para el 2018; mientras que en el sexo masculino incrementó en tan solo 1.4%, pasando de tener un riesgo bajo de ASI en el 2015 del 50% a un riesgo bajo en el 2018 del 51%. Lo cual evidenciaría que las niñas siguen siendo potenciales víctimas para los delitos de tipo sexual siendo más vulnerable ante ellos en un 3% por encima de los niños, teniendo en cuenta que el nivel de riesgo bajo no podría asumirse como un riesgo nulo o inexistente.
En cuanto al contexto educativo, se observó que los talleres implementados para la prevención del abuso sexual disminuyeron los riesgos en un 82,1% para la población general, mientras que en la caracterización por sexo se muestra que el riesgo disminuyó en un 2,8% para ambos sexos, aumentando el riesgo bajo a 48,6% y 51,4% para los sexos femenino y masculino respectivamente en el año 2018. No obstante, en lo que corresponde al contexto social, los resultados muestran que la presencia de algún tipo de riesgo (medio-bajo) de ser víctima de ASI se sostiene tanto para el año 2015 (2da aplicación) como para el año 2018; sin embargo, cabe resaltar que el riesgo medio para el año 2018 disminuyó en un 4.4%.
Así pues, se podría concluir que la elaboración e implementación de talleres que prevengan el abuso sexual infantil debe ir no solo enfocado al núcleo familiar, sino que en igual medida debe tener un impacto a nivel social. Asimismo, se recomienda que los talleres sean elaborados teniendo en cuenta un enfoque diferencial de género, de manera que permita adaptarse mejor a las necesidades de cada población.