Cristología: Los Inicios del Cristianismo en El Imperio Romano
Introducción
“46 (Los cristianos) Todos los días se reunían en el templo, y en las casas partían el pan y comían juntos con alegría y sencillez de corazón. 47Alababan a Dios y eran estimados por todos; y cada día el Señor hacía crecer la comunidad con el número de los que él iba llamando a la salvación.”
(He 2:46-47 Dios Habla Hoy 1994).
El Imperio Romano. La civilización de donde desciende nuestra cultura occidental, nuestro idioma español, las raíces de nuestros sistemas legales actuales, la cultura occidental, y un referente de poder y dominio. Se estableció hace más de 2000 años en toda la zona del Mediterráneo, abrazando 3 continentes: Europa, Asia y África.
Sin embargo, en una de las más pequeñas y débiles provincias de toda la vasta extensión del Imperio, se alzaba una figura siendo crucificada, y, asegurada, vista resucitada por sus seguidores: Cristo. Su inexplicable resurrección es aún hoy, el centro de la fe de millones de personas, y el principio doctrinal de la Iglesia Cristiana.
El Evangelio, “Del lat. tardío evangelĭum, y este del gr. εὐαγγέλιον euangélion; propiamente ‘buena nueva’” (Real Academia Española, 2019) sería el mensaje que comenzaría a compartir Jesús y que continuarían con esa misión, sus apóstoles. El mensaje de salvación por gracia, a través del arrepentimiento sería algo totalmente nuevo para los habitantes del Imperio que lo escucharían. Incluso hasta hoy en día, el mensaje pregonado sigue siendo el mismo: “Pues la paga que deja el pecado es la muerte, pero el regalo que Dios da es la vida eterna por medio de Cristo Jesús nuestro Señor.” (Ro 6:23 Nueva Traducción Viviente).
Estos serían las bases de la nueva Iglesia de Cristo creciente. Ha perdurado más de 1900 años, que a pesar de persecuciones, ha sobrellevado la carga y su fe no decae en la figura de Cristo, fortaleciéndose a través de las edades. Mantienen ferviente la esperanza de la segunda venida de Cristo.
Empecemos con la base de la fe cristiana.
Cristo
Cualquier historiador serio de renombre, reconoce la existencia histórica de Jesús de Nazaret en el Imperio Romano, además de su bautismo y su crucifixión. Y es que Jesús no dejó nada escrito. Las parábolas con las que enseñaba, las dirigía al pueblo de manera oral y en predicaciones. “Las fuentes documentales de las que disponemos pues, son siempre indirectas. Pero también son múltiples. […] vienen los Evangelios, en este orden de antigüedad: Marcos fue redactado hacia el año 65 sobre la base de tradiciones que s remontan a los años cuarenta; Mateo y Lucas fueron redactados entre los años 70 y 80 ampliando a Marcos; Juan data de 90-95.” (Corbin, 2013). Aunque existen fuentes extrabíblicas que referencian a Cristo o Jesús en sus escritos, como el texto “Antigüedades Judías” del historiador judío Flavio Josefo quién presenta “…esta reseña: ” (Corbin, 2013).
Ahora bien, el otro principal referente extrabíblico, es la descripción que hizo el historiador romano Tácito, como escribe “en sus «Anales» escritos hacia el año 116 d.C. […] «para acallar el rumor, Nerón creó chivos expiatorios y sometió a las torturas más refinadas a aquellos a los que el vulgo llamaba “crestianos”, [un grupo] odiado por sus abominables crímenes. Su nombre proviene de Cristo, quien bajo el reinado de Tiberio, fue ejecutado por el procurador Poncio Pilato. Sofocada momentáneamente, la nociva superstición se extendió de nuevo, no sólo en Judea, la tierra que originó este mal, sino también en la ciudad de Roma, donde convergen y se cultivan fervientemente prácticas horrendas y vergonzosas de todas clases y de todas partes del mundo» (Arrizabalaga, 2014).
Y es que según las cuatro visiones del Evangelio (Mateo, Marcos, Lucas y Juan), Jesús apareció como el dador de la esperanza. Literalmente su nombre arrojaba esa conclusión: “Jesús (transcripción griega del heb. Yeshuá=’Yahvé es ayuda o salvación’)” (Nelson, y otros, 1987).
Los primeros seguidores de Cristo
Según los Evangelios, Jesús capacitaría a sus 12 apóstoles a vivir una vida de santidad, amor, fe y buscando seguir la voluntad de Dios. Los eruditos establecen un máximo de 2 años de duración al ministerio de Jesús, hasta su crucifixión en el Gólgota (Nelson, y otros, 1987). Durante ese tiempo, los Evangelios registran milagros, viajes, parábolas y oposiciones en la vida de Jesús. Y no podemos dejar de lado la creciente persecución de los fariseos (la élite religiosa judía) a Él y a sus seguidores.
Los primeros que creerían en Él no serían más que pescadores, iletrados, cobradores de impuestos y otros pertenecientes a todo tipo de clases judías, incluso el Imperio creía que todo sobre Cristo se trataba de otra secta judía que surgía, por lo que no lo creyó relevante. Los apóstoles y otros discípulos lo acompañarían personalmente por su ministerio, desarrollando una confianza principal con tres de ellos: Pedro, Jacobo y Juan. Posteriormente Jesús es detenido, juzgado y ejecutado. Sin embargo les dejaría instrucciones al encomendarles lo siguiente, en una de sus apariciones escritas posterior al evento de la resurrección: “Por lo tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Enseñen a los nuevos discípulos a obedecer todos los mandatos que les he dado. Y tengan por seguro esto: que estoy con ustedes siempre, hasta el fin de los tiempos».” (Mt 28:19-20).
“Después de la muerte de su maestro, los discípulos, en un primer momento, parecen haberse diseminado por toda Palestina. No obstante, luego los encontramos en Jerusalén, proclamando que ha resucitado ‘aquel’ que fue crucificado. Anuncian unos tiempos nuevos y la realización, cuando regrese Jesús, de la antigua promesa de salvación que el Dios de Israel hizo a los ancestros de su pueblo.” (Corbin, 2013).
“La nueva comunidad de los discípulos de Jesús es relativamente poco homogénea, constituida por judíos llegados de horizontes extremadamente diversos; algunos son de cultura y lenguas hebraicas (los hebreos) y otros de cultura y lengua griegas (los helénicos).” (Corbin, 2013). Lo que nos lleva a la iglesia primitiva.
Estilo de vida de la iglesia primitiva
El libro bíblico “Hechos de los Apóstoles” escrito por Lucas el médico, nos habla claramente sobre la vida de la comunidad de los cristianos:
“44Todos los creyentes se reunían en un mismo lugar y compartían todo lo que tenían. 45 Vendían sus propiedades y posesiones y compartían el dinero con aquellos en necesidad. 46 Adoraban juntos en el templo cada día, se reunían en casas para la Cena del Señor y compartían sus comidas con gran gozo y generosidad,47 todo el tiempo alabando a Dios y disfrutando de la buena voluntad de toda la gente. Y cada día el Señor agregaba a esa comunidad cristiana los que iban siendo salvos.” (He 2:44-47).
“32 Todos los creyentes estaban unidos de corazón y en espíritu. Consideraban que sus posesiones no eran propias, así que compartían todo lo que tenían. 33 Los apóstoles daban testimonio con poder de la resurrección del Señor Jesús y la gran bendición de Dios estaba sobre todos ellos.” (He 4:32-33).
De las dos porciones previas, podemos denotar una unanimidad única y fascinante entre los miembros de la iglesia primitiva. Realizan una afable labor social entre ellos, y hacia la comunidad a sus alrededores. Y si faltaba algo, vendían inmediatamente lo que tenían entre sus posiciones, y lo ofrendaban con amor al necesitado. No representaban mayor amenaza para los romanos en ese momento, más que unos dadivosos o tontos, pero si representaba rebeldía para las autoridades religiosas judías, quienes arreciaron su persecución contra la comunidad. Esta comunidad era dirigida por los 12 apóstoles (12, referencia al nuevo pueblo de Dios), que delegaron el cuidado de las viudas y los necesitados a una nueva categoría: los diáconos. “3 Por lo tanto, hermanos, escojan a siete hombres que sean muy respetados, que estén llenos del Espíritu y de sabiduría. A ellos les daremos esa responsabilidad. 4 Entonces nosotros, los apóstoles, podremos dedicar nuestro tiempo a la oración y a enseñar la palabra»” (He 6:3-4).
Pablo de Tarso
Uno de los diáconos, Esteban, fue tomado preso mientras predicaba en la zona de Judea, por parte de participantes de las sinagogas. Fue llevado a juicio, pero se le presentaron testigos falsos. Se registra una solemne defensa por parte de Esteban, sin embargo el juez se vio cegado por las declaraciones falsas de los alterados judíos, y lo condenó a morir apedreado. Aquí es cuándo aparece Saulo (en arameo) de Tarso, fiel fariseo y defensor de la ley judía. Perseguía a los cristianos convencido de sus “blasfemias” a la ley de Moisés. Así lo describe el libro de Hechos:
“1Saulo fue uno de los testigos y estuvo totalmente de acuerdo con el asesinato de Esteban. Ese día comenzó una gran ola de persecución que se extendió por toda la iglesia de Jerusalén; y todos los creyentes excepto los apóstoles fueron dispersados por las regiones de Judea y Samaria. 2 (Con profundo dolor, unos hombres consagrados enterraron a Esteban). 3 Y Saulo iba por todas partes con la intención de acabar con la iglesia. Iba de casa en casa y sacaba a rastras tanto a hombres como a mujeres y los metía en la cárcel.” (He 8:1-3).
Pero, de acuerdo con la tradición bíblica, todo cambiaría al encontrarse en el camino a la ciudad de Damasco, con Cristo mismo hablándole y confrontándole por atacar a la iglesia primitiva. Terminaría convirtiéndose en fiel seguidor de Cristo, ahora buscando compartir el mensaje hacia los gentiles (no judíos).
“Pablo fue el primer cristiano puro, el primero que comprendió integralmente el sistema teológico de Jesús, que aprehendió la magnitud de los cambios que implicaba y la integridad de la ruptura con la ley judaica. […] Cuando llegó ante el Concilio de Jerusalén en el año 49 d.C. para exponer su tesis de la total libertad de acción en su misión ante los gentiles, su enseñanza estaba adquiriendo una forma madura. Se basaba no sólo en la comunicación directa proveniente de Dios, sino en la experiencia esclarecedora en el mundo.” (Johnson, 2010).
Escribió 13 epístolas a las distintas congregaciones cristianas en el Mediterráneo, siendo la epístola más destacada, la de Romanos.
Conclusión
Todo esto nos lleva a pensar sobre la importancia del análisis historiográfico de las Escrituras y otras fuentes no cristianas, que nos permiten ampliar nuestro conocimiento sobre los orígenes de las sociedades occidentales.
El cristianismo empezó en la provincia más pequeña del Imperio Romano, pero terminó extendiéndose por todo su territorio, incluso ante oficiales de alto cargo como el Centurión Cornelio, y su casa. Ante la civilización y sus ciudadanos, esto entraba en conflicto con la idea divinizada del César. Eran una amenaza, y mal vistos por los historiadores. No muchos quisieron dejar registros sobre ellos, y si lo hacen, añaden un tono de burla sobre el movimiento, aunque eso da mayor veracidad a estas fuentes contrarias.
Debemos dejar de tomar a la Biblia como un “tabú” de historia que no se toque. Al contrario, creo que su estudio y sus principios, además de ser las bases occidentales, han ayudado en la búsqueda universal de la libertad y de los derechos humanos, como el movimiento antiracial de la década de 1960 dirigido por el pastor bautista Martin Luther King Jr.
Referencias
- Arrizabalaga, M. (19 de abril de 2014). Testimonios no cristianos de la existencia de Jesús de Nazareth. Obtenido de ABC Sociedad: https://www.abc.es/sociedad/20140417/abci-testimonios-cristianos-existencia-jesus-201403101319.html#disqus_thread
- Corbin, A. (2013). Historia del cristianismo. (I. Margelí, Trad.) Barcelona: Planeta.
- Johnson, P. (2010). La Historia del Cristianismo. (A. Leal, & F. Mateo, Trads.) Barcelona, España: Ediciones B.
- Nelson, W. M., Hanks, T., Breneman, M. J., Foulkes B., R., Roberts, W. D., & Huffman, J. (Edits.). (1987). Diccionario Ilustrado de la Biblia. Miami: Caribe.
- Real Academia Española. (2019). evangelio. Recuperado el 8 de Noviembre de 2019, de Diccionario de la lengua española: https://dle.rae.es/?w=evangelio