De La Transmisión A La Mediación: Fundamento Teórico De La Mediación Pedagógica
“Si educar es la esencia, la mediación es el modo,
el estilo como se desempeña esa misión educativa”.
La crisis se puede volver oportunidad, es la premisa con la cual podríamos iniciar una verdadera revolución educativa, que nos lleve a dar ese paso definitivo del enfoque tradicional que reduce los procesos de enseñanza-aprendizaje a una práctica deshumanizante, caracterizada por la hegemonía del docente, dueño absoluto del poder porque es quien tiene el conocimiento, y que precisamente es a través de este influjo, que el saber debe transmitirse y memorizarse como un código invariable, al que no le falte ni un punto, ni una coma para conseguir los objetivos del régimen impuesto. Un modelo que no tolera el derecho a equivocarse, que no admite que el otro se exprese, es algo verdaderamente inhumano y que definitivamente no encaja en la escuela de hoy. Esta orientación tiene su origen en los sistemas y las políticas educativas mal orientadas, porque han sido fundadas desde concepciones paradigmáticas erradas de la función, el propósito y la razón de ser de la escuela,
El tránsito de este prototipo educativo, en el que se considera al profesor como simple transmisor del conocimiento, al profesor mediador y facilitador del aprendizaje, es apremiante. Esto no es nuevo, es algo en lo que grandes pedagogos y estudiosos de la educación, pensadores defensores de la autonomía y la libertad del ser humano, han venido insistiendo desde hace ya un buen tiempo. Es el reto del maestro de este siglo, comprender que en las aulas no tenemos objetos sino sujetos, y que una vez entendamos esto nuestras prácticas docentes deben propender por el respeto absoluto de la libertad del alumno en la conquista progresiva de su autonomía.
Urge modificar, urge transformar, ese error de concepción de la escuela y fijar la mirada en el sujeto (individuo-persona), para que el peligro de la manipulación y el adiestramiento no ronde más en nuestros ambientes educativos, sino que se respire el aire fresco de una verdadera escuela renovada desde la humanización de sus procesos.
Este es el camino, el cambio de enfoque, que nos conducirá hacia la educación como un proceso de la vida, dirigido primeramente a la formación y construcción permanente de la persona, asumiendo la responsabilidad que se tiene con el otro en la construcción de comunidad; partiendo de la idea de una escuela nueva construida desde una perspectiva social en la que todos los seres humanos somos educables y todas las disciplinas enseñables, en la que el vínculo entre el sujeto y el objeto, se dé gracias a un maestro que sirva de un puente que actúe como un posibilitador del aprendizaje
Nace allí en esa visión, el rol del maestro mediador que tiene claro que el estudiante esta en las aulas para aprender para acceder desde su individualidad a un aprendizaje que le abra las puertas a la construcción de un conocimiento profundo y significativo dada su implicación en lo cotidiano, en lo real, en la utilidad y aplicación para su vida; y lo mejor es que a pesar del gran respeto y valoración de la particularidad, en este proceso de aprendizaje no está aislado ni mucho menos exento de los procesos de socialización (compañeros-profesores-comunidad) por el contrario se potencializan los vínculos comunicativos, afectivos y de responsabilidad social.
Este verdadero y buen aprendizaje promoverá una estructura educativa acorde a las realidades socioculturales y las necesidades individuales y colectivas, a través de una educación entendida como un proceso social y gira entorno a la cultura de los diferentes contextos.
Como lo señala Chacón, esto lo entendieron, grandes figuras en el ámbito de la educación, que tiene como hilo conductor de sus postulados el proceso de enseñanza aprendizaje. Ausubel desde su teoría del aprendizaje significativo, Bruner desde el cognitivismo, Vygotsky su teoría socio histórico cultural y planteamiento sobre la zona de desarrollo próximo (ZDP), Jean Piaget con sus fundamentos sobre la intervención sujeto-objeto.
Es de resaltar que el término mediar es llevado al terreno educativo gracias a Vygotsky; de acuerdo con sus planteamientos el docente mediador potencializa al alumno para alcanzar la zona de desarrollo próxima o potencial, en el marco de escenario estructurado desde lo social donde es asistido, guiado y alentado en su proceso de aprendizaje que además se ve enriquecido por el componente cultural.
Para Escobar, la mediación del aprendizaje es un proceso en tres dimensiones: 1) Interacción pedagógica: suscita aprendizajes que permiten la potencialización del ser humano (ser, hacer, conocer, convivir). 2) Social: interacción con el otro (compañeros-profesor-familia-comunidad), permitiendo difundir y valorar el acervo cultural. 3) Sistemática: es intencional, tiene en cuenta elementos definidos y vitales en el proceso de enseñanza-aprendizaje: presaberes, estilo de aprendizaje, contexto, didáctica, finalidad.
No podemos dejar de lado los aportes de Reuven Feuerstein, quien contribuye en el campo de la mediación pedagógica, exponiendo los criterios que deben ser aplicados por el mediador para lograr la interacción alumno-contenido. Estos son presentados por Ferreiro y Vizoso, e incluyen: comunicación activa y reciproca maestro-alumno, propósito claro de la actividad (qué y cómo), sentido de la actividad, aplicaciones a futuro de la actividad (trascendencia) y suficiencia (sentimiento de capacidad o autoestima).
Para finalizar, desde esta necesidad de transformación de la escuela y sus prácticas educativas hacia ese nuevo paradigma, arriba descrito; la apuesta por la mediación pedagógica nos invita a entenderla, tal como lo describe Lorenzo Tébar Belmonte “la mediación es un concepto social porque implica transmisión de cultura, códigos, valores y normas; tiene una dimensión educativa porque actúa con intención de intervenir sobre las competencias cognitivas de los alumnos”
La mediación es un proceso posibilitador que requerimos en la sociedad actual, en esa reconstrucción de la escuela y su fin primordial: la formación y transformación del sujeto, pues es el estilo, el modelo que permitirá:
El reencuentro, la aceptación e implicación en un proceso transformador, modificador y constructor de la persona; por lo que es posible sólo en la reciprocidad del hombre para el hombre, para llegar a descubrir la esencia de sí mismo y la esencia de las cosas.
Bibliografía
- Escobar, N. (2011). La mediación del aprendizaje en la escuela. Acción Pedagógica, 20(1), 58-73. Recuperado de https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=6222147
- Ferreiro, R.F. y Vizoso, E. (2008). Una condición necesaria en el empleo de las TICs en el salón de clases: La mediación pedagógica. Revista Posgrado y Sociedad, 8(2), 72-88. Recuperado de https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=3662711
- León, G. (2014). Aproximaciones a la mediación pedagógica. Revista CAES, 5(1), 136-155. Recuperado de https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=5580842
- Tébar, L. (2017). La función mediadora de la educación. Foro Educacional, (28), 79-98. Recuperado de https://doi.org/10.29344/07180772.28.790