De Realidad Carcelaria A Libertad Por Arguedas
Cuando compro un libro de José María Arguedas suelo esperar el mismo tema de siempre, la diferencia o conflicto entre dos realidades, ya que desde sus primeros escritos ha llamado mi atención haciendo cada vez más grande mi interés por la cosmovisión andina. Al comprar su obra, titulada El Sexto, me imaginaba de nuevo sobre un escenario andino en donde el serrano es bueno y el costeño se convierte en un villano, en donde las metáforas y palabras en quechua motivan mi interés a la vez que endulzan el relato a pesar de mi dificultad para pronunciarlas, sin embargo, grata fue mi sorpresa al descubrir que la obra es todo lo contrario a lo que yo imaginaba, con gusto afirmo que el autor volvió a sorprenderme, cambiando y ampliando su perspectiva, aunque, sin dejar atrás su estilo de escritura indigenista.
Cuando tuve el gusto de leer Los Ríos Profundos, desde un inicio se podía entrever el conflicto entre dos mundos, Al leer El Sexto, esta temática sigue presente, pero de una manera diferente, lo cual hace que esta obra’se convierta en la que mejor representa la realidad peruana de los años 30 y, por qué no, también es la que mejor representa los conflictos sociales del Perú.
Constantemente digo que Arguedas tiene un prejuicio por los costeños que no lo dejan mejorar como escritor, sin embargo, desde el primer capítulo de la obra se ve como el Autor ya ha dejado de lado este rencor y amplía su perspectiva, en especial después de escuchar la voz de Rosita, ya que pronuncia un fragmento que quedara gravado en mi memoria como uno de los más significativos: si cantaban en ese instante los chicuacos y las palomas, de voces tan diferentes, el canto se destacaba, acompañaba al sonido profundo del árbol que iba del subsuelo al infinito e invisible cielo, quizá si fuera solo la frase lo habría tomado como otra metáfora más, sin embargo, es el contexto y la nueva interpretación lo que la convierten en algo tan especial como Rosita.
Rosita es un personaje que resalta en la novela, principalmente por ser un “maricon” que tiene gran poder dentro de la cárcel. En su primera mañana como interno Gabriel se deleita al oírla cantar, pues él dice haber escuchado a una mujer y al verlo queda sorprendido, piensa, recuerda su infancia y al escribir esta metáfora amplía su punto de vista, incluyendo también la homosexualidad en ella, porque, después de todo, tener una diferente sexualidad, no los hace menos que nosotros.
Si comparamos la realidad de Rosita con la que hubiese tenido si nacía en la sierra, como menciona Gabriel, su madre le habría ahorrado el sacrificio de seguir con vida. Nos damos cuenta hasta donde llegan nuestros prejuicios, decimos no sentirnos mejor que la población indígena, y, a la vez, aunque no lo aceptemos, somos muchos los que luchamos contra la ola discriminación racial y hacemos todo lo contrario con la homofobia.
Esta realidad se ve reflejada a lo largo de la historia de nuestro país, en los años 30 la homofobia pasa a formar parte de nuestra vida cotidiana a pesar del comienzo de nuevas
ideologías y se ha mantenido así durante los últimos años, aunque me duela aceptarlo, es en la sierra donde se tiene más prejuicios de este tipo. Es por la metáfora que creo en el cambio de mentalidad de Arguedas, en un ejemplo de que las personas pueden adaptarse a nuevas realidades, en este caso, ampliando el significado de una palabra que está presente en todas sus obras.
Si comparamos a El Sexto con otras obras que pretenden hablar de la realidad peruana, desde un inicio se nota la superioridad de la obra del Amauta, incluso sobre sus otros escritos, una de las diferencias principales es el contexto en donde se desarrolla. Al leer una obra indigenista estoy acostumbrada a que el escenario sea la sierra o una casa limeña ostentosa, sin embargo, esta obra se desarrolla en una prisión, narra la etapa de vida más difícil del autor y esto le permite, una vez más, canalizar sus sentimientos para hacer una crítica social mediante el libro más revelador que ha escrito.
Si comparamos esta obra con Los Ríos Profundos, la segunda queda corta en cuanto a revelar nuevas existencias del país, en la primera encuentro nuevos mundos opuestos, nuevas realidades que la obra más aclamada de Arguedas no logra incluir de manera eficaz y amena, convirtiendo a “El Sexto” de, entre todas las obras del amauta, la que mejor representa la realidad peruana.
Creo que la realidad de nuestro país se ve expresada también en la división de los pisos dentro de la prisión, si bien es cierto, se narra que en el primer piso se encuentran los peores criminales, en el segundo los que aparentemente no son tan malos, y el tercero le pertenece a los presos políticos.
En la realidad peruana, los del primer piso vendrían a ser las poblaciones más alejadas, porque siempre se ha tenido el pensamiento y prejuicio de que los indígenas son los más violentos, en el segundo piso vendría a ubicarse la clase media del país, aquellos que se ven aún más influenciados por las clases superiores y sirven de títeres para los poderosos, en la cima de la prisión se encuentra la clase social más poderosa en mi opinión, los políticos, que no son presos por injusticia, sino más bien, por seguir sus propios ideales
Durante la narración de la obra se ve otra clara referencia y esta explica los conflictos sociales. Desde ese entonces se vivía una lucha por la libertad de expresión de las personas, y lo vemos reflejado en los conflictos sociales, por ejemplo, Gabriel es apresado por formar parte de un conflicto en contra de Camarotta, ya dentro de la prisión, más que por los pisos, esta se divide por los partidos políticos, los comunistas y los apristas, lo que en la actualidad son los opositores y seguidores del gobierno, los llamaremos Izquierdistas y derechistas para facilitar el entendimiento.
Durante la narración de la obra se ve la lucha desde un inicio, cuando cantan la marsellesa aprista e Internacional, durante el desarrollo de la historia se amplía la vista hacia este conflicto y se menciona algo muy importante y es lo siguiente. Como ya es costumbre de los peruanos, solemos culpar a los demás cuando no logramos un objetivo claro, más concretamente, culpamos al extranjero, en la Obra, los Comunistas culpan a los Apristas de evitar la verdadera revolución por apoyar a Rusia.
En la actualidad el peruano sigue con la misma mentalidad, solo que ahora culpando al gobierno, en un pensamiento de que ellos son los únicos culpables por la falta de crecimiento del país, yo creo que esto es cierto, pero que los culpables no son solo ellos, sino también nosotros porque no motivamos un cambio de manera positiva, nos quedamos sentados en casa diciendo que el culpable de todo es el Estado, como si eso fuera a reducir las necesidades del país, no necesitamos a un personaje como El Pianista, que represente la llamada esperanza o futuro político, lo único que necesitamos es creer en nosotros para dejar de depender de las decisiones de los tigres de papel.
Recuerdo haber leído muy pocos escritos donde un autor peruano narre este tema para motivar una reflexión, ya que otros solo se centran en un conflicto social, ya sea el terrorismo o discriminación, no logran incluir tanta variedad de problemas, incluso el premio Novel en Literatura, Mario Vargas Llosa ha admitido que esta obra es la que mejor representa la realidad carcelaria del país, ubicando a El Sexto por encima de obras como Los Rendidos o Memorias del Soldado Desconocido, las cuales buscan tratar un tema muy parecido.
Volviendo a analizar la obra, tratamos también otro problema social, el Trabajo Infantil. Ya avanzada la obra, se narra la historia de un niño de 14 años que es tratado como él pongo de una hacienda, su jefa lo lleva al Sexto asegurando que le robo una joya cara, es así que el niño es llevado al segundo piso de la prisión, donde se encuentran los violadores.
A la mañana siguiente Gabriel encuentra al muchacho llorando desconsoladamente pues lo habían abusado, Gabriel trata de calmarlo y le habla desde el corazón, expresando que del lugar donde venía, los hombres nunca lloraban.
Para interpretar este relato lo dividimos en tres partes, la primera será la explotación la segunda la violencia y la tercera la frase que exclama Arguedas.
Comenzando con la explotación hacia el niño de 14 años, en ese entonces, aún era muy normal observar este tipo de maltrato quedar impune, quizá porque el niño fuera indígena o por el temor hacia las represalias si denunciaban, sin embargo, decimos haber evolucionado y dejar atrás los prejuicios, pero la cifra de niños que son víctima de la explotación solo ha ido en aumento, llegando a ser más del 21% según el INEI. Es importante resaltar que muchos de estos niños se encuentran en una situación de pobreza o pobreza extrema y por esto es más fácil para las mafias manipularlos y convertirlos en esclavos, y, aunque lo neguemos, esto solo sigue demostrando que no hemos cambiado nuestra mentalidad nos seguimos aprovechando de quienes creemos inferiores a nosotros.
Es importante recalcar que ningún otro autor peruano menciona la violación de un niño en sus obras, ya que, mencionan muy poco las violaciones, y si lo hacen, siempre son las mujeres las víctimas de estas. Una razón más para resaltar la soberanía de El Sexto, por