Derecho y Evolución de la Identidad Cultural
Introducción
La preocupación por el ser del hombre, su identificación e identidad, ha estado presente en los escritos de los pensadores más relevantes de la historia y no ha dejado de ser un tema recurrente hasta nuestros días, convirtiéndose en un problema esencial de la filosofía desde el ‘conócete a ti mismo’ de Sócrates hasta Freud.
Cuando los migrantes llegaban a su país de destino y las expectativas depositadas sobre ellos convergían en la integración y asimilación de la cultura mayoritaria no había espacio para hablar de identidad y mucho menos de identidades, pues no hay necesidad de preguntarse por la propia identidad cuando existe un consenso claro ofrecido continuamente a todos los individuos sin apenas alternativas. De esta forma, la identidad se mantiene vinculada al lugar social de nacimiento sin apenas posibilidad de construcción o negociación.
Desarrollo
El concepto de identidad indica igualdad con algo: “esto se identifica con aquello” significa que son idénticos en cierta medida. En el caso concreto de la identidad cultural, se señala que los elementos culturales con los que una persona tiene un vínculo especial tienden a ser los mismos que caracterizan a una cultura determinada. Son numerosas las críticas que vienen a cuestionar este repliegue cultural de las sociedades occidentales e incluso la misma importancia de la identidad cultural, que es percibida en ocasiones como una estrategia racista que sustituye el concepto de persona por una abstracción identitaria.
Existen también algunos acuerdos conceptuales que en su proximidad, permiten articular, en términos generales, el concepto de identidad cultural. Como señala Parés, este fenómeno no debe considerarse como una expresión uniforme y estática, unitaria y homogénea. Esto significa que existe una pluralidad y evolución natural en la identidad cultural que no es discutible, pero que posee en su estructura más profunda, contenidos que fijan su estabilidad y permiten dar cuenta de un sentido definido de pertenencia. Desde otra perspectiva, Goffman, asume que la unicidad vital de los seres humanos contrasta con la multiplicidad de yoes que existen en el individuo desde la mirada del rol social.
Conclusión
En este contexto conceptual comienza a quedar claro, que las culturas y sus identidades no se desarrollan definitivamente en estados de aislamiento, sino que por el contrario, evolucionan desde una comunicación con la diferencia, con aquello que culturalmente está más allá de la frontera, sea cual fuera su naturaleza. Como bien apunta Woodward, las identidades se construyen a partir de otras, en el que el forastero o el otro dan cuenta de una diferencia vital en el proceso de autor reconocimiento y de generación del sentido de pertenencia.
Como expresa Cuche, la identidad social de los sujetos se articula a través de sus vinculaciones con los sistemas sociales que a su vez se construye mediante múltiples subsistemas tales como el político, el sexual, el religioso, el económico, entre otros. Así, reconociendo las marcas de pertenencia que poseen los individuos respecto de una cultura, reconocemos que el proceso de construcción identitaria es fluido y heterogéneo.