El Feminismo Barrial en la Construcción de la Ciudad y la Ciudadanía

Introducción

En este ensayo proponemos dar a conocer un poco del feminismo principalmente en la actualidad siendo pues que la mayoría de las ideas las hemos tomado de varios autores espero que sea información que brinde certeza al que lo lea. El feminismo nació a partir del patriarcado, porque este hecho subordinaba a las mujeres tanto en los sistemas políticos, sociales, culturales, religiosos, legales, etc. En el siglo XIX fue que la conciencia feminista empezó a transmitirse de mujer en mujer y se inició el feminismo como un movimiento social político.

Mary Wollstonecraft escribió el libro Vindicación de los derechos de la mujer, es un escrito que habla sin temor. Fue escrito antes del siglo XIX, el cual sigue vivo entre las mujeres, en los movimientos políticos, raciales, de derechos humanos y hasta en las luchas internas de una familia donde la mujer quiere vivir en igualdad de circunstancias que su esposo.

En su texto, Mary Wollstonecraft desmenuza uno a uno los prejuicios que hacen de la igualdad, todavía, una batalla. Publicado a finales del siglo XVIII, la filósofa recorre las imposiciones sociales de su tiempo, desde la delicadeza hasta la sumisión. Con argumentos irrefutables hace sentir su ira ante el estado de presunta ingenuidad en el que se pretendía mantener a las mujeres.

Desarrollo

Un primer problema a la hora de hablar de feminismo en Bolivia es la fecha, o más bien época, en que se considera nace en Bolivia. Hay que recordar que la historiografía feminista considera que esta ideología nace en el seno de la Ilustración, en el siglo XVIII, a propósito de los debates sobre los derechos humanos, en general, y de la igualdad y diferencia entre los sexos, en particular (Valcárcel, 2001). Posteriormente, se denomina primera ola a las luchas de las mujeres por sus derechos políticos de los siglos XIX y XX, y una segunda ola al denominado movimiento feminista del siglo XX (décadas del 60 al 90).

Sin embargo, es notoria la participación de indígenas y mestizas en las rebeliones en la época de la Colonia, y ya hay indicios de que su intervención tuvo motivaciones no solo de carácter étnico sino también de género (Arze, Cajías y Medinaceli, 1997).

El nacionalismo en Bolivia intervino directamente en la ideología y los movimientos marxistas, y de esa vertiente nace el feminismo moderno en Bolivia. Esta adscripción trajo también otras disputas, si bien inspiradas en la comprensión de ‘la cuestión femenina’ del marxismo a nivel mundial, con sus especificidades en Bolivia.

El testimonio de la dirigente minera Domitila Chungara (Viezzer, 1977) ilustra muy bien estas disputas. En su Si me permiten hablar (1977), ella contrapone el socialismo con el machismo y el feminismo y califica a estos dos últimos como ‘armas del imperialismo’ (p. 8). En este testimonio, Chungara expone con claridad una idea que circulaba en los partidos marxistas de entonces: que la mujer lograría sus derechos sólo en el socialismo; mientras tanto, cualquier otra reivindicación femenina ‘distraía’ la lucha general de los trabajadores y, por lo tanto, se convertía en instrumento de la reacción.

Por estas razones las mujeres son los actores más representados en estas movilizaciones por la ciudadanía insurgente, por lo que es importante esclarecer el papel que han jugado con su movilización tanto en la democratización de la sociedad como en el desarrollo urbano-espacial de sus ciudades. Por un lado, se debe levantar el carácter “informal” de los barrios, pero sin alcanzar a identificar el significado del “trabajo informal” de las mujeres en la construcción de “la ciudad informal”. Por el otro lado esclarecer el activismo de las mujeres en los barrios y su papel en lo que Holston acuña como ciudadanía insurgente.

Por un lado, se debe reconocer el trabajo de las mujeres en la economía informal y del cuidado y la forma como este trabajo está íntimamente ligado a la construcción urbanística de los barrios populares. Por otro, es exponer la manera como la ciudadanía insurgente de las mujeres se materializa en diagnósticos sobre innovaciones urbanas para mejorar la calidad de vida de todos los habitantes en los barrios populares. Por último, es cómo el trabajo informal por construir los barrios y los diagnósticos urbanos de las mujeres toman lugar en formas de planificación y gestión formal de la ciudad, como la insurgente y la comunicativa cohesional.

Cabe destacar el trabajo productivo y reproductivo de las mujeres en la construcción de los barrios populares, su movilización por el ejercicio de los derechos ciudadanos y su activa participación también en la planificación formal de las ciudades. En lo que alude a su trabajo en los barrios, es sabido que el no remunerado es asumido mayormente por las mujeres dentro de la esfera reproductiva y del cuidado. Además, y aunque notoriamente invisibilizado en la literatura sobre movilizaciones populares, la movilización de las mujeres es también notoria en luchas por exigir mejor calidad de vida.

Las mujeres amas de casa históricamente han liderado las luchas por posicionar al consumo y el comercio como una actividad de igual valor que la producción y las finanzas, las cuales tradicionalmente han estado bajo el control masculino (Smart, 2010). Dentro de su trabajo por mejorar los barrios han lidiado luchas que van desde su oposición contra la manipulación química del agua (Whiple, 2010), contra el encarecimiento de la leche (Guard, 2010) y en general de los alimentos para los sectores obrero-populares desde Argentina (Milanesio, 2006) e Inglaterra (Hunt, 2010), hasta la reconstrucción de la economía del cuidado en Japón para afrontar los recortes agenciados por reformas neoliberales (Kimura, 2008).

En años recientes sus luchas por el acceso al agua potable han sido notables e intensas sobre todo en “los países más arrollados” por el neoliberalismo (Galeano, 1998). Las mujeres han estado liderando dos frentes de lucha en este sentido. El primero contra las políticas de privatización del agua, y de energía con movimientos de protesta iniciados desde ciudades como Monterrey, México (Bennett, 1998), Quito, Ecuador; El Alto, Bolivia (Dosh, Kligerman & Lerager, 2010) y Cochabamba, Bolivia (Bustamante, Peredo & Udaeta, 2005) y que históricamente se han intensificado en ciudades Surafricanas como Johannesburgo (Lee, 2006). El segundo frente de lucha lo constituye su participación en la administración democrática de estos recursos desde ciudades africanas como Lagos (Enabor, Sridhar & Olaseha, 1998) hasta asiáticas como Katmandú (Shresta, 1998). Parte de los aportes latinoamericanos en este sentido se presentan más adelante desde los desarrollos que toman lugar en las ciudades de este estudio.

En lo que tiene que ver con lo que Holston denomina una ciudadanía insurgente la forma de las mujeres de movilizarse por sus derechos ya habían sido también observadas por otros autores (Lind, 1997). Aquí su liderazgo muestra también probado impacto en formas de participación popular que contradicen patrones de género previamente establecidos. Por ejemplo, colectivizando las actividades privadas, y en general creando alternativas a las formas organizativas hasta entonces predominantemente masculinizadas, como ha sido estudiado en Venezuela (Fernandez, 2007). Tendencias similares en relación al activismo político como parte de la cotidianidad de las mujeres de barrios populares también han sido documentadas en Argentina (Borland & Sutton, 2007).

En lo referente a la participación de las amas de casa barriales en la planificación participativa y formal de la ciudad ellas enfrentan dos formas de participación. La primera es la planificación que en buena parte se apoya en el concepto de ciudadanía insurgente de Holston denominada como planificación radical o insurgente (Sandercock 1998; Friedmann, 2002; Irazábal, 2008; Miraftab, 2009; Meth, 2010). Esta planeación se ha erigido en una práctica urbanistica de resistencia cada vez más extendida en sociedades sujetas a ideologías neoliberales desde Suráfrica (Miraftab, 2009) hasta buena parte de las ciudades latinoamericanas (Holston, 2009).

La segunda es la planificación comunicativa, basada en las teorías de Jürgen Habermas sobre la acción comunicativa (Healey, 1997; Forester, 1998; Ines, 1995) y que en Colombia ha tomado un corte cohesional bajo la rúbrica de Urbanismo social (Pérez Fernandez, 2010). Ambas vertientes de planeación todavía muestran débilmente la forma en que las mujeres participan en sus procesos.

El trabajo “informal” de las mujeres: de “hacer destino” a hacer la ciudad

“Estar en la casa, domesticaditas, encerraditas, planchando, atendiendo bien al marido, lavando bien la ropita, ¿sí? Eso es “hacer destino” (Lucrecia Ramírez, 2010-03-08). Ramírez llamaba así la atención sobre una de las formas de ser mujer que desde los 1970’s en círculos marxistas ha sido vista como una forma de subsidiar el capital mediante la reproducción de la fuerza de trabajo (Roy, 2001: 115). Esta versión sobre “hacer destino” es naturalmente crítica del trabajo en el hogar o “domestico”, en especial cuando no es remunerado, y que a su vez es considerado muestra de la subordinación de las mujeres en la sociedad patriarcal y capitalista. El carácter subordinado de estas tareas ha estigmatizado el trabajo como “empleada doméstica” que es uno de los oficios más comunes en los que se ocupan las mujeres de los barrios populares. Como “empleadas domésticas” muchas de estas mujeres trabajan asalariadamente además haciendo “destino” en familias de clase media y alta.”

Las mujeres populares han logrado que su trabajo sea reconocido en la constitución de Bolivia (Art.338) donde debe ser valorado y cuantificado (Castro, 2006) como parte de la democratización de las responsabilidades dentro del hogar (Uriona Gamarra, 2010). Pero las mujeres hacen un aporte aún más importante. El carácter subordinado del trabajo remunerado y del trabajo del hogar de las mujeres ha estado encuadrado dentro de una dicotomía entre el trabajo productivo y el reproductivo en las relaciones de capital de nuestras sociedades patriarcales. Sin embargo, las mujeres rompen esa dicotomía cuando su trabajo reproductivo está ligado con “el destino” que las mujeres realizan como productoras del ambiente urbano. En este papel de gestoras las “amas de casa” se distinguen como un sujeto que a la vez que lidera la organización de su familia, se articula con otras amas de casa en la construcción de sus barrios y por tanto de sus ciudades.

En Cochabamba las amas de casa de los barrios encontraron una forma similar de confluir a formarse en el IFFI, Instituto de Formación Femenina Integral. Al igual que Vamos mujer las activistas barriales han hecho uso de esta plataforma formativa para gestar el desarrollo de sus comunidades. Inés Morato, dirigente de mujeres en uno de los barrios de la Zona Sur de Cochabamba, confirma esta relación en los siguientes términos.

“Cuando yo llegué a este sector, créame, con mis hijas estudiando en la universidad, todo este sector era lleno de tierra, esta entrada, las calles, todo eso. Entonces yo como asistía al IFFI, dije: ¡donde hay mujeres nos reunamos! ¿Haber tú qué haces? “Yo pelo maní”, “Yo estoy en mi casa” … Bueno, nos reuniremos, nos inscribiremos. Tenemos que hacer algo como mujeres en este sector. Y ya llegamos a 20 mujeres en el barrio, que pelaban maní, así todos los días se sentaban y las guaguas estaban ahí en abandono, jugando, descalcitos, todo eso. Daba pena. Entonces nos organizamos, trabajamos así con algo del sector política UCS, conseguí de ahí telas, conseguí lanas, baldes, certificados. Las señoras aprendieron a construir edredones, para las camas. Después hicimos un curso de tejidos, para que puedan tejer y vender. Porque eso de pelar también, las manos mucho al contacto del agua hacen daño a la mujer también. Luego hicimos también un taller con Corte y confección. Todos con certificados para que puedan trabajar en cualquier lado las señoras. Y así crecieron estas organizaciones de mujeres. A lo último ya teníamos 76 mujeres ya realizando esos cursos. Luego nosotras nos organizamos en un comité, limpiando el barrio, ya trayendo maquinaria para hacer nivelar, y abriendo las calles, todo eso. De esa manera a mí me eligieron como dirigente del barrio hace seis años se ha realizado primero servicios básicos, luego hemos entrado empedrado. Despuesito del empedrado hemos entrado con asfalto. No le falta una calle de asfalto ahora en mi barrio. Hemos hecho las canchas, cancha múltiple y una cancha de futbol siete. Está con graderías, y todavía tenía este pasto /…/. Es el trabajo que se realiza también desde la iniciativa de las mujeres” (Ines, Cochabamba, 2010-04-25).

Como lo expresa Inés las mujeres inician su organización buscando autonomía económica desarrollando su formación empresarial para luego organizarse para gestionar las mejoras urbanas de su barrio. La manera de activarse socialmente para formarse en aras de promover la gestión del espacio urbano distingue a las amas de casa barriales de las diferentes vertientes de mujeres en las ciudades. Muchas de las actividades puntuales dentro de ese “hacer destino” aludido inicialmente tienen relación directa con el uso del agua, lo que distingue aún más a las amas de casa barriales de otras mujeres por el acceso diferenciado que tienen a los servicios públicos.

Conclusión

En el movimiento feminista, hay propuestas para que las mujeres intenten generar ingresos propios a través de diferentes alternativas como los trueques, ferias, proyectos productivos pequeños. Eso es reconocido por todo el movimiento. Las problemáticas de salud también son reconocidas. Es como transversal a todo el movimiento. Las problemáticas de educación, de violencia contra las mujeres son también transversales. Pero este tema del agua y de los servicios públicos si es un tema que ha sido difícil como de encontrar consenso.

Para reconstruir su ciudadanía ante estas innovaciones neoliberales las mujeres de los barrios populares también construyen infraestructuras alternativas. Tal es el caso de la Asociación de Sistemas Comunitarios de Agua del Sur ASICASUR que con sus 50 organizaciones afiliadas provee agua potable a 150.000 personas de los barrios periurbanos de Cochabamba, convirtiéndose en un ente técnico referencial para el diseño de propuestas conducentes a fortalecer el Servicio Nacional por la Sostenibilidad de Servicios Sanitarios Básicos, SENASBA (UN-Habitat, 2010. En resumen, el trabajo de las mujeres para construir sus barrios, desde su fundación hasta su dotación de servicios públicos, constituye el marco identificador del feminismo barrial, con visos insurgentes que además gesta importantes novedades administrativas que contestan la hegemonía ideológica del neoliberalismo. 

27 April 2022
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