El Imperio Bizantino Y Su Expresión Artística
Introducción
El punto de partida del arte bizantino comienza desde el momento en que esta ciudad se convirtió en la capital del Imperio romano por orden de Constantino, el año 324. Su historia tras la caída del Imperio de Occidente y su labor continuadora de la tradición imperial romana, se expresa en este nuevo orden político y cultural que conocemos como el Imperio Bizantino, la economía, la política exterior y la Iglesia fueron los principales pilares. Desde el punto de vista religioso la Iglesia va a desarrollar un papel fundamental como elemento unificador a todos los niveles.
Desarrollo
El arte creó los espacios suntuosos donde desarrollar la liturgia; exalto la grandeza sobrehumana del emperador y de los dignatarios de la Iglesia; ilustró a través de imágenes la naturaleza divina, y elaboró preciosos objetos en consonancia con el ritual. El arte bizantino fue, por el contrario, un arte prioritariamente místico, cuya función era elevar la mente hacia el plano de lo divino. A través de la contemplación y de la vivencia de lo magnífico, de la constatación física de la grandeza y de la belleza artísticas, el hombre adivinaba la omnipotencia de dios; el icono, la imagen de Dios, las de los santos y la del emperador, fueron el centro de la decoración de murales, de las tablas y de los marfiles.
La evolución del arte bizantino durante el periodo de Justiniano, segunda etapa importante, se refleja en los distintos estilos de los mosaicos; estos varían desde la austeridad de la transfiguración de Cristo, en el ábside de la iglesia monástica de Santa Catalina en el monte Sinaí (Egipto), al cortejo de mártires (mediados del siglo VI) de la basílica de San Apolinar Nuevo, en Ravena (Italia), que recuerdan las procesiones de figuras oferentes del arte antiguo del Oriente. En el año 547 se concluyó, en la iglesia de San Vital de Ravena, una de las series de mosaicos más extensas de la edad de oro de Justiniano. Sus diferentes estilos figurativos aparecen por adaptación a las intenciones temáticas y no por una simple diversidad estilística.
Conclusión
La razón de ser de la arquitectura bizantina no radica en su oposición al arte romano o griego, no está en el exterior, sino el interior: en la arquitectura bizantina la intención se acentúa más en los mármoles, mosaicos y pinturas. Sé remota su origen a la aparición de los templos y palacios persas sasánidas, y así como en occidente la arquitectura cristiana primitiva, evolucionó hacia la fusión de sus formas con el espíritu y modalidades de los pueblos germánicos, la arquitectura cristiana de oriente, la bizantina, siguió un proceso similar y tuvo enorme influencia en el arte y en el ingenio constructivo de la cristiandad.