El Movimiento Artístico Y Cultural Del Renacimiento En Italia En El Siglo Xiv

 El renacimiento es un movimiento artístico y cultural que surge en Italia en el siglo XIV, y cuya principal característica es el renacer de la antigüedad grecolatina. El renacimiento aparece como un movimiento aristocrático, ya que se origina en ciudades comerciales del Mediterráneo (Génova, Milán, Venecia…) impulsado por familias adineradas de la burguesía y la nobleza, como los Medici o los Sforza, que luego se convertirán en mecenas. En Italia el renacimiento tuvo su época de mayor apogeo entre 1490 y 1560, pues, además, tras la caída de Constantinopla muchos eruditos griegos emigraron al país. Durante el siglo XVI la corriente renacentista se extendió por Europa. En España su época de plenitud coincide con los reinados de Carlos V (1517-1556) y Felipe II (1556-1598). Aunque mientras que con el primero se permitió la entrada de un mayor número tendencias europeas (como el erasmismo), debido a la contrarreforma, durante el reinado de Felipe II la entrada de estas corrientes europeas estuvo más limitada, aunque el rey sí que amplió la biblioteca de El Escorial y atrajo a varios intelectuales y artistas.

El reinado de Carlos I en España comenzó en 1517, año en el que heredó la Corona de Aragón y la de Castilla por parte de sus abuelos maternos. Más tarde, en 1520, fue coronado emperador del Sacro Imperio Romano Germánico. Durante todo su reinado, surgen nuevos movimientos intelectuales y culturales como el humanismo y el erasmismo.

El humanismo fue un movimiento cultural e intelectual que arraigó en España a finales del siglo XV y estuvo representado por dos grandes intelectuales españoles, Elio Antonio de Nebrija, autor de la Gramática castellana (1492) y el Cardenal Cisneros, fundador de la Universidad de Alcalá de Henares (1508). Mientras que el erasmismo, siendo esta una corriente humanística, era de un carácter más religioso, y en su momento funcionó como depuradora de las costumbres y ambiente moral de la época extendiéndose a los ámbitos políticos, sociales y culturales. Los flamencos junto a Carlos I fueron fieles seguidores de esta corriente, que se extendió con rapidez entre los intelectuales.

En los últimos años del reinado de Carlos I las ideas innovadoras sufrieron un freno por parte la Inquisición, institución creada en 1474 que consistía en un tribunal eclesiástico que vigilaban que todo el mundo cumpliese las normas religiosas. A partir de ese momento la Iglesia empezó a moldear y a dirigir la cultura en todos sus aspectos. Finalmente, el reinado de Carlos I termina en 1556, cuando se retira al monasterio de Yuste y cede la Corona de España a su hijo Felipe II y el imperio a su hermano Fernando I.

El reinado de Felipe II estuvo principalmente marcado por dos circunstancias. La primera fueron las dificultades económicas como consecuencia del gran imperio que heredó. La segunda, la reforma protestante iniciada por Las 95 Tesis de Lutero. A raíz de la reforma, tras el Concilio de Trento (1545), España lideró un movimiento conservador religioso. La Iglesia, por ende, moldeó la cultura española y creó el llamado Índice de libros prohibidos (1559), una relación de textos que fueron censurados. Se prohibió estudiar en el extranjero y se persiguió cualquier novedad cultural, política o científica. Surgió, además, un movimiento místico y ascético del que se obtuvo una lírica hermosa, cultivada principalmente por Fray Luis de León, San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús.

Durante estos dos reinados, la economía española sufrió fluctuaciones debidas a las riquezas que llegaban de América y las numerosas guerras. Los privilegios de la Mesta (gremio de ganaderos) frenaron el desarrollo de la agricultura, pero no impidieron el desarrollo del comercio y la industria. Estos dos últimos sectores evolucionaron gracias a la burguesía de Flandes e Italia, que se asentó en España para acrecentar su capital.

En esta época la sociedad seguía organizada en estamentos y estaba sujeta a su normativa. La nobleza no trabajaba ni pagaba impuestos, eso lo hacían la burguesía y el pueblo llano, en su mayoría rural. Por otra parte, el clero tenía sus propias divisiones. El alto clero disfrutaba de los privilegios de la nobleza, mientras que el bajo clero sufría las penurias del pueblo. El concepto del honor y la honra, tradicional de la nobleza castellana como herencia de los que reconquistaron los territorios musulmanes, se vio acentuado. Además, como consecuencia de la presencia de la Inquisición se fraguó la idea de la pureza de sangre, dividiendo así a los cristianos entre “viejos” y “nuevos” (dependiendo de si sus antepasados habían sido bautizados en tiempos antiguos o recientes).

La cultura renacentista se caracteriza por un cambio de mentalidad en el que se abandona el teocentrismo, se deja de concebir la vida como un “valle de lágrimas” y se valora más lo terrenal que lo sobrenatural. A parir de esto surgen distintas corrientes ideológicas, siendo la más destacada el humanismo. Las principales características del humanismo son el antropocentrismo (el hombre como centro y medida de todas las cosas), la vuelta a la cultura grecolatina y a los modelos clásicos en el arte, y en el caso de la literatura, la utilización de lenguas vernáculas. Entre otras corrientes de pensamiento de la época se incluyen el erasmismo, que defiende una práctica religiosa verdadera e íntima; el neoplatonismo, que se basa en la exaltación de la belleza terrenal como un reflejo de la belleza divina y el estoicismo, que promueve la vida natural basada en el equilibrio frente a la vida artificial. De estas formas de pensar surge la figura del cortesano, caballero que es hábil tanto en armas como en letras. Este ideal caballeresco de un hombre valiente y refinado fue plasmado por Baltasar de Castiglione en su obra El cortesano, traducida al español por Boscán.

El arte renacentista se caracteriza por buscar la armonía, la perfección, el equilibrio y la belleza. En arquitectura se da mucha importancia a la simplicidad, la proporción y a la creación de espacios diáfanos y abiertos. Además, se utilizan elementos clásicos como columnas o frontones triangulares. En la pintura y la escultura también tiene importancia la proporción y el equilibrio y la mayoría de las obras se centran en la exaltación de la belleza del cuerpo humano (se revive el desnudo) y en el idealismo y la serenidad. Aparte de retratos y obras religiosas uno de los temas más recurrentes es la mitología clásica. Este tema también aparece de forma frecuente en la literatura renacentista, que al igual que las otras artes busca el deleite y la belleza, y lo hace a través del bucolismo (idealización de la vida pastoril), la belleza de la mujer, la sensualidad… y mediante la utilización de tópicos literarios como él carpe diem (disfrutar de la juventud y la belleza) o el locus amoenus (amor idealizado).

14 May 2021
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