Los Padres De La Sociología: Marx, Durkheim
Marx y Durkheim fueron dos de los padres de la sociología, ambos macrosociólogos. Para entender sus enfoques es importantes contextualizarlos a ambos en la Europa Occidental (Alemania y Francia, respectivamente) durante en s. XIX; por ello, entendemos que se ven influidos por la Revolución Industrial, las revoluciones políticas como la Revolución Francesa, el crecimiento urbano en las ciudades y, en general, el cambio en la organización en los nuevas sociedades debido también al eclipse de la comunidad (Gemeinschaft) en pro de la sociedad (Gesellschaft), por el cual —según Tönnies— la Revolución Industrial había debilitado la familia y tradición, fomentando el individualismo. En estas circunstancias, cada uno de los sociólogos desarrolló sus teorías.
La primera diferencia a destacar del enfoque de estos autores es que cada uno se enmarca en un paradigma distinto. Durkheim, dentro del funcionalismo, pone su punto de mira en las regularidades y el funcionamiento de la sociedad, destacando que la sociedad existe más allá de nosotros mismos. En reacción al funcionalismo surge la teoría del conflicto, un marco teórico al que pertenece Marx y que recoge que la sociedad no está dominada por el equilibrio (como defiende el funcionalismo), sino por el conflicto de intereses y las desigualdades. Con lo cual, partiendo de esta distinta base, veremos las diferencias entre estos autores respecto a cuatro puntos: en qué han cambiado las sociedades, por qué cambian, qué las mantiene unidas y hacia dónde van.
Empecemos analizando en qué han cambiado las sociedades. Marx, habiendo pasado gran parte de su vida en Londres, advirtió de primera mano el poder que poseía el sistema de comercio global, ya que las fábricas británicas eran uno de los principales canales de producción. Marx relató que paseando por las calles de aquella ciudad, vio las extremas desigualdades que había: mientras que los empresarios vivían en envidiables condiciones, el resto de personas, la mayoría de la población, trabajaba en circunstancias pésimas con un sueldo escaso. De ahí parte su distinción entre capitalistas, las personas que poseen las fábricas, y los proletarios, los que no las poseen, pero hacen que funcionen. Se dio cuenta de que la sociedad había cambiado con la instauración del capitalismo. Por el contrario, Durkheim pensaba que las sociedades habían cambiado por la división de trabajo y el paso de la solidaridad mecánica a la orgánica. Las sociedades más primitivas y preindustriales se caracterizaban por lo que Durkheim llamó “consciencia colectiva”, gracias a la cual la comunidad se movilizaba en cuanto había una transgresión de las normas o valores; por tanto, la solidaridad característica era la mecánica, por la cual la sociedad se mantenía unida gracias a los valores, creencias y un estilo de vida convencional. En estas sociedades preindustriales no había aún división de trabajo; en cambio en las industriales, la gente ya no se preocupaba tanto por una moralidad compartida, sino por unos lazos sociales fundados en la especialización del trabajo. Es decir, surge una nueva solidaridad, la orgánica, por la cual las sociedades se mantienen cohesionadas gracias al alto nivel de interdependencia de las personas.
En el segundo punto, consistente en por qué cambian las sociedades, Marx revela que indudablemente la economía y el conflicto de clases han sido los factores determinantes. Él mismo afirmó en El Manifiesto Comunista (1848) que la lucha de clases era el “motor de la historia”. Esta lucha de clases se refiere al antagonismo que ha habido entre los intereses de diversos sectores de la sociedad: libres y esclavos, señores feudales y siervos, capitalistas y proletarios, ricos y pobres, etc. Siempre ha existido una mala redistribución de la riqueza. En cambio, Durkheim no hace hincapié en ningún tipo de conflicto, sino que se centra en analizar la división del trabajo como clave para el cambio social, así como la urbanización. Como explica en La división del trabajo social (1893), la densidad dinámica se produce cuando hay un aumento de personas en una zona (gracias a los procesos de urbanización), por lo que se da una mayor interacción entre ella y, eventualmente, permitirá el paso de la solidaridad mecánica a la orgánica.
En cuanto a qué mantienen a las sociedades unidas, Marx asegura que las relaciones de explotación, el conflicto y la dominación por parte de un sector de la sociedad a otro. Los capitalistas minimizan los salarios de los proletarios para maximizar los beneficios. Los únicos lazos que unen a los oprimidos con los opresores son los de explotación. Marx, por tanto, considera un modelo de sociedad que permite mantenerse unido: está formado por la infraestructura, constituido por el sistema económico, y la superestructura, todas las instituciones que se construían sobre la base económica.Es decir, sostuvo que todas las partes de una sociedad operan en concordancia con el sistema económico. Durkheim, por otro lado, consideraba que la cohesión social se debía a ambas solidaridades ya mencionadas, mecánica y orgánica. Asimismo, también daba gran importancia a los actos delictivos como parte fundamental para el funcionamiento y unión de la sociedad, pese a lo paradójico que pueda parecer. Durkheim cree que es necesario que existan, ya que únicamente detectando estos actos perjudiciales, las personas lograrán defender una moralidad común.
Por último, queda preguntarnos hacia dónde se dirigen las sociedades. Marx es de ambos sociólogos el más optimista: según él, inevitablemente los trabajadores adquirirían conciencia de clase, es decir, el reconocimiento de su unión como clase, y abandonarían el sistema capitalista. Por su parte Durkheim, pensaba que en un futuro se resolvería la anomia —falta de una guía moral suficiente para los individuos— y desembocaríamos en una sociedad civil, donde todos los ciudadanos pudieran expresar sus ideas, intereses, creencias, etc.
Lo cierto es que, gracias a que ambos autores tuviesen miradas dispares, ambos enfoques influyeron en la sociología moderna y han permitido dar pie a nuevas teorías y corrientes sociológicas.
