Formas De Obtener Y Definir La Felicidad
Para poder hablar de las formas en las que uno puede obtener la felicidad, hay que definirla. Personalmente, entiendo la felicidad como una sensación de bienestar y calma, que llena a uno de plenitud. Sin embargo, esta también puede presentarse como un sentimiento fortuito e intenso que puede llegar a sobrecoger. Por ejemplo, yo me siento feliz cuando leo un buen libro o veo alguna película y, también, cuando alguien cercano me hace sonreír con alguna tontería.
No considero la felicidad como algo que se pueda alcanzar. Es algo que está ahí y se despierta con estímulos externos y determinados pensamientos.
Sócrates defiende que es el conocimiento del bien el que nos conduce a la práctica de la virtud; y su ejercicio, el que nos otorga felicidad. Si extrapolamos esto a mi postura, podríamos decir que si conocemos aquellas formas de actuar que sentimos correctas y los pensamientos que despiertan una actitud positiva en nosotros (“la virtud”), y las llevamos a cabo, surgirá en nosotros una sensación de bienestar. Nos sentiremos felices.
Epicuro exponía el saber como algo de suma importancia para perseguir la felicidad, la cual, según él, debía basarse en evitar los miedos y satisfacer solo algunos placeres. Se podría decir que el filósofo habla de lo que nos hace realmente felices como los placeres, pero los distingue según su naturalidad y necesidad: animando a perseguir los placeres naturales necesarios y evadir a toda costa los innecesarios. Yo coincido en su postura, que tiene en cuenta los riesgos que uno debe tomar y lo relaciona con la satisfacción de placeres y la felicidad que pueden conllevar. De entre las fobias a evitar, destaco el miedo al fracaso. La felicidad depende del entorno, de eso no hay duda, pero no hay que temer ni sobrevalorar la opinión de otros, pues la felicidad también se halla, y posiblemente más duradera y plena, en el amor propio (autonomía epicureísta) y la paz con uno mismo (ataraxia).
El filósofo alemán, Kant, muestra una idea parecida en su ética. Para él, se debe actuar conforme al deber y solo por respeto al deber, alegando que es la intención lo verdaderamente relevante, ya que cumplir unas normas morales por el “bien social” no tiene por qué hacernos más felices. Ese “respeto” del que habla hacia el propio deber, se puede interpretar como el amor a uno mismo. Actuamos siguiendo unas normas morales por hacer honor a nuestras creencias y eso es lo que nos da felicidad.
Teniendo en cuenta lo dicho anteriormente, puedo decir que para ser feliz debemos obrar siguiendo lo que nos parezca más correcto y buscando la satisfacción de nuestros deseos, pero siempre razonando y valorando lo que arriesgamos y lo que ganaríamos al actuar de una u otra forma.