La Virtud Política de Aristóteles como Camino a la Felicidad

En la Política, Aristóteles estudia las características sociales y políticas que rodean los diferentes tipos de gobierno tratados en el libro y más que darnos un boceto de cómo se vería su Polis ideal, Aristóteles se encarga de establecer las características necesarias para que el hombre logre desarrollarse de la mejor manera en un espacio político-social. Si bien la importancia de la Política de Aristóteles es innegable, a mi parecer encontrándose al mismo nivel que la República de Platón, he encontrado que es ampliamente dudado si el filósofo fue el que terminó el libro o no como tal. Ya que se cuestiona si fue Aristóteles quien acomodó todo como se nos es presentado hoy en día, o de si en realidad el libro está compuesto por una serie de ensayos compilados más adelante por editores. Aunque, para ser justos, este tipo de declaraciones pueden ser vistas en la gran mayoría de obras influyentes del mundo antiguo.

Al hablar de virtud aristotélica, hablamos de la fuente que trata las mejores acciones del alma. Misma que se encarga de hacernos obrar y decidir siempre de la mejor manera a base de prudencia. En cambio, con la política Aristóteles reconoce a grandes rasgos una herramienta que nos ayuda a perseguir la buena vida o vida digna. Podríamos ver el objetivo de la política como el de resolver pacífica y razonablemente los conflictos que puedan llegar a existir entre dos grupos humanos.

Posterior al haber leído la Política, fue de mi atención la inclusión que Aristóteles lleva a cabo principalmente en los libros VII y VIII de la felicidad con el resto de su política. Lo cual me llevo a cuestionar una posible relación entre la virtud política y felicidad que propone Aristóteles. Dicho así, trataré de exponer este posible camino de virtud a felicidad, utilizando evidentemente, la Política de Aristóteles específicamente los libros VII y VIII. Pero para para encontrar la relación entre los dos conceptos aristotélicos, será necesario exponerlos con mayor profundidad, y, para llegar ahí será también necesario explicar a grandes rasgos el panorama que Aristóteles nos marca a lo largo del libro.

Ahora bien, Aristóteles comienza haciendo la distinción del hombre con el resto de los animales. Nos dice que, si bien los animales cuentan con la posibilidad de emitir sonidos para expresar amenaza, por ejemplo, el hombre es el único con logos para reflexionar acerca de lo bueno y lo malo. El hombre es un animal social, es decir, que necesita socialmente de otros para poder sobrevivir. 

“El hombre es el único animal que tiene palabra. Pues la voz es signo del dolor y del placer, y por eso la poseen también los demás animales, porque su naturaleza alcanza a tener sensación de dolor y de placer y a indicárselo los unos a los otros. Pero la palabra es para manifestar lo conveniente y lo perjudicial, así como lo justo y lo injusto. Y esto es lo propio del hombre frente a los demás animales: poseer, solo él, el sentido del bien y del mal, de lo justo y de lo injusto, y de los demás valores” .

La Polis es una comunidad conformada por un grupo de familias que tienden a un bien común, y el gobierno de esta depende de lo que la organización minoritaria imponga a las demás personas. Dentro de las agrupaciones familiares, se dan relaciones como las de amo-esclavo y hombre-mujer. La naturaleza no hace las cosas de manera azarosa, todo tiene una causa de ser. Sin embargo, esto no implica que para Aristóteles no haya azar, sino que significa que la causa final en el fondo es un fin. Es decir, como individuos podemos ser circunstanciales, pero como especie somos un fin. Para Aristóteles es natural el que existan personas nacidas para obedecer y otras para mandar. Dónde el que carezca de razón y únicamente tenga facultades para cumplir ordenes será el esclavo. A pesar de estas distinciones que Aristóteles hace, nos dice que tanto esclavo como amo deben buscar el mismo bien común.

“Puesto que vemos que toda ciudad es una cierta comunidad y que toda comunidad está constituida con miras a algún bien…, es evidente que todas tienden a un cierto bien, pero sobre todo tiende al supremo la superior entre todas y la que incluye a todas las demás. Esta es la llamada ciudad y comunidad cívica.” 

El hombre está conformado por un alma que le sirve para razonar y un cuerpo para obedecer, en el caso del amo, su alma brilla por encima de su cuerpo y en el del esclavo viceversa. Dentro de la administración de la familia el hombre gobierna sobre la mujer, sin embargo, la mujer gobierna sobre los hijos, así como también se encarga de su educación sin importar el género, ya que la edad les da el poder a los padres. Y a pesar de que el hombre y la mujer sean distintos políticamente, ninguno es inferior al otro para Aristóteles.

La característica que hace a un hombre ciudadano no es su procedencia, sino el que cuente con cierto tipo de funciones políticas. Aunque esta definición del ciudadano falla en una Polis muy grande según Aristóteles. El buen ciudadano debe poseer las virtudes, tanto de mando como lo son la prudencia, templanza, valentía, justicia y sabiduría como de súbdito que es la obediencia. Debe saber ser gobernado como saber gobernar a los que los obedecen para que realicen los trabajos, entre éstos se hallan incluidos los artesanos.

Aunque las condiciones que hagan valer a un ciudadano como bueno van a variar con el tipo de gobierno que se maneje en la Polis, por ejemplo, en el modelo aristocrático que Aristóteles presenta, el ciudadano común y corriente no tiene ocupación en los asuntos políticos, ya que estos quedan reservados a la virtud. Virtud que sólo un grupo selecto de personas pueden obtener. En este modelo aristocrático Aristóteles reserva los cargos políticos a hombres buenos y capaces, excluyendo a los filósofos. Esto último debido a que en los filósofos siempre cabe la duda, cosa que un político no puede tener.

“Está bien llamar aristocracia al régimen que hemos descrito en los primeros libros (pues el régimen formado por los ciudadanos absolutamente mejores en virtud, y no buenos en relación con un supuesto determinado, es el único que puede llamarse con justicia aristocracia, pues en él sólo la misma persona es en términos absolutos a la vez hombre bueno y buen ciudadano, mientras que en los demás regímenes los ciudadanos son buenos respecto a su propio régimen).”

Habiendo establecido el panorama general que Aristóteles marca, creo pertinente tratar ahora los libros VII y VII. En el libro VII, el filósofo nos comienza diciendo que de ser muy escasa la población en la Polis, ésta corre el riesgo de perder la autarquía [footnoteRef:5], que no haya suficientes personas para cubrir todos los oficios (reconoce la utilidad y función de cada oficio) y puestos de la comunidad. Por otro lado, de volverse excesiva la población, se vuele imposible controlar a todos y Aristóteles nos dice que una manera de comprobar si este es el caso, es que los ciudadanos ya no se reconozcan los unos a los otros. En cuanto al territorio, nos dice que es conveniente establecer a la Polis cerca del mar.

Sobre la educación nos dice que la prioridad la deben de tener los gobernantes, ya que, debido a su poder es necesario prevenir la maldad en ellos y, como mencionamos anteriormente al hablar de la relación amo-esclavo, los gobernantes no pueden regir sin haber sido antes educados y/o gobernados. En este sentido, Aristóteles ve más injusta la relación entre amo-esclavo que priorizar la educación a unos cuantos, ya que educar a todos no tiene ninguna utilidad. El quitarle la posibilidad de educación a los de escasos recursos no implica el quitarles la oportunidad de crecer económicamente, pero sí la de embellecer. El filósofo antepone el tener buenos carpinteros cumpliendo con su oficio, llevándolos a ser buenos ciudadanos, a hombres educados y buenos.

Por lo que, Aristóteles no relaciona necesariamente la educación con la felicidad, ya que también nos dice que la Polis más perfecta es la que procura la felicidad de todos sus ciudadanos. El vicio y la felicidad nunca deben relacionarse, pues la Polis sólo se beneficia teniendo ciudadanos virtuosos y prudentes. “… que la felicidad consiste en el ejercicio y uso perfecto de la virtud, y eso no condicionalmente, sino absolutamente. Y entiendo por condicionalmente lo que es necesario, y por absolutamente lo que está bien.” 

También nos hace la distinción necesaria entre jóvenes y ancianos. Divide al ser humano en cuerpo y alma, ésta última la divide en racional: logos e irracional: pasiones, voluntades, deseos y apetitos. Dota al anciano de sabiduría, poseyendo un alma racional y lo coloca al mando en el diseño de la Polis. Mientras que a los jóvenes les adjudica la fuerza poseyendo un alma irracional y prevé que se les deben generar hábitos de manera que con la edad desarrollen la sabiduría que poseen los ancianos y penaliza el que tengan un mal vocabulario.

Mientras que, en el libro VIII entra con el ocio y el trabajo. Para Aristóteles, es ocio es preferible ya que es la buena vida y la superación del buen ciudadano. Por lo que la educación que acabamos de analizar debe estar orientada al ocio. Contrario al peso de vagancia que tiene el significado de la palabra ocio en nuestro presente, el ocio griego no tiene nada que ver con la holgazanería, sino con el completar la capacidad humana, alcanzar el fin. Y quizá la virtud podría ser el medio.

“El ocio, en cambio, parece contener en sí mismo el placer, la felicidad y la vida dichosa. Pero esto no pertenece a los que trabajan sino a los que disfrutan de ocio, ya que el que trabaja no hace con vistas a un fin que no posee, mientras que la felicidad es un fin, la cual, a juicio de todos los hombres, no va acompañada de dolor, sino de placer.” 

Pero no debemos emplear el ocio para jugar, porque entonces el jugar se volvería nuestro fin, sino que debemos ver al juego como una herramienta para la relajación del alma aplicándolo moderadamente. Tampoco debemos ver al ocio como un momento en la vida únicamente, sino que debe volverse la vida misma. Dicho de otra manera, debe ser una circunstancia y no un rato de la vida. Para alcanzar este punto, es necesario que el cuerpo se encuentre en paz, por lo que el trabajo debe ser limitado, ya que, de no ser así la persona al final de su jornada regresaría a su casa queriendo únicamente descansar, en vez de buscar cultivarse.

Ahora podemos vislumbrar que la virtud conlleva una práctica constante de los hábitos indicados, la virtud no es la resolución para tener éxito únicamente en circunstancias aisladas y se debe ser firme para no ceder ante los placeres y pasiones. Sino que la virtud es el obrar bien por el bien, me refiero a que la virtud debe llevarnos a tomar las mejores decisiones tanto para nosotros individualmente, como colectivamente para la comunidad en la que nos encontramos. Elegir el justo medio gracias a la razón, de manera que nunca nos dejemos llevar hacia los extremos, ser prudentes. Para Aristóteles la posibilidad de llegar a desarrollar una virtud va a depender de varios aspectos, como el azar o la educación. En tal caso, la virtud no es una cualidad que pueda alcanzar todo el que lo desee.

Entonces la práctica de la virtud debe conducir a la felicidad, pues la felicidad es aquello que se quiere absolutamente, no como medio para algo mejor sino como un fin en sí mismo, es decir, el conseguir la virtud y practicarla más allá de los logros que ésta pueda brindar, nos conduce al camino de la felicidad. Un posible resultado de la felicidad es la independencia. Y por tanto la exigencia para ser feliz se encuentra en el animal racional. En el presente fragmentamos a la felicidad y la pensamos como un estado de ánimo, pero en orden para llevar una vida ejemplar Aristotélica necesitamos que la felicidad sea un constante.

Si bien La Política puede estar cargado de aspectos que hoy en día se le reprocharían inmensamente a Aristóteles, creo que la presentación de la virtud política y felicidad son rasgos a celebrar y que tendrían su razón de bien el aplicarnos en el presente. Al iniciar la lectura encontraba un poco confuso el que filósofos como Platón y Aristóteles invirtieran, lo que debió haber sido años, en escribir una obra que sabían no cambiaría de la manera en que ellos deseaban el mundo en el que vivían. Ahora entiendo que el objetivo de obras como la Política de Aristóteles, consisten en abrir el camino para futuras generaciones, de manera que reflexionemos acerca de nuestra situación.

Bibliografía

  1. La Política. Aristóteles. (1998). Introducción, traducción y notas de Manuela García Valdés. Sánchez Pacheco, 81, Madrid. España. Editorial Gredos, S.A.
01 August 2022
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