Importancia De La Estética Dental En Los Pacientes

La estética es considerada una rama de la filosofía que estudia un tipo especial de experiencia que ciertos objetos logran ocasionar. Estos objetos capaces de despertar experiencias estéticas en nosotros reciben el nombre de objetos estéticos y pueden ser de dos tipos: el objeto artístico, creado artificialmente por el ser humano como una pintura, una sinfonía, una representación teatral, una rehabilitación de la dentición y el objeto natural que no es creación humana como una flor, un paisaje, un rostro o unos dientes.

Sea cual sea su naturaleza, lo que tienen en común es el sentimiento que nos producen ya que nos afectan de forma distinta de como lo hacen los demás objetos prosaicos que nos rodean y los valoramos con implicación emocional e intelectual.

La experiencia estética comprende todas las sensaciones e ideas que se despliegan en nuestro interior cuando escuchamos una pieza musical, leemos un poema, contemplamos un cuadro, vemos una sonrisa o una dentición.

Pero a lo largo de la historia ha ido cambiando la concepción de la belleza y concretamente en la Antigüedad clásica predominó una visión objetivista: la belleza constituye una cualidad que poseen los objetos bellos por armonía. En la Grecia clásica existían modelos ideales de belleza que establecían cuáles debían ser las proporciones y medidas de un cuerpo hermoso. Durante la Edad Media siguió predominando una concepción objetivista, pero por la influencia del cristianismo se pensaba que la belleza era por creación divina y empezó a hacerse una distinción entre belleza material y espiritual. Más tarde, durante el Renacimiento hubo un retorno a la antigüedad clásica y se concibió la belleza como equilibrio y armonía. La naturaleza se convirtió en el auténtico modelo del artista y destaca la aplicación de estudios científicos a la creación artística como se aprecia en las leyes de la perspectiva, que permitían representar fielmente las percepciones del espacio.

Con el tiempo, de acuerdo con la situación sociocultural del momento, se han establecido estándares de belleza. Los antiguos egipcios incrustaron piedras preciosas en sus dientes (3000 a. C.) y los mayas limaron sus dientes para darle diferentes formas (1000 d. C.). En la antigua Roma, los enjuagues bucales, las pastas dentales y los mondadientes eran comunes. Además, los fenicios (800 a. C.) y los etruscos (900 a. C.) tallaron colmillos de animales para que parecieran dientes humanos perdidos, utilizando alambres como medio de fijación en la boca.

Aunque el interés por la estética no generó ningún interés durante la Edad Media, fue en el siglo XVIII cuando hubo un renacimiento de esta disciplina, se descubrió el caucho, favoreciendo la fabricación de prótesis a bajo costo, permitiendo el acceso a tratamientos dentales para la mayoría de la población. Sin embargo, fue en el siglo XX cuando se registraron avances notables en el campo de la odontología estética.

Comprender el dolor de las personas al realizar los procedimientos

Cuando tratamos de entender las experiencias dolorosas de los demás, nos encontramos en el centro de uno de los principales conflictos a lo largo del proceso. No es fácil entender el dolor que la otra persona está experimentando podemos imaginarlo, tratar de interpretarlo, pero nunca sentirlo como propio.

Con respecto al dolor, los dentistas podemos haber comprometido en gran medida menos clínicas y más humanas sobre el sufrimiento. Queremos centrarnos en la doble visión del dolor: lo biológico y lo físico junto con la experiencia espiritual y subjetiva. Aunque puede haber daño corporal obvio, el síntoma no está en este órgano, sino en la intimidad del paciente. Podemos verlo y sentirlo, pero no ocurre lo mismo con la experiencia. Más allá de sus propiedades y descripciones somáticas, el dolor siempre va de la mano con sensibilidades y experiencias que cambian o invalidan la vida del paciente. Como todas las experiencias, el dolor del diente no se puede compartir, transferir o distribuir, solo nos queda recibir la aceptación y comprensión.

Un paciente que recibe malas noticias, por ejemplo, que debe someterse a una extracción dental, no puede tener dolor, pero puede desencadenarse un sufrimiento inesperado. Lo mismo se aplica a los diagnósticos graves, como una enfermedad potencialmente mortal, como el cáncer que altera la vida diaria.es un dolor intenso-agudo, pero de corta duración, no es lo mismo que otro crónico, persistente y continuo presente en la actividad de la persona. Esta variedad de factores hace que la forma personal de enfrentarlo sea más complicada e incluso hace que el dolor sea más difícil. No hay dolor sino una forma de vida diferente.

Las emociones son el motor de nuestras acciones y la falta de empatía hace que la soledad sea más generalizada. Una mala experiencia de un tratamiento dental pasado puede ser suficiente para que ese paciente evite asistir al dentista, aunque lo considere necesario, hará únicamente frente a la situación lo cual no le deje alternativa o escapatoria, y de esta manera se transforma la situación en un callejón sin salida, entre el requerimiento y el íntimo impulso de querer evitarlo.

Los pacientes esperan que el dentista los cure de la enfermedad o el dolor y que se logre la rehabilitación del daño, pero también existe la esperanza de ser bienvenidos en su privacidad, en lo que tiene miedo y la violencia. Los dentistas reaccionan al dolor como síntoma, la experiencia como sufrimiento moral se olvida fácilmente.

La vida, la ocupación y la odontología han experimentado un arte, que se deriva de las sutilezas del artista. El arte del cuidado del paciente, el cuidado y la simpatía se deriva de la capacidad de interpretar los valores y las emociones de los pacientes con pasión dental. La persona que solicita no está dividiendo a las personas, sino que toma a las personas en su conjunto, no a un cuerpo vivo, sino a una persona que constituye racionalidad, espiritualidad y existencia social.

Conclusión

A pesar de todo, la odontología en nuestro país siguió un curso diferente a la británica o americana, donde la figura del sacamuelas perdura hasta el siglo XIX. Por otra parte, el surgimiento de los colegios y academias de cirugía, y de figuras como Pedro Abadíe o Francisco Antonio Peláez sitúan a la odontología como una ciencia reconocida y regulada.

Antes de que existiera el título de dentista, quienes ejercían la profesión dental eran boticarios, barberos, charlatanes y operadores dentales. La odontología, como la medicina y la cirugía eran oficios que se alejaban mucho de los que hoy consideramos ciencias de la salud. Se trataba de un trabajo más manual que teórico, con escasa reputación y falta de conocimiento del público en general. El paso de barberos a dentistas no se habría producido de no ser por el contexto histórico social, donde destaca la Ilustración como movimiento científico y artístico; y la Revolución Industrial que cambió el estilo de vida y la demografía de Europa. Los avances que se producen en esta época sobre odontología pasan del diseño de nuevas prótesis, a tratamientos de infecciones dentales o deformaciones congénitas como el labio leporino, drenaje de abscesos entre otros.

La perspectiva humanista en el proceso de formación dental implica el establecimiento de relaciones respetuosas basadas en la formación ética profesional con un sentido humanista.

17 August 2021
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