Influencia de Las Diferencias Culturales en La Burocratización de La Salud Mapuche en Chile
Introducción
Desde finales del siglo XX, nuestro país Chile, en su funcionamiento estado-nación, ha comenzado a hablar de ‘integración’ e ‘interculturalidad’ con respecto a las relaciones y vínculos que idealmente debiesen generarse con sus pueblos originarios, nos referimos específicamente al pueblo Mapuche. Los programas de salud, entre otros, han sido recurrentes al momento de la supuesta integración de los pueblos indígenas de tradición oral para entablar una relación más estrecha y afable con la occidentalizada sociedad chilena.
Ahora bien, en la época finisecular del Siglo XX y a comienzos del siglo XXI en adelante, se comenzó la construcción de distintos hospitales con el eslogan de la interculturalidad: de nombres, ornamentos, directores, y especialidades inspiradas en lo ‘ Mapuche’. Sin embargo, a pesar de las aparentes “buenas intenciones” del estado chileno, postulamos que este proceso, es decir, el de la institucionalización de la medicina no tradicional, con el discurso de la integración, sería una de tantas reproducciones de las lógicas de dominación, (Según Parsons “los sistemas sociales deben: ejercer al menos un cierto control sobre la conducta potencialmente desintegradora… Si surge un conflicto desintegrador, es necesario que lo controle” Ritzer, G.1993) bajo las cuales se ha organizado históricamente nuestro país, dando paso así al desplazamiento y progresivo silencio de la medicina mapuche y las respectivas tradiciones que la envuelven.
En este escenario, y bajo el alero del paradigma positivista, el cual nos otorga la posibilidad de generar una estructura deductiva-explicativa en nuestro ensayo, nos enfocaremos en desarrollar como idea principal que la integración y la interculturalidad que tanto pregona y por la cual se vanagloria el estado Chileno, no es más que una de las tantas reproducciónes de cómo se ejerce el poder, en su intento de controlar y organizar a su población a un nivel macro mediante el orden social,(según Parsons:“Los sistemas tienden hacia el automantenimiento, que implica el mantenimiento de fronteras y de las relaciones entre las partes y el todo, el control de las variaciones del entorno, y el control de las tendencias de cambio del sistema desde su interior”. Ritzer, G. 1993) el sistema neoliberal y el mundo globalizado. Se hace una especie de exclusión social hacia aquellos que no se guíen por las estructuras sociales establecidas. (Para Durkheim…”su mayor preocupación fue la influencia de las grandes estructuras de la sociedad, y de la sociedad misma, sobre los pensamientos y acciones de los individuos. Ritzer,G.1993)
Los supuestos hospitales Mapuches no representan en lo absoluto lo que significan las prácticas de sanación de este pueblo, por lo que nos es lógico pensar que con la institucionalización de la Medicina Mapuche se produciría (si es que ya no está sucediendo) la homogenización de su conocimiento, en una fusión híbrida y para nada representativa de esta cultura.
Los procesos que dieron origen a la actual organización del poder del estado chileno
Los procesos de modernidad y colonización, iniciados aproximadamente a fines del siglo XV, han traído múltiples consecuencias, en su mayoría negativas y perjudiciales para todos aquellos pueblos originarios; los cuales algunos se han resistido a adherirse al proyecto modernizador iniciado por las potencias europeas y globalistas, en su afán de buscar riquezas y colonizar pueblos. Dicho proyecto finalizó hace siglos, sin embargo, este se ha arrastrado hasta la actualidad. Un ejemplo claro de ello, ha sido mediante las lógicas de dominación que siguen muchos de los estados nacionales; siendo uno de estos nuestro país estado nación Chile. Sobre todo con sus pueblos originarios: específicamente del pueblo Mapuche, nos basaremos en cómo se ha intentado por parte del estado el institucionalizar la medicina mapuche, mediante la inserción de programas de interculturalidad. “Se entiende por interculturalidad como proyecto político, social y epistemológico, construido socialmente, que emerge del conflicto de poder en el que se confrontan procesos y prácticas de diferenciación y subalternización de los pueblos indígenas, y procesos y prácticas de resistencia.” (Diez, 2004).
Cuando hablamos de adherir, nos referimos a nivel de conciencia y de las lógicas bajo las cuales se impuso todo aquel conocimiento y aprendizaje occidental en base a una posición etnocentrista europea; en un continente que tenía su propia cultura autónoma, independiente y sobre todo libre en cuanto a la solidaridad orgánica. Muy tristemente, se vió inmersa en un proyecto extranjero que practicó coerción mediante el uso de la fuerza y la irrupción del cristianismo. Una idea que descansaba en la superioridad del hombre blanco proveniente de Europa, quien se impuso como un hombre avanzado. Asignando así, que sus prácticas culturales eran las idóneas, y que en consecuencia, todo pueblo que hubo de ser conquistado por ellos, debía seguir su ejemplo para formar parte así de aquel hombre moderno: un ser “racional” y “moral”. En contraste de aquel hombre indígena que vivía una relación estrecha con la naturaleza.
Actualmente las lógicas eurocentristas instauradas e iniciadas con el proyecto modernizador, se siguen reproduciendo. El funcionamiento de los órganos gubernamentales del estado chileno siguen las pautas de dominación, las cuales se puede observar mediante el trato que tiene el estado chileno con el pueblo mapuche, cultura que pese a la resistencia, termina por insertarse en una sociedad moderna.
El sistema capitalista de nuestro país sigue el camino del ‘progreso’ a través de distintas empresas
“El modo de producción capitalista, sostenido en el libre mercado y el derecho de propiedad, la burguesía como sujeto histórico, la industrialización y la técnica como factor productivo, la ciencia como forma de búsqueda y validación del conocimiento, la urbanización como modelo de organización social y los sistemas políticos más o menos democrático, más o menos estables, instituidos en la fórmula del Estado Nación representa, en términos generales, los principales focos de conflicto que emergen con la modernidad.” (Caniuqueo, S. Levil, R. Marimán, P. Millalén, 2006).
Se habla de integración de los pueblos originarios, cuando lo que intenta el estado Chileno (a nuestro parecer) no es la integración; sino más bien, la homogeneización del pueblo mapuche hasta que se pierda en el reductor mundo de la cultura occidental. Todo sistema debe regular la interrelación entre sus partes constituyentes (Parsons). Claramente el sistema no puede regular e integrar las partes de la institucionalidad chilena y la cosmovisión mapuche. (en este caso existe una exclusión social).
A pesar de los grandes esfuerzos que ha hecho nuestra sociedad en promover todas sus ideas vacías con respecto a su ideal progreso y, aunque ha tenido mucha adherencia del pueblo chileno, la noción de su interculturalidad con la apertura de hospitales con esta idea que se funda supuestamente en lo Mapuche, no es más que una fachada para apantallar un objetivo que va mucho más allá de una interculturalidad (La cual no se da). Hay que aclarar que un hospital Mapuche, funciona de la misma manera que uno de origen Chileno. La ‘gran’ diferencia se ve en su infraestructura y elementos ornamentales, y desde luego, en su discurso ‘intercultural’; en otras palabras, un hospital intercultural a nivel de funcionamiento es igual a cualquier otro hospital público en Chile. (Parsons: “el sistema debe tolerar cierta variación, cierta desviación. Un sistema social flexible es más fuerte que uno rígido que no acepta la desviación. Finalmente, el sistema social debe proporcionar una amplia serie de oportunidades de rol que permita la expresión de las diferentes personalidades sin amenazar la integridad del sistema.” Ritzer, G.1993)
Los Mecanismo de poder en el análisis de la interculturalidad
La organización del poder influye directamente en la organización de la vida, y desde luego, en la creación de los hospitales interculturales. Los cuales no serían más que una de las tantas creaciones del estado chileno y que son ejemplo de cómo se ejerce el poder.
Lo que nos interesa a través de este análisis superficial de los conceptos que utilizaron los teóricos sociológicos representantes del positivismo, en su intento por comprender la sociedad, dan forma a las estructuras de poder que limitan el accionar de toda la población, sobre todo aquellos habitantes que no siguen mayormente dichas estructuras, situación que genera las actuales problemáticas asociadas al proyecto intercultural.
El estado Chileno que funciona en base a la norma capitalista, no le sería conveniente en cuanto a su nivel organizativo que se desarrollen de manera autónoma todas aquellas prácticas culturales que no se acomoden a la actual norma, por esta razón los sistemas burocráticos buscarían homogenizar todos aquellos hechos sociales (“Lo que para los sociólogos son hoy en día las normas y los valores, o en términos más generales la cultura, son ejemplos adecuados de lo que Durkheim quería decir con hechos sociales inmateriales” Ritzer,G.1993) que estuviesen ganando terreno fuera de lo tradicionalmente aceptado, o en otras palabras, que no forman parte en este caso de la medicina y tradición oficial. Al estado le interesaría finalmente que todo el conocimiento y las prácticas fueran idealmente más homogéneas en su territorio, pues de esta forma les es más fácil moldearlas, acorde a sus necesidades.
El sistema neoliberal, bajo los cuales se posicionan los hospitales interculturales, destruye la tradición mapuche, la machi es sacada de su contexto y trasladada a un box, para realizar lo que escasamente podría aspirar a ser un ritual de sanación propio de su cultura, este hecho, es uno de los tantos ejemplos bajo los cuales la burocracia Chilena está reproduciendo lógicas dominantes de su poder e incrementando, en consecuencia, mayor desigualdades e injusticias.
En este caso se da una circunstancia de exclusión social en el intento de incluir una cultura originaria, estos cambios culturales ocurren en un proceso de globalización.
Modelos médicos
En un sistema médico no sólo el curador establece el conocimiento y actúa a partir de él, sino que también es el grupo social quienes validan los saberes médicos: “el saber de todo curador inevitablemente se aplica sobre sujetos y grupos, y es el saber del grupo el que articula las representaciones y prácticas recibidas del saber médico, a partir de las representaciones y prácticas que dichos sujetos y grupos manejan” (Menéndez, 1994).
Los contextos actuales de sociedades tradicionales e indígenas, han sido resultado de la permeabilidad de las fronteras culturales, es decir, se evidencian prácticas culturales que han cambiado, o han mutado, en el permanente contacto con otras culturas. Tales contactos han generado sin duda un contexto de desigualdad sociopolítica donde los opresores han sido eternamente la sociedad occidental moderna, y donde los oprimidos han sido y siguen siendo las sociedades indígenas y minoritarias.
Es importante considerar estos supuestos, sobre todo hoy día, donde el contacto entre la sociedad occidental y las sociedades tradicionales provocan un impacto recíproco, pero desigual. Son relaciones de poder, de dominación de una sobre la otra donde, como mencionamos al principio, los dominados siempre han sido las sociedades indígenas (y/o tradicionales). Este impacto no es sólo a nivel político y económico. Se basa en las diferencias estructurales e ideológicas que conforman la esencia de cada una de estas sociedades. En estos puntos existen relaciones de poder.
Este poder, es un manto que cubre a la naturaleza desde un determinado prisma cultural: de dominación o no. El interés de las sociedades capitalistas por aportar algunos recursos a las sociedades tradicionales en función de las necesidades (salud, educación, comercio, etcétera) que ellas mismas (las capitalistas) han provocado, están proyectadas desde una idea integracionista, donde el interés medular está puesto como señalan los funcionalistas estructurales “en una sociedad estable, que solo es posible por el hecho de que los actores operan con orientaciones comunes, un conjunto compartido y articulado de metas, ya que si las personas persiguieran muchas metas diferentes e inconexas, el caos haría imposible la existencia de la sociedad” (Ritzer,G.1993)
Lograr entender cómo funciona el sistema medicinal mapuche no es tarea fácil, son muchas las causas del por qué no encaja con las formas medicinales tradicionales occidental, entre la cual podemos destacar el “determinismo cultural” de Parson, quien le otorga un carácter bastante singular a la cultura definiéndola como “la capacidad de controlar los otros sistemas de acción” (Ritzer,G. 1993) Es decir darle una mayor relevancia al sistema ya establecido, en este caso la forma tradicional de medicina anteriormente nombrada por sobre la medicina mapuche.
El primer programa de salud intercultural en Chile nace en el año 1992, nos referimos al programa de desarrollo integral para comunidades indígenas, más conocido como Orígenes. Éste contempló entre sus objetivos fortalecer la medicina indígena y promover la construcción de modelos de atención intercultural. Uno de estos programas fue el Programa de Salud con Población Mapuche (PROMAP). Aunque sus formas no han calzado con las formas de sanación tradicional mapuche, más bien sólo han sido estructuras burocráticas estatales de salud pública como cualquier centro de atención de salud en general.
A partir de la burocratización estatal de la salud, en este caso intercultural, ayudada internacionalmente por la Organización Panamericana de la salud, y a la vez cumpliendo el Convenio N° 169 de la OIT del año 1989 que se expresa específicamente a favor de la protección y fomento de los conocimientos medicinales de los pueblos indígenas. Los problemas como falta de participación, desigualdad en los recursos, carencia de lenguaje común, no aceptación de la diversidad, paternalismo institucional, relación asimétrica y una difícil relación con los médicos tradicionales, se ha visto reflejado hasta el presente.
No hay espacio para las dimensiones sagradas y rituales involucradas en los sistemas de sanación indígena. Este hecho marca el punto de partida para la aculturación entre estas dos tradiciones; la Mapuche y la Chilena. Donde la cultura mapuche se ha visto inmersa dentro de las prácticas culturales que realiza la biomedicina moderna, la cual funciona y se estructura en torno a los modelos económicos neoliberales. Estas prácticas no tienen relación alguna con la medicina de tipo no tradicional, pues sus objetivos y finalidades son considerablemente distintas a las que se desarrollan dentro de las comunes prácticas occidentales. Existe un cambio cultural en ese sentido.
Conclusiones
Muchas son los problemas a solucionar en el sistema médico con su marcado modelo occidental, el cual no logra crear una sólida integración al pueblo mapuche con los modelos interculturales que se han instalado en muchos servicios médicos hoy en día. Creemos que estos programas han nacido sólo por los reclamos y demandas históricas del pueblo mapuche, y en respuesta sólo han sido pésimas soluciones de integración, con una mala gestión a cargo de los gobiernos, que sólo vela principalmente los intereses capitalistas y modernos.
El camino a una verdadera integración no es una tarea fácil, tampoco ha sido del todo malo, falta entablar un verdadero diálogo y que ambas partes queden conformes, no se trata quizás de sólo institucionalizar la medicina tradicional mapuche, si no mas bien que la sociedad chilena y los agentes médicos reconozcan la sabiduría ancestral de esta medicina que es distinta y como parte de sus tratamientos integra a medicina natural. Estas prácticas sólo funcionan dentro de las tradiciones mapuches, llevarlas a un establecimiento sería imposible como han sido muchos los casos en este contexto. Es decir, no se puede mirar sólo desde lo macro, son muchas los puntos a tratar, que se deben comprender desde un punto de vista mas cercano y realista, considerando los significados que les dan a su medicina el pueblo mapuche. Los enfermos y los sanadores son personas y el sistema de salud debe mejorar, sobre todo en este contexto, con los pueblos originarios. Si bien sus formas de llevar a cabo las curaciones y sanaciones no sean reconocidas dentro de lo formal u oficial, no son menos importantes u óptimas para la sanación de las personas enfermas.
La sociedad occidental moderna no sólo ha construido el “tercer mundo” si no que lo mantiene hasta el día de hoy. Está incrustado de tal manera en el pensamiento colectivo de las sociedades, que los conflictos, necesidades, negligencias del estado, pasan desapercibidas por la mayoría de los sujetos. El sistema médico occidental se ha instaurado como el sistema médico oficial en casi todo el mundo, todos los países tienen médicos tradicionales apegados al modelo biomédico moderno, y especialistas o agentes médicos propios del modelo médico occidental, lo cual hace que el poder que ejercen sobre los sistemas médicos no oficiales sea descomunal, es decir, el sistema médico mapuche tiene un camino muy largo por recorrer, pues una cosa es que el estado implemente servicios de salud pertinentes a las culturas indígenas, y otra es que estos sistemas sean validados y respetados por quienes ejercen como agentes médicos dentro del sistema de salud oficial.
Bibliografía
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