Jazz, Sonido Que Transformó La Forma De Escuchar Música
En las primeras dos décadas del siglo XX, surgió en Estados Unidos un sonido que transformó la forma de escuchar música. Sus ritmos y la expresividad de su fraseo se remontaban a Africa, y sonaba fresco, dinámico, insistente. El mundo despertó al jazz en 1917, año en el que se grabaron los primeros discos de la Original Dixieland Jazz Band, pero aquella música llevaba mucho tiempo cociéndose. Las células con las que se formó el embrión se encontraban en las iglesias negras, en los blues rurales, en la música campesina del sur, en el boogie de los pianos de bares y estaciones de tren, en la energía rítmica y la elegancia pianística del ragtime (en los primeros años del siglo XX alcanzó una enorme popularidad y dominaba la música y el baile), en las bandas de desfiles y funerales y en los pianos de los burdeles. Estas semillas existían en muchos lugares de Estados Unidos, pero especialmente en Nueva Orleans.
De la música religiosa de las iglesias negras (Góspel) al blues, ragtime, jazz y boogie-woogie, así como de la música campesina al country incluyen muchas décadas y muchos músicos y acontecimientos. Con la finalidad de hacerlo un poco mas reducido, vamos a enumerar cronológicamente los acontecimientos y personas mas relevantes que hicieron posible la evolución de la música estadounidense, desde los años 30 a finales de los 50, al acontecimiento musical, social y cultural mas importe del siglo XX: el Rock and roll.
El swing es un estilo de jazz que se popularizó durante la década de los 30 y que se caracteriza por un aumento en la cantidad y variedad de instrumentos utilizados para formar las llamadas “Big Bands”.
El swing es una música compuesta, aunque con un pequeño espacio para la improvisación, y cuidadosamente orquestada; estableciendo a menudo fuertes contrastes entre los metales (trompetas y trombones) y los instrumentos de caña (clarinetes y saxofones). Se toca con suavidad y con un leve rubato (“swing” rítmico), aunque con una cuidadosa precisión de conjunto. Otra característica del estilo del swing es el riff, una frase melódica o armónica que se desplaza de sección en sección. En fin, un sonido electrizante que pone a bailar a cualquiera.
Con la canción de Duke Ellington de 1932 “It Don’t Mean a Thing (If It Ain’t Got That Swing)” empieza una época dorada para las big band. Porque a pesar de la crisis (todavía no se habían recuperado de la caída de la bolsa de Nueva York de 1929), el público seguía reclamando espectáculos y una nueva generación demostró que lo que le interesaba era hacer lo que fuera para ignorar la depresión y pasarlo bien bailando con orquestas de swing.
El swing devolvió una energía juvenil a la música popular estadounidense. Su público principal consistió, inicialmente, en adultos en edad universitaria y adolescentes, el swing fue una música emocionante, impetuosa y vital; inspirada en la estética negra y en consonancia con el creciente optimismo de una nación que emerge de una devastadora depresión económica.
Estas bandas vinieron acompañadas de un puñado de brillantes solistas instrumentales, capaces de contar historias cada vez mas complejas sobre la carga rítmica de las orquestas. El swing, en los años treinta, llegó a convertirse en sinónimo de jazz.
Al principio, sus actuaciones estaban limitadas a los salones de grandes hoteles, que buscaban ser también parte de esa modernidad que el jazz tenía, pero muy pronto las salas de concierto comenzaron a llenarse de un público consciente de que estaban viendo a los creadores de un nuevo género musical.
Mientras las grandes formaciones de swing llegaban a las masas, la autoproclamada elite del jazz se mantenía aparte. Rechazaban las big bands como una distorsión comercial, y afirmaban que el autentico jazz era improvisado y en pequeños grupos, cuyas raíces se remontaban a finales de los años veinte.
El racismo vigente en Estados Unidos también se reflejaba en la música, por lo que se hicieron dos tendencias en el desarrollo del swing. A principios de los 30 los blancos comenzaron a estudiar e imitar la cultura negra con mayor pasión y en mayor cantidad, por lo que el jazz abrió la puerta a muchos músicos blancos que comenzaron a gozar del éxito en la competitiva sociedad estadounidense. Las bandas blancas que mas sobresalieron en Nueva York fueron, entre otras: las de Benny Goodman y Artie Shaw pero muy influenciadas por la importancia de Fletcher Henderson en el desarrollo del Swing.
En agosto de 1935, la banda de Goodman, tocó en el Palomar Ballroom de Los Angeles. Goodman comenzó la actuación con música de baile suave, y el público, compuesto mayoritariamente por universitarios, se quedó frío. A la desesperada, interpretó la versión realizada por Henderson de “King Porter Stomp”. El público enloqueció. Había llegado el momento comercial de una gran banda de jazz al estilo negro, vigorosa y electrizante. Después de la actuación en el Palomar Ballroom, la orquesta de Goodman comenzó una ascensión espectacular que la convirtió en una de las bandas mas populares del país.
También, poco a poco, el jazz negro dejó de ser música folclórica para convertirse en música popular. Hay que recordar que el jazz fue constantemente demonizado por la prensa a partir de los primeros años veinte. Eran muchos quienes percibían el jazz como síntoma de un generalizado declive moral, demencia y sexo; asociándolo con la drogadicción, el alcoholismo, las enfermedades venéreas, el juego y el crimen organizado. Un artículo, en un periódico de Chicago, al término de la primera guerra mundial resulta muy ilustrativo al respecto:
“El jazz, motivo de perdición, afirman los reformistas. El desastre moral se cierne sobre centenares de muchachas americanas sometidas al efecto desquiciante, patológico y lascivo de la música de jazz, afirmó un portavoz de la Asociación de Vigilancia de Illinois. Dicha asociación considera que solo en Chicago mas de un millar de mujeres han sido víctimas del jazz en los dos últimos años. Esta música neurótica e insidiosa que acompaña a baile moderno se cobra sus víctimas tanto en las pequeñas ciudades rurales como en la metrópolis, en los hogares pobres tanto como en las mansiones acomodadas. Esta música degradante ya no es reducto de tugurios de mala reputación, sino que se ha extendido a las fiestas escolares, a los hoteles de lujo y a los círculos de la alta sociedad”.
No obstante, para muchos músicos de color el jazz era un vehículo para triunfar en la sociedad americana, el camino hacia el éxito económico, la mejora del nivel social y el reconocimiento público. Dentro de Las bandas negras hubo dos sonidos característicos, las de Nueva York hacían un swing mas vinculado al blues, entre otras, la de Cab Calloway, Jimmie Lundeford y la famosa de Chick Webb, orquesta principal del Savoy Ballroom de Harlem, una sala de baile para 4.000 personas donde blancos y negros, a pesar del racismo existente, se divertían bailando el Lindy Hop. Sin embargo, la principal banda de la época y de las posteriores, fue la de Duke Ellington.