Juventud Pasiva: Apatía Política en Jóvenes Mexicanos
Después de la Revolución Mexicana nació la idea de que México era para los mexicanos, hecho que marcó la identidad del ciudadano y reforzó el nacionalismo. Esta tendencia de mantener una relación estrecha entre pueblo y gobierno se mantuvo por varias generaciones, pero con el paso del tiempo se comenzaron a tener más fricciones. Un ejemplo claro de esto fue el movimiento del 68: durante el mandato de Gustavo Díaz Ordaz, se estaban terminando los preparativos para los juegos olímpicos y las manifestaciones estudiantiles representaron una amenaza para el aparente orden del país, por lo que se optó por una brutal represión.
En los años setenta aumentaron los problemas económicos, la devaluación del peso fue incrementando, por lo que, se cambió el sistema económico conservador a uno de intercambio internacional, que se aproximaba cada vez más al sistema neoliberal. La globalización era un hecho en donde la apertura al mercado internacional ya no era opción, sino una acción necesaria. El impacto de este fenómeno no sólo fue económico, también lo fue en el sentido social y cultural, en donde los ideales de las próximas generaciones comenzaron a cambiar por la influencia de las TIC, como el internet y las redes sociales. Por lo tanto, al verse difuminadas las fronteras como efecto de la globalización, los jóvenes disminuyeron aún más su participación política y su sentimiento de identidad nacional.
Entonces, podemos decir que hace décadas, los jóvenes eran considerados protagonistas de movimientos sociales, siempre al tanto de procesos de cambio de gobierno y defensa de la democracia. Actualmente, como lo muestran las cifras de la Encuesta Nacional de Valores en Juventud 2012 sobre los temas políticos: al 46% de los participantes les importa “poco” y al 43.2% “nada” (Anexo 1). Dicha apatía presenta múltiples causas.
Por lo que, en el presente texto, se enfocará a tres aspectos: la educación cívica impartida en México, la desconfianza que los jóvenes tienen hacia los gobernantes e instituciones políticas y las alternativas para ser activos políticamente, más allá del voto.
El objetivo que se ha dado en estos últimos años a la educación cívica fue el de transmitir conocimientos teóricos como: los valores importantes en nuestra sociedad, el conocimiento de los símbolos patrios y el voto como principal medio para participar en la democracia. Ciertamente, los programas académicos se basan en la importancia de los atributos del buen ciudadano, pero esto, no ha resultado ser la mejor forma de transmitir una cultura política; según González (2009) es el resultado de la construcción que las personas hacen al internalizar el sistema político en creencias, sentimientos, concepciones y valoraciones. En otras palabras, estos programas no han logrado que el estudiante dimensione la importancia que tiene la participación política.
El interés en la política parece estar determinado también por el nivel de escolaridad, según la ENJ 2012, nos encontramos una relación proporcional donde a mayor nivel de estudios que tiene una persona, es mayor el interés que tendrá en la política. Por lo tanto, el grado de nivel de estudio en un joven determinará su interés en la política. ¿Por qué existe esta relación? Porque sabemos que para formar un buen criterio se necesita tener acceso a información de diversas fuentes para crear un juicio propio y tener elecciones personales, no simplemente seguir a la mayoría. De este modo, la falta de comprensión de los asuntos públicos por parte de los ciudadanos más jóvenes y con un menor grado escolar, se traduce en apatía política al no contar con las herramientas suficientes para definir sus propias posturas políticas.
A pesar de que en México se imparte la educación cívica desde los niveles educativos primarios y secundarios, se presentan altos niveles de criminalidad, violencia y corrupción, en donde incluso las instituciones públicas pierden su efectividad. No se ha resuelto el problema de la corrupción ni el de la desigualdad social, la corrupción ya se ha vuelto parte de la vida cotidiana, donde se busca ayudar a nuestra familia, pareja y amigos a pesar de que sea a través de una injusticia. ¿Cuántas personas conocemos que no hayan metido a un amigo a la fila en vez de pedirle que se forme en el lugar que le corresponde? Con esto también podríamos afirmar que los principios básicos de la educación cívica en México no se llevan a la práctica.
Ahora bien, algo que tienen en común todos los sectores de la población joven, es que afirman que no se interesan en la política por la desconfianza hacia estos representantes. Perciben al sistema político plagado de personas deshonestas, incapaces de responder a sus demandas como lo son la paz, la protección al medio ambiente y el respeto a los indígenas (Anexo 2). Para Echaide (2007), esta desconfianza nace de una historia como país llena de corrupción, traiciones y leyes que favorecen a una minoría privilegiada y llena de poder. Como consecuencia, no existe una impresión de que participando activamente en la democracia se pueda lograr un bienestar social o un cambio significativo en el rumbo del país.
Por ejemplo, al momento de votar, según los participantes de la Encuesta Nacional de Valores en Juventud, los jóvenes ejercen este derecho, ya sea por presión social o para respaldar el proceso democrático, porque a pesar de no interesarse en la política formal, coinciden en que es una obligación como sujetos inmersos en la sociedad (Anexo 3) pero no consideran importante su voto, o que este voto realmente contribuya al cambio, ya que existe mucha corrupción como el caso de la compra de votos, por lo que algunos optan por hacerlo nulo y en el peor de los casos, que penosamente son mayoría, se realiza la votación sin haberse informado sobre los representantes y sus propuestas, sin contar con un buen criterio para elegir la mejor opción de acuerdo a sus intereses.
Los jóvenes mexicanos no buscan la afiliación a un partido, no existe el sentido de pertenencia en cuestión de ideales; y si bien es cierto, que los partidos políticos actuales son flexibles en cuanto a sus principios, los jóvenes no se preocupan por la ideología o corriente política de un partido, se limitan a conocerlo a través de los medios de comunicación, como televisión y redes sociales, sin revisar a conciencia sus propuestas, intenciones, candidatos y su historia.
Y a propósito de informarse a través de la televisión y redes sociales, podemos decir que utilizar estos puede ser peligroso, ya que, en el caso de las redes sociales, al no contar con un buen criterio se puede caer fácilmente en las fake news que no tienen otro propósito más que causar morbo y amarillismo. En el caso de la televisión, muchas veces la información transmitida no es la más objetiva y se tiene como finalidad minimizar problemáticas sociales, se ocultan hechos, por lo que es mejor leer información de diversas fuentes para encontrar la veracidad de los acontecimientos o al menos contar con un panorama más amplio para poder sacar conclusiones propias.
Como ya se mencionó anteriormente, no ha de ser sorpresa que en las instituciones políticas la gente no confíe, en especial los jóvenes, pero lo interesante es que hay una actitud pasiva y conformista hacia la política nacional e internacional, donde los jóvenes no se preocupan por estar informados de las decisiones gubernamentales, pero si quieren manifestar sus inconformidades, lo hacen de la manera informal, protestando, cerrando calles y causando desorden público, en lugar de seguir el procedimiento de una institución formal. Esto no quiere decir que las protestan no funcionen, sabemos que son de suma importancia para visibilizar las problemáticas sociales, para causar incomodidades que pueden servir de algún modo, pero siguiendo protocolos de una institución hay mayor probabilidad de que se genere un cambio.
Ahora bien, ante el problema de la desconfianza hacia instituciones, se pueden recurrir a otras alternativas. El Índice de Participación Nacional Juvenil 2017 los datos muestran que 7 de cada 10 personas involucradas en Organizaciones de la Sociedad Civil (ONS) son jóvenes, mientras que en los partidos políticos únicamente 1 de cada 10 personas son jóvenes, y 0 de 10 son tomadores de decisiones. Las ONS las define Schmitter (1992) como un conjunto de actores que en los hechos hacen política más allá́ de la esfera de las instituciones y prácticas de la democracia territorial clásica. Ante este panorama podemos decir, que hay sectores de la población joven en la que sí existe un interés hacia asuntos públicos, pero al verse poco representados por los políticos, recurren a otras formas de participación en las que el Estado no se involucra.
Y esto nos lleva a otro punto, hacen falta más espacios en donde los jóvenes puedan expresar sus opiniones, dialogar y organizarse colectivamente, ya que el voto no es la única forma de hacer valer la democracia. La importancia de esto reside en que, creando espacios, se tiene la oportunidad de generar un cambio, y aunque puedan parecer pequeños o poco significativos, en conjunto resultan un buen ejercicio de la práctica democrática.
Concluyendo, podemos decir que la educación cívica se debe plantear en situaciones realistas, no se le puede enseñar a las próximas generaciones a ser activas dentro de la ciudadanía, cuando ninguno de los conceptos aprendidos en civismo se acerca a su entorno social. El programa de la educación cívica no debe omitir las problemáticas sociales del país, es importante recalcar el papel del ciudadano en la resolución de los problemas, no solamente a través del voto, sino por medio de la participación, cuestionamiento, diálogo, debate e investigación de las soluciones propuestas.
Desde luego, es tarea de todos contribuir a que exista una cultura política, nuestro deber como ciudadanos es mantenernos actualizados en los acontecimientos, no solo de nuestro país sino de todo el mundo. Por ejemplo, deberíamos leer por lo menos una vez al día las noticias de distintas fuentes para así poder comparar y obtener una visión más objetiva del acontecimiento.
Debemos participar activamente en las decisiones políticas, empezando desde nuestras comunidades. Si no existe una credibilidad hacia las instituciones públicas, una alternativa que expusimos son las Organizaciones de la Sociedad Civil, factor importante para brindarle atención a las demandas sociales de las minorías cuando el Estado falla. Lo importante es no quedarse como miembro pasivo de la sociedad, culpando siempre a terceros por las problemáticas actuales.
Referencias:
- Instituto Mexicano de la Juventud, Área de Investigación Aplicada y Opinión del Instituto de Investigaciones Jurídicas, UNAM. Encuesta Nacional de Valores en Juventud 2012. Recuperado de: https://archivos.juridicas.unam.mx/www/bjv/libros/7/3221/19.pdf, el 23 de octubre de 2019.
- González, R. (2009). La cultura política, una mediación en la formación ciudadana desde la escuela. Recuperado de: http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1665-109X2009000200007, el 29 de octubre de 2019
- Echaide, E. (2007). El porqué de la apatía política de la juventud en México. Recuperado de: https://www.marketingpolitico.com.mx/NOTAS/Echaide_feb07.htm, el 27 de octubre de 2019.
- Ollin, Jóvenes en Movimiento. Índice nacional de participación juvenil 2017. Recuperado de: http://ollinac.org/indice-nacional/, el 23 de octubre de 2019.
- Chávez, Gonzáles (2018). Las Organizaciones de la Sociedad Civil en México. Recuperado de: https://www.comecso.com/wp-content/uploads/2018/12/Cuaderno_LFFAROSC_IBD.pdf, el 27 de octubre de 2019
- Fernández, M. (2008). Desafección política juvenil: Desconfianza, desinterés y abstencionismo. Recuperado de: http://www.difusioncultural.uam.mx/casadeltiempo/18_iv_abr_2009/casa_del_tiempo_eIV_num18_83_89.pdf,el 28 de octubre de 2019.
- García, S. (2019). Tres preguntas para entender las carencias de la educación cívica mexicana. Recuperado de: https://observatorio.tec.mx/edu-news/civismo-educacion el 28 de octubre de 2019.
- Amador, J. (2018). Educación cívica y autoritarismo. Recuperado de: https://www.proceso.com.mx/531802/educacion-civica-y-autoritarismo el 29 de octubre de 2019.