La Guerra Fría y el Nuevo Orden Mundial

Introducción

Con el fin de la Guerra Fría, el desarrollo de la Perestroika y la intervención de la OTAN, se hace necesario el establecimiento de un nuevo orden económico internacional como requisito previo para el desarrollo de unas relaciones internacionales armónicas, es decir, justas y equilibradas.

Desarrollo

Al terminar la Segunda Guerra Mundial, el mundo lo dividieron las dos potencias (Estados Unidos y Unión Soviética), quienes empezaron a dominar debido a la carrera armamentista, generando una amenaza nuclear, disfrazada un enfrentamiento entre el capitalismo y el comunismo, pero que en realidad es una confrontación mucho más antigua. En realidad, nunca se enfrentaron de manera directa, pero llevaron la carrera de armamentos y la militarización del pensamiento hasta límites insoportables.

Luego de todos los retos y enfrentamientos que surgieron durante los años que duró la Guerra Fría, inesperadamente el horizonte se volvió menos sombrío, se firmó y ejecutó un acuerdo de desarme nuclear, convirtiéndose en la posibilidad de desarme estratégico y convencional, tratando de mejorar las relaciones entre las dos potencias.

Teniendo en cuenta lo anterior, Moscú continúa con la política des armamentista y la OTAN muestra confianza en ello y suspende los proyectos militares que se estaban desarrollando a la fecha; de igual manera, se aplican medios de solución pacífica a los conflictos regionales, es así que Afganistán, Namibia, Camboya; al fondo, Chipre y el Sáhara occidental; mientras, en Túnez, diplomáticos de Washington tratan de llegar la tratan de llegar a un acuerdo con representantes de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP).

Otros países que lograron avanzar luego de la caída de la Guerra Fría fueron Polonia, Sarajevo, Hungría, convirtiéndose en los nuevos protagonistas de movimientos ideológicos y políticos, especialmente en Europa.

Por otra parte, el gobierno de los Estados Unidos empezó a trabajar para que la Unión Soviética entrara en la comunidad internacional, teniendo en cuenta el proceso de democratización que Mijaíl Gorbachov estaba implementando, al cual se le llamó Perestroika (Garcia, 2015), estableciendo su legitimidad.

Con todos los cambios mundiales, se empezaron a superar los efectos de la Segunda Guerra Mundial y surgieron nuevos actores en el reparto mundial, este es el caso de la República Popular China, la cual empieza a imponerse a la grave crisis que la convulsiona y que en fin de cuentas también se inserta en el proceso liberalizador que agita a los sistemas comunistas; Japón, cuya superioridad tecno económica está fuera de discusión; la Comunidad Europea, nuevo modelo de gran potencia sobre fórmulas integracionistas, desarrolla una importante y dinámica política exterior (Aracil, 1998).

Con esta nueva fase en las relaciones internacionales, no se ve únicamente el factor político, también el económico empieza a tener prioridad, especialmente en Europa, además impulsado por las reformas hechas en Moscú. El desarme es también una exigencia social y económica. A la problemática del Este-Oeste se imponen las exigencias del eje Norte-Sur. El establecimiento de un nuevo orden económico internacional es requisito previo para el desarrollo de unas relaciones internacionales armónicas, es decir, justas y equilibradas.

Al cesar la distensión, crecen no sólo las posibilidades económicas, sino también las capacidades de la política exterior, encontrando múltiples opciones (Kennan, 1998). Ahora, el gran reto se encuentra en la llamada Europa del Este, denominación geográfica que encubre uno de los efectos más perversos de la II Guerra Mundial, el cual no reside en apostar por la disgregación de un bloque tan débil, sino en trabajar a favor de una Europa unida y unificada, cimentada en la cultura, en la economía, en la historia y en la paz. No se trata de innovar, sino de aplicar y desarrollar el espíritu y la letra del Acta Final de la Conferencia de Helsinki de 1975: la cooperación y la seguridad europeas.

Por lo tanto, es fácil entender que no se trata de una política para pocos años; las grandes opciones, los designios superiores, buscan englobarse en empeños totales en cuya consecución han de comprometerse varias generaciones de europeos. En este plazo largo, si se quiere resolver de manera positiva, resulta obvio que la misma Comunidad Europea se verá obligada a realizar adaptaciones que la adecuen a las nuevas circunstancias.

Conclusión

Al final existe una Europa en paz y sin separaciones, que deberá afrontar grandes desafíos, la reorganización de Alemania. Lógicamente, una Europa única y diversa en sus circunstancias diferenciadoras, incluidas también sus opciones políticas concretas, pero sin nacionalismos ni particularismos. El espacio en donde de una vez y para siempre se demuestre sobre el terreno la indisolubilidad de la teoría y de la práctica de los derechos humanos y la complementariedad de las libertades formales y de los materiales. Uno de los símbolos del fin de la Guerra Fría fue la caída del Muro de Berlín, esto también ayudó al derrumbe de la URSS.

Una de las grandes conclusiones a las que se puede llegar con el fin de la Guerra Fría, es la reorganización mundial no solo a nivel geoestratégico sino también económico, formando nuevos grupos y el surgimiento de nuevas potencias que ayudan a la hegemonía mundial.

Bibliografía

• Aracil, R. (1998). Elmundo actual, de la Segunda Guerra Mundial a nuestros días. . Barcelona: Universitar de Barcelona.
• Garcia, G. (2015). Historia y Perestroika: la revisión de la historia sovietica en tiempos de Gorbachov. Madrid: Universidad de Huelva.
• Kennan, G. (1998). Al final de un siglo, reflexiones, 1982-1995. . México: Fondo de Cultura Económica. .