Concepto de la Resiliencia Según la Biblia
Un versículo épico de la Biblia en Filipenses 4:13 “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”. Hace referencia a ese aspecto de la vida llamada resiliencia, pero ¿qué significa nuestro título? “es la capacidad que tiene una persona o un grupo de recuperarse frente a la adversidad para seguir proyectando el futuro”. Vista desde la psicología sería la forma en que afrontamos las diversas circunstancias de la vida.
Es evidente que; en algún punto de nuestras vidas hemos pasado por momentos que nos han llevado a un breaking point (punto de quiebre) es decir, traumas, muerte de seres queridos, relaciones sentimentales tóxicas entre otras. Pero a pesar de esas diversas situaciones de la existencia el ser humano tiene la capacidad de sobreponerse, superar los desafíos y aprender una lección de vida. Robert Frost dijo: “En tres palabras puedo resumir todo lo que he aprendido acerca de la vida: Continúa hacia adelante”.
De la misma forma, hay quienes prefieren quedarse en un estado de letargo y sufrimiento pensando que la vida termina por “tragos amargos” sumergidos en el llanto y la desesperación por episodios que han golpeado su vida. Pero no menos cierto es que cada persona afrontará cada capítulo de su existencia desde la madurez, reflexión y sensatez que proyecte ante el hecho sucedido. En resumidas cuentas depende de ti quedarte sumergido en las profundidades del mar oscuro o salir a flote.
Para comprender mejor cabe señalar que la resiliencia no tiene que ver con negación de los diversos actos que enfrentamos en la subsistencia. Dicho lo anterior es un valor que se encuentra intrínsecamente apuntando siempre al deseo de mejorar y superarnos a nosotros mismos. Así lo expresó Charles Darwin: “Las especies que sobreviven no son las más fuertes, ni las más rápidas, ni las más inteligentes; sino aquellas que se adaptan mejor al cambio”.
En fin, practicar la resiliencia nos permitirá resurgir siempre como el ave fénix, porque es un continuo rehacerse. Por tanto, en el Evangelio de San Mateo 9,16-17 nos dirá: “Y nadie pone un remiendo de tela nueva en un vestido viejo; porque el remiendo al encogerse tira del vestido y se produce una rotura peor. Y nadie echa vino nuevo en odres viejos, porque entonces los odres se revientan, el vino se derrama y los odres se pierden; sino que se echa vino nuevo en odres nuevos, y ambos se conservan”.
