La Violencia Doméstica En Las Mujeres y el Sexismo
Introducción
El sistema patriarcal ha utilizado y utiliza la violencia para controlar a las mujeres. Y no solo la violencia física, sino también la psicológica, a través de la desvalorización y el sometimiento. Y lo ha hecho y lo sigue haciendo a través de la educación. Los hombres no se considerarían con derecho a maltratar a sus compañeras si la sociedad no les hubiera convencido de que estas son una cosa de su propiedad, seres claramente inferiores. Y las mujeres no se dejarían maltratar si no hubieran sido socializadas para ser seres dependientes: esposas (medias naranjas), madres (solo madres) y amas de casa (al servicio de los suyos). Doblemente dependientes: Emocional y económicamente.
Desarrollo
El sexismo está presente en todos los aspectos de la vida, desde la guardería a la universidad, desde los cuentos a los libros de texto, en la música, en las películas, los programas de televisión, la religión y en la propia familia, que enseña a los niños y a las niñas a perpetuar los roles machistas. La Declaración Universal de los Derechos Humanos proclama que todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos. Pero aun así, las mujeres siguen construyendo la mayoría de las/os analfabetas/os. Y siguen cobrando entre un 25 % y un 35% menos que los hombres por el mismo trabajo.
Y continúan sufriendo las mayores tasas de paro, siguen sufriendo la violencia, el maltrato y el acoso sexual desde la niñez. Demasiado a menudo, la violencia contra las mujeres se ampara en la defensa de las tradiciones culturales y religiosas, que sirven a las élites políticas, económicas y religiosas para perpetuar su poder. La violencia física y el maltrato psíquico se han considerado unos derechos de los hombres sobre las mujeres, protegidos aún en algunos casos por la legislación o la ausencia de esta. En resumen, la educación sexista es el origen de la violación en la pareja. Las mujeres son educadas para estar centradas en los demás.
Mientras que a los hombres se les educa para estar centrados en sí mismo. Y eso sí que marca una auténtica desigualdad negativa para toda la vida. Las Naciones Unidas reconocen que “el maltrato a la mujer es el crimen más numeroso del mundo” y un su Declaración de 1993 definen el maltrato de género como: Todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual psicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción a la privación arbitraria de la libertad, tanto si se produce en la vida pública como en la vida privada.
Según las estadísticas, una de cada cinco mujeres de la muy desarrollada Unión Europea sufre malos tratos. La violencia contra las mujeres existe en todos los países, sea cual sea su nivel de desarrollo económico o su religión, su raza, la clase social, el nivel de vida o la edad, se produce tanto en núcleos urbanos como en rurales. Factores que influyen en la aparición del maltrato. La violencia se aprende, tanto a ejercerla como a sufrirla. El niño/a sometido a la violencia de su infancia tenderá a repartir el patrón en su vida adulta. De aquí la importancia de que los niños que son testigos de estos malos tratos reciban terapia para romper este terrible círculo.
Conclusión
Desvalorización de la mujer. Las normas sociales nos enseñan a valorar a las mujeres solo por su aspecto físico, olvidándonos de que cada persona es única e irrepetible, y así nos acostumbramos a ser dependientes y: No defendemos nuestros derechos. No defendemos nuestras necesidades. Nos permitimos aprender, equivocarnos y volver a intentarlo. Tanto nos marcan desde la infancia con las delicias del amor romántico, que cedemos y cedemos por el bien de nuestra relación. Por mantener a nuestra pareja y por mantener la unidad familiar, cedemos tanto que, sin darnos cuenta, llegamos a perder nuestra propia esencia, hasta convertirnos en una sombra de nosotras mismas.