Lo Más Destacable Del Museo De La Biblioteca Nacional

Si paseamos por la calle Serrano, no podemos evitar toparnos con la fachada de la Biblioteca Nacional, que desarrolla en nosotros una curiosidad por analizar sus detalles. Las poderosas columnas que sujetan el frontón parecen avisar qué es lo que nos vamos a encontrar: una imponente escalinata recorrida por numerosas estatuas que provocan admiración, pues se trata de las de Alfonso X el Sabio, Miguel de Cervantes, Antonio de Nebrija, entre otros. Si levantamos ligeramente la cabeza, nos encontramos con unos medallones que, al igual que las estatuas, encarnan a escritores ilustres como fray Luis de León, Quevedo, Santa Teresa de Jesús… Es cuando elevamos la cabeza hacia el cielo cuando nuestros ojos encuentran el frontón. Y es en ese momento cuando te das cuenta de que te encuentras ante una importante casa del saber de las artes, las ciencias y las letras, custodiadas por la Paz: la Poesía, la Música, la Arquitectura, la Pintura, la Escultura, la Filología, la Historia…

Al margen de esta magnífica experiencia visual, cruzando las puertas del Museo que se encuentra junto a la escalinata nos sumergimos en un viaje por el tiempo. Cuando nos adentramos en las primeras salas descubrimos la historia de la Biblioteca Nacional (antigua Red Biblioteca Pública). A su vez, diversos recursos audiovisuales nos explican los aspectos bibliotecarios. Resulta curiosa la Sala de la escritura y los soportes, en la que podemos encontrar desde un boli “bic” hasta soportes tales como pergaminos o papiros. Seguimos recorriendo los pasillos del Museo y descubrimos la Sala Mínima. Esta nos muestra la historia del conocimiento y su difusión: facsímiles, incunables, códices. Pero lo que más interesante resulta es el saber generalizado que se empieza a desarrollar a partir del nacimiento de la imprenta en el siglo XV. Hasta entonces los libros impresos se denominaban incunables, otro aspecto que se trata en la exposición. Los monjes eran los encargados de plasmar los conocimientos. Así, esta función de reproducción y difusión del saber pertenecía a la Iglesia católica, contando también con el poder de la censura. Gracias a Johannes Gutenberg, la capacidad de trabajo se amplió, siendo las empresas de imprenta las encargadas de imprimir los textos, cuyos temas se ampliaron. Esto dependía de la solicitud o el encargo de los lectores. La imprenta revolucionó la cultura, pues el número de libros se multiplicó, así como el número de lectores, que había aumentado considerablemente. Esto significó para la alfabetización un gran impulso, pues el conocimiento se estaba extendiendo.

Otro aspecto que me gustaría destacar de la exposición son los facsímiles. Suponen una reproducción casi idéntica del documento original. De este modo, la Biblioteca Nacional proporciona facsímiles de sus documentos más valiosos como medida de seguridad, y el privilegio de admirar el documento original queda reservado solo a aquellos que lo soliciten. Antes de la invención de la imprenta, los facsímiles eran reproducidos en pergaminos, cuyas características son inimitables.

Para concluir, la experiencia de visitar el Museo de la Biblioteca Nacional fue tan interesante que no cabe duda de que se debe visitar muchas más veces, incluida la propia biblioteca, en cuyas estancias no tuvimos la oportunidad de detenernos. 

04 July 2021
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