Michel Foucault, Práctica Social, Educación Y Discurso

Introducción

La teoría de la acción social, desde la sociología, trata de entender la acción humana colectiva y en específico las formas en las que ésta se da, es decir, no está preocupada por las cosas que los humanos hacen, sino por la manera en que hacen cualquier cosa.

Carlos Allones (2005) concibe a Simmel, Weber, Durkheim y Mead como cuatro grandes de las teorías de la acción social, cuyo interés en común era definir la estructura de la acción social. George Simmel (1965) concebía que la sociología debía de abstraer las formas o maneras generales de la interacción humana, puesto que éstas eran el distintivo objeto de estudio de la Sociología. Max Weber (1922), quien retoma la teoría de Simmel, entendía que lo comprensible de la acción humana es posible merced la intencionalidad de los actores para hacer de ésta un medio o un fin. concibe a la acción social como la forma elemental de sociabilidad que permite a un individuo relacionarse y ser relacionado con los demás. El ser-en-sociedad y el ser aceptado por la sociedad tienen como punto de referencia constantemente renovado y verificado, la adecuación del actuar individual con las prescripciones invisibles pero reales del grupo. Por su parte, Durkheim (1973) afirmaba que “todas las asociaciones humanas se forman teniendo en cuenta fines particulares” (Allones, p. 63)

Todas estas posturas son complementarias en la comprensión de una teoría de la acción social, y comparten la necesidad de comprender la intervención de la palabra en la construcción de la acción humana colectiva, y por tanto la necesidad de interrogar a una teoría del lenguaje que ayude a responder preguntas sociales:

Esta es en realidad la conclusión básica a la que había llegado el conductismo social de Herbert Mead: que las palabras no sirven, no han servido nunca para otra cosa que mostrar al animal humano adulto lo que el grupo (que protagoniza la acción en común en la que está participando) espera de él. Por eso, en la medida en que se las usa inconscientemente, de manera automática, señalan siempre las cosas que el grupo impone colectivamente (y no todas las demás). (Allones, p. 61)

Una perspectiva social del lenguaje responde a esta necesidad puesto que el lenguaje es visto como una práctica social, es decir, como acción que cumple propósitos que responden a intereses sociales, de tal forma que permiten la interacción social.

Otra figura importante cuyas ideas guardan una estrecha relación a lo dicho, es Michel Foucault, filósofo francés, interesado por el lenguaje, pues nos habla en El orden del discurso, publicado en 1970, acerca de cómo la acción y el discurso guardan una estrecha relación. El discurso más allá de ser palabra enunciada es acción e ideología que se produce en la interacción humana, donde el conocimiento, el saber actúa de determinada manera y es construido y determinado por determinados grupos.

Esta relación que guarda la acción y el discurso inspira este ensayo, el cual tiene como objetivo reflexionar acerca de la relación entre la propuesta de Foucault respecto al discurso y la acción, El orden del discurso, y las propuestas sociales del discurso, respecto a la práctica social del discurso. Para ello, primero se expone qué se entiende por práctica social desde las perspectivas sociales del discurso y desde la mirada de Foucault. Posteriormente, se desarrolla, cómo se encuentra el discurso dentro de la educación y qué posibilidades de búsqueda de ideologías veladas se encuentran a partir de lo que apuntan los estudios críticos del discurso y Michael Foucault. Y, finalmente, se reflexiona acerca de las acciones que se puede tomar desde la acción docente para dudar, indagar y descubrir qué hay detrás de los discursos.

Práctica social y discurso

Tanto la teoría de la acción como la perspectiva social del lenguaje conciben que no hay una acción social posible libre de condicionamientos. En ese sentido, desde la perspectiva social del lenguaje se entiende que la práctica de una comunidad va a determinar las maneras específicas de usar el lenguaje y en ese sentido esa práctica se verá concretizada en los discursos que la comunidad produce. Gee (2005), por ejemplo, reconoce que el lenguaje no puede entenderse fuera de los Discursos, puesto que estos van a determinar las formas de interacción de una comunidad de tal forma que un estudio adecuado de las relaciones entre discurso y la sociedad, como afirma Meersohn (2005), debe presuponer que “el discurso se localiza en la sociedad como una forma de práctica social o de interacción de un grupo social” (p. 291) y que por lo tanto para entender la acción social debe llevarse a cabo el estudio de esta formas concreta donde se ve materializada la acción de los grupos sociales.

Por su parte, Michel Foucault (1992) reconoce que esta localización del discurso en la sociedad tiene un origen histórico y lo explica a través de lo que el denomina como “´sociedades de discursos´” cuyo cometido es conservar o producir discursos, pero para hacerlos circular en un espacio cerrado, distribuyéndolos nada más que según reglas estrictas y sin que los detentadores sean desposeídos de la función de distribución.” (p. 24), donde los requisitos para formar parte de determinada comunidad son determinados y por lo tanto “los mecanismos de rechazo que entran en juego cuando el sujeto que habla ha formulado uno o varios enunciados inasimilables […] les incumben [a estas sociedades].” (Foucault, 1992, p.26)

Con esto, se entiende que el lenguaje es una construcción social puesto que responde a las diferentes acciones sociales que practica determinado grupo y que responde entonces a las diferentes formas en las se lleva a cabo la interacción social y ésta, al no ser homogénea, se entiende que las prácticas sean diversas; habrá tantas prácticas sociales como contextos de práctica y comunidades de práctica haya. Además, debe recordarse que éstas son el resultado histórico de las interacciones acumuladas por todos los miembros de la comunidad. Por su parte, Gee (2005, 141) afirma que son:

formas de exhibir (mediante palabras, acciones, valores y creencias) la pertenencia a un determinado grupo o red social, personas que se asocian en torno a un conjunto común de intereses, metas y actividades.” Un Discurso, por tanto, está compuesto por formas de hablar, escuchar, actuar, interactuar, creer, valorar y utilizar herramientas en determinados entornos y en momentos específicos, de manera que se manifieste determinada identidad social

Es así como entendemos que una comunidad de práctica es una agrupación de personas que comparte propósitos en un determinado contexto, “interactúa entre sí con cierto compromiso y desarrolla unas rutinas comunicativas y un repertorio propio de géneros discursivos con el que construye su identidad” (Cassany, 2008, p. 44) Estas rutinas y géneros es lo que da identidad a las disciplinas y en este contexto Foucault aborda a las disciplinas afirmando que “La disciplina es un principio de control de la producción del discurso. Ella le fija sus límites por el juego de una identidad que tiene la forma de una reactualización permanente de las reglas.” (Foucault, 1992, p.22).

Algunos ejemplos de estos puede ser la existencia de géneros disciplinares en la medida que existe diversidad de disciplinas, pues se entiende que cada comunidad desarrolla sus propias prácticas discursivas, su retórica particular. En ese sentido, los géneros discursivos pueden entenderse como esas formas relativamente estables, rutinarias y convencionalizadas de actividades de una comunidad de práctica para representar identidades:

cada disciplina reconoce proposiciones verdaderas y falsas; pero rechaza, al otro lado de sus márgenes, toda teratología del saber […] debe cumplir complejas y graves exigencias para poder pertenecer al conjunto de una disciplina; antes de poder ser llamada verdadera o falsa […] (Foucault, 1992, p.20)

En este punto, el ritual del que habla Michael Foucault explica estas formas convencionalizadas como formas ritualizadas, puesto que “el ritual define la calificación que deben poseer los individuos que hablan […] define los gestos, los comportamientos, las circunstancias, y todo el conjunto de signos que deben acompañar al discurso” (Foucault, 1992, p. 24) dando identidad a los miembros de la comunidad.

Como se entiende, estos géneros son recocidos por cada disciplina desde sus reglas y de no ser acatadas no hay un reconocimiento dentro de la comunidad, como afirma Foucault (1992): “nadie entrará en el orden del discurso si no satisface ciertas exigencias o si no está, de entrada, calificado para hacerlo.” (p.23)

Discurso, práctica y educación

Los Nuevos Estudios de Literacidad enfocan a la literacidad como una “práctica social” en la cual la escritura, la lectura y las diferentes formas de actividad e interacción social, es decir, una nueva mira para entender a la lectura y escritura como prácticas sociales, donde éstas no son procesos meramente mecánicos o únicamente cognitivos, sino que son prácticas que se dan dentro de un contexto y en uso determinado. Sin duda, esta perspectiva debería impactar en las formas en las que los docentes guiamos nuestras intervenciones pedagógicas para la enseñanza de la literacidad.

Ante esto, qué está haciendo la escuela, qué discursos, ideologías se están moviendo dentro ella, estos cuestionamientos que Gee sugiere en el artículo Los nuevos estudios sobre la alfabetización. Enfoques socioculturales (2008) parecieran encontrar respuesta en procesos colonizadores, es decir, la escuela por desgracia ha obedecido intereses de ciertos grupos de poder, cuyo principal objetivo es mantener a las mayorías dormidas, sí moviéndose en la vida, pero sin cuestionar otras formas de vivir. Y en ese sentido obedecer a lo que la élite quiera que se lea y se escriba. Este tema también es abordado ampliamente por Michael Foucault al exponer que en la educación está también un mecanismo de control que permite, pero que también impide, pues “todo sistema de educación es una forma política de mantener o modificar la adecuación de los discursos, con los saberes y los poderes que implican” (Foucault, 1992, p.27)

Ante esto, queda justo la invitación a pensar cuál debería de ser el papel de la escuela y como docentes queda el gran compromiso de hacer ver a los estudiantes cómo funcionan los discursos que, si bien es cierto, muchas ocasiones marginan, “como una violencia que hacemos a las cosas, en todo caso como una práctica que les imponemos” (Foucault, 1992, p.33), también pueden ser un medio de liberación.

El análisis crítico del discurso (ACD) es una perspectiva teórica que aborda el lenguaje y los procesos de significación. Se trata de conectar teóricamente el discurso con el estudio de la estructura social, como afirma Teun Van Dijk (2002):

El análisis crítico del discurso (ACD) presupone esas relaciones entre discurso y sociedad que acabo de resumir, pero va más allá de una sociología o psicología social del discurso. En ACD el enfoque es sobre relaciones de poder, o más bien sobre el abuso de poder o dominación entre grupos sociales. El ACD tiene las mismas raíces que la psicología social crítica: un movimiento en contra de los métodos, teorías, análisis de la ciencia decontextualizada de sus condiciones y consecuencias sociales y políticas. En ACD nos interesa cómo la dominación social se (re)produce (p. 19)

Pero también dentro del ACD hay perspectivas diferentes. Al respecto, Van Dijk (p. 20) afirma que Norman Fairclough se interesa más en las estructuras globales del poder, como en la globalización. Ruth Wodak añade una dimensión histórica, por ejemplo, en sus trabajos sobre el antisemitismo, instituciones y género. Luisa Martín Rojo en Madrid trabaja sobre racismo, género y otros tópicos en una perspectiva foucauldiana y distingue la suya por la integración de la dimensión sociocognitiva en el estudio de la reproducción de la dominación

Estudiar a Foucault nos ofrece posibilidades para dudar de lo que hay detrás del discurso, cuál es su poder, qué es lo que nos hace ser como somos y pensar como pensamos. Preguntarnos cómo es que está ordenado este discurso dentro de las instituciones: la familia, la escuela, la religión.

Como se observa, los estudios del leguaje desde la práctica social, los estudios críticos del discurso y la mirada de Foucault no son contradictorios, las posturas coinciden totalmente al emprender una búsqueda que nace de la duda, del preguntarse qué hay detrás de esos discursos que circulan socialmente y que definen formas de ser y de pensar.

Este tipo de análisis tiene una gran importancia e implicaciones dentro contexto educativo nacional, en principio porque como profesores nos permite conocer cómo se construyen los significados en distintos contextos de situación, lo cual implica analizar todos esos procesos de producción, comprensión, circulación y manipulación que acompañan a los discursos. Y, por otra parte, como docentes es importante hacer visible a los estudiantes el impacto de los Discursos dentro de nuestra sociedad, evidentes o no en los géneros: “si estos conocimientos y creencias son compartidos por los participantes del discurso, debemos hacerlos explícitos para explicar cómo tales presuposiciones afectan las estructuras del discurso (Van Dijk, 1993 en Meersohn, 2005, p. 292) Puesto que como afirma Foucault (1992):

en toda sociedad la producción del discurso está a la vez controlada, seleccionada y redistribuida por un cierto número de procedimientos que tienen por función conjurar los poderes y peligros, dominar el acontecimiento aleatorio y esquivar su pesada y temible materialidad. (p. 5)

En este sentido, hacerles entender a los estudiantes que el texto es la materialización del Discurso y que, a través de dudar e indagar, se pueden descubrir aquellos significados ocultos que en muchas ocasiones terminan siendo ideologías perversas ocultas.

Finalmente, desde una mirada personal, es un compromiso como docentes encontrar explicaciones y proponer acciones desde nuestras trincheras llamadas aulas que conduzcan a mejorar la sociedad generando agentes de cambio, nuestros alumnos, proveyéndoles de una mirada más amplia, crítica y alerta de los Discursos que los rodean.

Conclusión

A través de este ensayo, se pudo establecer una relación entre las concepciones de acción- práctica social y discurso, reflexionando y relacionando la postura de Michael Foucault con la mirada social de los estudios del discurso, entendiendo de esta forma que el discurso y la práctica son inseparables, pues no el discurso no consiste únicamente en “decir”, sino que involucra todo el actuar de las comunidades, las convenciones de éstas, sus ideologías e intereses:

los rituales del habla, las sociedades de discursos, los grupos doctrinales y las adecuaciones sociales […] unos se vinculan con otros y constituyen especies de grandes edificios que aseguran la distribución de los sujetos que hablan en los diferentes tipos de discursos y la adecuación de los discursos a ciertas categorías de sujetos. (Foucault, 1992, p.27).

Además, se habló de la escuela, que muchas veces, es un mecanismo de control y reproductor de discursos, donde un grupo de poder decide acerca de lo que se debe enseñar, cómo enseñar; lo que se debe aprender y cómo se debe aprender y finalmente, se llegó a la reflexión de estos planteamientos en la labor docente. De esta manera, se cumple el objetivo de este ensayo, aunque se dejan otros elementos de la propuesta de Michael Foucault, en El orden del discurso, que dejan la posibilidad a futuras reflexiones, ensayos e investigaciones.

Referencias bibliográficas

  • Allones, Carlos. (2005). Teoría de la acción social: propuesta de un método. España: Universidad de Santiago de Compostela. Recuperado de: https://www.redalyc.org/pdf/380/38040204.pdf
  • Cassany, Daniel. (2008). Prácticas letradas contemporáneas. México: Ríos de Tinta
  • Foucault, M. (1992). El orden del discurso. Buenos Aires: Tusquets Editores.
  • Gee, James Paul. (2005). La ideología en los discursos, lingüística social y alfabetizaciones (2a. ed., P. Manzano, Trad.). España: Fundación Paideia Galiza.
  • Meersohn, C. (2005). Introducción a Teun Van Dijk: análisis de discurso. Chile: Moebio Recuperado de: https://www.moebio.uchile.cl/24/meersohn.html
  • Van Dijk, T. A. (2002) El análisis crítico del discurso y el pensamiento social. Athenea Digital. Recuperado de: https://atheneadigital.net/article/view/n1-van
  • Weber, Max. (1964). Economía y sociedad. FCE: México. Recuperado de: https://sociologia1unpsjb.files.wordpress.com/2008/03/weber-economia-y-sociedad.pdf
17 August 2021
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