Oferta y Demanda en El Sector de Salud en México, Brecha de Ingresos y Gastos
La salud de las personas siempre ha estado condicionada por distintos factores, algunos son sociales, otros personales, pero en la mayoría de los casos son por factores económicos. En la actualidad las personas se ven afectadas en salud por cuestiones de escasez (ya sea por falta de trabajo o salario insuficiente), lo que va condicionando en qué y cómo van a gastar sus ingresos y esto estará determinado a su vez por sus necesidades. La mayoría de las veces las personas no disponen de los medios suficientes para poder adquirir estos bienes y/o servicios de salud, o estarán condicionados, ya que la calidad de los servicios para los que les “alcanza” es muy baja, lo que va comprometiendo aún más su salud y calidad de vida. En la actualidad los individuos exigen cada vez más servicios en mejores condiciones, con mayores comodidades y por lo tanto más costosos, y esto a su vez eleva los recursos necesarios para poder solventarlos (Gimeno, Rubio & Tamayo, 2013).
La economía se define como una ciencia que estudia la distribución de los recursos (que la mayoría de las veces son pocos), la producción y consumo de bienes y servicios por las personas que forman una sociedad, esta definición se distribuye a todos los sectores económicos, por ejemplo, el sector salud, donde los recursos para satisfacer las necesidades en salud de la sociedad son muy pocos (Yannelli & Carrión, 2012). El sector sanitario se ha convertido en uno de los sectores más relevantes de las economías desarrolladas, y es uno de los principales aspectos a tratar en los países que están en desarrollo, sin embargo en México a este sector de salud cada vez se le ha ido invirtiendo menos (Gimeno et al, 2013). El Banco Mundial, señala que la salud contribuye al crecimiento económico en cuatro formas: reduce las pérdidas de producción por enfermedad de los trabajadores; permite utilizar recursos naturales que, debido a las enfermedades, eran prácticamente inaccesibles; aumenta el promedio escolar de los niños y les permite aprender mejor, y finalmente libera, para diferentes usos, recursos que se podrían utilizar en otros aspectos, pero que en caso de enfermedad es necesario destinar esos recursos al tratamiento de las enfermedades (Muñoz, Durán, Garduño & Soto, 2003). Además se debe considerar que el cuidado y tratamiento para la salud es muy caro y la elevación de los costos es constante, lo que representa que las naciones tienen que destinar un mayor porcentaje de su producto interno bruto (PIB) para solventar los servicios médicos, pero la realidad en nuestro país es otra (Parkin, 2006).
Los recursos dedicados a la salud absorben, en promedio según la OCDE en un estudio realizado en el 2015, más del 8% del PIB; en donde a lo largo de los años ese porcentaje no hace más que crecer para aquellos países que buscan el desarrollo (Gimeno et al, 2013). Sin embargo, en México (mismo año en que se realizó el estudio) es lo contrario, ya que es el país que ocupa el último lugar, de los países miembros de la OCDE, que invierte % del PIB en gastos de salud. Desde el año 2014 con aproximadamente un 6.3% del PIB destinado a salud hasta este año, 2019, el % del PIB destinado a salud ha bajado hasta aproximadamente 2.5% (Méndez, 2016).
Pero,
¿Cómo es que los factores microeconómicos afectan la salud?
La microeconomía es la rama de la economía que estudia cómo los individuos, los hogares y las empresas toman decisiones para asignar sus recursos a los mercados en donde los bienes o servicios se compran y se venden. Así mismo examina cómo estas decisiones y comportamientos afectan la oferta y la demanda de bienes y servicios, lo que determina los precios y viceversa (Buján, 2018). Sin embargo, cuanto se refiere a economía en salud, se está hablando de los factores que afectan la salud, en donde dichos factores están altamente relacionados con las variables microeconómicas, por ejemplo la oferta y demanda de los servicios médicos; en donde la demanda supera a la oferta o viceversa y no hay un equilibrio (Yannelli & Carrión, 2012). Se trata de analizar aquellos mecanismos que determinen la producción, distribución, consumo y financiamiento de los servicios de salud.
Existen diferentes tipos de variables en la microeconomía que van a influir en la salud de los individuos, las cuales son: salario, costos y precios, mercado, oferta, demanda y consumo, estás variables son las que van a determinar la cantidad y calidad del servicio médico al que puede acceder la persona, siendo un centro de salud, hospital, o sector privado dependiendo del salario que tenga como ingreso y en la forma en la que vaya a conseguirlo (Díaz, 2019). A lo largo de del documento se irán describiendo estas variables y la forma en la que afectan a la salud de las personas.
El salario es un componente fundamental en el ámbito de la economía, se trata de un costo para los empleadores de una empresa y de la principal fuente de ingresos de los trabajadores (Organización Internacional del Trabajo (OIT), 2019). En México el salario mínimo que recibe un trabajador por sus jornadas de trabajo es de 102.68 pesos por día, esto se traduce a que en una familia tradicional mexicana, de clase media-baja, el ingreso mensual es de 3080.4 pesos al mes, trabajando todos los días de la semana (Comisión Nacional de los Salarios Mínimos (Conasami), 2019). Esto se traduce en una encrucijada para las personas, en donde tienen que ver como gastan su salario; si lo utilizan para comprar comida, para comprar ropa o para gastarlo en servicios de salud. De acuerdo con el Health at a Glance 2017: OCDE Indicators, el gasto de bolsillo (dinero propio) de las personas mexicanas en salud representa el 41% de su gasto general, son recursos que muchas vece están dispuestos a pagar a cambio de un “poco de salud” (Oliveros, 2018). Y peor aún, cuando a los trabajadores no se les da un seguro médico (derechohabiencia) en el lugar en el que laboran, ya sea el IMSS (Instituto Mexicano del Seguro Social), el ISSSTE (Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado) o cualquier otra institución, o incluso no tienen ni siquiera este derecho a pertenecer a alguna institución debido a que su trabajo se basa en un negocio propio, llamado trabajo informal, donde los servicios médicos los tiene que costear la persona al 100%.
Esto sin duda alguna interfiere con la calidad de servicios que puede adquirir una persona (ya sea porque no tenga una afiliación a alguna de las instituciones antes mencionadas o en caso de ser una urgencia médica y tenga que pagar la persona o los familiares de la misma) influyendo incluso en el seguimiento del tratamiento, ya que si es una enfermedad crónico degenerativa, la persona tendrá que estar destinando esa parte del dinero de su bolsillo para poder solventar los gastos médicos, tratando las enfermedades en un primer nivel y poder aspirar a una mejor calidad de vida.
El precio se define como la cantidad de dinero que se necesita entregar a cambio para adquirir un bien o servicio, y para que se logre esta transacción, este pago tiene que ser aceptado por los compradores y por los vendedores, ya que una de las funciones del precio es producir los ajustes necesarios en cuanto al bien o servicio para que se cumpla la oferta y demanda (Peiró & Sevilla, 2018). Pero ¿Qué pasa cuando el comprador (en este caso el paciente) no tiene el dinero suficiente para pagar por el bien o servicio (atención de calidad en salud) al vendedor (institución médica)? Sabemos que existen instituciones gratuitas, como ya lo hemos mencionado antes, sin embargo, las personas que no lo tienen y aún personas que tienen acceso a esta derechohabiencia (ya que llegan a buscar en otros “mercados”, como lo son los servicios médicos privados, ya sea para consulta o exámenes laboratoriales o de imagen, necesarios para poder conseguir un diagnóstico y un tratamiento) tienen que pagar por esos servicios y es aquí donde los precios comienzan a tener relevancia y cuando el consumo aparece de acuerdo a que tanto pueden adquirir las personas. El consumo se refiere al monto monetario gastado en la compra de bienes y servicios (Yannelli & Carrión, 2012). Cuando a la persona le es difícil acceder a recursos monetarios para poder pagar un servicio médico de calidad, busca otro servicio más económico, el cual pueda seguir pagando en caso de tener seguimiento terapéutico, esperando a que sea igual de eficiente que aquel servicio que no pudo adquirir. La atención en salud está delimitada a qué tan bueno o qué tan malo será el servicio de salud recibido de acuerdo a que tanto tengas para pagar (Díaz, 2019).
Un sistema que no es eficiente, que es desigual, que no funciona y sobre todo que no avanza; en el que las personas comprometen su salud, se arriesgan a que el servicio médico para el que les alcanza no sea suficiente y tengan que volver a pagar por otro servicio médico aumentando sus costos y esperando a encontrar uno que si le sea eficiente. Según la OCDE, en México hay una situación preocupante ya que no existe una cobertura médica que abarque a todos los habitantes del país, en donde además hay un aumento en la demanda del servicio médico gratuito y muy poca oferta para poder cubrir dicha demanda, y la oferta que está disponible por vía privada es muy cara (Rendón, 2018). Lo que nos lleva a las siguientes variables.
Mercado: oferta y demanda como variables que interactúan con la salud
El mercado se define como el lugar en donde se dan una serie de transacciones que llevan a cabo los productores (proveedores) y los consumidores que dan como resultado las posibilidades de intercambio (bien o servicio a cambio de dinero). Los elementos que forman al mercado son: la mercancía, la oferta, la demanda y el precio en el que se vende la mercancía (Rodríguez & Vidal, 2006). Para poder entender cómo es que funciona el mercado en el ámbito de la salud, ya que es un mercado imperfecto, tenemos que definir a lo que se refiere cuando se habla de un mercado perfecto. En dicho caso el mercado perfecto es aquel que tiene muchos compradores y vendedores, de tal manera que en las transacciones ninguno influye para realizar cambios en el precio, tiene que haber muchos productores pero que ninguno de ellos domine y pasa igual con los consumidores (Rodríguez & Vidal, 2006). La salud, en cambio, es un mercado imperfecto, esto se debe a su calidad de ser un bien meritorio (esto es que todas las personas tienen derecho a tenerlo); lo involuntario e impredecible de la pérdida de la misma (pérdida de salud), la imposibilidad de tener servicios de salud para intercambiarse o que tenga sustitución, los servicios externos que se ofrecen, no pertenecer a una institución de salud con la “derechohabiencia”, o tener un exceso de demanda que no alcanza a cubrir la oferta; todos estos factores tendrán un impacto en el precio de los servicios médicos, sin embargo hay diferentes tipos de mercado en cuanto a servicios de salud, en donde también va a diferir el precio de los servicios, por ejemplo: en el de servicios de salud; que es donde se demandan servicios específicos (diagnósticos de enfermedades, operaciones quirúrgicas, intervenciones en urgencias, etc.) en donde el enfermo es el consumidor y el médico es el proveedor, en el de factores; que es cuando el médico requiere de equipo biomédico o herramientas para hacer un diagnóstico y la empresa que los fabrica es el proveedor y finalmente en el de seguros; en donde las personas buscan seguros que cubran sus servicios médicos (Rodríguez & Vidal, 2006).
Más adelante veremos cómo es que el mercado condiciona de cierta manera la probabilidad de que las personas tengan acceso a servicios de salud. Como ya dijimos también, la oferta y la demanda son componentes del mercado, entonces ¿Qué es oferta y demanda? La oferta se define como la cantidad de un bien o servicio que están dispuestos a ofertar voluntariamente a un precio dado a los demandantes y la demanda se refiere a la cantidad de un bien o servicio que se oferta y que están dispuestos a adquirir voluntariamente los consumidores a un precio determinado, considerando que el deseo de adquirid un bien por sí solo no constituye una demanda pues el consumidor tiene que disponer de los recursos necesarios para poder convertir ese deseo en demanda (Muñoz et al., 2003). Aunque muchas veces se confunde el concepto de demanda con necesidad, sin embargo son términos distintos, ya que una persona puede tener una necesidad y no demandarla.
Hablando como tal de los servicios de salud como un tipo de mercado, en el que las personas acuden para satisfacer una necesidad que es imprevista, ya que no se sabe en qué momento el consumidor se va a enfermar y que tan grave será dicha enfermedad, las personas buscan estos servicios en los diferentes mercados que van desde la atención medica hasta el lugar en el que van a conseguir su tratamiento farmacológico o terapéutico. Sin mencionar que hay un exceso de personas demandantes en las instituciones que son “gratuitas” ya que las personas tienen esa derechohabiencia por parte de su trabajo; sin embargo la oferta es deficiente en estos lugares, ya que hay millones de personas “afiliadas” y muchas veces el presupuesto de estas instituciones (por ejemplo el IMSS) es de miles de pesos, lo que repercute en la atención de salud que brindan, ya que las personas tiene que esperar aproximadamente de 4 a 8 meses para tener una cita con el especialista que requieren. Como consecuencia a esto, las personas buscan otro “mercado” en donde el tiempo de espera sea menor, sin embargo, es más costoso y quien financia este servicio son las mismas personas que lo demandan. Pasa lo mismo con las personas que no tienen derechohabiencia en ninguna institución médica, ya sea porque en sus trabajos no los dan ese “beneficio” o porque el trabajo sea de tipo informal, lo que también va a causar que estas personas busquen servicios médicos de forma particular y claro que va haber diferencias de una persona que atiende sus necesidades en salud en un consultorio de una farmacia a otra que se atienda en el hospital San Javier, donde posiblemente el motivo de consulta sea el mismo, pero la diferencia estará en el tratamiento y seguimiento que se les brinda, ya que son “mercados” distintos y los servicios que se ofertan (aunque ambos sean cuestiones de servicios de salud) serán distintos.
Nos damos cuenta de que todo es un círculo vicioso que va condicionando una situación y esa a su vez a otra, es decir, todo deriva del salario, ya que va definir qué tanto, cómo, en dónde y qué calidad de bienes y servicios podrán adquirir las personas, lo que a su vez estará determinado por el precio de esos bienes y servicios, ya que si los precios son muy altos obviamente la persona buscaran en otros mercados algo similar pero a un costo menor o simplemente dejara de consumir esos bienes, lo cual provocara alteraciones en cuestiones de salud de las personas. Es aquí entonces cuando los mercados de servicios de salud interfieren, ya que la mayoría de aquellos que son “gratuitos” son muy demandados y no tienen recursos para todos, y esto se deriva del porcentaje tan bajo que le destina el gobierno mexicano a la salud, lo que provoca dos cosas; 1- que las personas ya no busquen atención en servicios de salud y 2- que esto cause que día con día haya más personas enfermas y menos controladas en cuanto a enfermedades crónico degenerativas. También causa que las personas busquen servicios privados, los cuales son pagados por los “bolsillos propios” de la gente que pueden no ser muy eficientes o son muy costosos. Me he dado cuenta de que todo gira en torno de la escasez, en donde los ingresos son limitados, los servicios “gratuitos” no son suficientes para todos y para todo y es caro ser atendido por un servicio médico privado de calidad, donde cada día hay más personas enfermas o familias más pobres.