Psicoanálisis Freudiano Y Sexualidad Infantil
Introducción
En el presente ensayo se abordará la psicología infantil desde el psicoanálisis freudiano, para él la infancia es un período de la vida del niño muy significativo, por las impresiones que afectan a este “ser inacabado y endeble” pudiendo generarle diferentes traumas.
En primera instancia se definirá lo que es el niño para Freud, ya que no lo toma como objeto de análisis, con base a sus comportamientos, sino que se interesaba por el estudio de la sexualidad infantil y del niño, dando pie a las alteraciones en el desarrollo de la sexualidad infantil que persistirán en los adultos, posteriormente se expondrá el motivo principal de la vida, manifestada desde la infancia, y se refiere a la búsqueda del placer, ya que, el niño busca lo agradable y evita lo doloroso, este proceso de evitación de la búsqueda se da de diferentes formas, a lo largo de su existencia
Desarrollo
Es muy importante definir qué es un niño para el psicoanálisis freudiano. Raúl E. Lewin (1995) menciona cómo Freud otorgó a la niñez un lugar privilegiado, pues reconoció cierta sexualidad, enfatizó el acceso desde la niñez para lograr una estructuración de la vida psicológica de un individuo a lo largo de su vida, cabe mencionar que Freud no consideraba al niño como objeto de análisis, sino que se interesaba por el estudio de la sexualidad infantil y del niño, de esta forma pudo constatar los resultados de las reconstrucciones de los análisis de adultos y el estudio de la génesis de las enfermedades neuróticas y perversas y el desarrollo de la sexualidad en un niño que luego se convertiría en un adulto normal; en el psicoanálisis freudiano, lo infantil no se refiere ni a algo propio de los niños ni a su comportamiento característico, sino a la sexualidad reprimida con alteraciones en el desarrollo de la sexualidad infantil que persisten en los adultos.
Freud distingue entre niño y adulto y enfatiza en la constitución del aparato psíquico el desarrollo de un ser que tiene lugar en el orden de maduración del cuerpo, y distingue al niño no solo del adulto por la pubertad biológica realizada, sino también en los estados del sujeto (infancia, latencia, pubertad, juventud, madurez), que en todo caso se relacionan con los momentos cruciales de movimiento de la estructura edípica, para Freud es mediante el Edipo que se traza el límite más seguro entre el niño y el adulto, a través de los reordenamientos estructurales del período de latencia y la pubertad.
El descubrimiento de Freud en el niño se basa en el tránsito de su infancia, ya que exteriorizan una sexualidad, desde que nacen, tienen sensaciones placenteras la sexualidad del niño se desarrolla en las siguientes etapas la oral, anal y fálica ya que el objetivo de la misma es la satisfacción autoerótica en pulsiones parciales asociados con áreas específicas de la piel llamadas ‘zonas erógenas’ que resultan de las funciones vitales del cuerpo de por vida. Él ve la infancia como una parte muy importante de la vida del niño, ya que, las impresiones afectan a este ‘ser imperfecto y débil’ (el niño es una persona inmadura y con poco desarrollo) estos pueden generar diversos traumas, es decir, experiencias que, por su ‘intensidad de’ estímulo’, harían al niño un ser predispuesto a la contracción de neurosis y disfunción en la edad adulta.
Para Freud (1905/1985) el motivo principal de la vida, que se manifiesta desde la infancia, es la búsqueda del placer, el niño busca lo agradable y evita lo doloroso, este proceso de evitación de la búsqueda se da de diferentes formas, a lo largo de nuestra existencia, la libido es la verdadera energía sexual que nos mueve hacia el placer, es la base de este proceso, es importante tener en cuenta que el término ‘sexo’ va mucho más allá de la mera relación o diferenciación coital, femenina o masculina, estos son resultados más probables de la dirección en la que se dirige la libido.
En los diferentes periodos o etapas que atraviesa el niño en su desarrollo, dominan determinadas necesidades específicas (físicas, intelectuales, emocionales, etc.) relativas a distintas zonas específicas del cuerpo: boca, ano, órganos genitales; estas áreas en las que los adultos representan lugares de placer y tensión sexual y se manifiestan rudimentarias en los niños y solo se perciben como sensaciones placenteras o agradables, el término ‘sexualidad’ no debe interpretarse como sinónimo de genitalidad adulta, que está en su apogeo. La sexualidad infantil se refiere a las tendencias instintivas dirigidas a aliviar la tensión y buscar el placer.
Cabe destacar que existen otras partes del cuerpo que producen sensaciones placenteras, que en la edad adulta y es la estimulación de los propios genitales, la primera zona del cuerpo que juega este papel en la vida del niño es la boca, siendo esta la primera fuente de conocimiento del mundo, por ejemplo, el niño experimenta estimulación desde el inicio de la lactancia, en períodos posteriores de la infancia, pone su boca en contacto con casi cualquier objeto que esté a su alcance, además de probar, familiarizándose con ellos, la zona de la boca conserva la capacidad de retener el placer durante todo el período de la lactancia y, en algunos niños, mucho más tiempo de aproximadamente un año y medio, Freud (1905/1986) describe cómo entiende la relación del niño con su primer objeto: el primer objeto erótico del niño es el pecho de la madre, que lo alimenta, el amor aparece en el análisis con la satisfacción de las necesidades nutricionales, este primer objeto se completa luego para formar la persona total de la madre que no solo alimenta al niño, sino que lo cuida y despierta muchas otras sensaciones físicas, tanto placenteras como supresoras. como parte del cuidado de los niños, la madre se convierte en el primer seductor del niño, en estas dos relaciones radica el significado único, incomparable y definitivamente establecido de la madre como primer y más poderoso objeto sexual, como prototipo de todas las relaciones amorosas posteriores, tanto con los sexos como con los demás, posteriormente es adoptado por otra parte del cuerpo: el recto y los esfínteres urinarios, lo que probablemente se deba a la abundante estimulación y atención que se le da a esta región durante el largo proceso de ejercicio para controlar los esfínteres, si bien estas sensaciones predominan en la llamada fase anal, el niño muestra un gran interés por todo el proceso de eliminación, tendencia a tocar sus propios excrementos debido a su color, el niño busca con tanta persistencia juegos ‘sucios’ durante la fase anal de su desarrollo, como se muestra cuando chupa los dedos y los objetos a su alcance, desarrolla el reflejo de agarre junto con el reflejo de succión o toca algunas partes del cuerpo u otras personas durante la fase oral pasiva o partes del cuerpo mordisquean a otras personas u objetos a su alcance (Freud, 1905 / 1985, p. 48).
El excelente descubrimiento en el tratamiento psicoanalítico de los pacientes neuróticos adultos ha sido señalar el origen de sus patologías infantiles, que giran en torno a los conflictos evocados por la sexualidad infantil y las fantasías del complejo de Edipo) que, según Freud, están en el centro de la formar neurosis, con un eje central constituido por el amor al padre del sexo opuesto y la rivalidad infantil en las neurosis clínicas; es difícil distinguir entre una organización normal del desarrollo psicológico plagada de conflictos sobre la base del complejo de Edipo y las formas de neurosis clínicas en el niño pequeño, es de gran importancia enfatizar la importancia del complejo de Edipo y la sexualidad infantil para la organización de la vida psíquica, existe un dato clínico claro que conviene destacar en las consultas psiquiátricas infantiles: la mayoría de los casos estudiados padecen trastornos de personalidad más o menos graves, por lo que resulta paradójicamente reconfortante descubrir casos con un conflicto edípico que estructura los problemas mentales del niño y por tanto permite el diagnóstico de una neurosis.
Conclusión
Dentro del análisis expuesto, el psicoanálisis se enfoca en todas aquellas personas que caen reiteradamente bajo los síntomas físicos que constituyen un obstáculo para el desarrollo de su potencial, lo cual se refleja en su entorno social (individualmente, con sus amigos, familiares, etc.), de tal modo se puede observar en el niño, en su relación con el otro, sus reacciones de elegancia y esplendor, mientras que su comportamiento explica la ambivalencia estructural, el concepto freudiano de ambivalencia en el hombre, concepto que nos da, permite intuir la interdependencia entre el amor y el odio .
El síntoma de todo niño se estructura desde la posición que el niño toma en relación con la posición femenina de la madre, ya que la madre, como mujer, tiene una relación especial con la falta, la falta de un objeto primordial, que surge del estudio de Freud sobre la sexualidad femenina, se caracteriza por el hecho de que es lo que evoca el deseo femenino y lo que se llama falta en el lado femenino: el falo