Rawls Y Smith Por Una Justicia Globalizada
En la primera parte de “la idea de la justicia” Sen, menciona varios autores importantes para el tema, pero ante todo fija su atención en John Rawls y Adam Smith, compara sus enfoques, lo que considera cada uno como una opción viable para combatir la injusticia y hacer una sociedad justa, para después combinar sus cavilaciones y llegar a la interconexión social que se vive actualmente.
Primordialmente cabe describir de manera breve el núcleo de la idealización de cada uno. El enfoque rawlsiano apela con una idea contractualista de un contrato aceptado de manera unánime por todos los relacionados en la posición original, donde él describe su teoría como la intención de “generalizar y llevar un mayor grado de abstracción la teoría tradicional tal como está representada por Locke, Rousseau y Kant”, así mismo compara su designio con el empleo y la noción del utilitarismo. Esto conlleva a la derivación de , que surgen a partir de lo que él llama el velo de la ignorancia, es decir, acudir a la imparcialidad de las personas que están inmersas, sin algún tipo de diferenciación por motivo de raza, sexo, etnia, etc., para que estas no resulten afectadas de manera particular o por su misma colectividad. Partiendo de ello, los principios jerarquizados son, en primer lugar la libertad individual, de ella deviene el otro principio de igualdad que se divide en dos: igualdad de oportunidades y la lucha contra la desigualdad. En base a esto, Rawls plantea que un cierto nivel de desigualdad es positiva, siempre y cuando la persona que esté en peor condición que la otra tenga un nivel aceptable de vida digna. En esto se basa su idea de equidad, que al mismo tiempo, este racionamiento determina las instituciones que pretenden a partir de la justicia formar una estructura básica de la sociedad, a lo que él llama “La justicia como equidad”.
Adam Smith por su parte se concentra en la discusión pública, es decir, en la necesidad de invocar amplias variedades de opiniones y perspectivas basadas en las experiencias que suceden fuera de un círculo cultural y social determinado. Se sitúa en la teoría de los sentimientos morales, como una exigencia de examinar la propia conducta “como uno imagina que la examinaría un espectador imparcial”. Como espectador imparcial, Smith se refiere a “el hombre dentro del pecho, su estrategia intelectual se centra en ampliar la compresión y desarrollar el alcance de nuestra búsqueda ética”, es decir, ir más allá del razonamiento que puede ser. En este sentido, Smith admite que se requieren las opiniones de otras personas cercanas o lejanas al círculo social para alcanzar la imparcialidad que se fija de manera abierta y no cerrada por las interpretaciones ajenas que se vincularon a la interpretación.
Frente a los argumentos presentados es evidenciable cierta similitud de los enfoques de la objetividad, de manera que la objetividad está ligada para los dos de manera directa o indirectamente a la habilidad de eludir los escrutinios en forma de puntos de vista, convicciones éticas o políticas que afectan tanto a personas cercanas como a lejanas. De allí parte la idea de que la justicia tiene en parte una conexión de obligación con el otro que es netamente importante, porque si se tiene una preocupación con el otro (sea cercano o lejano) entonces la órbita de justicia tiene que incluir a estas personas en los intereses de ella misma; también cabe incluir que las acciones de un sistema de justicia de un estado pueden influir en la vida y decisiones de otros países; y por último, las experiencias históricas de otras situaciones similares pueden ayudar a superar el propio parroquialismo de un mismo estado.