Reflexión Sobre La Existencia De Dios
Introducción.
Antes de hacer la pregunta ‘¿Existe Dios?’, primero tenemos que tener en cuenta nuestras predisposiciones filosóficas. Si, por ejemplo, estoy ya comprometido a la idea filosófica de que nada existe fuera de los límites naturales y parámetros científicos establecidos, ninguna evidencia me convencerá de lo contrario. Formular la pregunta Existe Dios?, no tendría sentido. Mi respuesta sería ‘No, no existe’ sin importar si Dios existe realmente o no.
La pregunta sería imposible de contestar desde un punto de vista de pruebas, simplemente porque nada de lo que Dios puede haber hecho (cualquier acto sobrenatural) es tangible, por lo que es imposible verificar pruebas de su existencia. Dicho de otra manera a un Dios sobrenatural, para los que están en contra, no se le permite existir.
Desarrollo.
En un comienzo, sirvió de respuesta para los grandes interrogantes y temores del Hombre como: ¿de dónde venimos?, ¿qué hay después de la muerte?, ¿por qué hay lluvias torrenciales que destrozan nuestros poblados?. Por otra parte, aparecieron los sigilosos que vieron en la fragilidad social un modo de posicionarse por encima del resto, y así aprovecharse de la debilidad y transformarla en miedo, capaz de mantener a grandes masas bajo el control de unos pocos. No necesitaban ser grandes guerreros, ni cazadores, ni pensadores, solo hacía falta que todos supieran que eran ellos los únicos capaces de comunicarse con los dioses para que los sobrevaloraran. Este nuevo sistema de control resultó muy eficaz y los malvados salieron ganando porque el combustible de este nunca acababa.
La reflexión sobre la existencia de Dios implica un debate entre diferentes posturas, que habitualmente no se limita al mundo de la razón, sino que se extiende al de las creencias y al emocional. El teísmo y el ateísmo son las grandes posturas antagónicas. El teísmo clásico afirma que Dios posee toda posible perfección, incluyendo virtudes como la omnisciencia, la omnipotencia y la benevolencia. Tomas de Aquino realizó un libro que describe cinco pruebas que afirman la existencia de Dios, titulado: “Las cinco vías”. La primera de ellas es el MOVIMIENTO.
Por consiguiente, todo lo que se mueve es movido por otro. Pero, si lo que mueve a otro es, a su vez, movido, es necesario que lo mueva un tercero, ya este otro. Más no se puede seguir indefinidamente, porque así no habría un primer motor y, por consiguiente, no habría motor alguno, pues los motores intermedios no mueven más que en virtud del movimiento que reciben del primero, lo mismo que un bastón nada mueve si no lo impulsa la mano. Por consiguiente, es necesario llegar a un primer motor que no sea movido por nadie y este es el que todos entienden por Dios.
En este primer capítulo introduce que todo lo que tiene movimiento es impulsado por algún motor, ciclo que puede ser infinito y que acaba por admitir la existencia de un primer motor inmóvil, descrito en este caso como Dios. La segunda vía es la EFICIENCIA. Hallamos que en este mundo de lo sensible hay un orden determinado entre las causas eficientes Si, pues, se prolongase indefinidamente la serie de causas eficientes, no habría causa eficiente primera, y, por tanto, ni efecto último ni causa eficiente intermedia, cosa falsa a todas luces. Por consiguiente, es necesario que exista una causa eficiente primera, a la que todos llaman Dios.
Describe la existencia de situaciones eficientes, dicho de otra manera, situaciones que tendrían que haber existido antes de existir, lo cual es imposible. De esta manera atribuye a Dios el ser el gran motor eficiente de estas. La tercera vía es la CONTINGENCIA. Si su necesidad depende de otro, como no es posible, según hemos visto al tratar de las causas eficientes, aceptar una serie indefinida de cosas necesarias, es forzoso que exista algo que sea necesario por sí mismo y que no tenga fuera de sí la causa de su necesidad, sino que sea causa de la necesidad de los demás, a lo cual todos llaman Dios.
Comenta que las cosas pueden ser producidas o destruidas. Es imposible que las cosas sometidas a la posibilidad de no existir existan siempre. Tiene que existir un ser que sea absolutamente necesario y que la causa de su existencia y necesidad no esté en otro sino en él mismo y que sea causa de la existencia de los demás, y este es Dios. La cuarta vía habla de LOS GRADOS DE PERFECCIÓN.
En el mundo hay diferentes grados de perfección, que implican la existencia de un modelo con el cual se establece la comparación. Un ser supremo. La quinta vía es la FINALIDAD. Cosas que carecen de conocimiento, como los cuerpos naturales, obran por un fin, como se comprueba observando que siempre, o casi siempre, obran de la misma manera para conseguir lo que más les conviene; por donde se comprende que no van a su fin obrando al acaso, sino intencionadamente. Luego existe un ser inteligente que dirige todas las cosas naturales a su fin, ya este llamamos Dios.
En este expresa la existencia de un ser con una inteligencia sumamente mayor que la de cualquier ser y que ordena y dirige todo tipo de situación natural. El ateísmo niega cualquier tipo de divinidad o de ser/seres sobrenaturales y señalan también la imposibilidad de su naturaleza omnipotente y benevolente, según la cual Dios entonces no debería permitir la existencia del mal y el sufrimiento en el mundo. Por otra parte, encontramos el agnosticismo el cual considera que carecemos de argumentos razonables sobre la existencia o inexistencia de un Dios sobrenatural y niega la posibilidad de conocer su existencia. Por tanto, no quiere tomar una decisión ni a favor ni en contra de esta.
Uno de los astrofísicos más valorados de este último siglo Stephen Hawkins se posicione en ambas posturas. En su obra más famosa, Breve historia del tiempo, publicada en 1988, Hawking sugirió que el hombre solo conocería “la mente de Dios” cuando lograra entender la teoría de todas las cosas, que busca unificar de manera coherente las fuerzas que gobiernan el universo. Hasta entonces se consideraba agnóstico, y aunque no podía demostrar científicamente la existencia de un ser superior, tampoco cerraba la puerta a esa posibilidad: el concepto de lo divino superaba su conocimiento.
Sin embargo, unos años más tarde, cambio su idea en el libro “El gran diseño” donde declaró que el universo surgió de la nada, de forma espontánea, como consecuencia inevitable de las leyes de la física. En pocas palabras, Dios no es necesario para explicar el origen de todo. Ahora ha confirmado su postura radical: “Lo que quise decir cuando aseguré que conoceríamos ‘la mente de Dios’ era que comprenderíamos todo lo que Dios sería capaz de entender si acaso existiera. Pero no hay ningún Dios. Soy ateo. La religión cree en los milagros, pero estos no son compatibles con la ciencia”.
Conclusiones.
Dios, si existe, nunca será un objeto empírico y la ciencia solo trata las cosas que se pueden manipular con sistemas de medición. Por lo tanto, nunca se podrá demostrar su existencia o su inexistencia científicamente. Pero siempre habrá parte de la población que confíe en seres sobrenaturales en los que confiar con plenitud.