Replanteando la Meritocracia Desde la Igualdad de Oportunidades
Resumen
El presente escrito será sobre la justicia social en México: ensayo que abordará los conceptos de igualdad de oportunidades e igualdad de posiciones desarrollados en el texto ‘Critica a la igualdad de posiciones. Repensar la justicia social”. México. Siglo Veintiuno Editores. (Dubet, F. 2011 pp.33-51), “Crítica a la igualdad de oportunidades. Repensar la justicia social”. México. Siglo Veintiuno Editores. (Dubet, F. (2011) pp. 53- 58) y “Repensar la justicia social: contra el mito de Oportunidades”. Buenos aires. Siglo veintiuno Editores. (Dubet, F.2014 pp 11-99).
Posteriormente, se realizará un análisis con el propósito de mostrar como la igualdad de oportunidades, que descansa en la cuestión meritocratica, es en realidad una ficción. La misma se evidenciará en las diferentes posiciones sociales de las familias argentinas, cuya estratificación se hace en función de la economía (a mayor riqueza, se pertenece a una clase social más alta).
Para ello, se hará referencia específicamente a una familia de bajos ingresos, en contraste con una de altos ingresos, seleccionadas a partir de datos estadísticos tomando como fuente el Instituto Nacional de Estadísticas y Censo (INDEC). Para luego concluir que el modelo de igualdad de posiciones debe priorizarse por encima del modelo de igualdad de oportunidades.
Introducción
El presente trabajo refiere a dos concepciones de justicia social: la primera busca promover la igualdad de oportunidades para que cualquiera pueda acceder a cualquier posición social en función de un principio meritocratico; la segunda apunta a reducir las desigualdades entre las posiciones sociales, entre los ricos y los pobres según ‘Critica a la igualdad de posiciones. Repensar la justicia social”. México. Siglo Veintiuno Editores. (Dubet, F. 2011 pp.33-51) y “Crítica a la igualdad de oportunidades. Repensar la justicia social”. México. Siglo Veintiuno Editores. (Dubet, F. (2011) pp. 53- 58).
Para analizar la igualdad de oportunidades y poder determinar que es una ficción se tomara como contexto la sociedad Argentina en el 2019, precisamente dos posiciones sociales en particular que serán la clase social alta y clase social baja, en la cual se pudo observar un aumento que a principios del 2019 llego al 50% de la población argentina de los cuales según datos estadísticos del INDEC, 23,4% de los hogares y 32% de la población se encuentran en la pobreza, evidenciando de este modo una gran brecha entre la clase baja y la clase alta que solo representa un 5% de la población Argentina. Lo que se invita a pensar es como puede haber igualdad de oportunidades en una sociedad en la cual existe una brecha abismal entre los que más tienen y los que menos tienen en concepto de salarios, educación, el acceso a los derechos resultando así la clase alta, los más favorecidos socialmente y de esta manera, la sociedad de oportunidades termina dando más a quienes ya tienen más por eso a través de este trabajo es que vamos a llegar a la conclusión que la igualdad de posiciones debe priorizarse por encima de la igualdad de oportunidades por los diversos motivos que vamos a presentar a continuación.
Igualdad de oportunidades
Este concepto consiste en “ofrecer a todos los individuos la posibilidad de ocupar las mejores posiciones en función de un principio meritocrático” (Dubet, 2014 pp 12), se promueve el mérito como la gran odisea de la sociedad, hay que esforzarse, hay que hacer el doble. No apunta tanto a reducir la desigualdad, como a luchar contra las discriminaciones que obstaculizan la realización del mérito que permite que cada uno acceda a posiciones desiguales luego de una competencia equitativa en la que los individuos se enfrentan para ocupar posiciones sociales jerarquizadas. Bajo esta perspectiva, las desigualdades serían justas, dado que todas las posiciones son accesibles para todos la desigualdad inicial “en el punto de partida, se equilibran las desigualdades; después, dado que las desigualdades producidas por el uso de estos recursos dependen sólo de los individuos y de su libre arbitrio, ya las desigualdades son perfectamente justas” (Dubet, 2014 pp 63)
El ideal no es reducir las desigualdades sino construir una sociedad en la que cada generación se distribuya de manera equitativa en todas las posiciones sociales en función del mérito de los individuos. En este modelo, la justicia requiere que los hijos de los obreros tengan las mismas posibilidades que los hijos de los empresarios de convertirse en empresarios, sin que se ponga en cuestión la distancia entre unos y otros.
Se debe aclarar que esta concepción no busca afectar las jerarquías de las posiciones, sino en todo caso garantizar que ellas sean accesibles a todos marcando un punto de partida igual para todos.
La igualdad de oportunidades meritocrática acentúa ciertas desigualdades ya que los individuos más meritorios son a su vez los más favorecidos socialmente y de esta manera, la sociedad de oportunidades termina dando más a quienes ya tienen más.
Si bien la igualdad de oportunidades puede establecer un piso mínimo de ingresos y de condiciones, ella no puede establecer un techo, esto es, que no limita los ingresos más elevados: “nada, en efecto, debe entorpecer la recompensa del mérito y del éxito” (Dubet, 2014 pp 74).
Igualdad de posiciones
Este concepto está centrado en el conjunto de lugares ocupados por los individuos, sean estos hombres o mujeres, más cultos o menos cultos, más jóvenes o menos jóvenes. Esta representación de la justicia social invita a reducir las desigualdades de ingresos, de condiciones de vida, de acceso a los servicios y de seguridad que están asociadas a las posiciones sociales que ocupan individuos muy diferentes en numerosos aspectos: las calificaciones, el sexo, la edad, el talento. El objetivo es corregir la estructura social más que fomentar la circulación de los individuos entre las diversas posiciones desiguales.
La movilidad social (posibilidad de cambiar de posición a lo largo de las generaciones) es una consecuencia indirecta de la relativa igualdad social, pero no es la prioridad. Para decirlo en pocas palabras, no se trata de prometer a los hijos de los obreros que tendrán tantas posibilidades de convertirse en empresarios como los hijos de los propios empresarios, sino de reducir la brecha en las condiciones de vida y trabajo entre los ricos y los pobres.
Las desigualdades sociales provocan daños a la salud de los individuos, generan vínculos basados en la desconfianza, y degradan la vida colectiva ya que disuelven los lazos sociales “los ricos son tan ricos que ya no se sienten ligados a las sociedades en las que viven, mientras que los más pobres se sienten rechazados por esa misma sociedad” (Dubet, 2014 pp 97).
Las desigualdades incrementan la criminalidad ya que vuelve a los ricos presas codiciadas y a los pobres posibles predadores; y afectan negativamente el medioambiente generando una escalada de consumo en la sociedad.
La reducción de la desigualdad que propicia la igualdad de posiciones, incrementa la igualdad de oportunidades ya que resulta más sencilla la movilidad social ascendente cuando las posiciones están más cercanas entre sí: “el ‘ascensor social’ no sube ni baja mucho, pero mucha más gente puede usarlo” (Dubet, 2014 pp 99). La igualdad de posiciones permite ser medida con mayor facilidad porque los criterios logran ser más objetivos (ej.: ingresos, edad, actividad, etc.).
¿Es posible la igualdad de oportunidades teniendo en cuenta variables como ingreso, acceso a la educación y derechos?
En los últimos años, más precisamente en el 2019, en Argentina se puede observar un incremento de los pobres que conforman el 32% de la población y un 23,4% de los hogaresen los cuales, con sus ingresos, apenas pueden cubrir la canasta básica de alimentos (conformada por 40 productos) no logrando así cubrir la canasta básica total (en la cual se consideran los bienes y servicios no alimentarios).
Las personas que viven en la pobreza sufren una privación de los recursos materiales, espirituales y emocionales necesarios para sobrevivir, desarrollarse y prosperar, lo que les impide disfrutar de sus derechos, alcanzar su pleno potencial o participar como miembros plenos y en pie de igualdad en la sociedad.
Los hijos de las familias que se encuentran en la pobreza tienen pocas posibilidades de acceder a una calidad de educación como a la que acceden los hijos de las familias de clase alta, esto debido a diversos impedimentos como bajos ingresos familiares que imposibilitan el acceso a escuelas privadas o la imposibilidad de acceso a determinas escuelas públicas por no poder pagar el transporte teniendo que recurrir a las escuelas más cercanas independientemente del nivel educativo. Como así también se puede observar un porcentaje que abandona la escuela para trabajar y así poder colaborar con los ingresos en la familia en el caso de los hombres como así también abandono de las mujeres para asumir responsabilidades de cuidado de hermanos e hijos, no terminando así la educación básica. Hay una desigualdad a una edad temprana, que ya se es visible desde los jardines en los cuales menos del 70% de los niños de esta clase social no puede acceder a una por el costo de los jardines privados y por la falta de jardines estatales los cuales están sobre demandados.
Dentro de nuestro país las personas pobres tienen más problemas de salud que las acomodadas. Esta asociación refleja una relación de causalidad que funciona en los dos sentidos: la pobreza genera mala salud, y la mala salud hace que los pobres sigan siendo pobres.
Las familias pobres no solo tienen un acceso limitado a los servicios preventivos, de diagnóstico y de tratamiento, sino que también están expuestos a mayores factores de riesgo de mala salud como condiciones de trabajo peligrosas, vivienda insegura y acceso limitado a alimentos nutritivos. Sus problemas de salud a menudo les impiden realizar una actividad productiva, profundizando sus dificultades, y, en caso de que tengan acceso a servicios médicos, los costos de estos son muy elevados.
Debido a que las consecuencias de estas condiciones inadecuadas para la salud se acumulan durante la vida, pueden transmitirse de una generación a la otra. Por ejemplo, los hijos de madres que viven en la extrema pobreza tienen más del doble de probabilidades de nacer con bajo peso, aumentando su riesgo de padecer futuros problemas de salud o de desarrollo.
Los desafíos son similares en otros derechos, como la educación. Un mal desempeño en la escuela, la disminución de la atención y problemas en el aprendizaje pueden estar relacionados con la desnutrición o con condiciones de hacinamiento en el hogar, socavando aún más la posibilidad de escapar de la pobreza.
Quienes viven en la pobreza enfrentan mayores obstáculos que la clase alta para acceder a los servicios públicos e instituciones gubernamentales, incluyendo barreras físicas, económicas, administrativas y culturales.
Los obstáculos físicos están relacionados con el hecho de que por lo general los más pobres viven en zonas rurales o alejados de los centros urbanos donde están los empleos, los mercados y los servicios públicos. A menudo tienen que viajar grandes distancias -o por un mayor tiempo- para recibir atención médica y educación.
Conclusión
La igualdad de oportunidades de derecho existe, ya que, no se niega el acceso a la educación o a la salud, es decir somos todos jurídicamente iguales. Sin embargo, existencialmente esto no es así, debido a que la misma es una ficción.
Según afirma Dubet “en el punto de partida, se equilibran las desigualdades (…)” (Dubet, 2014 pp 63). No obstante, es a través del mérito, el esfuerzo, el trabajo, aptitudes y habilidades de las personas que se alcanzan las distintas posiciones sociales.
Esta sociedad basada en el mito de la igualdad de oportunidades es una sociedad fragmentada, una sociedad violenta y competitiva, es una sociedad que nos hace creer o que nos insta a que, a través del mérito individual, uno va a poder avanzar. A pesar de ello, no todos comienzan con la misma igualdad o del mismo punto de partida. Aquellas personas que pertenecen a una clase pobre, tienen menos posibilidades de poder acceder a las distintas posiciones ya que no podrán alcanzar su pleno potencial o participar como miembros plenos y en pie de igualdad en la sociedad por diferentes motivos, como educación, salud e ingresos.
Desde ese punto de vista, es claro que el modelo de la igualdad de posiciones debe priorizarse, siguiendo a Dubet, porque es el que resulta más justo ya que es el más favorable para los débiles y el que mejor sirve, paradójicamente, al modelo de las oportunidades. Ya que las oportunidades se definen como la posibilidad de circular en la estructura social, de subir los escalones, parece evidente que esa fluidez es mayor cuando se reduce la distancia, cuando los que suben no tienen demasiados obstáculos que superar y los que bajan no corren el riesgo de perderlo todo.
Este sistema refuerza la solidaridad, busca la calidad de la vida social y, a través de esta, la autonomía individual, aumenta la confianza y la cohesión social en la medida en que los actores no se inscriben en una competencia continua.
Bibliografía
- [bookmark: _Toc24436222]Dubet, Francois (2014), Repensar la justicia social: contra el mito de Oportunidades, trad .A. Greco y Bavio, Buenos Aires, Siglo XXI
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- · https://www.pagina12.com.ar/214169-casi-tres-millones-menos-en-la-clase-media
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- · https://m.econlink.com.ar/indice-pobreza-argentina
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- · https://www.indec.gob.ar/ftp/indecinforma/nuevaweb/cuadros/74/canasta_04_04.pdf
- · https://revistaeducacionvirtual.com/archives/1865
- · https://www.redaccion.com.ar/ninos-pobres-son-el-50-y-crece-el-riesgo-de-que-dejen-la-escuela-la-vean-como-un-comedor-o-aprendan-poco/
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