Televisión Medio De Comunicación Que Domina Las Masas
Reseña del autor
Manuel Castells Oliván, nacido en Hellín (Albacete) en 1942, es sociólogo, economista y profesor en diferentes universidades como la Universidad de California en Berkeley. Es el director del Internet Interdisciplinary Institute en la Universidad Abierta de Cataluña, además de presidir el consejo académico de Next International Business School.
Es autor de más de 25 libros relacionados con la sociología, la evolución económica y las transformaciones políticas, sociales y culturales en el marco de la teoría de la información. Una de sus piezas más destacadas, nuestro objeto de análisis, Comunicación y Poder (Alianza Editorial, 2009). Es experto, además de referencia en su campo de estudio, de la Sociedad de la Información.
Se exilió a Francia en 1962 debido a su disconformidad con la dictadura franquista, y se convirtió en el profesor más joven de la Universidad de París con tan solo 24 años. Además, en los años 70 desarrolló su concepto-teoría de “consumo colectivo”, relacionada con la sociología urbana marxista. Más tarde, en los años 80, abandonó sus convicciones marxistas para centrarse en el estudio de las nuevas tecnologías y la era de la información.
Resumen por capítulos
Capítulo 1: El poder de la sociedad red
El autor define el poder como un proceso fundamental de la sociedad que abarca la capacidad relacional de un actor social para influir a otros actores sociales de modo que dicha influencia favorezca su voluntad, sus intereses y sus valores. A partir de este momento, una vez ya ha definido el concepto de poder, comienza a cuestionar los medios para poder alcanzarlo, planteando opciones desde el punto de vista de la violencia o la fuerza, apoyándose de autores como Max Weber o Michel Foucaulr, entre otros.
El autor parte de la afirmación de que “una nación es una comunidad de sentimientos que se manifestaría adecuadamente en un estado propio; por tanto, una nación es una comunidad que normalmente tiende a crear un estado propio”, para comenzar su análisis de las relaciones de poder en un estado o entre varios estados. Por tanto, concluye que las naciones, o comunidades culturales, producen estados y lo hacen reivindicando el monopolio de la violencia dentro de un territorio limitado.
Para las redes, Manuel Castells afirma que son nodos interconectados, con mayor o menor relevancia para su conjunto, siendo los más importantes denominados “centros”. Para la vida social, concluye que estas redes se convierten en estructuras comunicativas.
El autor introduce el concepto de la sociedad como red global, pues afirma que la sociedad red es aquella cuya estructura social está compuesta por redes activadas por tecnologías digitales de la comunicación. Explica que este concepto solo puede entenderse en una sociedad global, o globalizada.
Castells se pregunta, ¿qué constituye el valor en la sociedad red? ¿Qué motiva a quienes se apropian del valor y controlan la sociedad? Entiende este valor dentro de una sociedad capitalista, en la que el materialismo y los beneficios en términos monetarios pueden comprar todo lo demás. Por lo que, según el autor, este sería el valor de la sociedad, que de hecho sería, una expresión del poder.
Capítulo 2: La comunicación en la era digital
El autor define la comunicación, o la acción de comunicar, como el compartir significados mediante el intercambio de información. A raíz de este concepto desarrolla diferentes conceptos del proceso comunicativo, como la comunicación interpersonal, la comunicación de masas o la transformación de del proceso comunicativo tal y como lo conocemos, dentro del marco tecnológico.
En tercer lugar, analiza la dimensión cultural del proceso de transformación multinivel de la comunicación, comprendiendo la intersección de dos tendencias contrapuestas: el desarrollo paralelo de una cultura global, y por tanto, de múltiples culturas identitarias, y el ascenso simultáneo del individualismo. Afirma que esta transformación se debe a la expresión de las relaciones sociales, por tanto, de poder, existente en la brecha digital que existe entre distintos países y dentro de los mismos.
Sobre la convergencia tecnológica y el nuevo sistema multimedia, analiza el paradigma tecnológico basado en las tecnologías de la información y de la comunicación que surgió en los años setenta y que, según el autor, tuvo una influencia decisiva en la forma de comunicación. Las redes de comunicación, de ordenadores, y las de radio o televisión, convergieron gracias a las redes digitales, la fibra óptica o la comunicación por satélite. La forma de comunicar, al tiempo que aumentaba la diversidad de plataformas de difusión y la concentración de la propiedad de los medios, condujo a la formación gradual de un nuevo sistema multimedia a principios del siglo XII. El autor analiza la televisión, la radio, el auge de Internet y la diversificación de estas plataformas.
Acerca de la televisión, medio que define como el medio arquetípico de comunicación de masas, fue desde los primeros años noventa el medio que pasó de ser un sistema de comunicación unidireccional altamente centralizado, a un sistema de emisión altamente diversificado y descentralizado basado en la mayor capacidad de transmisión, regido por la competencia dada por la rápida multiplicación de canales y emisoras. El autor analiza la penetración gradual (en el tiempo) de la televisión en los países de la Unión Europea y Estados Unidos, tanto a nivel técnico como de sus audiencias. Concluye con la afirmación de que, aunque la televisión sigue siendo el medio de comunicación de masas dominante,” la tecnología, los negocios y la cultura la han transformado profundamente”. Más tarde desarrolla la diversificación de esta plataforma y de la interconexión de sus redes, no solo de la pequeña pantalla, también del cine o de la publicidad.
Capítulo 3: Redes de mente y poder
Manuel Castells define explica que la comunicación se produce activando las mentes para compartir significado, entendiéndose las ideas como configuraciones de imágenes mentales (visuales o no), que se corresponden a patrones neuronales del cerebro. Analiza todo tipo de ideas mentales, desde las corporales hasta las del mundo exterior, entendiéndolas como una construcción de la realidad ante acontecimientos reales, no solo como su reflejo, sino como productos de un proceso mental con acuerdo a sus propios modelos.
A partir de esto, desarrolla la interrelación de la mente humana con el lenguaje, afirmando que ésta se activa con el lenguaje para acceder a los mapas del cerebro. La comunicación, en sus diferentes modalidades, según el autor, desempeña un papel fundamental para activar las redes neuronales correspondientes en el proceso de toma de decisiones. Lo explica a raíz de las llamadas «neuronas espejo», que representan la acción de otro sujeto, y que permiten comprender los estados emocionales de otros individuos. Esto, según Castells, es esencial para la comunicación en animales sociales.
Continúa con el análisis de la cognición política, desarrollado a raíz del anterior punto, relacionado con la emoción, pues demuestra que la integración entre cognición y emoción es fundamental en la toma de decisiones políticas. Este concepto, en términos de Castells, es un factor decisivo en la evolución de la humanidad, fomentando la cooperación y la toma de decisiones colectiva en la búsqueda de la supervivencia y el bienestar. Analiza también la relación de esta interconexión (sentimientos y cognición) en las campañas políticas, siendo los sentimientos hacia un partido o un político mucho más decisivos en el voto de los ciudadanos que las propias convicciones políticas.
Acerca de la política de las creencias, el autor concluye que los materiales básicos que conforman la opinión pública son de tres tipos: valores, disposiciones del grupo e intereses materiales personales, y que los estudios disponibles muestran que las predisposiciones y valores influyen más en la formación de la opinión política que el interés personal material. La priorización en la formación de la opinión pública viene determinada según los marcos de información, que vienen determinados por los medios de comunicación, que a su vez están regidos por otras élites, los gobiernos, y la misma opinión pública.
Señala además que los marcos de las noticias, una vez construidos, retroalimentan a las élites políticas. Para ejemplificar esta afirmación, , la interacción entre enmarcado y contraenmarcado en la configuración de la mente humana mediante el proceso de comunicación, el autor crea todo un apartado con un caso específico: Conquistando las mentes, conquistando Irak, conquistando Washington: de la desinformación a la mistificación.
Capítulo 4: Programando las redes de comunicación: política mediática, política del escándalo y crisis de la democracia
El autor trata de demostrar que la política es fundamentalmente una política mediática. Basándose en las afirmaciones realizadas hasta el momento, concluye que las organizaciones o los líderes que no tienen presencia mediática no existen para el público. Por tanto, sólo aquellos que consiguen transmitir sus mensajes a los ciudadanos son los que tienen la posibilidad de influir en sus decisiones de forma que les lleve a posiciones de poder.
Afirma que los medios no son solo el Cuarto Poder, sino que son mucho más importantes: son el espacio donde se crea el poder, siendo el espacio en el que se deciden las relaciones de poder entre los actores políticos y sociales. Y según el autor estos se basan, para subsistir, en la ampliación de sus audiencias y recursos mediante la consolidación de sus audiencias. Hay una constante, explica, en la convergencia de la política hacia la política mediática, y esto se trataría de un fenómeno global.
Habla de los filtros (o gatekeepers), como los encargados de proporcionar el acceso a los medios, fundamentales para que los mensajes lleguen a sus audiencias. Sin esto, entiende, no habría democracia. Por lo que, en definitiva, los medios son fundamentales en una sociedad democrática.
A raíz de este concepto habla de la censura: la explícita o directa, característica de los gobiernos autoritarios como el caso de China, que analiza explícitamente. O también la indirecta, dada en regímenes autoritarios donde los gobiernos interfieren en el funcionamiento de los canales de comunicación sobre los que ejerce una influencia económica o indirecta (el caso de Berlusconi en Italia o de Aznar en España, según el autor).
Castells introduce un nuevo término, la política informacional, que, a diferencia de la mediática, se basa en una mezcla de intuición, esperanza, consejos de los expertos y retroalimentación de las redes de simpatizantes. La define como la estrategia que “articula los mensajes que dependen de los intereses y valores de la coalición sociopolítica construida en torno a actores políticos concretos”. Ésta nace de la mano de los think tanks, responsables del análisis de las tendencias, de comprender los mecanismos cognitivos de la gente y aplicar los resultados de sus estudios para diseñar tácticas eficientes a fin de ganar elecciones. Se apoya de algunos casos en Estados Unidos (con la Guerra de Vietnam) o el Reino Unido de Tony Blair. Analiza más tarde la financiación de los partidos, y el gasto que estos hacen de los fondos que recaudan, apoyándose especialmente de datos del partido demócrata de los Estados Unidos, con presidentes como Bill Clinton. En el caso europeo, hace hincapié en que países como Gran Bretaña o España cuentan con organismos reguladores que controlan la financiación de los partidos políticos, donde existe la obligación legal de dar a conocer las aportaciones a los partidos políticos.
Acerca de la toma de decisiones (incluyendo las políticas) el autor afirma que éstas se llevan a cabo a partir de las imágenes y la información que se procesan en los medios de comunicación e Internet. Por tanto, concluye que la política de los medios informativos es la forma más significativa de política mediática. Enlaza esta conclusión con el hecho de que la televisión sea el medio al que la mayor parte de la población recurre para informarse (dado que su formato atrae a las masas), dando importancia por tanto a televisión como agente decisivo en el desarrollo político.
Capítulo 5: Reprogramando las redes de comunicación: movimientos sociales, política insurgente y el nuevo espacio público
El cambio, tanto en el individuo como en la sociedad, es parte de la vida. El autor entiende que el cambio social es multidimensional, pero que, en última estancia, no deja de ser un cambio de mentalidad en los diferentes individuos que conforman la sociedad, que a su vez influyen y modifican las normas e instituciones que estructuran las prácticas sociales. Los cambios no son automáticos, advierte, sino el resultado de la voluntad de los actores sociales, guiados por sus capacidades cognitivas y emocionales.
A los actores sociales que aspiran al cambio cultural (o cambio de valores) los conceptualiza como movimientos sociales, y a los procesos que aspiran al cambio político (cambio institucional) como políticas insurgentes. Estos movimientos sociales, o políticos, vendrían dados por la comunicación de mensajes de rabia y esperanza, dentro del marco del espacio público.
Para explicar el proceso de cambio social en el nuevo espacio público constituido por las redes de comunicación, Castells se basa en dos tipos diferentes de movimientos sociales y dos casos significativos de política insurgente:
En primer lugar, la irrupción del movimiento ecologista y de concienciación de lucha contra el cambio climático. Para que esta conciencia se asiente en la mente de las personas, ha sido necesario que un movimiento social que alertara a la población de los peligros del calentamiento climático, pues, según el autor, los precedentes dados por la comunidad científica no fueron suficientes para cambiar la forma de pensar acerca de la relación de la sociedad con la naturaleza. Y a raíz de este movimiento social fueron los medios de comunicación de masas o incluso los famosos (con influencia) quienes afianzaron la concienciación de las personas.
En segundo lugar, Manuel Castells analiza el desafío de los movimientos globales contra la globalización capitalista. Afirma en su misma medida que los múltiples elementos del movimiento contra la globalización de las grandes empresas eran/son locales y globales al mismo tiempo, siendo las raíces locales las mayores opositoras a este movimiento globalizador. La contradicción vendría, a su vez, en que estos militantes con raíces locales necesitan de conectarse entre sí a través de Internet para debatir, organizar, actuar y compartir. Y desde la desde la intervención de estos medios y la organización autónoma, el movimiento evolucionó. Aunque asegura el autor que, esto es al menos lo que parecen pensar muchos activistas del movimiento contra la globalización de las grandes empresas. Para estos movimientos de resistencia dice, es vital la comunicación y expansión de los valores en el público, pues cuando se da un movimiento de resistencia, cuanto más pequeño sea el círculo de simpatizantes, más fácil será la desarticulación y represión de su protesta y más rápida la restauración del orden.
Sobre los casos de política insurgente, en primer lugar analiza el papel del terror, las mentiras y los teléfonos móviles en los atentados en Madrid el 11 de marzo de 2004. El primer objeto de análisis se centra en la pérdida de credibilidad de Aznar ante la opinión pública a raíz de la entrada en la guerra de Irak y los posteriores atentados en Madrid a consecuencia del pacto con Bush, y como el Partido Popular perdió de manera estrepitosa su mayoría absoluta en nuestro país. A continuación, se centra en el papel que jugaron los medios de comunicación en las informaciones que circularon sobre la autoría de los atentados por parte de ETA: las manipulaciones, mentiras, engaños u omisiones de información. La conclusión: los españoles concluyeron que el gobierno había manipulado la información de los atentados para conseguir una ventaja política ante sus contrincantes en las inminentes elecciones.
Por último, el “Yes, We Can!’: la campaña de Obama a las primarias presidenciales de 2008, el objeto de análisis se centra el contexto del momento: la oleada de participación ciudadana y entusiasmo político que propició un resurgir de la democracia estadounidense contra las realidades de la guerra o las mentiras presidenciales previas. Analiza la alta competencia en el bando demócrata, entre Barack Obama y Hillary Clinton. El autor hace hincapié en el poder de la democracia, que yace en la capacidad para contrarrestar el poder de la influencia personal con el poder de la multitud, de la mayoría. También en la movilización de los jóvenes en la campaña de 2008, ya que más de 6,5 millones de personas menores de 30 años participaron en las elecciones.
Bibliografía
- “Comunicación y Poder’, autor:Manuel Castells,Editorial:Alianza Editorial. Madrid (2009)