Trabajo Social De Casos Y Las Relaciones Interpersonales
No existe un modelo metodológico único para solucionar un caso práctico en el Trabajo social, mucho menos existe una manera única de intervención profesional, debemos considerar que distintos profesionales pueden intervenir de maneras diferentes ante un mismo caso. Sin embargo, el modelo de intervención presentado en el cuadro anterior ayuda a proceder de manera adecuada (Chávez López, 1982)
En el proceso de intervención en los casos prácticos además de un proceso de investigación metódico y científico realizaremos la explicación teórica del mismo, ya que, el profesional también debe contar con un contenido teórico para ser aplicados posteriormente en su desarrollo al momento de presentársele algún caso. La espina dorsal del proceso de intervención en Trabajo Social con casos, es la relación interpersonal que se establece con el usuario. Los objetivos profesionales así como la aplicación de la metodología de trabajo se irán desarrollando sobre ella. Esta relación profesional-usuario debe reunir unos requisitos imprescindibles, entre ellos destacamos el concepto de empatía o “ponerse en el lugar del otro”, el de calidez y el de confianza. (Robertis, 2009)
Es necesario resaltar aspectos que faciliten la comunicación y esta pueda ser constante, que son la complicidad entre profesional y usuario y también el acuerdo que sea verbal o escrito, esto le permitirá al proceso de intervención seguridad en el Trabajador Social y el paciente para lograr beneficios capaces de actuar como reforzadores de un posible cambio.
El trabajador social con casos debe reunir las siguientes aptitudes: creatividad para saber adaptarse a la peculiaridad de cada caso; improvisación ya que el usuario es imprevisible; racionalidad que aporta meditación y control a la actuación; espontaneidad que asegura la autenticidad; flexibilidad que evita la rigidez profesional; rigor metodológico que asegura la postura profesional; recursividad intrínseca dentro de la aplicación del proceso metodológico, tecnicismo entendido como la adaptación del argot profesional al usuario y por último la paciencia que asegura la constancia de la actividad profesional incluso por periodos largos de tiempo. (Barbero García, 2003)
El proceso de intervención está formado por una serie de subprocesos que irán ganando complejidad a medida que la relación interpersonal se vaya afianzando. Esta evolución comienza con subprocesos sencillos como el de información, pasando por los de asesoramiento y apoyo, para concluir con subprocesos más complejos como es el proceso educativo para el cambio. A su vez estos subprocesos evolucionan desde la no directividad en la actuación profesional hacia la directividad en la misma. El proceso de intervención sigue normalmente una coherencia de actuación. Veamos cual es esta coherencia aplicada en el proceso metodológico expuesto anteriormente. (García, 2014)
Estos subprocesos son:
- Subproceso de información: Contiene la información general adquirida por el profesional a lo largo de su formación y una información específica relacionada con la problemática del caso (capacidad e historia del usuario, posibilidades institucionales, recursos específicos…)
- Subproceso de asesoramiento: El uso de toda esta información nos va a permitir poder asesorar y orientar a la persona hacia la consecución de un cambio.
- Subproceso de apoyo técnico: Se crea un espacio de confianza y comunicación. El apoyo técnico también se puede presentar en formato de prestación o asistencia material, ya sea en materia económica o institucional.
- Subproceso de supervisión y seguimiento: Acompaña al profesional en todo momento para asegurase que el desarrollo sea el correcto. Este apartado implica el registro de los cambios experimentados por el usuario, realizado mediante entrevistas de seguimiento y las actualizaciones de la historia social.
- Subproceso evaluativo: Complementa al subproceso anterior, establece indicadores previos en el desarrollo de la intervención, sirve para establecer si los objetivos se han cumplido y si el desarrollo del caso ha sido el adecuado o no.
- Subproceso de derivación: Establecida esta valoración el trabajador social puede verse en la obligación de derivar un caso, pudiendo ser la derivación definitiva o de mantenimiento.
- Subproceso de coordinación: Es la relación que mantiene el profesional para coordinar sus planes, programas o proyectos, ya sea con la institución en la que trabaja o con otras instituciones, un requisito fundamental es el respeto profesional.
- Subproceso educación para el cambio: Se ve reflejada la línea democrática seguida por las políticas sociales, se intenta asegurar la igualdad de oportunidades y los valores fundamentales de la justicia social, igualdad y libertad.
Podemos analizar que estos subprocesos son inclusivos uno a otros, es decir, el superior incluye a los demás, se da la opción de que todos estos subprocesos puedan acontecer en una sola entrevista o puedan ir apareciendo a medida que se va trabajando con el usuario, lo importante es que el profesional debe realizar su intervención en orden lógico de todos estos procesos, es decir, seria difícil asesor sin antes haber obtenido información del caso.
Es importante reseñar las aportaciones del Colegio Oficial de Trabajadores Sociales, (1993). Distinguía entre dos formas de intervención social: la directa y la indirecta. La intervención directa es aquella que requiere de un contacto directo y personal con el usuario; bien en forma de entrevista, de visita domiciliaria, de contacto telefónico, de reunión de grupo… Dentro de todas estas actividades la postura profesional que adoptará el trabajador social será la de mediador y asesor; ya que éste va a actuar como el punto de enlace entre los recursos existentes y la situación problemática vivida por el usuario. Esta intervención directa se traduce en una acción de acompañamiento en la que el trabajador social y el usuario trabajarán juntos hacia la resolución de la demanda.
Por otro lado, el trabajador social entenderá la intervención indirecta, como aquella que se realiza fuera de la relación interpersonal del usuario o de la familia, no requiriendo de su presencia física. Este tipo de intervención es necesaria para la evolución del caso porque lleva implícita tareas gestoras, administrativas, formativas y supervisoras. (Colegio Oficial de Trabajadores Sociales, 1993)
En el tipo de intervención directa se puede destacar reuniones de equipo, estudiar la realidad social de las personas, entrevistas, gestiones vía telefónica, realización de curso de formación, factores que contribuyen al bienestar, entre otras.