Caballería en la Edad Media Su Orígen e Historia

Introducción

Cuando los normandos (vikingos), dirigido por Guillermo el Conquistador, invaden Inglaterra (900), se necesitaban muchos hombres para proteger las tierras. Al principio, los hombres jóvenes hacían juramentos de fidelidad para ofrecer su servicio militar para proteger a un señor o noble. Con el pasar del tiempo, estos hombres de servicio guerrero empezaron a acumular riquezas y lograron adquirir su propia tierra, lo que les pagará pagar los suministros necesarios para realizar campañas militares y mantener a sus propios hombres. 

En poco tiempo, los caballeros eran una clase de nobleza compenetrada. Durante la edad media, la caballería fue más que un ínclito conjunto de guerreros que formaban parte de los ejércitos de los reyes, si no que también fue un estilo de vida, con sus propias costumbres, héroes, normas, etc.

Desarrollo

La infancia de los caballeros

A los niños nobles se les apartaba desde muy jóvenes de sus familias con el fin de prepararlos para la vida de caballero. Usualmente, se les enviaba a cuidado de algún señor o príncipe del propio país o del extranjero para que sea escudero de este. En aquellos tempranos años, el joven caballero en formación recibía una educación a través de textos épicos, como por ejemplo el Cantar del Mío Cid; obras didácticas, como el Libro del Conde de Lucanor; y novelas caballerescas, como La Muerte del Rey Arturo. El futuro caballero tenía que igualar o superar a los héroes de estas historias.

Asimismo, a los niños se les enseñaba el manejo de las armas de manera ofensiva como defensiva; el arte de cabalgar de distintas formas, lo que hacía que adquieran afición a la caza, actividad en la cual lograban desarrollar destreza y soltura de manera colectiva e individual. A partir de los quince o dieciséis años, el joven ya estaba preparado para competir en los hechos de armas, entonces, ya era capaz de iniciar una “aventura”.

Motivos de nombradía

Terminando la adolescencia, los jóvenes debido a que tomaban parte en la vida de la familia del señor y, a las lecturas; se iniciaban en la cortesía, relaciones afectivas con las mujeres y en la obtención de reputación. El amor impulsaba a los caballeros a participar en “hechos de armas” y en la búsqueda de “aventuras” con los fines de ser el mejor caballero y conseguir el amor de la dama ideal.

La Investidura de armas

La vida caballeresca iniciaba cuando el señor le entregaba las armas al nuevo caballero. Este último se volvía como “ahijado” del primero, ya que el señor era su “padrino”. En la investidura de armas se alcanzaba la condición plena de caballero y este se comprometía con el código caballeresco que reside en la moral cristiana y la ética del caballero de aquella época (virtudes de coraje, honor y servicio). 

La ceremonia de investidura, así como el lugar y momento en que se llevaba a cabo, varían bastante, aunque hay algunas características que tienen en común como por ejemplo que en la víspera de la ceremonia el futuro caballero se bañaba y, portando ropajes sencillos (una túnica roja, calzas negras, un cinturón blanco), permanecía en apartamiento en una iglesia durante la noche entera,

Al día siguiente después reponerse y reflexionar, asistía a una misa. Luego era interrogado por el otorgante y, después admitir, este le daba ayuda a ponerse las espuelas y le ceñía la espada. Posteriormente, el futuro caballero con la espada libre se dirigía, si era necesario, al lugar de la ceremonia (podía ser el salón del Trono o un patio al aire libre), en el cual debía jurar que estaba dispuesto a morir por su fe, por su señor y por su tierra.

Inmediatamente al terminar de jurar recibía una bofetada en la cara. De manera subsiguiente, acontecía el rito del beso (el cual podía ser en la boca), primero entre el receptor y otorgante, y luego entre el nuevo caballero y las demás personas presentes. Al final, el padrino le ceñía la espada, en la que ambos establecían una relación impenetrable e inquebrantable, caracterizada por la sumisión del caballero novel. Más adelante, podía que se celebrase con un banquete, justas o hasta un torneo.

Demostración del valor personal

Existían diferencias considerables en lo que a las ceremonias de investidura respect. Algunas de ellas llegaron a ser estrambóticas y desmedidas. Por ejemplo, aproximadamente a mitad del siglo XIV, el rey Alfonso XI de Castilla, se hizo investir de caballero por una estatua articulada del apóstol Santiago. Las ceremonias más comunes que terminan habitualmente en la “palmada” o “pescozada”, solían ser las que se daban a vísperas de una batalla o durante esta. Se tenía la expectativa que el acto diera valor a los nuevos caballeros. 

Por ejemplo, Juan I de Portugal en 1385 ordenó caballeros a sesenta escuderos antes de la determinante batalla de Aljubarrota contra un ejército castellano; al término de la ceremonia se dirigió a ellos con las siguientes palabras: Al haber recibido ya las armas y la investidura, el caballero debía ir en búsqueda de oportunidades para demostrar su valor y su identificación con los ideales de la caballería. 

Para lograrlo, la salida más natural era la guerra, por ejemplo, la lucha contra el infiel, irrelevantemente si fuera en una cruzada en Tierra Santa o en la frontera hispánica con el Islam. También, podía participar en alguna de las contiendas feudales que se libraban en la Europa Medieval; aunque antes el caballero podía ir consiguiendo experiencia luchando en los torneos.

Dependiendo del nivel de importancia, un torneo se podía anunciar dos o tres semanas antes. Asistían caballeros de diferentes partes, los cuales formaban dos grupos que se enfrentaban, mientras que el público los admiraba. A diferencia de los torneos, las justas eran duelos individuales entre caballeros y mayormente sucedían antes del torneo, could ser a horse, a pie, a espada oa daga. 

A la variante de las justas, se le conocía como “paso de armas”, donde un caballero se apostaba en un lugar de paso y desafiaba a combatir a todo caballero que cruzaba su camino. Se hizo famoso el paso de Fontaine des Pleurs, en la localidad francesa de Chalon-Sur-Saone, en el que el caballero Jacques de Lalaing se midió con más de veintidós retadores en el transcurso de 1449 hasta 1450.

Los torneos podían ser muy peligrosos. Por ejemplo, en 1382, el conde de Salisbury mató a su único hijo durante un torneo en Windsor. Por ello, se creó una rigurosa reglamentación para prevenir muertes y heridas graves, como el uso de armas reducidas, cubiertas con paños, piezas de cuero, entre otros.

De la misma forma, Don Alfonso el Joven, hijo del conde de Denia, padeció un cautiverio de casi veinte años en Inglaterra, tras la batalla de Nájera en 1367. Cabe resaltar que, aunque la guerra implicaba bastante peligro, los caballeros tenían mucho que ganar en esta como por ejemplo el botín, riquezas, fama y prestigio (logran ser loables).

El caballero podía encontrar su final de manera heroica en el campo de batalla, como el rey Arturo de la leyenda; esperarlo en un monasterio o ermita, como el emperador Carlos V, recluido en el cenobio de Yuste; o incluso exhalar su último suspiro en su propio hogar, como Rodrigo Manrique, quien en 1476 emprendió su última aventura rodeada de sus parientes.

Cabe mencionar que la caballería cristiana en la Edad Media tuvo épocas notables:

1. Heroica:

Se dio entre el siglo XII al XIII. Fue una época de máxima expresión cristiana, como fin y objeto del hombre.

2. Galante:

Se produjo a principios del siglo XIII. La Caballería comenzó a ser cantada y glorificada en mil poemas y relatos fantásticos, como los del ciclo carolingio, del ciclo bretón o de la Mesa Redonda. El objetivo cristiano se fue olvidando, para dar paso a un nuevo fin: la búsqueda del amor y el espíritu de aventura.

3. Decadencia:

Aconteció a finales del siglo XIII, se manifestaron los síntomas de una progresiva decadencia. El auge de la ‘caballería galante’ se fue acentuando. Las guerras santas carecen de sentido y la paz hace sedentarios y ociosos a los caballeros. Además, se abre la inscripción a la caballería a todos los jóvenes, ya sean dignos o no según la cristiandad. 

Conclusión

Los caballeros se arriesgaban físicamente en los torneos, pero realmente donde hasta pudiste perder la vida era en las guerras, ya fuera a campo abierto, en el asedio o la defensa de una fortaleza, o en el mar. Este riesgo aumentó significativamente por la difusión de armas arrojadizas como el arco (por ejemplo, el arco inglés longbow), o la ballesta. Fue esta última arma mencionada la cusa del fallecimiento de Ricardo I de Inglaterra en 1199, el cual durante un asedio a un castillo del sur de Francia fue atravesado en el hombro por la saeta de una ballesta. Consecuentemente, hubo una mejora del armamento defensivo.

Asimismo, los percances en la guerra eran bastante frecuentes, ya que los caballeros sufrían diferentes heridas que no podían ser sanadas por una atención médica básica y rudimentaria. Otra posibilidad, era la de caer prisionero, por ejemplo, el francés Jean Boucicaut, dechado de caballero medieval, fue capturado en tres ocasiones: durante una expedición a Túnez en 1389, tras la batalla de Nicópolis en 1396, y en la batalla de Azincourt en 1415, tras la que fue conducido a una prisión de Inglaterra donde terminó falleciendo. 

23 July 2021
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