Contexto Entre La Metamorfosis Y Las Memorias Del Subsuelo
Para este primer análisis se toman en cuenta dos obras literarias: La metamorfosis del autor alemán Franz Kafka que logra la publicación en el año de 1915 y el libro Memorias del subsuelo publicado 1864 por el ruso Fiódor Mijáilovich Dostoyevski. Una vez comentado lo anterior, se puede adentrar directamente a la obra como tal, ya que en esta ocasión será la protagonista del análisis, quiere decir que no se tomará en cuenta el contexto ni la relación directa con la vida de los autores, así como los contextos en los que se encontraban.
Para comenzar de manera atinada, se vuelve necesario tener en cuenta las ideas y los temas principales del formalismo, y como punto principal se tiene que la obra en sí misma es la que le da el sentido a la historia; la forma y la estructura que tengan serán claves para poder lograr un análisis desde este punto. En otras palabras, el texto será el agente que realiza las preguntas y será este mismo texto el que podrá contestarlas. Por ello se vuelve importante el visualizar la estructura interna.
Uno de los aspectos más importantes y que a pesar del paso del tiempo continúa vigente, es el término de literariedad: aquella característica que hace de una obra concreta una obra literaria. Quiere decir que para que una obra se considere literaria como tal, debe cumplir con ciertos matices de literariedad que puede presentarse con diversas estructuras. En esta ocasión, se torna importante el identificar el lenguaje literario que llevará a la desautomatización que se busca en las obras anteriormente mencionadas.
Hablando desde una estructura meramente superficial, primeramente se tiene la obra Memorias del subsuelo, dividida en dos partes. La primera de ellas titulada “El subsuelo”, donde a lo largo de once capítulos un protagonista aparentemente desconocido entabla una especie de monólogo, mientras que en la segunda parte llamada “A propósito de la aguanieve”, con diez capítulos comienza una narración sobre ciertos recuerdos del personaje.
Después se tiene el libro La metamorfosis, que se encuentra dividido en tres partes o también consideradas tres grandes capítulos que le darán una estructura muy específica a la narración y que más adelante se explicará la gran relación de intertextualidad que se genera en las dos obras.
Tomando en cuenta ahora el aspecto del estructuralismo de acuerdo a la visión de Roland Barthes, se tiene que este es un método de análisis que permite generar un orden o relación entre una serie de situaciones que aparentemente no están conectadas entre sí. Por ello, su objeto de estudio se basa en el análisis de las relaciones que van surgiendo de forma casi sistemática. La estructura se vuelve en sí, una interdependencia de elementos que interactúan recíprocamente.
Otro de los autores que se toma en cuenta, Vladímir Propp, de él se rescatan ciertos conceptos que están presentes en las dos estructuras. Por ejemplo, el modelo actancial: donde los personajes que aparecen buscan cumplir una estructura en específico, por esa razón se les impone un rol determinado dentro de la historia. A su vez, también se rescata la morfología de la narración, un punto importante, ya que da la pauta de la clasificación de lo que es una novela y qué es poesía, que aunque pueden compartir características no pertenecen al mismo grupo literario. Por último, la función de desenlace en la obra, vital para el análisis por el simple hecho de poder identificar cierres similares, que aunque se cuentan otras historias, el camino lleva a donde mismo. Quiere decir que estos valores constantes serán las acciones y las funciones dentro de cualquier obra, y que aunque los personajes cambien, estas no cambiarán.
Comenzando con el primero de diez puntos, se tiene que observar cuál es la relación entre el título y el resto de la obra, por ejemplo con Memorias del subsuelo, se destaca el hecho de tener un personaje marginado que desde un lugar invisible comienza a recordar y a contar ciertas situaciones que lo marcaron, que probablemente lo llevaron hasta dónde se encuentra. Con La metamorfosis, el título ofrece un preámbulo de lo que le ocurrirá al protagonista, ya que se entiende como metamorfosis a la transformación que experimentan determinados animales en su desarrollo y que llega a afectar no solo a su forma, sino también a su función y su modo de vida.
¿Cómo es el inicio? Evidentemente, el comienzo de las dos obras es tajante, es directo, es frío. Al iniciar ambas obras ofrecen un ambiente hostil, algo sombrío de cierta manera. En otras palabras, comienzan tocando un punto delicado y vital para resto de la obra, y esto es importante porque muchas veces se cree que el sentido o el propósito de la historia se encuentra al final, en este caso el sentido está en todas las páginas. Otro punto a destacar son los personajes, de primera instancia, los protagonistas, dos personajes que no son los héroes de la historia, muestran lo negativo, lo ignorado, lo repulsivo, muestran sufrimiento a cierto punto cierta victimización. Mientras que los personajes secundarios que rodean las historias, en ambas obras son personajes irracionales, incontrolables, poco cooperativos, y al mismo tiempo se reflejan deshumanizados, un matiz que tendrán el resto de las páginas.
Dirigiendo ahora la vista hacia los narradores de la historia, en una tenemos que es el propio protagonista, contándola desde su punto de vista, desde su dolor, desde su miseria; en la otra se tiene un narrador omnisciente porque sabe lo que están pasando los personajes, sabe lo que están sintiendo, sabe lo que piensan, y de esta manera presenta la historia trágica de Gregorio Samsa.
Con respecto al tema del tiempo, en la obra del autor Dostoyevski, se genera un juego de analepsis, ya que comienza narrando en un modo presente y después crea una escena retrospectiva y se dirige a contar cosas que ya habían pasado. En cambio, en la obra de Kakfa, se muestra la situación de modo lineal, contando parte por parte lo que ocurre cada día desde que amaneció convertido en un monstruoso insecto.
¿Qué relación hay entonces entre el desarrollo y el título de cada obra? Simplemente que los títulos ofrecen ya premisas, de lo que va a ocurrir, no son ambiguos, ni dan espacio a interpretaciones. Son directos y reflejan en pocas palabras el destino de la narración, es como si cada título cumpliera su papel de profecía dada por el oráculo. Genera desde el comienzo, el tinte que tendrá la historia, y se considera que lo logra en los dos libros.
Los espacios entre la historia, y se considera que cumplen en un gran papel, ya que estos espacios se muestran llenos de temas filosóficos y de existencialismo, son características que definen a las dos obras, tratan de ir contando como se destruye el estado natural del ser humano entre sus páginas, como es que cada día el personaje se ve obligado a continuar siendo eso que desprecia hasta el punto de quiebre de su integridad. Que en la historia se ve reflejado en el mismo desenlace, ya que se concluyen ambos de manera trágica para los protagonistas. Y esto antes mencionado, se vuelve fundamental, porque ahora las obras tienen un fin no esperado, el protagonista ya no se salva, al contrario, termina hundiéndose en una miseria imposible de librar, es aquí donde también entra el papel de las vanguardias, que llegan con la intención de romper las reglas, de cambiar lo conocido, de volver o mejor dicho, de mostrar lo salvaje de los personajes, que en algún momento sólo es el mero reflejo de la humanidad en que se halló la inspiración, sin embargo es un punto aparte, ya que desvía de la estructura.
Otro punto y quizá el más importante, es el relacionado con los elementos de intertextualidad presentes en la obra, no se puede negar que el personaje de Samsa está inspirado de gran manera en el papel del funcionario que refleja su personalidad frágil y enfermiza. Crea una especie de duplicidad en los personajes, que en algunos momentos se contradicen a ellos mismos, y esto en realidad vuelve la obra aún más interesante. Se tiene entonces a dos protagonistas sometidos, por algo que va más allá de lo que ellos son, es aquí donde también se genera una desautomatización, ya que los personajes están martirizados no por lo que son, sino por lo que ya no pueden hacer. «[…] sentir que había llegado hasta el último extremo; que aunque resultara repugnante, no podía ser de otro modo; que no tenía salida y que nunca podría convertirme en otro hombre; que incluso, quedando tiempo y fe suficientes para convertirme en alguna otra cosa, ni yo mismo, probablemente, deseara ya cambiar […]». El final es trágico para ambos personajes, sumidos en su propia realidad, una realidad que los termina destruyendo.