El Llano en Llamas Analisis y Reflexión Sobre la Obra
Este ensayo será titulado “El llano en llamas analisis y reflexión Sobre la Obra” . Juan Rulfo han creado un nuevo rumbo para la narrativa mexicana gracias a su perspectiva sombría y fantasmagórica que tanto caracterizan sus escritos; y es que llevar a este extremo la irrealidad por medio de su prosa ofrece ciertos rumbos concretos con su humor negro a la hora de retratar al hombre contemporáneo desde una ya reconocible visión pesimista y desencantada que abre camino a la reflexión.
Rulfo fue oriundo de Apulco, San Gabriel, en el distrito de Sayula, considerado como todo un mexicano empedernido con sus raíces vernáculas, las cuales enfatizaba en todos sus cuentos y escritos, en ellos describía todos los niveles paisajísticos de su región en el transcurso de la revolución mexicana.
Me llamo Juan Nepomuceno Carlos Pérez Rulfo Vizcaíno. Me apilaron todos los nombres de mis antepasados paternos y maternos, como si fuera el vástago de un racimo de plátanos, y aunque sienta preferencia por el verbo arracimar, me hubiera gustado un nombre más sencillo. Mi padre se llamó Juan Nepomuceno, mi abuelo paterno era Carlos Vizcaíno, lo de Rulfo lo tengo por Juan del Rulfo, un aventurero que llegó a México a fines del siglo XVIII d. C. (Entrevista de Ma. Teresa Gómez Gleason, transcripta en: Juan Rulfo (1985)
Su narrativa fue acentuada a un pensamiento de constante reflexión y conciencia transmitida por sus personajes, fundamentados en un pensamiento, emociones y sentimientos, fijándose más en la interacción y psique de los mismos, que en las propias acciones de la trama. Dicho estilo demuestra su habilidad en crear personajes como si se trataran de personas comunes y reales a pesar de carecer de descripciones o incluso una ubicación concreta. Rulfo refleja en ellos la frustración y pésame como efecto de la Revolución mexicana que tuvo lugar entre 1910 1917, época que lo marco como autor al centrarse en la soledad sufrida por el pueblo mexicano como resultado de la revolución:
“Rulfo aparece en las letras mexicanas lleno de angustia … aparece sin fe, contemplando tierras secas, caciques, el maíz que no crece, el polvo, el viento sin sentido, …la soledad y miseria mudas de los hombres del campo… (Campbell 2003) cita del primer link
Conocer su vida es necesario al momento de comprender su prosa de forma más profunda y es que sus dos más grandes obras: El llano en llamas, (1953), y su novela Pedro Páramo (1955) son aquellas que ofrecen mucho de qué hablar. No por menos, Rulfo es considerado uno de los grandes escritores de América latina a mediados del siglo XX, que fueron acompañadas en su momento por corrientes literarias tan características de lo que se llamó el boom latinoamericano: regionalismo, vanguardismo y el realismo mágico, aunque algunos fueron integrados a la literatura contemporánea, más cercana a un tiempo moderno. El llano en llamas como ya se había mencionado antes, es una de sus obras más afamadas. En él se compilaba un número total de quince cuentos hasta la llegada de la séptima edición que vio la luz en 1971, en el cual, se anexaron dos cuentos más. Entre los cuentos que conforman la colección, “El día del derrumbe”.
El cuento en particular, narra los acontecimientos del pueblo de Tuzcacuexco tras el infortunio después de un temblor, narrando una serie de hechos e infortunios en donde los habitantes de Tuzcacuexco han tenido que lidiar con tal evento para poder recuperarse de los daños y retomar su vida cotidiana. Para que esto sea posible, el gobernador y su gran comitiva llegan para ofrecer su ayuda, pero después de una enorme celebración y borrachera todo se vuelve un caos, como si se tratara de un nuevo derrumbe que destruye al pueblo, y como menciona Shediran (2017) “El día del derrumbe es una trepidante alegoría del sistema político nacional y del gobernante promedio, y del mexicano telúrico y de la consubtancial patria beoda y desmadrosa”, como más adelante se demuestra en la narración, el gobernante al ver tal desastre, da la orden de tocar los instrumentos y así alivianar el desastre. Una situación que llega a rozar lo paródico de la situación.
Cuando el pueblo cesa sus labores de restauración del pueblo con la llegada del gobernador no se puede hacer deparo en no referirse a los tuzcacuenses como una comunidad al servicio de la autoridad, en donde ellos mismo invierten sus mayores esfuerzos para satisfacer el ego de su gobernante, y es que dicho momento encapsula lo que para Rulfo, es algo común, algo muy visto en su ciudad natal, algo característico de su propia región, la burda comelona después de un trágico evento.
El día del derrumbe ofrece su narrativa a los personajes, que desde una perspectiva completamente opuesta, se lleva a cabo una plática como ausencia de un narrador intermedio, lo que se podría llamar, una homodiegesis, al tener un acceso directo al discurso de los personajes que así mismo cuentan un hecho, con una serie de matices característicos de la metadiegesis, en donde no escuchamos solo un dialogo si no dos, en donde los actores de la trama tienen un carácter protagónico que es intercambiado por los personajes del suceso que cuentan, invirtiendo la posesión de la palabra (parafraseo de http://www.bibliotecanacionaldigital.gob.cl/colecciones/BND/00/RC/RC0121926.pdf) que son situados en un futuro indefinido, un pretérito focalizable.
Pero para comprender más a fondo el enfoque del analisis de el Llano en llamas que se está analizando con el dia del derrumbe, no se debe olvidar una crítica literaria latinoamericana. Cuando se habla de la literatura regional, se hace hincapié en los temas de carácter local, que algunos llaman una novela criollista, que tuvo su auge en el siglo XX con algunas novelas y recopilados históricos, o novela social. Rulfo como un caso emblemático del regionalismo era la prueba de como la novela latinoamericana podía profundizar en la temática regional. Esta corriente fue la que motivó a Rulfo como a otros contemporáneos motivados por los ambientes literarios que son inspirados por el ambiente rural, por la cultura de su país, pero más que nada, por la narrativa tradicional con un sello de su identidad, una proyección que se puede mencionar como algo universal en los cuentos e historias que son enfocadas en un espacio cuyo énfasis está en su localidad, lo que se llamaría, un espacio localista. Los habitantes del pueblo, el campesinado o lo nativo indígenas en donde la soledad del ser humano es su refugio.
El día del derrumbe ofrece un paisajismo desolado a primera vista, lleno de violencia y sufrimiento sus expresiones de violencia, el lector asimila esa visión para matizarla, quedando en su mente dicho escenario con el característico humor negro:
Yo por esos días andaba en Tuzcacuexco. Hasta vi cuando se derrumbaban las casas como si estuviera m echas de melcocha; nomás se retorcían así, haciendo muecas y se venían las paredes enteras contra el suelo. Y la gente salía de los escombros toda aterrorizada corriendo derecho a la iglesia dando de gritos.
Rulfo como aquel mexicano campesino que cuenta ciertas desdichas, se siente apegado por su tierra, un reflejo de su nostalgia por su lugar de origen, pero no como una representación propia de la misma realidad, si no que daba las acentuaciones, los marcos y el énfasis en ciertas características o aspectos negativos, sin ser mayormente desolada como propone en su cuento. Dicha soledad es una problemática que el intenta plasmar con las diversas motivaciones así como el hombre lleno de angustia con algo de ironía y hasta auto paródico. Un pueblo devastado que da todo para la comodidad del gobernador para tener esperanza de que el estado supla los gastos correspondientes para reconstruir el pueblo. Pero dicha victimización no es el enfoque adecuado, pues la misma ignorancia del pueblo es algo que Rulfo quería contrastar, y es que, como propio de cualquier obra que aborde la perspectiva humana sin tener reparos de ofrecer crudas y escabrosas descripciones, ofrece un agudo sentido del humor.
Primeramente, estamos en presencia de dos catástrofes, la primera y de la que se tiene constancia a la hora de leer el cuento es el temblor sucedido un 18 de septiembre, y la segunda, es la de aquella producida por el hombre, por los mismos ciudadanos. Rulfo hace uso del título para ofrecer un concepto claro de lo que quiere transmitir. El usar la palabra “derrumbe” en lugar de “terremoto” o “temblor” es la intención de reflejar como un desastre natural parece ofrecer una alusión a la catástrofe que los tuzcacuenses crean ellos mismos. Un pueblo desdichado que decide gastar todo lo que se tiene para la llegada de un gobernante:
Bueno, unos pocos días después, porque me acuerdo que todavía estábamos apuntalando paredes, llegó el gobernador; venía a ver qué ayuda podía prestar con su presencia. Todos ustedes saben que nomás con que se presente el gobernador, con tal de que la gente lo mire, todo se queda arreglado. La cuestión está en que al menos venga a ver lo que sucede, y no que se esté, allá metido en su casa, nomás dando órdenes. En viniendo él, todo se arregla, y la gente, aunque se le haya caído la casa encima, queda muy contento con haberlo conocido. ¿O no es así Melitón?
La llegada del gobernador que a primera instancia parecía ser un respiro a los habitantes cambia completamente convertirse en una escena ridícula de excesos. El pueblo en pos de la confianza de su gobernante, hacen su mejor esfuerzo para impresionarlo, pero sin si quiera tener una garantía de que eso vaya a suceder. Sin embargo la alegría del pueblo por recibir a dicho político que recibe nada más que aplausos y halagos, donde con un festín y comelona ofrecen una fiesta con gran alboroto y olvidar que hace tres días había sido el desastre que tanto había afectado sus vidas, sin ofrecer un luto adecuado por las víctimas y hogares perdidos, como si todo fuera una gran distracción para olvidar su desdicha:
“La cosa es que aquello, en lugar de ser una visita a los dolientes y a los que habían perdido sus casas, se convirtió en una borrachera de las buenas. Trajeron más damajuanas de ponche y se dieron prisa en tatemar más carne de venado, porque aunque ustedes no lo quieran creer y ellos no se dieran cuenta, estaban comiendo carne de venado, del que por aquí abunda. Nosotros nos reíamos cuando decían que estaba muy buena la barbacoa, ¿o no, Melitón?
Sin embargo todo llega a su clímax más alto con el discurso del gobernador. La figura de autoridad y poder que era casi retratada como un ser bueno y completamente honrado, ofrecía variantes dependiendo del personaje que narraba el hecho, incluso llegando a ridiculizarlo con un discurso pomposo que parece ser una repetición sin reparo de cualquier discurso político que contiene vocablos y expresiones que no se adaptaban a las circunstancias, que solo funcionan para motivarse a sí mismo y que ofrece un paralelo con el mismo dialogo del narrador que revela la gran división entre aquellas expresiones populares usada por el pueblo vulgar y local pero que a revelar una poco profunda apropiación de las palabras para solo fingir presuntuosidad por parte del gobernante que está a un nivel superior de la plebe.
La postura de Rulfo puede ofrecer un punto de vista donde un pueblo ciego se rinde ante la figura política que intenta ofrecer una ayuda para resolver sus desdichas pero que así mismo se alude como los desamparados los solo se contentan con un día de sinceras condolencias y un festín, para que al otro día sean completamente olvidados, como si aquellos eventos de tal magnitud se solucionan con una simple disculpa que pone en evidencia la postura característica del campesino, del pueblo mexicano como característica de los cuentos de Rulfo, como algo característico de su región.
En contextos generales, se vislumbra una serie de rasgos provenientes del pueblo, una que parece ser inherente a la cultura mexicana, o a lo que Rulfo quiere ofrecer de forma explícita. La religiosidad, al describir como las personas buscaba refugio en la iglesia: “Y la gente salía de los escombros toda aterrorizada corriendo derecho a la iglesia dando de gritos” la violencia incontrolada, pero que no ha manos del derrumbe, es símbolo del descontrol humano: “cuando lo quisieron callar saco la pistola y comenzó a darle de chacamotas por encima de su cabeza mientras la descargaba contra el techo”. E incluso el mismo machismo al finalizar el relato con el comentario del narrador de no haber asistido al parto de su esposa por estar en la celebración: “…la había dejado sola con su compromiso que yo no había sido bueno ni para llamar a la comadrona y que tuvo que salir del paso a como Dios le dio a entender.”. En general, esta corriente es usada más que nada por Rulfo para retratar de manera literaria aquellas desgracias de un pueblo generalmente marginado en una localidad en el cual intenta reflexionar con un retrato “realista” de los diversos conflictos sociales que una localidad puede llegar a sufrir.
La representación que Juan Rulfo hace en su cuento, ofrece ciertos matices y elementos para el lector para poder reflexionar acerca de la misma vida y naturaleza humana al narrar aquellos sucesos, de los cuales no es primordial definir de forma detallada los hechos si no los personajes y su punto de vista, su estilo de vida, su personalidad e ideología que es común en las obras que usan el regionalismo como la mejor manera de representar el regionalismo clásico que de forma simbólica y abstracta intenta retratar la literatura regional en forma de una alegoría nacional.
Sin embargo Rulfo no quiere sobreponer su visión de lo que cree es su ciudad natal, un lugar de muerte, ignorancia y de violencia injustificada, solo plasma con su estilo tan característico el humor y aquellos rasgos que cree, son parte de su cultura, de su pueblo y no por nada, toda la narrativa se centra en dos sujetos de los cuales recuerdan el temblor que azoto Tuzcacuexco, un pueblo o región de México pero que con el contexto general de la historia, puede usarse para cualquier punto rural en Latinoamérica, en donde se puede ver la forma en como el autor crea la ironía, como los diálogos lo son todo en el cuento y como usa distintas voces para diferenciar personajes que ni siquiera son descritos pero que inevitablemente es concluido con el preludio en donde un gobernante “impávido” finge tener el control con el hacer nada, un escenario donde la justicia y la autoridad parece haberse derrumbado, y de cómo incluso un muerto en tal desastre parece importar poco pues así lo decide el gobernante:
Al concluir este analisis literario del Llano en llamas diré que el lector/oyente no sólo lee y escucha, sino que es testigo de la narración de los sucesos. En la cita anterior, el lector está ahí para poder ver que las casas “se retorcían así”. La acción de leer se torna carnavalesca en su naturaleza, en el aspecto de que leer es dialogar, es experienciar el banquete de las palabras y es buscar caminos que nos guíen a la ‘festiva verdad’, surgida como resultado de la experiencia viva de la cultura popular.