La Identidad y la Diversidad Cultural de América Latina
Introducción
En estos artículos se conoce la formación del proceso de nacionalidad y del término hispanidad o Hispanoamérica. Podemos señalar la importancia de nuestras tierras para las antiguas potencias como España, Francia e Inglaterra entre otras. Nos agruparon por nuestro tono de piel, rasgos físicos, tipo de cabello, el origen de nuestro lenguaje sobre todo. En muchas ocasiones dividen nuestro continente en varios pedazos, uno donde solo están los anglosajones otros donde están los descendientes del latín.
Han cambiado el nombre de nuestro continente tantas veces y como llaman a sus habitantes, términos como criollos, indios, los habitantes de tierra firme entre otros. Geográficamente una sola porción territorial con una estrecha franja de tierra en el centro con pequeñas y paradisiacas islas alrededor como muestra de todo las riquezas naturales que podría brindar nuestro continente. Ahora bien quién sería dueño de todas esas riquezas o quiénes se apropiarían de semejantes riquezas.
Desarrollo
Cuando los habitantes de América estaban en plena formación de organizaciones sociales y políticas, despegando poco a poco para convertirse en grandes civilizaciones como las encontradas en el norte y sur del continente americano, por lo menos nuestros antepasados no presentaron evidencia de un complejo y estratégica organización social y político con construcciones sobresaliente, sin embargo se piensa que el camino pudo estar cerca.
Es interesante ver como en la actualidad los investigadores e historiadores buscan aflorar el origen de la nacionalidad latinoamericana, así como las pistas que ayuden a descubrir las características de nuestra identidad. Reconociendo el mestizaje como definitorio de nuestro ser y quehacer como latinoamericano
Para ese tiempo siglo XIV Europa se sumía en luchas de búsqueda de la igualdad, fraternidad, por ello tratando de poner su casa en orden miran hacia América y de allí es de la esencia de los particularismos y las nacionalidades la tendencia a diferenciarse unos de otros. Para eso nacen. Los americanos del sur enfrentamos de manera peculiar el fenómeno de esa diversidad “diferente y desigual” y hemos vivido muy intensamente la problemática de la identidad. Resulta claro que la diversidad no excluye la identidad, sino que la supone.
Para entender la importancia que se asigna a la identidad en nuestro contexto regional americano vale la pena recordar que nuestros pueblos jamás han llegado a vivir plenamente las circunstancias y peculiaridades de la modernidad. Aparecen con ellos nuevos imaginarios sociales despojados de referentes históricos y apoyados en la preeminencia de una cultura de la imagen cargada de elementos artificiosos.
Nuestras economías en vías de desarrollo, alienadas de sus fuentes reales de crecimiento, terminan en el juego propuesto por la lógica de los mercados internacionales. Esta se expresa a través de la fórmula de la competitividad, en contraposición a la propuesta por los pueblos del sur, que se apoya en una ética de la solidaridad.
La resistencia sudamericana se expresa en la afirmación identitaria, rescatando tradiciones y valores que dan cuenta de una orgullosa y alborozada diversidad, en la inteligencia de contribuir a elaborar consensos que permitan acceder a una plena universalidad. Pero algo más grave sucede en nuestro espacio regional. Las aportaciones de los mass-media, en gran parte de los casos, llegan hoy a personas que viven los gozos y las vicisitudes de la oralidad sin haber alcanzado todavía la etapa de la lectura.
De conformidad con la identidad cultural latinoamericana, un auténtico ideal de cultura debe incluir los aportes de cada uno de sus componentes: lo indígena, lo ibérico y lo europeo moderno. Desde los primeros tiempos se dio en América el ideal de una cultura de síntesis, que valoraba la libertad y la diversidad y tendía hacia la universalidad.
Recuerda Víctor Massuh que dicho ideal fue visualizado y reformulado de diferentes maneras por muchos de sus pensadores. Entre otros, Eugenio María de Hostos escribió sobre el “hombre completo”; José Martí se refirió al “hombre entero” y José Enrique Rodó buscaba en su Ariel al “hombre íntegro”. Propuestas similares de síntesis se encuentran en los trabajos de Antonio Caso la “responsabilidad moral” del “ánimo desinteresado”.
José Vasconcelos la teoría de la “raza cósmica” como producto de síntesis americana, Alfonso Reyes “somos una raza de síntesis humana”, Pedro Henríquez Ureña y su “hombre universal” y Leopoldo Zea, cuyo “proyecto asuntivo” de vocación universalista procuraba integrar la idea culturalista de Rodó y la imagen de Nuestra América de Martí.
Conclusión
La identidad y la diversidad cultural de América Latina como una realidad compleja donde las semejanzas y diferencias se igualan, aunque desde la independencia haya habido un fuerte sentimiento de integración bajo el liderazgo de Bolívar, la búsqueda por la integración de América Latina se ha convertido en un viejo sueño todavía por cumplir.
En este contexto juegan un papel estratégico las universidades de la región, cuya primera manifestación se concreta en las recomendaciones de la reunión de rectores de la Unión de Universidades de América Latina, realizada en Lima en el año 1967. El autor analiza la pertinencia y actualidad de esa declaración y propone que las universidades contribuyan hoy para la construcción de un pensamiento capaz de promover la integración en los campos cultural, científico y tecnológico.