Inteligencia Emocional Y La Poesía En La Educación

Introducción

A principios de los noventa, Salovey y Mayer establecieron el concepto de inteligencia emocional definido como «la habilidad de manejar los sentimientos y emociones, discriminar entre ellos y utilizar estos conocimientos para dirigir los propios pensamientos y acciones» (Campillo Ranea). Cinco años más tarde, Daniel Goleman escribió un libro titulado Inteligencia emocional (1995) en el que explicó que, para él, la inteligencia emocional es «la capacidad de reconocer los sentimientos propios y ajenos, de poder automotivarse para mejorar positivamente las emociones internas y las relaciones con los demás». 

Desarrollo

Los estudios acerca del tema de las emociones es reciente, sin embargo, a partir de los años noventa, la inteligencia emocional comienza a relacionarse con el resto de habilidades, lo que implica que pase a formar parte de la educación en los centros escolares. No obstante, «entre los educadores contemporáneos algunos apoyan el currículum emocional y otros critican que nos estamos alejando de estudios centrados en conocimientos sobre materias» pero, ¿Qué es la literatura si no emociones? «Lo afectivo lo envuelve todo, como una atmósfera; una característica de la intuición literaria que profundamente la separa de la intuición cinetífica.

Es su afectividad, el estar como teñida, impregnada de afectividad» (Heffernan). Goleman revela cinco pilares en los que se basa dicha inteligencia emocional: comprender las emociones y el manejo de las mismas, saber motivarse a sí mismo, identificar las emociones de los demás y crear relaciones con los demás. Estos pilares pueden trabajarse con el género lírico, pues la conmoción y las emociones son elementos claves que cumplen las expectativas de la competencia emocional. A través de propuestas que incluyen el desarrollo emocional en sus actividades, algunas de las realidades que viven los adolescentes como pueden ser celos, violencia, ansiedad o estrés podrían llegar a reducirse. 

Por ello, «la comunicación es imprescindible para el tratamiento de la vida emocional. Para generar una buena comunicación con el alumnado, se ha de crear un vinculo con cada uno de los alumnos, y para ello es necesario que exista un ambiente cordial y sin ansiedad». Al hilo de esto, conviene recordar en palabras de Campillo que: El profesor debe atender a una doble faceta debido a que se encuentra en la situación de líder socio-emocional en el aula: por un lado, debe formar a los alumnos en competencias socio- emocionales y por otro lado, debe autoformarse él/ella: para cumplir con creces su misión; para sentirse mejor y para educar a sus alumnos; para que éstos se sientan mejor. 

Sólo un profesor emocionalmente competente podrá ayudar a desarrollar en sus alumnos las competencias socio- emocionales necesarias para que se genere un clima de trabajo efectivo y de plena convivencia. Para llevar a cabo la fusión entre el género lírico y la sensibilidad del alumnado, hay que resaltar la importancia de esta educación emocional a través de la figura del profesorado. Como expone Campillo, lo que más recordamos de aquellos profesores que nos han marcado es el papel socio-emocional que han tenido en clase (cercanía, confianza, implicación para motivar al alumnado), lo que indica la repercusión que pueden llegar a tener estos aspectos para los adolescentes. 

Así, «el profesor emocionalmente competente y convencido de la importancia de la educación emocional puede abrir un horizonte de soluciones y ser resistente a posibles adversidades». La didáctica de la literatura ha tomado conciencia sobre el tema y, actualmente, se están elaborando numerosos estudios atendiendo a la relevancia del enfoque afectivo en la vida del alumnado. Así pues, artículos como el de Víctor Cantero García abordan de forma apropiada este tema haciendo uso de metodologías pedagógicas atractivas que todos los docentes deberían plantear en sus clases. Cantero, propone un acercamiento a la poesía alejado de la visión utilitarista vista en los centros de Secundaria.

Haciendo hincapié en el sentimiento y afecto del poema. De este modo, el alumnado es capaz de experimentar el disfrute del género lírico y, a su vez, la satisfacción que provoca la comprensión de los textos poéticos mediante la lectura reflexiva de los mismos. Además, como afirma Bisquerra, es fundamental trabajar la competencia emocional puesto que es esencial para la vida hacer factible la convivencia y el confort personal y social, por lo que deberían estar presentes en la práctica educativa de forma sistemática. Además, de acuerdo con Leibrandt. la lectura de poemas es «otro medio de socialización y una posibilidad de adquirir o mejorar en la competencia social y emocional».

Para cambiar el enfoque pedagógico tradicional «en las aulas hemos de encontrar como mejor aliado al adolescente, cuya sensibilidad, imaginación y capacidad de captación de recursos estéticos han de ser continuamente cultivadas en el aula». Parafraseando a Cantero, el alumando se involucrará en el texto poético cuando comiencen a sentirse identificados con las emociones que engloban los versos analizados en el aula, consiguiendo reafirmar lo dicho por G. Jean acerca de que «el conocimiento y la práctica íntima de la poesía constituyen uno de los modos más privilegiados para los hombres: salvarse del conformismo y de una masificación y robotización generalizadas».

Entrelazando el sentimiento del adolescente con la palabra del poeta. Además, el ejercicio poético «incide en nuestra capacidad de relación con los demás, con el mundo y con nosotros mismos; además de estimular nuestra imaginación y nuestra capacidad de lenguaje» “El poema es consecuencia del sentimiento del hombre. Acercarse a la poesía es entrar en el corazón del ser humano, conocer su sensibilidad. La relación con la poesía permite, también, avivar nuestros propios latidos emocionales, despertarlos, incluso creativamente, al calor de aquélla”. De forma semejante, el poeta romántico.

William Wordsworth define la poesía como el «revosar espontáneo de emociones poderosas que tiene su origen en la emoción recogida en tranquilidad», lo que indica que la poesía es una herramienta poderosa con la que se puede trabajar la educación emocional, pues ¿qué es la poesía si no un cúmulo de emociones?. Sin embargo, el aprendizaje emocional ha sido menos considerado que el aprendizaje cognoscito pese a que como señala Bisquerra, el plano emocional del aprendizaje literario beneficia la estructura cognitiva debido a la repercusión que tienen las emociones en el desarrollo educativo.

La sensibilidad poética ha de ser siempre el punto de partida a la hora de reflexionar sobre la creación literaria. Cuando se trata de ha- cer consideraciones pedagógicas o de proyectar tratamientos didácticos es, si cabe, más importante su valoración, pues, si, por un lado, es fundamental en todo proceso artístico, por otro, nos estimula acrecen tando nuestro interés por el texto. Por ello, pese a que muchos estudios acerca del tema revelen que un enfoque emocional puede quedar alejado de la materia impartida, la dimensión emocional beneficia los aprendizajes cognoscitivos. La ausencia de la educación emocional provoca un efecto contrario al deseado.

Consiguiendo la indiferencia de obras y textos poéticos ya que «la dimensión emocional del aprendizaje no tiene solo una función instrumental, sino que debe ser por sí misma objeto de atención educativa. La educación debe promover el desarrollo integral de los individuos». No obstante, el empeño del profesorado en la dimensión cognoscitiva tiene que ver con la práctica evaluativa, pues como argumentan Krathwohl, Bloom y Masia y expone Sanjuán «enseñar y evaluar los objetivos cognoscitivos es más fácil que evaluar los intereses, actitudes o las características personales del alumno». Como docentes se ha de reflexionar sobre este asunto tratando de cambiar el enfoque cognoscitivo.

Y utilitarista haciendo uso del género lírico como herramienta emocional teniendo en cuenta que: La poesía debe ocupar un lugar destacado en la formación de los jóvenes. La apreciación de la belleza, la valoración de los sentimientos y la necesidad de la proyección creativa son cada vez más urgentes en nuestra sociedad. Desde esta perspectiva, planteamos la ineludible tarea de ofrecer una metodología de la poesía que pueda verdaderamente responder al apremiante deseo de hacer presente este género literario en el aula. La Didáctica de la Lengua y Literatura actualmente está impulsando la vinculación entre la literatura y la educación afectiva. 

Por ejemplo, Isabella Leibrandt en Fomentar la competencia emocional a través de la LIJ utiliza el género narrativo, más concretamente, la Literatura Infantil y Juvenil para que el alumnado adquiera la competencia emocional. Para ello, se conecta la realidad de los personajes con la identificación de hechos conocidos por los pequeños lectores. De este modo, el alumnado reflexiona sobre el texto y a su vez, consigue un crecimiento personal. Al relacionarse emocionalmente con las figuras literarias durante la lectura, compartirá sus miedos, su búsqueda o los caminos que recorren y desarrollará una de las principales emociones. 

Queremos hacer una especial referencia: la empatía o la sensibilidad del ser humano y la capacidad de compasión. Sin duda, vivir y sentir con los demás durante la lectura lo llevará, a la vez, a conocerse mejor como persona y a conocer mejor su colectivo y su cultura. Este ejemplo nos muestra que en los últimos años se está ofreciendo una nueva visión dentro de la Didáctica de la Lengua y Literatura, en la que se comienza a apareciar la necesidad de los valores afectivos en los centros de Secundaria pero, ¿ocurre lo mismo con el género lírico? Tal vez «si regulamos la marcha docente y escogemos los itinerarios oportunos.

Conclusión

El interés por la poesía no sólo puede mantenerse sino incrementarse con resultados que sorprenderán a los propios profesores». Por tanto, se ha de tener en cuenta la valoración de la competencia emocional en el ámbito de la poesía debido a que esta «se alimenta, esencialmente, de los sentimientos que brotan en el hombre a partir de sus movimientos emocionales, de su peculiar contemplación de personas y objetos o de vivencias ligadas a acontecimientos sugerentes». De este modo, se consigue un acercamiento con el texto poético, situando la sensibilidad del lector adolescente como base para averiguar el sentir del que parte el poeta para que el alumando pueda experimentarlo y compartirlo ya que la sensibilidad es el propulsor de la poesía.  

22 October 2021
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