La Pena de Muerte en Estados Unidos en el Siglo XXI
Introducción
Para Kelsen: «la pena de muerte cumple los requisitos teóricos que este autor exige para considerarla una sanción: se priva legalmente de un bien (la vida) como consecuencia de un acto ilícito, de manera coactiva» (Aina Fernández 2015, 5). Así pues, se sabe que la pena de muerte sigue estando vigente en muchas partes del mundo. Aunque parezca increíble, se sigue utilizando este método de castigo, violando así, el derecho a la vida. Esta acción viene siendo ejecutada desde años atrás y, aunque muchos países abolieron esta ley, aún existen países que no lo han hecho; como, por ejemplo, Estados Unidos, que es una de las naciones que más ejecutados ha tenido en el mundo. Pues bien, así sea un país desarrollado, utiliza esta sanción primitiva, porque considera que es la mejor manera de erradicar la delincuencia. Por tal motivo, se puede decir que la pena de muerte es un acto cruel que no respeta la vida humana, por lo tanto, nadie tiene derecho de arrebatarle la vida a alguien. En este ensayo sustentaré mi posición con distintos tipos de argumentos: dos de autoridad, uno de ejemplificación, uno de analogía, uno de causa-efecto y un contraargumento, que respectivamente viene con su refutación.
Desarrollo
Han sido tantos los delitos en Estados Unidos, que han optado por mantener la pena de muerte aún vigente. Asimismo, el Gobierno estadounidense se apega tanto a esta forma de justicia, que más de la mitad de sus estados aplican la pena capital. Según Aina Fernández (2015), la Amnistía Internacional, en el año 2013, señaló que Estados Unidos fue el único país del continente americano que usó la pena de muerte, aunque en realidad, estas cifras habían descendido aproximadamente en un 10 % en comparación con años anteriores. Así, por ejemplo, en el año 2013, se impusieron un total de 80 sentencias, una cifra bastante baja en comparación con el año 2004, en la que hubo 138 sentencias. Por ende, esto es muy desconcertante, pues siendo este un país desarrollado y que, según el Gobierno, se caracteriza por la lucha de los derechos humanos, es totalmente irracional, que aún no se llegue a abolir este acto.
Fernández Joals (2015), menciona que, para Hood, la pena de muerte representa un castigo simbólico en vez de una figura de control de la delincuencia, ya que su ineficiencia como medida disuasoria está más que demostrada. dicho de otra forma, para Hood la pena de muerte no es eficaz, pues a pesar de llevarse a cabo, se sabe que los múltiples delitos aún se siguen cometiendo. Por lo tanto, no tendría ningún sentido que la pena de muerte siga vigente, en todo caso, se podría plantear cadena perpetua para el acusado. Así pues, quien ha cometido falta, perderá algo tan valioso como lo es la vida: «la libertad». Sin embargo, los gobernantes de algunos estados del país no dan la impresión de querer abolir esta ley, pues creen que la sentencia a muerte logra disuadir en su totalidad a los criminales.
Pues bien, según Foucault, la pena de muerte es como el guion de un teatro de la crueldad, pues hace sensibles a todos, incluyendo al criminal. Por otro lado, según Derrida, la crueldad es como la soberanía, pues resalta la presencia desenfrenada del soberano. Así pues, cuando un soberano o el Estado ve morir al condenado, se ve mejor a sí mismo. es decir, se representa mejor en la imaginación de los ciudadanos y en la propia concepción de su poder. (Como se citó en Miriam Jerade 2020, 118-121). En efecto, lo que busca el Gobierno con este tipo de castigo, es mostrar su dominio ante los ciudadanos, además, de atemorizar a su gente. En otras palabras, no da su brazo a torcer por querer mantener ese estatus y poder que tanto lo caracteriza.
«Para muchos estadounidenses, hay crímenes que sólo [solo] pueden ser castigados con la muerte; por ello, consideran que la tendencia a abolir esta práctica es nociva, pues promueve la falta de responsabilidad entre sus ciudadanos». (Báez Villaseñor 2018, 181). En otras palabras, las personas que cometen crímenes atroces deberían ser condenados a muerte, pues ello genera que los ciudadanos tengan una buena conducta. Así pues, también aparece Sharp mencionando, que al aplicarse la pena de muerte se salvan las vidas inocentes, a cambio de la vida de los asesinos. (Como se citó en Melissa Benavides 2012, 9-10). Sharp manifiesta claramente que la muerte sería la solución para que los culpables paguen sus delitos perdiendo algo valioso, que es la vida, mientras las personas que no tienen la culpa de nada no terminen afectadas. En resumidas cuentas, ambos autores señalan que la pena de muerte es la decisión más viable para realizar justicia.
Sin embargo, una de las consecuencias más graves que puede traer la pena de muerte, es la ejecución de un inocente. Así pues, según Aina Fernández (2015) entre los años 1973 y 2013 liberaron a más de 140 personas que estaban presas e iban directo para el destino impuesto por el Gobierno: «la muerte», y esto fue como resultado de haber demostrado su inocencia. Por ende, al haber un mínimo fallo en la justicia, peligra la vida de una persona inocente. Asimismo, los condenados que lograron demostrar que eran inocentes, a tiempo, fue por alguna confesión, evidencia a última hora, entre otros. Pero para aquellos que ya fueron ejecutados, es irreversible el daño causado y, no solo al condenado sino también a sus familiares y personas cercanas.
Estados Unidos es un país que se caracteriza por la discriminación de etnias. Pues bien, «La influencia de la raza del acusado, así como de la víctima es un factor determinante para la solicitud de la condena mortal o no. Una amplia mayoría de fiscales son de origen caucásico, lo que se advierte como una amenaza para la igualdad en términos raciales en los procesos» (Giulia Borsa 2016, 24-25). Dicho con otros términos, en Estados Unidos se juzga a las personas de acuerdo con su color de piel, si es gente de color, automáticamente para los jueces ya son culpables, mientras que confían en la inocencia de las personas de tez blanca. En consecuencia, no existe un juicio justo para las personas «negras». Inclusive, los mismos defensores impuestos por el Gobierno para los convictos «negros», son quienes no defienden correctamente a los acusados y solo porque son de distinta raza.
En el párrafo anterior se menciona sobre la clara discriminación racial en Estados Unidos. Aquí, se muestra un ejemplo de cómo es tratado una «persona de color»:
Wilburn Dobbs era un afroamericano que se enfrentaba a la ejecución en Georgia por el asesinato de un hombre blanco. En el juicio se hacía referencia al acusado como «persona de color» y «chico de color» por parte del juez y el abogado de la defensa y era llamado por su nombre de pila por el fiscal lo que denota un respeto nulo hacia su persona. Además, dos de los miembros del jurado que condenó a Dobbs a muerte por el asesinato, admitió después de juicio haber utilizado el insulto racial «negrata». (Giulia Borsa 2016,18).
Pues bien, se puede apreciar la falta de respeto y la discriminación por parte de las autoridades hacia Dobbs, una persona de raza «negra». En definitiva, no fue bien tratado y solo por su color de piel no llegaron a realizar más investigaciones, ni a presentar más pruebas. Además, a Dubbs no lo dejaron explicar lo sucedido, ni su vida personal, pues esto ayuda a que el juez tome decisiones menos drásticas. En consecuencia, fue declarado culpable y, de hecho, ganó el prejuicio racial.
Conclusión
Finalmente, se puede decir que la pena de muerte es un acto cruel que no respeta la vida humana. Pues bien, busca mostrar el poder del gobierno a su gente, a través de esta acción. Además, que este hecho no puede revertirse, y muchas veces han condenado a personas injustamente, por ejemplo, a gente de color, que son los principales discriminados y ejecutados. Desde luego, no se puede abolir esta ley, tan repentinamente, pero se debe entender que la solución al problema de la delincuencia no es la muerte. Si se realiza esto, prácticamente se está cometiendo el mismo acto que el acusado. El país avanza, pero sus castigos se han quedado con las características de tiempo atrás y eso debería cambiar, demostrando el respeto hacia la vida y derechos humanos. Es mejor que al convicto se le prive de la libertad, que es tan valiosa como la vida, a que se le dé la muerte.
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