Los Factores Que Conllevan Consumo De Alcohol En Menores
Como ya sabemos, el consumo de alcohol es un problema de gran escala, no ya solo por los problemas de salud pública, siendo considerado como uno de los factores principales de muerte, también puede provocar trastornos psicológicos, enfermedades cardiovasculares, etcétera. Este, puede dañar incluso el tejido social con factores económicos, y también, puede separar familias enteras (Organización mundial de la salud, 2010). Se ha reportado que, en América el consumo de este en adolescentes tiene un patrón de baja frecuencia, pero de alta ingesta en una ocasión, antes de los 14 años (Organización Panamericana de la Salud, 2015).
La adolescencia, suele considerarse como una fase de constantes cambios, en las que el adolescente destaca por tener un interés sexual, la integración grupal y el desarrollo de una autoimagen social (Heredia y Davila, 2013). Cada adolescente, tiene un contexto determinado, y hay millones de estos que tienen en común tomar responsabilidades propias de adultos a su temprana edad, llevándolos a tener malestar emocional (UNICEF, 2002). En una fase de claro malestar, el adolescente puede guiarse al consumo de drogas, siendo comunes el alcohol y tabaco, con tal de disminuirlo (Poncela, 2014). A través de un estudio que buscaba recopilar datos biológicos, sociales y características del consumo de alcohol, se pretendió relacionar dichas variables con el malestar emocional en adolescentes Mejicanos. Los resultados demostraron que los adolescentes tendían a sentirse relajados, aburridos, pasando de la alegría a la tristeza fácilmente e irritados, siendo las mujeres las que más lo padecen. Pero el sexo femenino, también sienten de en mayor medida el miedo o disgusto, influyéndole en la memoria a largo plazo, siendo más susceptibles a recordar las situaciones emocionales (Spalek et al., 2015). Se recogió que el 64 % de adolescentes presentaba el citado malestar emocional, de acuerdo así con las investigaciones internacionales (Silva, Gálviz, Flores y Machuca, 2013), que dictan que en la etapa adolescente, son adquiridas y desarrolladas un nuevo abanico de habilidades, la vida social puede ser dificultosa y las relaciones entre nuestros familiares cambian constantemente, además de que también se aplican las actitudes y valores adquiridos durante la infancia. Por último, se hacen cada vez más frecuentes pensamientos acerca de la propia identidad personal, y sobre cuál será el futuro que tendrán, siendo muy incierto en esta etapa. Estos cambios afectivos, psicológicos o fisiológicos pueden hacer que cambie la forma en la que los adolescentes se relacionen con los demás, y en sí, la manera en la que ven el mundo. Ya situándonos en España, un grupo de investigadores valencianos, concordaron, con las investigaciones anteriores que de hecho, hay mayor malestar emocional en los adolescentes que no han consumido alcohol, que señalan que los problemas de los adolescentes han de señalarse al contexto en el que se desarrollan, destacando el ámbito familiar y escolar, que pueden acarrear problemas como la depresión, estrés y ansiedad, una baja autoestima y dificultades a la hora de integrarse socialmente (López, Ochoa, Olaizola, 2005). Se evidenció que los adolescentes, utilizan un mecanismo para tener de vuelta dicho equilibrio emocional, bebiendo alcohol para pasar a un estado de placer y positividad, relajándose y reduciendo el estrés (Delgado, 2012).
Entre las emociones durante la ebriedad que presentan, destacan ser más intolerantes, menos agresivos y más reactivos (Escobedo, Cuevas, Cuervo y García, 2012), además de sentirse inmortales e omnipotentes, llevándoles a probar otras drogas, o ingerir más alcohol (Diz y Ventura, 2014), llevándoles a dañar un adecuado desarrollo del cerebro, dañando las funciones ejecutivas (García, Ruiz y Alzina, 2014). Por lo tanto, el malestar emocional puede llegar a desencadenar comportamientos perjudiciales para los adolescentes, viendo como solución el consumo de alcohol para equilibrar dicho malestar, buscando sentirse mejor a través de esta sustancia. Como ya dije antes, la adolescencia es una etapa de grandes cambios.
En esta ocasión, hablaré del desarrollo ocurrido en los chicos y chicas, que viene determinado por numerosos factores, y sobre todo, la relación entre conductas sexuales, y el consumo de alcohol. Esto está determinado en parte, por los cambios físicos, biológicos, cambios que vienen en relación con el desarrollo de las hormonas sexuales, etcétera (Iglesias, 2013). Ahora bien, respecto a las relaciones sexuales, estudios científicos sitúan que la edad en la que se inician esto jóvenes están entre los 14 y 16 años (López y Rodríguez, 2010) (López y Villanueva, 2007) (Parra y Pérez, 2010). Investigaciones, establecen una relación con el inicio de dichas relaciones y la suma de los factores biológicos, además de la interacción de estos con el entorno o contexto sociocultural. También, aunque la pubertad empiece antes en el sexo femenino que en el masculino, son estos últimos los que son empiezan con estas relaciones sexuales de forma más temprana, y aún de forma más temprana cuando estos están viviendo conductas que pueden suponer un claro riesgo para la salud de estos, relacionado con el consumo de alcohol (Ceballos y Campos, 2006). El uso del condón también juega aquí un papel importante, pues a menor edad su, uso disminuye, y con esto puede haber más riesgo de tener un embarazo no deseado, a la par que puede haber también más riesgo de tener enfermedades sexuales, (Ceballos y Campo, 2005) hecho que puede repercutir de forma una clara a la vida social del joven, estando estigmatizado y sufriendo las consecuencias de alguna enfermedad.
Aparte de que este comportamiento sexual provenga de factores biológicos o socioculturas, hay investigaciones que dictan también que la aparición de la pubertad a menor edad puede estar directamente relacionada con las relaciones sexuales (Nordin, Hanson y Tydén, 2005) (Escobar et al., 2005). Y también es común que los varones empiecen antes con las relaciones sexuales debido a la cultura, tolerando más el hecho de que los varones comiencen antes, estando muy relacionado con los roles de género (Sánchez, Muñoz, 2005). Tampoco, es realmente efectivo el hecho de conocer las nefastas consecuencias que pueda acarrear el consumo de alcohol, o tener relaciones sexuales con, o sin protección; y más en el pensamiento de los adolescentes, importando más la sensación que obtienen al experimentarlo, que la posible consecuencia que pueda acarrear (Campo y Olivo, 2002). Como he dicho, el consumo de alcohol puede hacer más probable el hecho de tener una relación sexual, siendo también probable, y a la vez peligroso que se efectúe sin ninguna medida, siendo los adolescentes propensos a tener alguna enfermedad sexual a una temprana edad. Con esto, es recomendable y necesario medidas preventivas que comentaremos posteriormente, destacando los programas que inciten a los adolescentes a tener prácticas sexuales que sean seguras, con la influencia también de los padres (Acosta, Fernández y Pillon, 2011) (Isen, Baker, Raine y Bezdjian, 2009) (Díaz, Rodríguez, Lara, Matute y Ariza, 2008) (Ruangkanchanasetr, Plitponkarnpim, Hetrakul y Kongsakon, 2005) (Contreras, Esguerra, Londoño, 2005) (Commendador,2010).
La conclusión es clara, es fundamental concienciar de forma temprana a los adolescentes, tanto del peligro del consumo del alcohol, como de las relaciones sexuales, y más cuando ambos vienen de la mano.