Problema Histórico Relacionado con la Delincuencia Juvenil
Introducción
La delincuencia juvenil es un problema que se ha tratado históricamente desde diversos puntos de vista morales, religiosos, psicólogos, jurídicos e inclusive biológicos. Las causas que se han atribuido inicialmente son los factores personales, refiriéndose con esto a alteraciones congénitas o trastornos de la personalidad, y aunado a esto un inadecuado desarrollo moral y psicológico en la infancia. Así mismo, se ha hecho referencia en la literatura a factores que se encuentran externos al individuo, como sería el caso de la condición económica en la que vive, el medio familiar en el que desenvuelve y los grupos sociales con los que convive.
Hablar de delincuencia juvenil obliga a establecer un marco de referencia que reconozca esta etapa de la vida como una era turbulenta, en el sentido de que es una etapa transitoria con severos cambios corporales, hormonales y sobre todo mental que representan una gran confusión para poder definir una identidad con madurez intelectual y social que permita afrontar al sujeto su propia existencia.
Vemos, pues, que la delincuencia juvenil es reflejo de una personalidad que carece de estructura y que se observa como un obstáculo para enfrentar la transición a la vida adulta; el sujeto adopta una actitud defensiva y quizá de rebeldía contra las normas en general; lo que lleva a la marginación de su medio, alterando esta oposición de manera patológica en actos de delincuencia.
En este punto debemos reconocer la importancia del estudio de la delincuencia juvenil como responsabilidad social, pues no solo apartando a los jóvenes de la carrera criminal se evita en gran parte que delincan cuando sean adultos, sino que está claro, que si la sociedad no les proporciona los medios y oportunidades, les deja precipitarse por el camino del crimen. Básicamente, la complicidad de la sociedad radica en que no emplea método adecuado para educar y corregir a tiempo las inclinaciones y tendencias agresivas de los jóvenes, pidiendo evitar que a largo plazo lleguen a delinquir.
Desarrollo
la violencia aparece como una forma de respuesta ante una frustración social. Este tipo de violencia puede ser también una consecuencia del profundo deterioro al que se ha llegado en un tipo de sociedad que ha puesto sus esperanzas en un mero crecimiento cuantitativo del consumo de bienes materiales y que apenas ha tenido en cuenta al individuo en su dimensión como persona socialmente integrada en una comunidad.
Esta problemática obliga a reflexionar sobre el fenómeno de la violencia y su relación con la juventud. Se resiste a las transformaciones sociales de hoy, pues a lo movedizo que tiene de por sí la personalidad del adolescente en devenir, hay que añadir la incoherencia del mundo actual con sus propagandas, disensiones políticas y religiosas, y las contradicciones de los intereses económicos. Todo esto crea confusión y desorientación desbordante y trágica en la juventud. En tales circunstancias, no todos los jóvenes son aptos para ver el mundo tal como es y aceptarlo, insertándose en él, íntegra y generosamente.
Algunos adolescentes y jóvenes aquejados de inmadurez persistente podrían convertirse en antisociales e incluso en delincuentes, si llegan a una particular situación de inadaptación. El adolescente realiza sus primeras tomas de conciencia personales y profundiza en sus sentimientos, ideas y creencias. Su postura ante el mundo adulto es de oposición y de desafío, y esta es una reacción necesaria de defensa de un ser que va tomando las riendas de su existencia.
Además, la actual sociedad industrializada, urbana y consumista, con todo lo que ello comporta: ideología del bienestar, carrera del lucro, primacía del tener sobre el ser, crisis de la familia, soledad, anonimato, es la que segrega la violencia. Ya que, como sociedad de consumo, alimenta deseos o aspiraciones y despierta esperanzas que no puede satisfacer; mientras margina del proceso de producción y de consumo, excluye y discrimina a gran número de personas, clasificando y haciendo de ellas unos inadaptados y rebeldes; pero, sobre todo, tiende a destruir los valores morales.
En realidad, cuando la sociedad actual exalta como valores supremos de la vida al placer y al dinero, cuando aplaude el éxito y la riqueza, obtenidos por los medios que fueren, cuando desprecia al hombre honesto como a un ser débil que no es capaz de hacerse valer mientras exalta al fuerte que prevalece sobre los demás con astucia y con violencia, no habría por qué maravillarse de que algunos jóvenes sientan la tentación de recurrir a la violencia para ganar con facilidad y rapidez mucho dinero.
La vida actual origina violencia y agresividad, más aún cuando en un espacio invariable aumenta mucho la población, pues esto genera aglomeraciones y desorden en las grandes urbes, con el cortejo de desagradables complicaciones que llevan consigo: prisa, falta de tiempo, tensión, vida compleja, falta de comunicación afectiva, etc. Si añadimos a esto la anomia, la hipocresía social, la creación consumista de necesidades artificiales, la doble moralidad, etc., comprenderemos que en unas circunstancias de vida tan frustradas tenga que surgir la violencia y la agresividad como medio para sobrevivir.
Conclusión
Cada vez somos más conscientes del incremento de delincuentes de corta edad, uno de los principales motivos, la falta de dinero, es decir, la mala situación económica en la que viven, o el medio en el que se desenvuelven, estos factores que afectan al joven, nos hacen ver que el daño es tanto psicológico como social. Una cosa es cierta y real, tenemos que ser conscientes de que la delincuencia juvenil
Hay que resaltar que es mejor prevenir que curar la delincuencia juvenil, es decir, impedir que surjan nuevos delincuentes, creando programas de asistencia social, económica, educativa, etc.
La delincuencia juvenil es un fenómeno de ámbito mundial, pues se extiende desde los rincones más alejados de la ciudad industrializada hasta los suburbios de las grandes ciudades, desde las familias ricas o acomodadas hasta las más pobres, es un problema que se da en todas las capas sociales y en cualquier rincón de nuestra civilización.