Relectura De La Educación Por Competencias Desde El Pragmatismo De John Dewey
Introducción
El texto de John Dewey abarca seis partes: la introducción, las competencias en el marco de la búsqueda de un nuevo individuo, el rechazo a los dualismos, las competencias en la lógica de la experimentación y por último, la conclusión. Nacido u originado del ámbito de la formación y la gestión profesional, la necesidad de adaptar los sistemas de educación y formación a las demandas planteadas por la sociedad y la economía actual, ha hecho que este enfoque del trabajo pedagógico se haya instalado con fuerza en las políticas educativas nacionales e internacionales.
El objetivo en este artículo es mostrar las posibilidades de filiación que existen entre el aprendizaje por competencias y las propuestas del filósofo y pedagogo americano.Para ello, en primer lugar se rastrea o busca esta identidad en el marco del empeño deweyano de reconstrucción democrática, mediante la reflexión a un nuevo individualismo que lograse ajustar el desarrollo de la individualidad con la participación en un espíritu de vida comunitario.Seguidamente, el análisis se mueve al rechazo de Dewey a los dualismos y los debates que mantuvo con respecto a la articulación de la formación profesional y la educación general.Por último, se exploran o investigan las consecuencias para el enfoque de las competencias, que cabría extraer de la propuesta de un cambio de una lógica absolutista a una lógica de la experimentación.Él insistió mucho en la necesidad de aproximar la educación a las necesidades sociales del momento, sin dejarse atrapar por la antigua diferencia que rebajaría la educación profesional y práctica a una formación de segunda categoría.Pero habría sido opuesto a una formación en competencias según una lista cerrada y preestablecida de antemano, que estableciera un determinado perfil de la persona a querer alcanzar, obstruyendo y/o obstaculizando la libertad y creatividad del alumno.
Desarrollo
Dewey comenzó a interesarse y cautivarse por la teoría y las prácticas educativas desde que estaba en Chicago. Fue en la escuela experimental que creó en esa misma universidad cuando comenzó a comparar los principios educativos. El pedagogo entendía y percibía la escuela como un espacio para la creación y la reflexión de las experiencias importantes de la vida social. Según él, era esto lo que posibilitaba el desarrollo de una ciudadanía plena. John Dewey pensaba que lo que se ofrecía en el sistema educativo de su época era insuficiente para proporcionar una preparación adecuada, que se ajustara a la vida en una sociedad democrática.
Es por ello que el llamado «método experimental» de su pedagogía estaba basado en una educación que señalaba la relevancia o importancia en la que se encontraban factores o elementos como la destreza individual, la iniciativa y el espíritu de empresa. Su visión de la educación tuvo una gran influencia en los cambios o modificaciones que experimentó la pedagogía de Estados Unidos a principios del siglo XX, siendo estas situaciones o circunstancias consecuencia de los propios intereses de la persona.
Se concluye con esto entonces que para aprender es obligatorio tener experiencias en el mundo. En cuanto al rol o función del docente, Dewey reiteraba que era el docente quien debía encargarse de generar y crear entornos estimulantes para el alumno. Al hacerlo, el maestro podía desarrollar, orientar y guiar la capacidad de los alumnos para actuar. Esto debía ser así porque para Dewey los alumnos son individuos o sujetos activos. Aunque defendía la pedagogía centrada en el alumno, entendía que era el docente quien debía hacer el trabajo de conectar y enlazar los contenidos presentes en el currículum con los intereses de cada uno de los alumnos.Decía que esta imposición ciega de los contenidos hacía que el alumno perdiera la posibilidad de comprender los procesos que se llevaban a cabo para lograr la construcción de ese conocimiento. El libro Democracia y educación, publicado por Dewey en 1976, ha sido una de las obras de pedagogía con mayor trascendencia en el siglo XX. El autor puso manifiesto en este libro las cuestiones políticas y morales que estaban sobreentendidas en los discursos educativos de la época.
Dewey plantea que el sistema educativo de una democracia debía caracterizarse por el compromiso existente entre los centros de enseñanza y la promoción de contenidos culturales, así como de modalidades organizativas. El sistema educativo contribuye a la formación de personas comprometidas tanto con los valores como con los modelos democráticos de la sociedad. Por ello, Dewey manifiesta en esta obra que la educación también es una modalidad de acción política, ya que impone a las personas reflexionar y valorar las distintas dimensiones sociales, económicas, políticas, culturales y morales de la sociedad en la que se encuentran.La importancia de este libro en el mundo de la pedagogía está en todos los temas que el autor aborda en él. Dewey no sólo reflexiona sobre cuestiones relacionadas con el motivo de la educación o con la función social, sino también con cuestiones relacionadas con métodos de enseñanza, la importancia de los contenidos culturales, los valores educativos, los aspectos sociales, entre muchos otros.
El autor norteamericano, en esta obra destaca también una cuestión importante sobre la magnitud del aprendizaje del niño en la escuela. Dewey creía que las personas consiguen desarrollarse poniendo en práctica sus talentos, todo con la finalidad de hacer el bien en la comunidad. En base a esta idea, consideraba en cualquier sociedad, la función principal de la educación debe ser ayudar a los niños a desarrollar un ‘Carácter’, es decir, un conjunto de habilidades o virtudes que les permitan en un futuro cercano alcanzar sus propósitos.Esta argumentación enfrentó a Dewey con los partidarios de una educación tradicional ‘Centrada en el programa’ y también con los reformadores románticos que defendían por una pedagogía ‘Centrada en el niño’.
Los tradicionalistas defendían los conocimientos duramente adquiridos a lo largo de siglos de lucha intelectual y consideraban que la educación centrada en el niño era desordenada, anárquica, mientras que los románticos celebraban la naturalidad y el cambio y acusaban a sus adversarios de reprimir la individualidad de los niños mediante una pedagogía aburrida, rutinaria y autoritaria. Es reconocida la crítica de Dewey a los tradicionalistas por no relacionar las asignaturas del programa de estudios con los intereses y actividades del niño.
A menudo se pasan por alto sus agresiones contra los partidarios de la educación centrada en el niño por no relacionar los intereses y actividades del niño con las asignaturas del programa.Y Dewey terminaba con estas palabras: ‘Los hechos y certezas que entran en la experiencia del niño y los que figuran en los programas estudiados constituyen los términos iniciales y finales de una realidad. Oponer ambas cosas es oponer la infancia a la madurez de una misma vida; es enfrentar la tendencia en movimiento y el resultado final del mismo proceso; es sostener que la naturaleza y el destino del niño se libran batalla’.
La pedagogía de Dewey requiere que los maestros realicen una tarea extremadamente difícil, que es ‘Reincorporar a los temas de estudio en la experiencia’. Los temas de estudio, al igual que todos los conocimientos humanos, son el producto de los esfuerzos del hombre por resolver los problemas que su experiencia le plantea, pero antes de constituir ese conjunto formal de conocimientos, han sido extraídos de las situaciones en que se fundaba su elaboración.
Dos conclusiones cabe extraer para el tema que nos ocupa de los debates pedagógicos en los que se embarcó Dewey en su rechazo a los dualismos. La primera es la obligación de una mayor articulación entre una preparación profesional, se fija en las circunstancias y necesidades sociales, y una formación general enfocada a la acción con sentido. La segunda, derivada de la misma idea o concepción del conocimiento, es la de la sustitución de la vieja lógica autoritaria o absolutista, por una lógica de la experimentación. Si la primera conclusión puede servir de soporte a las actuales políticas del aprendizaje por competencias, la segunda indica el modo de su realización a partir de la pedagogía de Dewey, realización que, como pretendemos mostrar en este último apartado, entra en contradicción con las prácticas que impulsan esas políticas, las cuales no consienten u obstinan en establecer el perfil de persona y profesional competente, mediante el establecimiento de catálogos interminables de competencias que anticipan los resultados de aprendizaje a lograr.También es Bruner dice que en la actuación se puede observar la utilización que el sujeto hace de los conocimientos y habilidades que posee para resolver problemas. Bruner, al describir los elementos del acto de descubrimiento, plantea seis subproblemas en que divide el problema de lograr que el estudiante se apropie de lo aprendido para utilizarlo de nuevo o hacer transferencia del aprendizaje.Pero Bruner deja totalmente claro, que dicho aprendizaje por descubrimiento, lo importante es que el estudiante o alumno pueda convertir el conocimiento en acción, extendiendo así sus habilidades.
Otro teórico llamado Gagné sostiene que en la clasificación el aprendizaje se distingue por destrezas, habilidades o competencias intelectuales, aquí dentro de ellas se encuentra un tipo de aprendizaje superior en el que incluye la solución de problemas. Este seguimiento pedagógico permite distinguir cómo se fue construyendo el concepto, además del papel que estos teóricos del aprendizaje y la evaluación, todavía desde comienzos del siglo XX, daban a la acción y la transferencia.
Conclusión
Para concluir, la educación tiene el objetivo o la necesidad de adaptar los sistemas de educación y formación a las necesidades planteadas por la sociedad y la economía actual, que ha hecho que el aprendizaje por competencias que se establezca en el discurso pedagógico y en las políticas educativas. Los planteamientos de Dewey en torno al aprendizaje a través de la acción muestran cierta relación con los planteamientos recogidos en el documento.
El legado de la obra de Dewey ha sido dejar abierto un planteamiento para la reflexión crítica de de los modelos educativos. Además, sus fundamentos son una lectura obligada para quienes quieran comprometerse con los problemas sociales presentes en las instituciones escolares. Para muchos estudiosos, el problema de la educación en la actualidad continúa teniendo su raíz en lo que decía Dewey, que el problema de la mayoría de las escuelas es que no tienen como objetivo transformar la sociedad, sino solamente reproducirla.
Bibliografías
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