Teoría Conductista del Psicólogo Burrhus Frederic Skinner
Este libro escrito por el reconocido psicólogo conductista Burrhus Frederic Skinner, fue publicado en 1974 con el nombre original “About Behaviorism”. Pretende explicar las bases del análisis experimental del comportamiento, y a su vez, responder a algunas de las críticas que se le han hecho a través de los años al conductismo. De tal manera que el objetivo del autor es mostrar este enfoque como una alternativa prometedora, y desmentir varias concepciones que fueron válidas al inicio del conductismo, pero que se han ido transformando con el paso del tiempo.
A modo de introducción, el autor expone veinte críticas que se le hacen al conductismo, aclarando que son argumentos que se fundamentan en un malentendido. Skinner parte de la premisa de que “El conductismo no es la ciencia del comportamiento humano. Es la filosofía de esa ciencia”, un postulado que busca transmitir a lo largo de su obra al tratar distintos puntos que serán mencionados a en el transcurso de esta reseña.
En relación a las causas del comportamiento el autor parte de la pregunta fundamental: ¿Por qué las personas se comportan de determinada manera? Y ejemplifica algunas ramas del pensamiento que buscaron explicar esta cuestión. Hace un énfasis particular en el estructuralismo que se limita a ser descriptivo, dejando de lado la causa base del comportamiento; mientras que el conductismo radical considera algunos hechos inobservables que son producto del ambiente y la historia genética. Posteriormente, se establece la dificultad presente al momento de enseñar a una persona cómo comunicar sus procesos internos, por lo que se suele enseñar este tipo de descripciones partiendo de la asociación de condiciones públicas a las condiciones internas que se presentan, como asociar un golpe con el dolor. En este proceso se pueden llevar a cabo una serie de preguntas que permiten al individuo llevar a cabo un mejor proceso de auto-conocimiento, lo que le permitiría relacionar algunas situaciones específicas con procesos internos, facilitando a su vez el predecir o controlar su conducta futura ante la exposición a este tipo de situaciones.
La conducta del ser humano depende en gran medida del ambiente al que está expuesto. Sin embargo, cuando la persona debe exponerse constantemente a nuevos ambientes algunas respuestas como los reflejos que determinan la supervivencia no son suficientes; Skinner parte de este punto para abordar las respuestas condicionadas, en las cuales se busca anticipar ciertas consecuencias, finalmente el organismo logra desenvolverse de manera óptima en el nuevo ambiente gracias al aprendizaje de nuevas conductas, que se hace eficiente debido a las consecuencias que actúan como reforzadores.
El autor hace fuertes críticas al mentalismo, afirmando que es innecesario buscar explicar la evolución del comportamiento basándose en el concepto de la mente, pues basta con evaluar los hechos por sí mismos. Este tipo de planteamientos podría generar una división en los lectores, pues seguramente muchos se inclinan por el postulado de la mente como el propósito y el distintivo de la evolución humana.
Otro punto de especial importancia que se trata en la lectura es la influencia de los sentimientos en los refuerzos. El autor declara certeramente que es el valor de supervivencia el que determina la susceptibilidad de un refuerzo, y que esto nada tiene que ver con un sentimiento; al contrario de lo que se cree los sentimientos solo son “productos colaterales de las condiciones responsables del comportamiento”. Por lo tanto, la asociación errónea se debe a que se denomina “querer” o “necesitar” algo en específico, cuando realmente estamos privados de realizar un determinado comportamiento. A su vez, al llevar a cabo dicho comportamiento la persona deja de tener estos sentimientos de necesidad. Skinner procede a definir palabras como: Idea, voluntad, propósito e intención; que son cotidianas para el lector en términos de refuerzo y comportamiento, lo que claramente marcará un impacto en muchos. Incluso explica como el sentimiento de confianza no es más que el resultado de un refuerzo frecuente a determinada conducta, y cuando dicho refuerzo deja de estar presente, la persona dice presentar una pérdida de confianza, en casos extremos incluso una profunda depresión. Esto es un factor clave, pues permite dilucidar la causa base de sentimientos percibidos que afectan cada vez más a la población, como en el caso de la frustración, la cual según Skinner se produce por la finalización de un refuerzo acostumbrado. Dejando en evidencia una vez más que los sentimientos no son los causantes, sino los resultados colaterales. De este modo es inútil buscar la felicidad desconociendo la causa o el reforzador que genera dicho sentimiento.
El ser humano no puede ser entendido simplemente como el que percibe el mundo que lo rodea, pues al estar en contacto con el ambiente respondemos de maneras particulares. Las diferentes contingencias de refuerzo conllevan a comportamientos variados respecto a una situación dada. Esto a su vez puede generar que las personas interpreten una situación de diferentes maneras dependiendo de las contingencias de refuerzo. El ver una cosa cuando está ausente no se trata de una creación absoluta de la mente, al contrario de esto se actúa acorde a como se haría en presencia de aquello que se ve, como en el caso de los sueños.
Otro de los postulados mentalistas es el pensamiento, considerando que existen pensamientos que no tienen influencia del medio externo, pues son abstractos. Skinner resalta que la palabra “pensamiento” significa comportarse débilmente. Por lo tanto, pensar es comportarse, pero este proceso no debe situarse en la mente. Así mismo la historia de ciertos refuerzos permiten discriminar algunos estímulos, esto sin necesidad de un concepto que se almacene en la mente. Algunos procesos que se denominan “cognoscitivos” también se explican en relación a distintos tipos de refuerzos, por ejemplo, al buscar algo el organismo se comporta de forma similar a cuando tuvo éxito en situaciones de búsqueda pasadas. Al separar el pensamiento del proceso imaginario interno se logra comprender que la historia del pensamiento se vuelve externa en la conducta humana, donde puede encontrarse la evidencia.
La presencia de consecuencias reforzantes se encuentra también en el marco de los mandatos, las directrices e instrucciones. Todo esto a través de estímulos verbales que también dependen fuertemente de las contingencias. Ciertas formas de comportamiento verbal han pasado de generación en generación, pues en el folklore de una comunidad suelen presentarse constantemente las mismas contingencias sociales que terminan creando toda una conducta alrededor del lenguaje. Cuando cambia la cultura también cambia la conducta verbal que se adapta a ella. Por otro lado, en el marco de la sociedad también las prácticas religiosas funcionan bajo estos mismos principios, además de las leyes gubernamentales que operan mediante la advertencia de un castigo probable ante el incumplimiento de la ley. Es así como en unos cuantos capítulos Skinner demuestra la presencia del conductismo que puede pasar inadvertida, y, además, deja claro que no se limita a explicar la conducta de un individuo particular, sino que actúa en la comunidad en general y permite explicar la transformación de las conductas sociales.
En lo referente a la razón, que se ha distinguido como la característica que diferencia a los hombres de los animales, el autor declara que a diferencia de la idea básica que se tenía de razón como conjunto de ideas innatas esta no es una posesión del ser humano. Dar una razón indica mostrar las consecuencias posibles implicadas en un determinado comportamiento, es decir, nos permite explicar el por qué actuamos como lo hicimos basándonos en las posibles consecuencias que se derivan de esa conducta. Un razonamiento analiza las condiciones de un comportamiento dado, pero no limitándose a describir someramente la conducta, sino que puede ser tanto de carácter inductivo como deductivo.
La lectura toca otro punto interesante al referirse a las razones inventadas. En este apartado el autor habla del comportamiento supersticioso, que parece ser el resultado de contingencias incidentales. La historia de la mitología que se ha caracterizado por diversos ritos y cultos orientados a la exaltación de sucesos naturales provocados por agentes místicos, pueden ser producto de condiciones de refuerzos intermitentes. Y a pesar de que estos actos no van acorde a las reglas de las contingencias, los individuos supersticiosos continúan emitiendo una respuesta aun cuando el reforzador no se presenta de manera recurrente.
El conocimiento también depende las contingencias, ya sea conociendo a través de la exposición previa a estas o al describirlas mediante instrucciones, directrices o leyes. Esto es equivalente a decir que el conocimiento proviene de la experiencia. El conocimiento implica la acción, y las acciones mediadas por el conocimiento son capacidades, poder. Por otra parte, el conocimiento que no involucra la acción se asocia con el comportamiento verbal.
Respecto a la personalidad, el autor la define como un “repertorio de comportamiento proporcionado por un conjunto organizado de contingencias”. Esto quiere decir que una persona no es más que el comportamiento que ha adquirido debido a la influencia que el ambiente ejerce en ella. Las contingencias que determinan su conocimiento también conllevan a un tipo de creencias, y a su vez desencadenan distintas conductas acordes a las necesidades adaptativas en torno al ambiente. La exposición a este ambiente transforma al hombre constantemente, y este adquiere comportamientos ya sea bajo contingencias de supervivencia o de refuerzo. Skinner incluso se para desde la visión de Freud del ello, el yo y el súper yo; planteando que cada una representa un conjunto de contingencias, de tal forma que el yo se forma a partir de las contingencias de la vida diaria; el ello se satisface al lograr una cantidad de refuerzo biológico y el súper yo se satisface al lograr este refuerzo sin exponerse tanto a un castigo. No ve este planteamiento como lo hace el padre del psicoanálisis, sino que lo interpreta de forma tal que cada una contiene diferentes repertorios de conducta. Si existe el conflicto que propone Freud es debido a las distintas contingencias que generan cada uno de los repertorios. Quizás en este punto muchos partidarios del psicoanálisis no logren encontrar diferencias significativas con el autor, pues este ha partido del análisis propuesto por Freud y lo ha traducido de cierta forma al lenguaje del análisis experimental del comportamiento.
Skinner vuelve a exhibir un punto de concordancia con el psicoanálisis al referirse a las variables genéticas y ambientales como factores inconscientes, puesto que no se pueden observar. Al afirmar esto busca debatir a aquellos que critican constantemente al conductismo diciendo que no puede tratar el inconsciente; el autor explica que para poder referirse al hecho consciente se requiere de un ambiente en el que la persona sea capaz de responder a su propio cuerpo mientras se está comportando, volviendo al tema de la auto-observación, uno de los puntos que trató al inicio de la obra. Cabe resaltar que si hay un rechazo del conductismo hacia el inconsciente se trata de la postura de este como un agente, rechazando también a la mente.
Los apartados subsiguientes de la lectura continúan ofreciendo una visión comparativa con el psicoanálisis. Podría resultar interesante para quienes sean afines a estas posturas, y quizás incluso lleguen a pensar mejor del conductismo, dejando de lado la batalla crítica que se ha instaurado entre estas dos corrientes a través de los años. Cabe aclarar que las distinciones entre ambas conductas son claramente indiscutibles, pero vale la pena conocer el análisis hecho desde el conductismo a algunos términos claves para la teoría psicoanalítica.
Desde la represión, vista como un mecanismo de defensa que no permite satisfacer ciertos deseos o los ocultan a la consciencia, pasa a ser vista como probabilidades de comportamiento que son castigadas o extinguidas, y además no se observan mediante el auto-conocimiento. Pasa por el concepto de sublimación que se toma como una “descarga de energía instintiva, particularmente asociada con los impulsos pre-genitales, por medio de actividades socialmente aprobadas” y lo aborda bajo la definición de un comportamiento que se origina debido a reforzadores biológicos. Skinner finalmente recuerda al lector que “la mente no cambia lo físico”, y que estos mecanismos de defensa freudianos no parten de la mente, ya sea esta consciente o inconsciente, sino que son causados por las contingencias de refuerzo que pueden involucrar castigos.
Un aspecto importante a resaltar, y que puede causar la renuencia de muchas personas hacia el conductismo es precisamente la explicación y terminología que se asocia a distintas patologías. El conductismo explica las situaciones alejado de la poesía del psicoanálisis, al relatar al mundo a través de contingencias, conductas y consecuencias de esas conductas puede sonar demasiado simple para aquellos que buscan un análisis más “profundo”. El lenguaje conductista no suele ser muy atractivo si se le compara con las explicaciones que podrían dar otros enfoques psicológicos; este tema es de particular importancia y es un aporte valioso que realiza el autor en su obra.
Skinner plantea también la necesidad de averiguar sobre las contingencias de refuerzo que influencian el comportamiento de las personas, pues el camino hacia la vida emocional de la mente ha ensombrecido el ambiente al cual se puede acceder para el análisis. Sin importar cuanto se esfuercen en encontrar un sentido introspectivo y mentalista este tipo de pensamiento se queda en el margen de lo inaccesible.
Una aclaración importante que realiza el autor en el libro respecto a el planteamiento de que el conductismo descuida a la persona al centrarse en su ambiente, es que en cuestión de identidad cada persona es única pues solo ella cuenta con una disposición genética determinada y una historia de aprendizaje personal. Sin embargo, el conductismo no reconoce a la persona como agente causal, pues en ella convergen las condiciones genéticas y ambientales que son las que actúan como agente generador de la conducta.
A través del conductismo también se puede llegar al auto-conocimiento, no mediante la interiorización de los sentimientos y motivaciones sino a través del análisis de las razones del comportamiento propio, que permiten a su vez la autorregulación. El comprender el comportamiento ajeno también da señales para el entendimiento del comportamiento propio.
Nuestro comportamiento también es reforzado por el efecto que tiene en las otras personas. Este es uno de los motivos que impulsan a la búsqueda del conocimiento de las otras personas, pues actuamos en relación a ellas. Sin embargo, el conocimiento del otro es complicado puesto que no se tiene un acceso completo a su ambiente y su componente genético, por lo que lo que se puede conocer son los hechos y la conducta observable.
Respecto al control, Skinner primero se refiere al auto-control indicando que el comportamiento que es producto de esto tiende a recibir refuerzos efectivos; esto a su vez permite el control hacia otra persona mediante el condicionamiento operante. Seguramente el tema del control genere en los lectores cierto tipo de incomodidad y temor, pues el autor toma ejemplos cotidianos como el ejercicio de poder gubernamental y religioso. Estas entidades ejercen un control mediante la amenaza del castigo, es decir, mediante la aplicación de refuerzos negativos.
El control se presenta en todos los modos de vida. Se hace evidente desde el control por parte de la historia genética y ambiental, la educación y el gobierno; el ser humano incluso busca también ejercer control sobre el mundo. No obstante, el control ejercido por algunas instituciones puede tornarse aversivo para aquellos que están siendo controlados. En el fenómeno del contra-control el individuo o el grupo de personas busca escapar del agente controlador e incluso llegar a atacarlo.
Si el modo en que actúa un ser humano es acorde a las contingencias y las acciones que toman los otros respecto a comportamientos determinados, entonces ellos de cierta forma se encuentran ejerciendo un control sobre la conducta personal. La ética y la moral se ha conformado en base a las contingencias que se han desarrollado a través de los años, por lo que la evolución real se manifiesta en el cambio progresivo que sufre el ambiente social con el paso del tiempo.
A pesar de que el control es evidente y no se puede escapar de él por completo, el sentimiento de libertad también es real. Skinner no se refiere a la libertad libre de control sino a una libertad en la cual el control no genera un contra-control como respuesta. Esto ocurre debido a que es un control que maneja constantes refuerzos positivos.
La cultura con sus leyes genera un comportamiento grupal, que usualmente promueve la supervivencia de la especie y trae consigo el bienestar del individuo. De esta forma evoluciona la cultura al igual que la conducta, y también evolucionan los distintos mecanismos de control que se manifiestan en ella. Como bien declara el autor “El comportamiento que manifiesta en cualquier momento está bajo el control de un contexto actual. El individuo es capaz de adquirir ese repertorio bajo ese control debido a los procesos de condicionamiento que asimismo forman parte de su dotación genética”.
Ya en los últimos capítulos del libro Skinner postula nuevamente que la psicología debe estudiar el comportamiento objetivo pues de lo contrario no tendría razón de ser. La fisiología es la ciencia que permite comprender lo que ocurre en su medio interno, desde el acto reflejo hasta la actividad nerviosa que permite clarificar en gran parte las raíces del comportamiento. Sin embargo, también explica que observar estos fenómenos es mucho más difícil que observar el comportamiento. De esta forma el correcto modo de aproximarse a la fisiología para Skinner es utilizarla en pro del conocimiento de las relaciones funcionales internas del organismo, que se ejecutan como reacción a la exposición de ciertas contingencias de refuerzo, logrando determinar el cambio que se produce en estas circunstancias y aprovechando el medio interno y externo para obtener un análisis del comportamiento del ser humano que sea más completo.
Finalmente, el autor retoma las veinte afirmaciones acerca del conductismo que había mencionad en la introducción, y basándose en la información que brindó a lo largo del texto se encamina a responderlas una a una. Aquí resumiremos brevemente algunas de ellas.
Respecto a los factores internos como la consciencia y los sentimientos responde que los estímulos internos influyen el comportamiento, y que la conciencia sobre el ambiente también permite a la persona ser consciente sobre los estímulos que actúan en su cuerpo. Establece la diferencia entre una persona y un robot aclarando que un estímulo no genera una respuesta operante, sino que modifica respuestas en torno a unas contingencias dadas, y que los estímulos que si generan una respuesta fija son los que provocan los reflejos. También que los propósitos y las intenciones no se niegan en el conductismo, sino que son el producto del refuerzo de una conducta que genera una disposición a repetirla, por lo tanto, ve al propósito como un resultado y no como un evento causal.
Reafirma que en su obra no niega la singularidad de cada persona, solo que no lo considera generador de acciones sino un ser en el que convergen distintas influencias. Que además la esencia del ser humano se comprende al entender la relación entre el comportamiento y los componentes genéticos y ambientales.
Continúa tratando un punto que seguramente muchos de sus lectores han cuestionado y es el análisis del comportamiento de animales comparado con el comportamiento humano, pues los experimentos en su mayoría son realizados en un laboratorio con ratas y no con personas. Sustenta estos procedimientos afirmando que el ser humano comparte los procesos básicos con los animales, y que además algunos experimentos se realizan examinando comparando acciones que tomarían los seres humanos. A pesar de que lógicamente estos resultados no pueden ser fácilmente aplicados en la vida cotidiana, sus resultados funcionan como una base importante para la interpretación del comportamiento en situaciones determinadas.
Frente a la acusación de la simplicidad del conductismo, Skinner plantea que para la gente es difícil creer que las contingencias de refuerzo puedan dar origen a el arte e incluso la guerra. Pues se presenta una negativa general a las causas sencillas de hechos mucho más complejos. Aquí el autor realiza una fuerte crítica no solo a sus opositores sino a gran parte de la humanidad que continúa enredando las causas base para hacerlas más atractivas y quizás preocupantes. Prácticamente devuelve la acusación de ingenuidad a quienes se rehúsan a entender explicaciones concretas como causas base.
El conductismo sí reconoce un comportamiento moral y justo, pero parte de que se origina gracias a unas contingencias sociales específicas que se han impuesto por algunas entidades gubernamentales, religiosas, étnicas o económicas. Rechaza que la moralidad y la justicia sean posesiones personales, y dice que se debe trabajar necesariamente en las contingencias que desencadenan estos comportamientos. Defiende finalmente al conductismo declarando que no es incompatible con el afecto o el arte. Pues este tipo de cuestiones no se hacen más o menos relevantes en el análisis experimental de la conducta, sino que se busca comprenderlas mejor.
Para concluir, se recomienda este libro no solo para aquellos que apoyan los planteamientos conductistas, sino primordialmente a quienes no lo hacen o no están seguros aún de hacerlo. Esto debido a que podría aclarar o disipar las dudas o preocupaciones respecto a esta corriente, y además la decisión acertada del autor por la redactar en un lenguaje no tan técnico, repercute en una lectura amigable e instructiva para quien quiera acercarse a ella. Una lectura que incluso hará que el receptor se cuestione más de una vez la base de las acciones de su vida diaria.
Referencias
- Skinner, B. F. (1974). Sobre el Conductismo.