Langston Hughes Un Poeta Con Grandes Ideas
Introducción
Según el prompt, este ensayo examinará las obras de Langston Hughes y Nicolás Guillén, dos poetas de ascendencia africana quien exploraban las ideas de la desigualdad racial y la exclusión de negros por Hughes, los afroamericanos, y por Guillén, los afrocubanos. Tocará en la idea de Hughes de la “montaña racial,” un obstáculo social e institucional por los afroamericanos, y las diferencias entre la obra de Hughes y los escritos y la poesía de Guillén con referencia al anteriormente mencionado desigualdad racial y exclusión. Finalmente, investigará cómo la poesía de Guillén apoya sus propios ideas raciales con respeto a su país nativo de Cuba y la cultura, el lenguaje, y las personas cubanas.
Desarrollo
Todo eso reflejará la tesis que la idea de la negritud está cambiando y desarrollando constantemente dentro de culturas americanas, y que la sociedad puede entenderla a través de la literatura negra. En “The Negro Artist and the Racial Mountain,” Langston Hughes escribió que el poeta Countee Cullen le contó, “‘I want to be a poet—not a Negro poet,’ meaning, I believe, ‘I want to write like a white poet’” (Hughes). ‘I’ se refirió a Hughes, y como escribió más tarde, Hughes objetó a este deseo de Cullen porque creyó que el deseo simultáneamente existió dentro de y reforzó la idea de la montaña racial. La montaña racial, según Hughes y, por lo tanto, alejado de la negritud (Hughes).
Es decir que, según Hughes, por el poeta negro escribir como un poeta blanco y dentro del modelo europeo era invalidar e ignorar la cultura negra y la experiencia negra. Esta cultura y experiencia existían fuera de la hegemonía blanca, y, por lo tanto, la poesía que las reflejaba no tenía el estatus social ni recibía el mismo nivel de la aclamación como poesía blanca. La siguiente exclusión de la negritud en la poesía, por consiguiente, no fue ningún tipo de auto perpetuación por parte de los poetas negros, sino un deseo por este estatus social y por la aclamación. El razonamiento es lógica: si la medición del éxito era una medición blanca, habría sido más fácil lograr una medición alta del éxito con un producto blanco.
Sin embargo, según Hughes, el éxito con un producto blanco (en este caso, la poesía) no valió la pena la pérdida de la negritud que el producto habría tenido si el creador hubiera dominado la montaña racial, o “this urge towards whiteness” (Hughes). Regresar esta lógica a al principio, si Countee Cullen hubiera dominado la montaña racial, habría necesitado querer ser un poeta negro y habría escrito así. Mientras que Hughes se refirió a la negritud y la blancura como dos ramas distintas de la raza en los Estados Unidos, Nicolás Guillén imaginaba un mundo fuera de ramas distintas y competidoras donde cubanos sería identificarse no como blanco ni negro sino un mestizo cubano y sin etiquetas raciales.
“Por lo pronto,” Guillén escribió en el prólogo de “Sóngoro Cosongo,” “el espíritu de Cuba es mestizo. Y del espíritu hacia la piel nos vendrá el color definitivo. Algún día se dirá ‘color cubano’” (Guillén). Se sigue que, en esta utopía sin etiquetas raciales, el racismo no existiría. Un afrocubano no existiría y por lo tanto no podría ser oprimido por un cubano europeo porque no existiría tampoco. La única identidad sería la cubana, sin importar su piel. La idea es, del punto de vista de Hughes, fantasioso, porque por Hughes la montaña racial y la hegemonía de la estructura de poder blanca ya estaban tan arraigadas que no pudieron ser desmanteladas, solo dominadas.
No obstante, según Guillén, una Cuba sin etiquetas raciales no solamente era posible, pero, al tiempo de su poesía en los años 30, estuvo ocurriendo como los afrocubanos y su cultura estaban recibiendo un estado elevado en el país: “La inyección africana en esta tierra,” dijo Guillén, “es tan profunda, y se cruzan y entrecruzan en nuestra bien regada hidrografía social tantas corrientes capilares que sería trabajo de miniaturistas desenredar el jeroglífico” (Guillén). Puede ver esta “inyección africana” en la poesía de Guillén. “Velorio de Papá Montero” hizo referencia a un rumbero, y la rumba fue creado por “un conjunto de influencias formativas: de los pueblos indígenas, de los esclavos africanos y de los conquistadores europeos”
Otro poema, “La Canción del Bongó,” no solo hizo referencia al bongó, que venía a Cuba de África, sino a “Santa Bárbara de un lado, del otro lado, Changó” (Guillén). Changó es una orichá en las prácticas espirituales de la yoruba, y actualmente existe en Cuba en la Santería, un “sistema de creencias religiosas y cultos que tiene como elemento esencial la adoración de deidades surgidas del sincretismo entre creencias africanas y la religión católica” (Diccionario de la Lengua Española). Dicho esto, Guillén no argumentó que una Cuba sin etiquetas raciales ya existía. En “Pequeña Oda a un Negro Boxeador Cubano,” puede inferir que ciertamente no existía.
Escribió sobre “la envidia de los blancos” y el peligro que esta envidia trajo a un boxeador negro con talento precoz pero poco juicio o educación (Guillén). Además, como Moore aclaró en “Nationalizing Blackness: The Vogue of Afrocubanism,” divisiones raciales existieron en Cuba en los años 30, la época de Guillén. Por ejemplo, es verdad, si, que la rumba en “Velorio de Papá Montero” comenzó como un género musical estereotípicamente afrocubano que eventualmente trascendía límites políticos y raciales para convertirse en un género de música nacional que influenciaba la cultura del país. Pero, en Cuba en los años 30, nacional no significó aceptación universal ni verdadera.
Es claro que la negritud y la blancura existió en paralelo en los 30 en Cuba, así como percibió Hughes en “The Negro Artist and the Racial Mountain” de los Estados Unidos. Además, este paralelismo no estuvo igual. La rumba nacional de Cuba, por ejemplo, no era la rumba afrocubana como se originó, sino un blanqueo que eliminaba la negritud como enfatizaba el cubano. E incluso entonces, algunos blancos conservadores no pudieron aceptar la negritud que se quedó. Es decir que no fue posible tener Cuba sin etiquetas raciales porque los afrocubanos y su cultura todavía no han recibido el mismo estatus social, político, y económico como los cubanos europeos.
La Cuba potencial de Guillén, y más temprano de José Martí, no existía. Pero como la cultura predominante estaba borrando la negritud desde sus apropiaciones y adaptaciones, Guillén estaba reforzando el afro cubanismo en su poesía a través del lenguaje, personajes, y temas, e imponiendo así un reconocimiento del valor de la negritud. En “Búscate Plata,” por ejemplo, uno de los temas es la pobreza: la esposa tuvo hambre, pero se permitió solo arroz con galleta, nada más. Búscate dinero, la esposa decía su esposo, o voy a dejar y encontrar un hombre que puede. La pobreza estaba un problema por muchos afrocubanos contemporáneos a Guillén.
Escribió sus historias y, más que eso, escribió como hablaban en la calle. En “Búscate plata,” las palabras no estuvieron del castellano de España ni del castellano de los cubanos europeos, sino del castellano afrocubano: “arroz” fue “Arró,” “búscate dinero” se convirtió en “búscate plata,” y “voy a dejar” fue “me voy a correr.” Guillén dio a los afrocubanos una voz. Pero, ¿Qué pasaba de la idea de la negritud de estos afrodescendientes y de Cuba en conjunto? Desarrollaba. Martí dijo que la raza no importaba. Guillén dijo que la raza no importará, después de los afrocubanos existen al mismo nivel de cubanos europeos.
Conclusión
Puede ver que, realmente, sí la raza importa, ambos en las épocas de Martí y Guillén y actualmente en ambos Cuba y los Estados Unidos. Esta desgracia de este hecho está clara en la literatura, y, por lo tanto, en la cultura. Hughes y su montaña racial estaban preocupados por potencial sin explotar que ha venido de una negación de la negritud, mientras que Guillén se enfocaba en el reconocimiento de la cultura y la negritud que ya existía, pero a través de estos enfoques, ambos estaba basado en la desigualdad racial y exclusión de afrodescendientes y como era posible a superarlas.