Maltrato Infantil, Fenómeno Relacionado A La Violencia Familiar
El maltrato infantil es uno de los modos de configuración de la violencia, se instaura en el seno de las dinámicas familiares y en cada uno de los contextos en los que tienen lugar dos modalidades de interrelación entre seres humanos; por un lado, intercambios comunicacionales de igualdad, denominados también simétricos en los que niños, niñas y adolescentes escalan bidireccionalmente de modo violento con sus padres o cuidadores, a través de estallidos de cólera a manera de gritos o golpes, es decir, de la expresión de la violencia agresión.
Por otra parte, los patrones de interacción toman forma de complementariedad rígida, denominada violencia castigo, (Perrone y Nannini, 2014). En consecuencia, el holón parental o los que ejerzan las funciones de cuidado y protección ostentan unidireccionalmente relaciones de poder y dominio sobre los niños, niñas y adolescentes, quienes perdiendo su condición como sujetos de derechos, se ven enfrentados a replegarse sin objeción o contra su voluntad al abandono, descuido, torturas como encerramientos o cualquier otro tipo de interacciones maltratantes, abusivas o alienantes, construidas cotidianamente con sus redes de apoyo primarias, secundarias o institucionales según sea el caso. Estas se naturalizan o legitiman bajo el pretexto de una formación con disciplina o el mito de pautas de crianza enmarcadas en la hostilidad y castigo conforme a sistemas de creencias que perpetúan las huellas intergeneracionales imborrables, no tramitadas de una infancia en donde también ellos fueron maltratados.
Ante este panorama de los malos tratos en la infancia, Barudy (1998) postula la necesidad de tipificarlos atendiendo al patrón de interacciones activas o pasivas que se presenten. En tal sentido el maltrato activo, denominado también violencia por acción, engloba los comportamientos en donde el uso de la fuerza sea física, sexual o psicológica generan daño a los niños, niñas y adolescentes que se ven implicados; La violencia pasiva o maltrato por omisión hace referencia a los comportamientos negligentes o abandono por parte de los cuidadores hacia ellos y ellas. (p. 35;36).
Lo interesante de su propuesta radica en el valor comunicativo del mensaje violento, de forma tal que en el comportamiento y el discurso maltratador recibido por los niños, niñas y adolescentes es posible reconocer tres propiedades complementarias; en primer lugar, el modo de comunicación por ejemplo, golpes, palabras humillantes o gestos de omisión e indiferencia acorde con el tipo de maltrato activo o pasivo que se presenta; en segundo lugar el contexto, referido al espacio o lugar público o privado donde se realiza y el momento en el que se desencadena, el cual generalmente, no siempre es inesperado y finalmente, el estado estructural del niño, niña o adolescente en el momento del maltrato, en donde su victimización se traduce en dolor, terror, sumisión e impotencia cuando se refiere al maltrato activo o físico. (p.36).
Retomando el caso de la familia afrodescendiente, se encuentra que en la actualidad, la madre infringe a sus hijos maltrato activo físico, siendo el modo de comunicación los golpes propinados a través de un instrumento, en este caso un cinturón y a posteriori la inmersión en el agua; así mismo, perpetra maltrato activo psicológico a través de insultos proferidos a los hijos; análogamente, ejerce maltrato pasivo en forma de negligencia en tanto que por razones laborales, desatiende necesidades básicas de los niños. Respecto al contexto donde se desarrolla el acto violento en éste caso es predecible, emerge en el lugar de vivienda ante el incumplimiento de responsabilidades académicas; finalmente el estado estructural de los niños o proceso de victimización es el dolor por los golpes y la sumisión.
